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España España · Ferrol
Críticas de Sahar
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Críticas 288
Críticas ordenadas por utilidad
7
20 de diciembre de 2006
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de sus convenciones de comedia romántico-costumbrista (que imponen la suavización de una realidad seguramente más áspera) funciona perfectamente sin que nada desentone, aunque Nur Al Levi no acabe de enamorar (me ha sorprendido, eso sí, lo bien que canta)

La ignorancia del protagonista acerca del Islam es un poco la de todos (creo que en general sabemos muy poco); y es mérito de la película conseguir hacernos “próximo” ese desconocido Oriente, y además de forma amena, entrañable y divertida.

Javier Cifrián está perfecto, y me gustaría que se llevase el Goya revelación, pero creo que lo va a tener difícil ante Alberto Amarilla (suele premiarse más el drama que la comedia) y Walter Vidarte (suele premiarse más la veteranía que la juventud)

Sobre Fernando Colomo, ninguna de sus películas figura entre mis favoritas, pero casi todas desprenden un encanto que hace que su visionado merezca la pena (de las que he visto me quedo con “Los años bárbaros” y “Al sur de Granada”, películas en las que el choque de culturas también estaba muy presente)
Sahar
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9
3 de septiembre de 2007
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin he podido ver la última peli de Dominik Moll, autor de la apreciable “Harry, un amigo que os quiere”.

“Lemming” es una película enigmática, absorbente y desasosegante, que habla del desgaste de la pareja tras originales metáforas roedoras.

El inusitado hallazgo de un lemming (roedor “suicida” que sólo vive en Escandinavia) en el desagüe de un impecable matrimonio francés (Laurent Lucas y Charlotte Gaisnbourg) marca su descenso a la desconfianza y las turbulencias, crisis precipitada por el contacto con esa otra pareja antitética (Charlotte Rampling y André Dussollier), que ya lleva mucho tiempo amargada, corroída y desgastada.

A una primera parte de cine francés intimista y de personajes, basada en ese contraste de parejas, le sigue una no menos estimulante segunda parte que linda con el cine fantástico de sutiles posesiones fantasmales y maquiavélicas venganzas de ultratumba: mis dos cines favoritos en uno. Y francamente no sé cuál da más miedo.

El sosito Laurent Lucas ha mejorado mucho desde los tiempos de “Harry…”, y parece estar especializándose en papeles de pobre hombre al que le pasa de todo (ahí está también la malsana “Calvario”); André Dussollier está menos engolado y más espontáneo de lo habitual; Charlotte Gainsbourg maravilla con su naturalidad y fragilidad no exenta de misterio; y Charlotte Rampling está absolutamente impresionante, antipática, desequilibrada y maligna. Qué mirada, Dios mío… fue nominada al César por este papel, de tendencias suicidas como los lemmings, y que actúa como “roedor” de la estabilidad de la parejita perfecta (“¿se cree superior con su parejita modelo y su casita de mierda?” le suelta como si tal cosa la Rampling a la Gainsbourg, me encanta).

Quizá le falten momentos de verdadera intensidad, o una vuelta de tuerca final que le dé ese plus de obra maestra, y no es apta para los amantes del subrayado y la pirotecnia. Pero a mí me llevó por los agradecidos caminos de la intriga, la incomodidad y hasta la risa durante dos horas que no sentí pasar.
Sahar
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4
15 de septiembre de 2006
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que a mí “La vida es bella” me gustó, en parte porque me pilló más joven, y en parte porque estaba mejor (era más ocurrente, más emotiva, y menos exageradamente pastelosa)

Al igual que esa famosa película, “El tigre y la nieve” tiene dos partes claramente diferenciadas, y una vez más la segunda es mejor que la primera, que resulta deshilvanada y confusa.

