"Rufufú" es una obra maestra de la comedia italiana, bendecida con la presencia de un reparto estelar. Una de las cuestiones es que ese clásico contó con una secuela a la altura, donde buena parte de ese gran casting repitió sus papeles de estos entrañables perdedores, quienes, como en la anterior ocasión, siguen trazando disparatados planes para lograr salir de su situación.

El gran Vittorio Gassman vuelve a ser Pepe El Boxeador, un personaje fantástico en su humanidad y defectos, interpretado con su magisterio usual. Le acompañan otras luminarias como Nino Manfredi, quien caracteriza a un esposo separado cuya suegra insiste en seguir viviendo con él porque le cae mucho mejor que su hija. Nanni Loy da una dirección eficaz, aprovechando el talento del que le rodean para lograr gags muy divertidos (por ejemplo, un magistral empleo de los coches).

Escenas como la estación de Milán son de una rapidez e inteligencia endiablada. También es un film bendecido por actores y actrices con un físico único en su especie, tales como Tiberio Murgia o Gianni Bonagura. Otra gran presencia es Claudia Cardinale, quien tiene también otro caramelito con la esposa y hermana de dos de estos delincuentes de poca monta.

Cuando hay un diálogo como "Mejor, ahora que el golpe ha fracaso podemos concentrarnos en el desahucio", uno sabe que está en buenas manos.

Delirante.

"Rocky 4" fue hecha en una época muy concreta, con unos Estados Unidos inmersos en el final de la Guerra Fría ante su Némesis URSS. La cinta era tan frenética como digna de un panfleto, con la muerte de un personaje muy carismático de la saga y el bueno de Stallone desafiando a la fría máquina que era Iván Drago, encarnado por un Dolph Lundgren de pocas palabras y amenazadora presencia.

Si el experimento de "Creed" funcionaba, estaba claro que la futurible secuela tocaría estos palos. Steven Caple Junior es el nuevo director, mientras que su ilustre predecesor sigue en la batuta del guión que firma con el propio Stallone. La cuestión no comienza nada mal, dando más humanidad a Drago, algo que el propio Lundgren solicitó para embarcarse en el proyecto.

El film es irregular, alterna momentos muy predecibles con otras cuestiones más ingeniosas. Cierra algún fleco que quedaba de "Rocky Balboa" y respira cariño por sus personajes. Los amantes de la saga estarán perdidos, cautivos de ritmo de Conti y encantados de este Michael B. Jordan como dignísimo heredero del carisma y puesta en escena del mítico Apollo Creed.

Stallone sigue siendo una presencia a considerar en la gran pantalla, con ese potro tierno y de gran corazón. Tessa Thompson tiene talento a raudales para conseguir que su personaje no sea un tópico, prestando voz (nunca mejor dicho) y alma a la compañera del nuevo héroe de la franquicia.

No es una joya del séptimo arte, pero es más que digno que Rocky y su universo lleguen a su octava entrega con ese óptimo estado de salud. Podría ser mejor, aunque olvidamos que mil veces peor. La historia de un huérfano con el espectro de Hamlet de su padre y dos perros callejeros abandonados en una derrota de hace treinta años que sueñan la revancha.

Esta historia ocurrió hace muchos años. En el panorama del cine español surgía una nueva hornada de actores y actrices destinados a desempeñar un papel importante en la industria. Algunas de estas carreras incluso acabarían en la Meca de Hollywood. No obstante, siempre he pensado que una de las intérpretes más peculiares y con personalidad propia no ha cosechado todos los laureles que hubiera merecido.

Najwa Nimri es una presencia aparte. Basta recordarla en "El método" o su villanesca presencia en una famosa serie de televisión para comprender el carisma que desprenda. Ha tenido que ser Carlos Vermut (director de la magnífica "Magical Girl") quien la devuelva a la palestra en el celuloide con una película tan peculiar como ella misma, "Quién te cantará" es un ejercicio extraño de guión confuso y puesta en escena muy cuidada.

El personaje de Nimri tendrá vida paralela con Eva Llorach, quien no se limita a dar la réplica, alcanzando cotas de vuelo propio. El film, junto con sus poderosas imágenes, es un retrato de varias mujeres singulares, incluyendo a una fantástica veterana como Natalia de Molina.

Hay cositas de "Vértigo" y otros clásicos, aunque Vermut regala escenas de su cosecha propia, muy intensas y donde reflexiona sobre vínculos (madre-hija, amantes, maestra y discípula, etc.).

Se me antoja necesario un revisionado para ver si el libreto es una genialidad o está plagado de trampas. Pero no cabe duda de que hipnotiza, no solamente por el magnetismo indiscutible de Nimri. Hay que seguir la pista de Vermut muy de cerca.

La necesitamos más de lo que nos atrevemos a expresar. Al final del día, obligados a ser competitivos, triunfadores y adictos al gimnasio con fines de semana de deporte de algo riesgo, siempre apetece encontrar filmes que contradigan un poco a tanto anuncio y taquillazo facilón. "Lars y una chica de verdad" nos recuerda que todos tenemos un punto de timidez y esa necesidad de encontrar una compañía con la que dejar de aparentar lo que no se es.

Ryan Gosling da vida con maestría al introvertido Lars, un personaje más complicado de lo que parece y que articula una inesperada relación con una muñeca. Sin caer en lugares comunes o chistes escatológicos, el asunto está tratado con un guión muy inteligente (piensen quién lo escribe y que buenos momentos nos dio ese nombre en una serie a varios metros bajo tierra).

Hay un casting muy completo donde es una gozada ver a dos actrices como Emily Mortimer y Patricia Clarkson (las cuales han coincidido también en "La librería" y "The Party", siempre con magnífico resultado). Peculiar como ella sola, la obra toma su propio sendero.

Existen cuestiones que impiden darle más nota. Es comprensible que los parientes y amigos más cercanos de Lars, aconsejados por su doctora, colaboren en la farsa, si bien es bastante utópico que todo el pueblo acepte casi sin cuestionamiento la excentricidad. Se evita algún conflicto que podría haber dado más emotividad a una bonita historia que, a veces, necesitaría un giro de tuerca.

Pero no es una mala inversión en lo absoluto. Conocer a Lars merece la pena.

Cinéfilo empedernido, Brian de Palma ha tenido una carrera más que interesante. Obras de arte como "Atrapado por su pasado" se alternan con otros proyectos más fallidos, aunque nunca se le puede negar su gran pasión por el séptimo arte. En "Vestida para matar" (1980) decidió recuperar muchas de las fórmulas de su idolatrado Alfred Hitchcock.

Estamos ante una cinta tramposa como pocas donde el único mandamiento es no aburrirse en la butaca. A través de elementos tan "Psicosis" como la ducha, el cineasta explota la seducción y las motivaciones más animales de su personaje. Destaca en este sentido la presentación del personaje de Angie Dickinson.

En ese mundo de bajos instintos hallaremos una serie de asesinatos en serie que serían muy típicos de esta década. Todo el misterio se ve sazonado por ventanas indiscretas, crímenes aparentemente perfectos y esa difusa frontera entre el homenaje y el plagio más descarado.

Michael Caine, como de costumbre, brinda una sólida actuación, si bien la verdadera revelación es una joven Nancy Allen que demuestra una gran capacidad de seducción ante la cámara que es muy bien aprovechada por el director.

Da la sensación de que pierde fuerza en el tercer acto. Pero es adictiva de ver.