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España España · Santa Coloma de Gramenet
Críticas de Chacal
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Críticas 143
Críticas ordenadas por utilidad
6
6 de abril de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gaos, el terror de la noche (1967) supone el regreso a la dirección de Noriaki Yuasa a la saga Gamera, y así continuará hasta el fin de la serie clásica con Supermonstruo Gamera (1980).
Los monstruos del fin del mundo (1966) obtuvo un fuerte éxito en Japón pero no cumplió las expectativas de la Daiei, quien invirtió un presupuesto millonario para dicho film. Para la tercera entrega de la tortuga gigante se decidió ir a terrenos más seguros; recortes presupuestarios y una trama que va directa al público infantil, el sector cada vez más proclive al género Kaiju. Por suerte, con la presente entrega, nos encontramos en un puente nada molesto entre una mínima seriedad con esfuerzo y un infantilismo que se puede aguantar. Un último destello de calidad antes de la debacle de futuras entregas.
Si Ghidorah, el dragón de tres cabezas, se convirtió en el enemigo definitivo de Godzilla, lo mismo podemos decir con Gaos para Gamera. Gaos, una versión oscura de Rodan, es un enemigo interesante. Un ave prehistórica carnívora que se dedica a devorar seres humanos, de hábitos nocturnos, con capacidades regeneradoras, actitud salvaje y dotado de poderes como el de crear vientos huracanados con sus alas, sofocar fuego enemigo con una especie de extintor corporal que haría las delicias del cuerpo de bomberos, y de disponer de un rayo láser que divide los edificios en dos. Un enemigo poderoso y que se lo pondrá bien difícil a la tortuga.
La bajada de presupuesto se nota pero al menos podemos disfrutar de algunas escenas de destrucción muy conseguidas, además de planos elaborados y de gran calidad, como el de Gamera sujetando a Gaos mientras está amaneciendo (un plano fantástico).
El papel de Gamera tratada como un héroe de carácter siniestro y que continúa siendo temido (básicamente por los adultos), es interesante y bien resuelto. Un ejemplo de esto es la curiosa escena en que el niño protagonista, a lomos de la bestia, es rescatado a través de una noria. Un héroe visto con recelo pero que no duda en sacrificar su vida para rescatar a algún infante en apuros.
En este sentido, el elemento infantil es representado una vez más en el orondo niño de eterna gorra quien no cesa de gritar el nombre de la tortuga hasta la extenuación y de participar en reuniones y estrategias de carácter militar, dando ideas de cómo acabar con la bestia Gaos.
El infantilismo se puede atragantar por momentos pero resulta simpático y no tan deleznable como veremos en futuras entregas; aquí por lo menos vemos ciertos detalles adultos y serios.
Gaos presenta aspectos sorprendentes como son su intrínseco carácter violento. No es habitual en un Kaiju que éste se dedique a devorar seres humanos sin compasión (y menos en un film infantil como éste).
Las batallas con la tortuga gigante son atractivas y vuelven a sorprender por lo sanguinolento, en comparación con los films de Godzilla. Aquí Gaos secciona con su rayo el brazo de Gamera y mientras la tortuga no duda en arrancar con sus descomunales colmillos trozos de piel o miembros de su enemigo.
Los efectos especiales, sin ser ninguna maravilla (son bastante inferiores a los de Los monstruos del fin del mundo), cumplen en un film de estas características (gracias, seguramente a la pericia de Noriaki Yuasa en el campo de los efectos especiales) y presentando momentos sorprendentes como la primera aparición de Gaos devorando a un maleante en la cueva, con una reconstrucción a tamaño real del brazo de la bestia.
El film no duda en transmitir el mensaje ecologista típico del cine japonés, esta vez representado en la construcción de una autopista en medio de un bosque, lo que provoca los enfados del ecosistema en forma del pájaro Gaos.
También, la presente entrega, vuelve a convertirse en un festival de planes militares descabellados y absurdos para detener a Gaos, llevándose el premio esa mega construcción giratoria que comienza a dar vueltas a gran velocidad con Gaos encima y llevándose éste un mareo descomunal.
