Luego es verdad que no es ni de lejos buena, pero se deja ver.

Entiendo las numerosas críticas negativas que se vierten hacia ella, sí, es una producción americana destinada exclusivamente a ensalzar las maravillosas características de Estados Unidos, y de paso, a denigrar a su mayor enemigo, el pedazo más grande que queda de su antagonista más acérrimo, la URSS comunista. Probablemente gran parte de su encanto reside en que la protagonice Harrison Ford, un hombre carismático y talentoso; bueno, en eso, y en su trepidante montaje, en su argumento, simple, tópico, pero convencional, que supo atraer a las masas.

También posee buena fotografía, buenos secundarios, y logrados efectos especiales, que terminan de convertirla en una película al uso y con todos los ingredientes para poder ser disfrutada por todo aquel, que logre dejar a un lado sus opiniones políticas, y distraerse viendo esta americanada. Es una película de acción, no hay más. Las hay mejores, obviamente, pero si te gusta el cine de acción, te va a gustar, o lo suyo es que al menos le des un aprobado, como he hecho yo. Pero bueno, cada criterio es un mundo, yo dejo aquí el mío.

No obstante he sabido respetar en este caso el de los demás, dándole al SI a muchas críticas que la suspenden sin contemplaciones, pues me han parecido opiniones divertidas y válidas. Hoy estoy especialmente "tolerante".

Me llamó la atención que el espacio habitualmente reservado a los descoloridos westerns con en torno a medio siglo de antigüedad, emitiera de repente una película de reparto conocido y cotizado, rodada por un director que para mi gusto no lo es menos.

Y vaya si acerté en mi firme determinación de verme esta película. Un sinparar de risas. Como suele ocurrir muchas veces en estos casos, es difícil reproducir escenas concretas de una película de estas condiciones, destinada únicamente a distraer y a entretener (¡y bien que lo hace!) pero me lo he pasado muy muy bien con esta comedia de interpretaciones elegantes y talentosas. Os lo puedo asegurar. No será nada del otro mundo, cosa que muchos recalcan a pesar de su aprobación, en forma de eternos bufidos de que es cine menor. Yo no lo concibo así. Si algo me ha hecho disfrutar merece exactamente el mismo trato, pues de lo contrario es contradictorio, tu criterio lo dictas tú, ¿por qué entonces tratar con inferioridad algo que te ha hecho disfrutar mucho mucho solo porque aparezca con menos estrellas en el periódico?

Vamos a relatar un poco la película. Mel Gibson, -gran interpretación, eh,- es un vividor que persigue de manera incesante el empeño de conseguir 3.000$ para así juntarlos a los 22.000 que ya tiene para poder participar en una timba de póker que tiene como 25.000$ su precio de entrada. Para ello recurrirá a cobrar deudas de viejos 'amigos' y otros que no lo son tanto en lo que es una hilarante y disparatada aventura en el medio Oeste, un western renovado a la época en la que fue rodado. Aparte de eso, otras partidas y un millón de aventuras y encuentros será las que viva el apasionado 'Bert' Maverick, en las que muchas veces pondrá en peligro su vida y sus cuartos. Todo bajo un enfoque muy amable y como insisto, extremadamente divertido. Y a pesar de ser en gran parte, predecible, aparte de hacer reír, sabe también sembrar tensión en algunos momentos determinados. La experiencia de Donner detrás de las cámaras se nota; una gestión impecable.

Hay detalles de la historia de las que no me he enterado muy bien porque para mi nerviosismo y calvario el teléfono móvil no paraba de sonar, acabé poniéndome verdaderamente nervioso. Pero al final aplacé mi quedada hasta que no hubo concurrido el término de la película, y lo cierto es que he hecho bien, pues hubo tiempo para las dos cosas, fue una tarde realmente amena.

