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España España · Tramacastiel
Críticas de Luis
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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
6
2 de junio de 2020
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Se trata de un título policíaco de serie B con un lenguaje cinematográfico inferior al empleado por el mismo director en Trampa al amanecer (A sangre fría). La historia es realista, aunque la conversión del protagonista de ambicioso empleado en gánster no aparece suficientemente justificada, ya que no se nos explica el fácil manejo de las armas y la puntería que muestra al disparar. La idea es moralizar sobre las trágicas consecuencias de intentar salir de la mediocridad de la vida cotidiana mediante el chantaje, el robo e incluso el asesinato. La gama de personajes está bien creada, a pesar de unos diálogos a ratos un tanto literarios. La acción es digna, si bien se enmascaran las peleas a puñetazos con primeros planos. El desenlace resulta razonable, dentro de las normas de la censura de la época.
Destacan Arturo Fernández y Jorge Rigaud, éste último en un papel de delincuente que justifica racionalmente su maquiavelismo y que resulta original en el cine negro español. Aquí todo el mundo, salvo la pareja protagonista, es cruel por conveniencia. Y pierde los escrúpulos por ganar dinero.
Juan Bosch fue un discreto director que realizó para Arturo Fernández , tras su éxito en Un vaso de whisky, films románticos o policíacos que se adaptaran a su personalidad, en la línea de Julio Coll, pero sin la profesionalidad y el talento que alcanzó el autor de Distrito Quinto.
Luis
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6
6 de mayo de 2020
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Especie de continuación de otra obra de Calvo Sotelo también convertida en película, "Una muchachita de Valladolid", "Operación Embajada" tiene dos partes. La primera, bastante afortunada, relata la obsesión de un diplomático (Alberto Closas) por ser nombrado embajador a cualquier precio. Le ayuda su secretario (J.L. López Vázquez), un pícaro que no cesa de inventar trucos para conseguir la recomendación necesaria. Ese tramo del guión convierte el film en una comedia crítica bastante divertida e incluso cruel, pues hasta se desea la muerte de un colega para ocupar su puesto.
La segunda parte arranca de la burla que sufre el diplomático al tener que maldecir el lugar donde le destinan. Pero ahí acaba la buena película que estábamos viendo y empieza otra mucho menos inspirada, con demasiados chistes tópicos, algún disparate y un desenlace de vodevil barato.
Lástima, porque de haber continuado la inspiración de los primeros cuarenta minutos hubiéramos tenido una sátira del tráfico de influencias en la política, así como un buen retrato de un marido egoísta, hipócrita y sin ningún escrúpulo para triunfar.
La combinación Closas-López Vázquez funciona admirablemente en este tipo de comedias que se inició tímidamente en "Una muchachita de Valladolid" y alcanzó su cenit en "Usted puede ser un asesino".
Luis
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9
19 de noviembre de 2019
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Whisky y wodka, de Fernando Palacios, no se parece a ningún film de Marisol o Joselito, ni ninguna otra película de las gemelas alcanza la excelente calidad de ésta. Whisky y wodka empieza por ser más una comedia que un musical, pues sólo se canta una canción y los dos únicos números de baile están tan bien engarzados en el guión que resultan estimulantes. Los diálogos y los gags son ingeniosos y se insertan en un ritmo perfecto. El tópico juego de equívocos con las dos gemelas está tan logrado o más que el de "Tú a Boston y yo a California". En realidad el perfecto acabado del film recuerda las buenas comedias de la Disney.
Dicho esto hay que matizar que el género al que pertenece el título esta destinado a un público juvenil de los sesenta y como tal hay que juzgarlo. Mas hay que agradecer que, además, sea una divertida sátira sobre la guerra fría, donde abundan los micrófonos ocultos el los lugares más inverosímiles, como una pastilla de jabón. La secuencia en que el personaje de Alfredo Landa queda congelado es afortunada, al igual que la pelea en la sala de baile o la cómica hipocresía de dos espías rusos.
El film tiene un tono premeditadamente disparatado, pero coherente con los personajes y la historia. El argumento está narrado con pulso rápido, mas en ningún momento cae en el desequilibrio. No hay momentos gratuitos ni tontos, ni siquiera en las situaciones más peligrosas, cuando dos de los protagonistas se disfrazan de mujeres para engañar a los imbéciles miembros de la KGB.
Nuestro cine de niño/as prodigios cantores suele ser artísticamente penoso, salvo dos o tres excepciones. Whisky y wodka es una de ellas.
Luis
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5
28 de julio de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El burlador sin escrúpulos (Errol Flynn) se convierte aquí en el héroe que defiende a los reyes de España y al pueblo de Madrid de un odioso duque (Robert Douglas) que quiere usurpar la corona, invadir Inglaterra y después apoderarse del planeta entero. Estamos ante una historia parecida a "Los tres mosqueteros", donde los malvados tienen cara de malvados, la historia se guarda en un cajón y las situaciones son dignas de un tebeo de aventuras.
No hay ingenio en le guión, no existe ninguna matización en los personajes. El bien a un lado, el mal a otro. Los guerreros del mal son vencidos con facilidad, pues no dominan la esgrima como los paladines del bien. No existe en el film esa astucia e imaginación que poseen los títulos del género logrados, como "Scaramouche", "El capitán del rey" o "Ivanhoe". Sólo el buen pulso de las secuencias de acción distrae a ratos, aunque las peleas se hacen esperar a causa de la insulsa historia amorosa entre don Juan y la reina (Viveca Lindfors).
Lo más destacable son los espectaculares decorados, especialmente la escalera del palacio real, con una colosal estatua del Cid presidiéndola. Y lo más simpático un enano que parece haberse descolgado de un cuadro de Velázques y que se burla hasta del rey que lo tiene como bufón.
Luis
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8
1 de febrero de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luciano Salce hizo esta secuela de "El médico de la Mutua II", de Luigi Zampa, continuando la estrafalaria carrera hacia el triunfo del doctor Guido Tersili (Alberto Sordi). Aquí es socio de una clínica de lujo que procura echar de las camas a los mutualistas sin dinero para ofrecérselas a los que pagan millones por una operación.
A pesar de su aire de disparatada caricatura no deja de lograr una convincente crítica sobre médicos que hacen del dinero la finalidad de su profesión y que acaban comportándose como estrellas de cine con su coro de fans.
Aquí importan poco el cáncer, la colitis o el infarto. Y mucho lo que cada paciente pude pagar. El dolor de los enfermos se olvida en nombre del negocio, hasta el extremo de no tener en condiciones muchos aparatos de análisis y diagnóstico para obtener más beneficio.
Tersili ya no es un médico, sino un contable. Mejor sería decir un jugador que apuesta las vidas de los pacientes en nombre de su cuenta corriente.
La clínica es dirigida como un casino de las Vegas: mucha amabilidad, hipocresía y lujo para sacar el dinero a los clientes. Hasta las simpáticas monjitas que hacen de enfermeras bailan en torno a la necesidad de servir a la ambición de la familia Tersili. Como en el film anterior, destaca la madre del doctor (Nanda Primavera), verdadera musa salvaje del egoísmo de su hijo.
Ante la pandemia que sufrimos y el modo como ha sido tratada, cabe asegurar que este film y su precedente se quedan cortos. Y, por supuesto, son plenamente actuales.
Luis
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