En este tramo final de descubrimientos científicos y tácticas militares, la historia se vuelve algo repetitiva y ya cansina. La música pasa muy discretamente y los actores son prácticamente planos e invisibles, llegando a un punto repelente como es la madre del niñato, quien sólo aparece para exclamar a grito pelado el nombre de su hijo.
Gaos, el terror de la noche (1967) es una entrega entretenida y muy entrañable. Un film que no destaca excesivamente pero que resulta agradable. Una película que se presenta como el último destello de mínima calidad en la saga clásica de Gamera, ya que a partir de Viras ataca la Tierra (1968), la saga se convertiría en un festival infantil inaguantable.
La línea infantil presentada por Gaos, fue bien recibida entre el público japonés siendo mucho más rentable que Los monstruos del fin del mundo (1966), y acabándose por convertir con el tiempo en la entrega más famosa y conocida de la saga clásica de la tortuga.
Dicho éxito mostró el camino a seguir para Gamera. Y a Gaos, convertido en el enemigo por antonomasia de la tortuga gigante, lo volveremos a ver siendo descuartizado en Guiron, guardián del planeta prohibido (1969) y tomando un papel muy importante en la excelente trilogía de los 90 de Gamera dirigida por Sushuke Kaneko.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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9
6 de abril de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que la gigantesca y exitosa nueva irrupción de Gamera en los cines japoneses coincidiera con la muerte cinematográfica de Godzilla en Godzilla vs Destoroyah (1995). Como comentamos en la anterior crítica, Gamera, el guardián del universo (1995) fue un film sorprendente, fresco y cuidado cuyo éxito permitió el inicio de una trilogía que a la postre se ha convertido en la cima del género Kaiju Eiga. Al año siguiente y con idéntico equipo técnico y artístico que el anterior film pero con un aumento de presupuesto considerable, llegó Gamera 2: El ataque de Legion (1996), aún mejor, si cabe, que la primera parte de este nuevo renacimiento de la tortuga gigante.
Un misterioso meteorito se estrella en Japón desatando la invasión de cientos de criaturas insectoides conocida como Legión. Las criaturas se dirigen peligrosamente hacia Tokio, obligando al ejército a despertar nuevamente a Gamera, la única criatura que les podrá hacer frente y defender Japón y al mundo entero...
Shusuke Kaneko sigue aportando aspectos renovadores y modernos en esta secuela, incidiendo en un primer tercio lleno de suspense y de una atmosfera muy concreta que beneficia al film y que te mantiene atento a la pantalla. Se atreve con aspectos más propios del cine de terror con esas primeras apariciones de los pequeños Legion y que recuerdan al ataque de los marines coloniales en la excelente Aliens (1986) además de contener un pequeño momento gore muy sorprendente. En cierto modo, el concepto del monstruo Legion debe mucho a Destoroyah (la criatura que se enfrentaba a Godzilla en Godzilla vs Destoroyah (1995)) en el sentido de que se trata de un ejército de pequeñas criaturas que acaban por unirse en un mastodóntico monstruo insectoide, si bien a diferencia de la entrega de Godzilla, aquí el monstruo está tanto mucho mejor resuelto como explorado.

Los personajes siguen estando tratados con cariño y resultan carismáticos pese solo mantenerse dos personajes de Gamera, el guardián del universo (el fantástico cameo del teniente de policía y el regreso del personaje de Asagi, interpretado por Ayako Fujitani, la adolescente que se puede comunicar con Gamera). El personaje protagonista, interpretado por Miki Mizuno, es una vez más una mujer investigadora, inteligente y llena de simpatía. Es evidente el cariño de Shusuke Kaneko frente a sus heroínas y su protagonismo, algo desgraciadamente inusual en el Kaiju Eiga, verdaderamente falto de heroínas. Gamera 2: El ataque de Legion (1996) es un film que multiplica al cubo el grado de espectacularidad respecto a su antecesora. De nuevo, el trabajo de Shinji Higuchi en el campo de los efectos especiales, es magistral y revolucionario convirtiendo a la presente entrega en el Kaiju más espectacular y perfecto realizado hasta el momento en la historia del género sin abandonar ni por un segundo los aspectos más tradicionales como son las maquetas y los hombres disfrazados. Además incorpora el uso de los efectos digitales de una manera impecable. El diseño de los monstruos es magnífico y Legion en su formato adulto es un monstruo espectacular alejado por completo de las criaturas humanizadas que predominan en el Kaiju. La batalla entre Gamera y Legion en el aeropuerto es sin duda alguno uno de los momentos más espectaculares y conseguidos en la historia del género. Y además Shusuke Kaneko tiene la valentía de plasmar una enorme explosión atómica en medio de una ciudad (una escena impecable) y quedarse tan ancho. Respecto al guion, si Gamera, el guardián del universo (1995) resultaba fresco y ágil éste es más tradicional, quedándose en el Kaiju Eiga más puro y clásico. En este sentido, el tramo final del film en el que los militares intentan diversos planes para acabar con Legion peca de cansancio y cierta repetición pero son sensaciones que son momentáneas a lo largo del metraje. Y una vez más, el clímax final con Gamera cargándose de energía de la misma Tierra y destruyendo a Legion es algo insuperable.