Otro personaje sobre el cual hay que hacer hincapié, por el protagonismo que se le da, es a Annabelle, la bellísima Jodie Foster, quién volvería a repetir experiencia de trabajar con Gibson 17 años más tarde en 'El Castor', una cinta de registro muy distinto. Deberán de ser buenos amigos los dos actores, me imagino. El caso es que se trata de una ratera que varias veces ha estado a punto de aguarle la fiesta al bueno de 'Bert', como lo llama ella, y este como reacción le consigue los 4.000$ que le faltaban a ella para inscribirse también en el torneo. No hay nada más improductivo para los negocios que una mujer, sabio fue el que llegó a esta conclusión por primera vez.

Detengo mi atención en la sociedad. Y aquí, en este tipo de escenarios es donde hallo las líneas paralelas de mi pensamiento con el conservadurismo, pues pude ver que en la película todo se rige por una especie de orden, dentro del cual siempre existen presentes elementos propios de lo que es el caos, y las barreras del límite siempre son establecidas por el sentido común, y gestionadas posteriormente como tal. Pero se trata de una simple película, no le demos mayor importancia.

Por fín un cortometraje en condiciones! No tenía ni idea que Phil Joanou, autor de cintas más pausadas, -las buenas 'El Clan de Los Irlandeses' (1990) y 'Prisioneros del Cielo' (1995), -y de un estilo claramente diferente fuese capaz de filmar algo así, hecho que me gratifica. Aunque lo cierto es que no se le podía poner en duda al estadounidense su capacidad para filmar escenas de acción, eso por supuesto...

Me ha gustado la propuesta porque considero que es fiel al espíritu que propalan las dos películas anteriores, pues muestra un ambiente frío y sombrío, sin lugar para consideraciones sentimentalistas ni miramientos; para nada de eso hay cabida, solo hay una realidad que es la de un entorno degradado, podrido, corrupto y que parece imposible que algún día vuelva a regenerar. El dicho ambiente es presentado con franqueza y claridad, y paralelamente, ves a un solo un hombre que está ajeno a todo eso que está pasando y que hace su vida cotidiana, sin destacar ni llamar la atención de nadie, un sosegado tránsito vital por una vía tranquila, sin sobresaltos. Un estado entre la indiferencia y la monotonía silenciosa, que nunca llega hasta la dejadez, pues ese hombre tiene dentro una chispa vital que no se apaga, capaz de cambiarlo todo. No parece querer implicarse, tan solo se limita a comentar con parqueza en el habla, y mediante gestos que reflejan una resignación reprimida, el panorama con algún afectado que se ve condenado a permanecer el resto de sus días en medio de toda esa criminalidad sin remedio, sin opciones de hacer nada y que hace tiempo ya que asumió la derrota.

Sin embargo estas películas valen su peso en oro no solo por lo que dicen, sino por lo que no manifiestan explícitamente, y aquí es donde entra en juego la esencia de toda esa leyenda que envuelve al castigador. Un hombre que resulta elegante por su carencia de escrúpulos, y en principio de empatía, frío, que parece insensible, estar hecho de hierro, sin que nada que le rodee le afecte lo más mínimo, que no persigue nada concreto, material, solamente la materialización de esa sensación, que no se puede definir como justicia, sino como castigo, pues como él mismo manifiesta, se sitúa al margen de toda ley. No es juzgar, es castigar, punir. Un veredicto sin remisión ni redención posible, sin perdón ni marcha atrás. (...) Es lo que convierte a esa breve exposición en tan brillante.

Lo que menos me convence es que el supuesto cariño que Cruise le coge a Dustin Hoffman venga precisamente después de que le lleve a usar su don para las matemáticas y le haga ganar 83.000 dólares, lo suficiente para que su empresa de venta de coches de lujo, no quiebre. Hasta entonces no lo soportaba y solo lo aguantaba para tratar de cobrar la herencia, o al menos parte de ella, de tres millones de dólares que le había asignado el padre de Cruise al morir. Al presenciar las múltiples manías del inaguantable Dustin Hoffman y las dificultades que estas causaban a un Cruise si bien egocéntrico, pero con el que no cuesta empatizar en comparación con el otro, yo no paraba de pensar cosas como que hay herencias o deudas que es mejor dejar pasar y no cobrar porque son caramelos envenenados.

