Una serie esperadísima, que durante años se estuvo pidiendo rodar, basada en unos libros que enganchan, ya que son obras maestras del género romántico para quien guste de tal, una saga con calidad y una gran imaginación que combina dos siglos diferentes como si fuera uno solo prolongando el dolor del amor así como su opuesto en la luz, los goces en la persona de Claire Randall, una mujer moderna del siglo XX y de Jaime Fraser, un escocés del siglo XVIII.

Es cierto que no se puede amar más de lo que se aman estos dos, pero también es cierto que no a todo el globo le puede gustar la dichosa serie como no a todos nos gustó ni "Pretty Woman", ni "Leyendas de Pasión" o "Oficial y Caballero", o "Titanic". Parece una obligación que ames este tipo de cine, sobre todo siendo mujer pero no el 100% del género femenino cinéfilo del planeta lo hace afortunadamente...
Al igual que las películas antes citadas son maravillosas para la mayor parte del público, y yo las encuentro planas, cursis y repelentes, sobre todo por el multitudinario culto a ellas, que no hace sino parecer que es una obligación el amarlas y adorarlas como lo mejor jamás ocurrido al género romántico, y los libros de Diana Gabaldon son maravillosos (me tragué el primero sin ganas de leer más por plomo, pero con una narrativa preciosa y atrayente), el reparto de esta serie no me emociona.

Catriona Balfe será una gran actriz, pero no le veo la química por ninguna parte con Heughan.
Las fans aman Outlander, las fans quieren que incluso los actores se casen en la vida real. Pero dejando a un lado lo que la mayoría dice la serie funciona tanto en cuanto ames a la pareja protagonista.
Si crees que Catriona Balfe junto a Sam Heughan es lo mejor que jamás verás como pareja romántica ésta es tu serie, pero si ves a una madre con un hijo como me pasa a mí, no ves nada más.

¿Me he sentido extraña porque no me guste lo que me tiene que gustar por cojones?
No, porque tampoco me gusta "Titanic". En Outlander a mis ojos se abren imposibles escenas de amor, guión que ya valdría por si mismo y demasiada cursilería, Te juro, te amo, te adoro, soy de otra época....La viajera del tiempo y el hombre de otra época, podrían haber hecho maravillas. Pero la serie es lo que es. Buena para los que les guste. Tiene una calidad en la fotografía y el vestuario que plasmarían a más de uno.
Ni Balfe se casará con Heughan, ni Outlander nos gusta a todos.
Simplemente es una serie que se estrangula en cursilería, y la carencia de química entre los protagonistas para mi gusto, cuyas escenas son el alfa y la omega para muchas mojabragas que se emocionan con un guión decente pero lleno de azúcar es la cota más alta.
La guerra, los escenarios naturales y la dificultad de rodar en ellos la hacen aún más especial.
Pero su deterioro subyace en lo que precisamente promulga, y llega un momento que el hartazgo ante la misma historia diera la sensación de vueltas en círculo.

Al igual que no se puede obviar la maestría en la dirección sí cabe razón al mostrar la repetición de su guión con unos personajes medio muertos de la inactividad por mostrar tanta perfección en el amor.
Si es que parece que es aquello que Nefer le prometiera a Sinuéh el Egipcio "la perfección del amor", algo que no existe, Outlander y sus diálogos me recuerdan a la luna, a las flores, al fuego....a otro planeta, es demasiado. Demasiada explotación de lo dulce.

Además siempre me había imaginado a Claire Randall como Eva Green. Su belleza, su fuerza, después de haber visto la obra maestra de su Vanessa Ives en "Penny Dreadful" y su capacidad infinita de amar en tal serie. Eva le hubiera dado a Claire Randall una ferocidad amando, y una desesperación alejada de la exageración edulcorante de Balfe y cercana al límite más shakesperiano, al de un tormento angustioso y real, y una pasión devoradora, porque eso es lo que cuenta Gabaldon en sus libros. Balfe es descafeinada para la Claire de los libros, es una carita buena con demasiada bondad.
Todo son ojos abiertos como platos, placidez. Abandono en el galán, y eso no puede ser.
Con la bendición de la escritora, la serie con todo sigue sin funcionar para muchos que vemos en la trama algo de pesado. El empalagamiento del caramelo hace que poco a poco el asco se vaya haciendo paso y con él el inevitable aburrimiento.