Gamera 2: El ataque de Legión (1996) multiplica los logros y sentido del espectáculo de su antecesora cogiendo los mejores elementos del género hasta hacerlos llegar prácticamente a la perfección y a su punto más alto. Llena de detalles sorprendentes (los pequeños Legion atrapando a Gamera y ésta al girar sobre si misma mancha los edificios con su sangre), con un diseño de producción inmejorable hasta el momento, unas escenas con los monstruos espectaculares y un film que destila cariño, madurez y buen hacer por parte de sus responsables. Excelente.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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5
17 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La idea de realizar una versión americana de Godzilla llevaba gestándose desde finales de los años 70. Un proyecto serio surgió con Steve Miner al cargo (Viernes 13 2ª y 3ª parte) y en 3D, pero su elevado coste hizo que se desechara.
Así que llegamos a principios de los 90, cuando se retomó seriamente el tema y con la participación inicial de Jan De Bont (Speed (1994), Twister (1996)) en el asunto. La historia conectaba con el espíritu original japonés, con Godzilla enfrentándose a una criatura descomunal similar a Guidorah, un proyecto interesante y que un Jan De Bont entregado al proyecto (y fan del personaje) podría haber dado un punto de vista notable y de look espectacular. ¿Qué pasó? El presupuesto para dicho proyecto era demasiado alto y eso sumado a las exigencias de los productores provocó que Jan De Bont se diera las de villadiego.
Independence Day (1996) fue un taquillazo a nivel mundial y además el tratamiento de la destrucción dado por Roland Emmerich podría encajar con un film como Godzilla, por lo que acabó siendo el elegido. Emmerich ha declarado en numerosas veces que él en realidad no quería hacer Godzilla, y que fue un proyecto de encargo, y eso se nota en el resultado final.
Godzilla (1998) acabó siendo un producto muy en la línea del cine de acción americano que se hacía en los 90 y que poco, o muy poco, tenía del espíritu original japonés, tanto en concepto como en el diseño de la criatura gigante, convertida en una lagartija desproporcionada más en la línea de un T-Rex de Jurassic Park que de Godzilla.
Los que vivimos el estreno de este film recordaremos la brutal y agresiva campaña de publicidad que se vivió los meses previos al estreno. Por que no nos engañemos, la campaña que se realizó a todos los niveles (tráilers, videoclips musicales, pancartas publicitarias…) fue espectacular y el eslogan “El tamaño sí importa”, que jugaba con las partes de la criatura sin mostrar su aspecto definitivo, fue muy acertado, y que personalmente me llenó de emoción frente a lo que iba a ver. Ya luego el resultado final fue el que fue y eso deshinchó muchas emociones. Pero para el recuerdo queda el videoclip de Jamiroquai y la canción “Deeper underground” en un cine destrozado, inolvidable.
Uno de los errores principales fue escoger a un reparto tan extraño como inadecuado en un film de estas proporciones. Pero poner a Mathew Broderick como protagonista y dispuesto a enfrentarse a Godzilla dice mucho del respeto hacia la criatura que le tenía Roland Emmerich y cía.