La película tiene ese encanto propio de las grandes producciones de Hollywood: la gente es amable, carismática y los desconocidos, pintorescos con el objetivo de provocar un efecto cómico o llamar la atención del espectador. De proceder práctico, crean situaciones encantadoras y especiales. Las tomas de la ciudad son bellas e imponentes, piensas que debe de ser un lugar cojonudo. Y Las Vegas, otro clásico. El croupier del casino
es el mismo 'guapito de cara' que le ponen a Joe Pesci en 'Casino', Nick Mazzola, un actor ocasional que tal y como suponía trabajaba de croupier en un casino de Las Vegas en la vida real. Falleció en 1999 a los 58 años debido a un ataque al corazón en lo que se dirigía a su trabajo.

La película trata de ser un acercamiento al autismo pero no conecto nada con el personaje, repite lo mismo cientos de veces, no hay por donde cogerlo. Y como dicen por ahí, para un gran actor, interpretar a un personaje tan inexpresivo debería de ser más fácil que interpretar a una persona corriente porque estas son más complejas (emociones, diálogos). Me quedo con la indignación y la efusividad de Tom Cruise, que trata de ser lo más imaginativo posible ante un sujeto tan intratable. A mi no me pareció bonita y veo ridículo hablar de 'amistad' con una persona que no puede seguir una conversación normal, no parece entender lo que le dicen, ni expresar lo que quiere. ¿En cuánto tiempo se acabaría cansando de él y lo mandaría a un lugar donde se ocuparan de él como fuera debido?

No es muy creíble (aprovechando el hecho de que su madre sea una sexóloga profesional, un chico virgen de 16 años se erija en una especie de 'consejero/terapeuta sexual de sus compañeros de instituto, instado por la compañera de estética alternativa que le gusta) pero en un principio la serie tiene encanto, es entrañable ver como el chaval se va enamorando y los personajes son todos simpáticos, te hace reir y en un principio atrapa. Lo malo es que al tener un formato de serie, la cosa se eterniza y se hace insufriblemente repetitiva (en el último año me ha pasado con las series que he tratado de ver, al principio muy bien, pero luego te dices que tampoco te apetece ver las decenas de episodios que pueda haber porque pierdes el interés, no te ha enganchado lo suficiente). Gira sobre lo mismo una y otra vez, el amigo gay negro y sus descarados aspavientos, el prota tímido que está colado por la suicide girl de la facultad, que aunque tampoco sea la más popular, tiene un carisma arrollador. Empiezan a ser amigos, el chaval se hace ilusiones en lo que ella se acuesta con quien le da la gana, pero parece que le guarda cariño al entrañable pardillo, que gradualmente va ganando seguridad y parece que va habiendo más acercamiento... Claro, si fuera formato peli pues igual uno hasta se iría hasta con un buen sabor de boca, pero dedicar treinta y dos horas a ver esto se le hace algo cuesta arriba a un servidor de veintisiete años que se acercó a la serie ('Sex education', -educación sexual en español-) con la moderada expectativa de hallar alguna revelación acerca de su eyaculación tardía.

En verdad esta es una serie de instituto como otra cualquiera que se os pueda venir a la mente, con la novedad de que incluye desnudos y que la temática sexual es abordada con naturalidad y cachondeo. No obstante, las soluciones que se dan a algunos problemas son demasiado simplistas, que se dan prácticamente por arte de magia, con un chasquido de dedos.

A Emma Mackey, que durante la filmación de la primera temporada contaba con veintidós años, la ponen un look que recuerda al de Margot Robbie caracterizada de Harley Quinn, y la propia actriz tiene un razonable parecido fisico con la susodicha.