Tobias Menzies es lo más decente que tiene, aunque Sam Heughan es un buen actor. Oí que audicionó para ser Jon Snow en "Game of Thrones", lástima que no consiguiera el papel, pero también lo vi junto a Katie MacGrath en una peli navideña, "La princesa de Castlebury Hall" y comprendí lo que era la química de este actor. Poderosa.

Outlander se pierde así en la historia de amor más grande de la creación para millones de personas, pero afortunadamente no para todos, dejando así un rastro que la hace casi perfecta, pero no al completo.

Angie dice que a quien no le guste esta película....bueno que básicamente no entiende nada.

Bueno, tal vez, pero no estamos hablando de una película al uso, sino de un gran panfleto político dentro de la película, pues esto es lo que es "Eternals"

Con su agenda se han olvidado de escribir un guión digno de esta firma, de esta productora.

Todo cuanto sucede en "Eternals" no tiene sentido, las relaciones románticas una estafa, los personajes mal caracterizados con un elenco horrible, y no diré nada en contra de los efectos, pero sinceramente....no hay nada que me haga hablar bien de esta película que nos dice como debemos pensar, opinar, portarnos y comprender las distintas cuestiones que se nos muestran.

No, que va. Si una peli de superhéroes es de superhéroes quiere entrenerme no ir a un mitín político memo-progre, lo siento Angie.

Nueva versión de Aladdin que no aporta gran cosa a Walt Disney, puesto que nada podrá jamás competir con la original Aladdin de los noventa, la de animación.
Estas película de action-in-live de Walt Disney están hechas como reclamo para sacar dinero.

Todos nosotros, entre los que me incluyo, vamos a ellas como máquinas tragaperras para meter nuestras monedas y ver qué sorpresa nos darán, qué regalo. Y no es ninguno.
Un Aladdin feucho ,regular como actor, nos regala una interpretación incluso superada por ese otro Aladdin de la serie "Ónce upon a time" increíblemente de chico pobre que lucha para que la princesa le quiera.
La princesa, una Naomi Scott que si bien tiene una bonita voz es una actriz más de Bollywood que de Hollywood por lo menos con este papel de progre Jasmine que enarbola la bandera de un feminismo rancio y que no viene al cuento en una mítica historia como ésta, está totalmente sobrevalorada. Will Smith lo intenta, pero no lo consigue. Sus chistecitos no aportan mucho más a un genio que dobló Robbie Williams en su momento en USA y que aquí lo hizo Josema Juste. Los efectos son maravillosos, pero el dinero que se han gastado y el que nos sacan es solo para estropear los originales, como han hecho con la Bella Durmiente y la Cenicienta.
Ahora a cargarse Mulan, y la Sirenita, ánimo.

Serie rodada casi a golpe de folletín, que sigue los pasos sigilosamente al estilo de "Los Tudor", pero sin llegar en ningún momento al encanto de aquella otra.

Haciendo autocrítica la serie Versalles si fuera una persona debería reconocer "soy pretenciosa", pues bajo ese ajuste histórico en cuanto al vestuario, la etiqueta, el protocolo, los auténticos escenarios versaillescos y el maquillaje nos encontramos con un pretender ser la serie definitiva sobre el rey Luis XIV que resulta pasmosamente desmedida. Y es que George Blagden quien tiene una presencia etérea en "Vikingos" aquí la tiene aún más, lo cual es perjudicial para su personaje.

Es demasiado débil, demasiado discreto en sus afectos, sus maneras, en su modo de hablar, de actuar, para ser este rey autoritario. Sin caer para nada en la sobreactuación creo que Leonardo Dicaprio en la versión cruel de Luis XIV en "la máscara de hierro" sin duda capta mejor la esencia de este rey absolutista, tiránico y visionariamente megalómano. El rey que necesitaba tres mil fuentes para poder tener una corte "innovadora" y para poder levantarse de la cama feliz antes que nadie le limpiara su real trasero.