Benigni-actor vuelve a pecar de exceso verbal y gestual, y corrobora su absoluta incapacidad para transmitir el menor dramatismo.
Así pues, resulta cargante en la vertiente cómica de su personaje, y nulo en su vertiente dramática.
Nicoleta Braschi es su antítesis interpretativa: desde luego no peca por exceso... sino por defecto. Buena parte de la película su personaje está en coma. Pues bien, resulta más expresiva en ese estado que cuando habla y se mueve, con eso lo digo todo. Qué actriz tan mala, por Dios… mucho tiene que agradecerle a esa buena música que a veces la arropa, porque es la que salva algunas de sus escenas.
También está por ahí el cara-palo de Jean Reno, que aparece y desaparece a conveniencia del inhábil y azucarado guionista.
Sahar
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6
5 de septiembre de 2006
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pequeña Victoire Thivisol ganó la Copa Volpi en Venecia por su… no sé si llamarlo interpretación, porque es evidente que una niña tan pequeña no interpreta, sino que vive su papel.
La verdad es que es difícil no conmoverse al ver a la niña llorando de verdad y llamando a su madre.
Y si encima esa madre muerta se nos muestra con los rasgos de Marie Trintignant, que todos sabemos cómo acabó en la vida real… pues la emoción es doble.

Sin embargo, viéndola con frialdad y distanciamiento, a la película le falta un poco de veracidad para resultar redonda: en varias ocasiones me distanció de la película la típica sensación de “eso no lo diría un niño de esa edad”.

En cualquier caso me pareció interesante, porque no es un argumento habitual contar la pérdida desde el punto de vista de un niño tan pequeño, quizá por la dificultad que entraña abordar la psicología infantil, o por el riesgo de hacer daño al niño-actor...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sahar
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7
10 de octubre de 2009
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partía Anne Fontaine con una doble desventaja: la primera el libro en que se inspira ("Descubriendo a Coco"), un mamotreto ilegible y cargantemente descriptivo, buen ejemplo de aquella máxima de Voltaire que decía "el secreto de aburrir está en contarlo todo".
El segundo obstáculo era hacer atractiva una película sobre una persona tan antipática, deslenguada, esnob, mentirosa, acomplejada, amargada, cascarrabias, déspota y tajante como era Coco Chanel (o al menos como la pintaban).

La directora supera esos inconvenientes condensando el caudaloso material del libraco en torno a unos pocos personajes, simplificando complicados parentescos, resumiendo periplos mareantes, y beneficiándose de una Audrey Tautou magnética y elegante, con aureola de estrella imperecedera, y definitivamente desprendida del almíbar de "Amelie".
Destaca su habilidad para vestir ropajes masculinos sin dejar de traslucir feminidad. Espiritualmente se redime con la lectura (no sólo le preocupan los sombreros y los modelitos). Además Tautou le imprime al personaje una cierta fragilidad que hace que sus mentiras sean más producto de la inseguridad y de la autoprotección que de una fea vanidad.

Llaman la atención ciertas semejanzas con la vida de Edith Piaf: vocación de cantante (frustrada en este caso), y trágica muerte del amor "ilegítimo". Pero aquí no hay lugar para los (maravillosos) desmelenes cotillardianos de "La vida en rosa", ni interpretativa ni narrativamente: lógicamente la película debía ser austera; pues ésa es la marca de la casa Chanel, que juzgaba de mal gusto toda exuberancia.

Mi querida Marie Gillain intrerpreta a la coqueta y enamoradiza Adrienne Chanel, que en la película se nos presenta como hermana de Coco (si bien era una tía suya de su misma edad).
Es verdad que Adrienne siempre estuvo a la sombra de Coco, así que no se puede decir que el personaje esté desaprovechado... pero leñe, entonces que no pongan a esta maravillosa actriz, porque así parece que la estropean.

Emmanuelle Devos es otra de mis francesas favoritas. Actriz de rebosantes facciones (que podrían resultar excesivas consideradas por separado, pero que forman un todo celestial). Ella encarna a Emilienne D´Alençon, reina de fastuosas recepciones y representante del final de esa moda antigua, recargada y emperifollada, a la que Chanel pone fin para introducir inéditas y revolucionarias características: sencillez, supresión de la fantasía, comodidad y libertad de movimientos (fuera los corsés), preponderancia del estilo sobre el adorno, y ennoblecimiento de materiales pobres, introduciendo así una elegancia no sólo al alcance de los ricos (y haciendo que sea más fácil desvestirse, cosa práctica cuando hay cansancio… o prisas por tener sexo).
Es buenísimo cuando Tautou trata de convencer a Devos de la elegancia de la sencillez, y ésta le replica que no quiere que piensen que no tiene dinero para plumas.
Sahar
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