Entre el abuso de CGI, lo que tardamos en que llegue la acción y que esta no es más que un refrito de lo visto en Fury Road me ha resultado decepcionante. La invasión digital en la primera media hora es abrumadora, con cromas que parecen hechos hace quince años y escenarios que no se sienten nada reales. Y los personajes a veces parecen moverse en una ligera cámara rápida, lo que los convierte en guiñolescos. Ya sé que es más barato hacerlo todo digitalmente, pero consigue que las películas luzcan peor que las hechas dos décadas antes, y que envejezcan muy malamente, víctimas de la constante renovación de la videotecnología.

No me gusta especialmente Taylor-Joy, no le veo ni físico ni carisma para encarar un personaje que Charlize Theron dejó por las nubes. El resto del reparto tampoco ayuda, con los secundarios ya conocidos de Fury Road que aportan poco. Hemsworth parece querer seguir en la línea del Thor deconstruido de los Avengers, y compone un personaje que intenta ser caricaturesco, pero le sale con un perfil demasiado bajo, un pecado en un monumento a la extravagancia como este. Por lo demás, las escenas de persecución entretienen, pero en modo alguno superan las de su predecesora. Solo la relación entre Furiosa y el personaje de Tom Burke tiene algo de miga. Se me ha atragantado el viaje.

Distraída comedieta que cruza lo fantástico con una disparatada investigación policial. Una pareja de toscos agentes de policía se dedican a investigar casos paranormales, a cual más absurdo e hilarante. Todos son reales, pero el aldeanismo de los agentes rebaja su gravedad deparando situaciones delirantes.

La personalidad tontorrona de los agentes es el hilo conductor de los episodios, buscando siempre el contraste con todo lo relativo a las posesiones demoníacas, los vampiros o los licántropos. El formato es similar al de The Office, los protagonistas comentan a cámara sus progresos y narran cualquier vicisitud que les ocurra. Sus reacciones pueblerinas ante todo lo paranormal que presencian es la principal fuente de humor. No es que vayan a partirse de risa, pero al principio se ve con agrado y hay momentos de verdadero ingenio. Como si a unos Mulder y Scully bobalicones les acompañara un equipo de TV.

Por desgracia, el paso de los capítulos no le sienta bien, y el ingenio mencionado acaba brillando por su ausencia. Mediada la segunda temporada ya se me han quitado las ganas de seguir, llegando a aburrir a pesar de sus escasos 30 minutos por episodio. El material es bueno, pero se agota demasiado pronto.

Último delirio del que parece un cineasta incapaz de encontrar el mojo perdido. Shyamalan nos trae a una pareja gay con su hija adoptada que son acosados por una grupo de personas en una casa aislada junto a un lago. Las intenciones de estos navegan entre lo lunático, lo apocalíptico y lo estrafalario.

Es la adaptación de un autor que recomienda Stephen King, y según he leído, el final es sensiblemente diferente. Da igual, una película tiene que valer por sus propios logros. Empezar por el topicazo de la casa aislada junto al lago huele que tira de espaldas, y eso que la aparición inicial del personaje de Dave Bautista es tela de inquietante. Pero cuando se va desenredando la madeja nos vamos encontrando con una historia que se asoma sin reparo al abismo de lo ridículo. Se nota que tiene un original literario que, a buen seguro, está trufado de muchos más detalles que justifican según que cosas. Aquí algunos aspectos se tiene que dar por sentados, porque además todo se condensa en hora y media. Eso le beneficia en que en ningún momento aburre ni se hace larga, pero que falta contexto es algo que clama al cielo. Además, uno está a la espera del giro de guión habitual en este director, con la esperanza de que venga al rescate del dislate que estás presenciando. El mojo está seco hasta ese extremo.

El fondo de la historia es un puro absurdo, pero con esa engolada solemnidad con que Shyamalan siempre dota a sus propuestas. Es como ese crío que luce un disfraz orgulloso de como le sienta, pero que una visión más madura lo percibe como algo tosco y de mal gusto. Aunque M. Night ya es mayorcito sigue empeñado en parecer un rey desnudo. No se le discute la calidad técnica de su obra, ni siquiera en esta trama fantástico-apocalíptica de connotaciones religiosas; otra cosa son las historias que nos cuenta y la impostada gravedad con que las cuenta. Porque hay que reconocerle una cosa: querer contar algo grandioso y épico y que parezca una chifladura no está al alcance de cualquiera.

Terror de casas encantadas que hace un aporte muy original al tratarse de un entorno subacuático. Una pareja de influencers hacen una inmersión para filmar una casa sumergida en el fondo de un lago. Una vez dentro, se darán cuenta de que algo turbio que no es el agua se cuece entre sus paredes.

Me ha resultado más satisfactoria de lo esperado. Aunque el argumento en sí no sea novedoso, la forma en que está contada, el hecho de que todo transcurra bajo el agua y la habilidad con que está filmada le otorgan un plus de tensión y la hacen mucho más perturbadora. Es cierto que hay algunos sustos facilones, pero no se salen de madre en cuanto a cantidad y, demonios, la verdad es que funcionan.

Ignoro si había intención de hacer cierta crítica a esta generación obsesionada con grabarlo todo para conseguir likes y followers, pero consiguen que, sobre todo él chico, nos caiga antipático desde el comienzo. Al final se hace notar que la baza central era la filmación bajo el agua, ya que la historia es la clásica de casas embrujadas, y el final resulta insatisfactorio y precipitado. Pero eso no quita que los logros tengan su peso y que la mayor parte del metraje te tenga enganchado a la pantalla.

Tras Lejos de Casa (2019) daba por muerto a Spidey, atrapado en sus chorradas adolescentes y convertido en una especie de IronMan zoquete. Tengo que decir que algo más tiene esta Far From Home, sin que por ello me parezca una recuperación gloriosa del personaje. Los efectos del trepamuros descolgándose de los bordes superiores de la pantalla siguen pareciendo dibujos animados; el exceso de CGI es abrumador en el trasiego con el Dr Strange, a veces no sabes ni lo que está pasando. No se para qué traen a tanto villano de las otras películas si solo Molina y Dafoe imprimen carisma a sus personajes. Los dos amiguetes de Peter me siguen pareciendo insoportables...

No obstante, me gustó la dinámica entre los tres Spiderman, en especial en la conversación que mantienen ya los tres con el traje puesto. Aunque Tobey McGuire siga incapaz de expresar nada y no entienda como Andrew Garfield puede meter todo ese pelo dentro de la máscara. Holland es el Peter que necesitan sus amigos, así de tarambana, de idiota, ni pelear contra Thanos (y ganar) le sirvió para ser menos irritante. El peor parado en Strange, un pobre diablo al que parece que cualquiera puede apalizar.

Y en cuando al discurso moral, pues muy de la época. Por eso me gustaría ver llevado al cine a The Authority, y dejarnos de lloreras y complejos cuando de acabar con el malo se trata. Que lo bueno del cine es que sabemos a ciencia cierta que el malvado de turno lo es, y aún así seguimos con los remilgos. Así que no me vengas con gimoteos, Spidey, si estás en el negocio lo estás con todas las consecuencias. Te la paso por esta vez, pero no me la vuelvas a jugar.