Partiendo de la base de que este Luis XIV es blandito, su visión y todo lo que emana de él también lo es.
Su hermano, Felipe de Orleans, interpretado por un más fuerte Alexander Vlahos es quien realmente soporta todo el carisma protagonista en esta serie. Pero la exageración y los desnudos gratuitos pueblan "Versalles". En los Tudor todo era diferente, Jonathan Rhys Meyers era el tirano, el enamorado, el héroe, el villano, el salvador, el visionario, el Barbazul. Todo en uno. Aquí el rey debe dividir su gloria o mejor aún completarla con un hermano infantil lleno de pataletas que es Romeo enamorado de su Julieto Chevalier, el caprichoso rubiales y por ende, el tío más bueno de toda la serie, interpretado hermosamente irresistible por Evan Williams.

Los personajes carecen en todo momento del prisma de carisma que deberían, y cual cine español, el guión carente de ideas nuevas o de las intrigas que deberían ser tan irresistibles como Chevalier, desprenden un vacío consistente en no más aventuras que las del capítulo que las caracteriza, mexclando estados de ánimo de los personajes sin explicación alguna que empañan la historia de más y más escenas de sexo del todopoderoso rey Follarín de los Bosques con todas las nobles que se le ponen en el camino.
Lo peor de todo: además de la falta de rigor histórico para mostrar ciertos episodios y cambiar de fechas otros, es la inexistente química del rey con ninguna mujer aquí y el aniquilamiento de los personajes que sí que tienen algo que ofrecer.

Y es que los escritores de Versalles dejan por el camino las mejores oportunidades de medrar, con personajes cuya evolución hubiera sido increíble, para seguir el camino con otros a los que les pica un pie, o toman pastillas o drogas, o duermen con un nuevo amante. Pero cualquier oportunidad es gratuita para caer en la vulgaridad.

Ese es el fallo. Pretendiendo crear una serie perfecta en sus formas, con unos actores jóvenes y guapos, y un vestuario de cuentos de hadas se cae en la vulgaridad de un guión sin forma, que cincela a personajes sin forma tampoco hasta dar a luz episodios en lo que lo más especial que puede ocurrir sea ver como el rey Luis se asea o como Romeo le da a Julieto un beso en la boca delante de todos.
Y es que Versalles se pierde en su propio sol, queda cegado hasta el punto de otorgar a las cosas mundanas pero que dentro de aquel palacio son oro puro para el espectador por el contraste ante tanto lujo un cero en su desarrollo que no es nada junto a la negación total de esperanzas para el futuro. La semilla no germina, nada nuevo es mostrado, mientras que los personajes que aportan la ramplonería más exacerbada florecen como las margaritas en la primavera, por todas partes.
No se aprovechan los tiempos, las metáforas se pierden, lo que debería ser sorprendente no lo es en abosoluto y el sentido de la novedad desaparece entre jugar a las cartas, alucinaciones más propias de Fofito que de un rey, cartas secretas, cenas con una cristalería impresionante y sudores fríos cuando los ojos del rey se posan en las tetas de Montespan.
Eso no es hacer buen cine, es malgastar dinero y oportunidades.

Versalles no resulta tan original como piensa, todo lo que se ve ahí, ya se ha visto y mejor explicado en otras series o películas incluso rodadas con menos tiempo y dinero.

Personalmente prefiero "Los Tudor" donde Rhys Meyers puede que no se hiciera llamar "el Rey Sol" pero su día realmente resplandecía en todos los sentidos, tanto físicamente como actoralmente. Tardaremos años en encontrar un rey así.

Al igual que la canción de Christina Aguilera, por fin Tilda Swinton vuelve a asomarse a la gran pantalla, tras haber rodado esta película durante la época de pandemia.

Es un verdadero placer que por fin en cartelera se asome alguna película de verdad, tras tantos truños este verano a excepción del cine de Liam Neeson, claro.

Una profesora aburrida encuentra a un genio sin pretenderlo, y aunque toda su conversación refleja la película, lo que más invoca son esos ambientes de "Mil y una noches" que George Miller tan bien evoca y que Tilda conoce tan bien por haber interpretado personajes como "Orlando" o su Eve en "Solo los amantes sobreviven" donde básicamente lucía indumentaria árabe.

La historia de amor atemporal y las memorias del genio, brillantemente interpretado por Idris Elba le dan todo el sentido y la comedia, la intelectualidad y las ganas de querer ver algo y evadirte por fin en un momento a esta cinta que engrandece el cine de verdad.

Lástima que hayan tan pocas así.

Tilda lleva siendo mi actriz favorita hace mucho tiempo, no sabía hasta que punto su filmografía es realmente rica.