Decepción mayúscula, francamente. Animados por las buenas críticas, premios y demás, mi acompañante y yo entramos pensando ver algo con una base de investigación y buena carga de denuncia que, al menos incitara al debate y a la puesta en conocimiento de ciertas prácticas que han venido dándose desde hace tiempo... Pero nos encontramos con un documento que abusa hasta la extenuación de escenas impostadas, de calidad técnica y sonido más que cuestionables, que comienza con uno de los histriónicos protagonistas en la actualidad al que realmente dan ganas de abofetear y donde ni siquiera se documenta el supuesto estudio al que sirvieron los hermanos, quedándose en lo meramente anecdótico. Y, para más "inri", tampoco son idénticos, por más que se empeñen en peinarse y vestirse igual. Un timo, vamos...

Indignante película, que busca trasladar la culpabilidad de un acto delictivo repugnante a un entorno familiar y social. Esto, normalmente, tiene su aplicación en el caso de individuos de clase baja, pertenecientes a familias desestructuradas, que han tenido poco o ningún acceso a la educación, con pocas o nulas posibilidades de futuro, que caen en la delincuencia y/o en la droga por falta de otras alternativas.

Pero, en este caso, se trata de miembros de clase alta, ricos, con una exquisita educación (excepto en lo moral) y todas las posibilidades de viajar, estudiar, aprender y divertirse. Y, en el seno de uno de sus "jueguecitos", resulta que uno de sus privilegiados miembros comete un acto terrible sólamente para obtener un trofeo. La víctima, de clase social más baja y distinta cultura basada en una pacata ortodoxia religiosa, no dispone de las mismas armas ni es consciente del juego que se trae el niñato rico y queda destrozada de por vida. Pero, claro, los privilegios de clase buscan los mejores ardides para liberar al niñato de toda responsabilidad.

Un planteamiento basado en la diferencia cultural y en el consumo de cierta pornografía por parte de muchos jóvenes, a través del acceso ilimitado a las redes y a edades tal vez demasiado tempranas para establecer los límites del respeto mutuo y el consentimiento previo, podría haber resultado altamente interesante. Pero, aquí se plantea -desde mi punto de vista- el juego y el abuso como privilegio de clase, de forma despreocupada y sin la menor intención de pagar las consecuencias. Todo ello aderezado con unos diálogos excesivamente "brillantes" y engolados, típicos de la intelectualidad fílmica francesa, que resultan bastante cargantes y alejan la historia más todavía del espectador común.