Pese a mi cariño hacia Jean Reno, debo decir que en este film está muy desacertado, escupiendo bromas que no hacen ninguna gracia. Hank Azaria se hace el gracioso y tampoco lo consigue y Maria Pitillo… ya está todo dicho. La lástima es que el film tiene unos 20 minutos iniciales muy conseguidos (y que son los únicos que conectan más con los films japoneses), y que crean una atmósfera que atrapa: desaparecen barcos japoneses, aparecen unas huellas enormes, la lluvia incesante… Hasta acabar con la primera aparición de la criatura gigante en New York en el que es un momento excelente y muy conseguido.
Pero pasado este momento, el film ya ha mostrado todas sus cartas, y además demasiado rápido, por lo que el resto de la cinta es un videojuego, corre que te pillo, con helicópteros persiguiendo a Godzilla por las calles, chorradas, personajes inaguantables y metraje innecesariamente alargado.
Los efectos especiales en general están excelentes (con un presupuesto así, es obligatorio) y se consiguen momentos a pie de calle que hasta ahora ninguna producción japonesa había conseguido. El problema principal: ese no es Godzilla.
Roland Emmerich parece querer parecerse a Spielberg y no deja de plagiar/imitar a Parque Jurásico (1993) y El mundo perdido: Jurassic Park (1997) en todo momento, con un Godzilla que es un T-Rex de 100 metros y cuyo planteamiento no deja de ser alargar 2 horas la escena final del tiranosaurio en Los Ángeles de El mundo perdido (1997). Y ya cuando llegamos a las crías de Godzilla en el Madison Square Garden es una repetición descarada de la escena de los velociraptores de Spielberg. Al final, con la superioridad clara del ejército americano, que no tiene excesivos problemas con la criatura, hace que acabes sintiendo lástima por el bicho y no lo veas como una verdadera amenaza.
Sí, Godzilla (1998) puede resultar una ofensa para el fan acérrimo del personaje y es así, es un film que lleva por nombre Godzilla pero no tiene nada que ver con él. Una película donde Godzilla muere por dos misiles y que contiene una persecución final en taxi que es de juzgado de guardia, llena de chorradas inverosímiles y estúpidas (Mathew Broderick metiéndole un cable eléctrico en las encías de Godzilla, es algo bochornoso…)
Si hubiera sido un remake de El monstruo de tiempos remotos (1953), el cabreo hubiera sido menor, ya que parece conectar mucho más con ese film que con la tradición japonesa. De hecho, esta es puramente una monster movie típica de los 50, con el monstruo destruyendo algún que otro monumento famoso pero cayendo con relativa facilidad frente al ejercito o los científicos de turno. Una vez dicho esto, seamos realistas.
El film sigue a rajatabla la línea de cine de acción americano de los 90, y en ese sentido, es una cinta muy entretenida, chorra y que hace pasar el rato, en ese sentido no podemos negar que no engaña a nadie. Aunque tengamos que aguantar personajes estúpidos y sin gracia y un desarrollo demasiado alargado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chacal
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6
14 de febrero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando haces arqueología cinematográfica te sorprendes descubriendo films de los que nunca habías oído hablar, a pesar de pertenecer a un género del cual te crees bastante conocedor. Kujira Gami (1962) (o The whale God) es una variación a la japonesa del mítico Moby Dick.
En el film, un pueblo de pescadores es aterrorizado por una ballena gigante. Shaki, nuestro protagonista, se ve en la tesitura de acabar personalmente con la bestia, ya que generación tras generación (abuelo, padre...) han muerto al enfrentarse al enorme cetáceo.
Un film curioso beneficiado de un blanco y negro que remarca la suciedad y la pobreza, (tanto material como moral) de los habitantes del poblado isleño. No es un Kaiju-eiga en su sentido más pleno, ya que la ballena aparece más bien poco en el film, pero su monstruosidad y su carácter divino resulta muy interesante de cara a incluirlo en esta Antologia Kaiju, aparte de la rareza que supone el visionado del mismo.
La ballena en cuestión protagoniza buenos momentos, algunos de ellos de una muy notable calidad técnica, en el inicio y en el final del film. El núcleo central de la película se basa en el modo de vida del poblado de pescadores, repleto de pobreza, violencia y bajeza moral. Pese a su inicio lleno de acción, el film adolece de bajones de ritmo notables en función del personaje con el cual nos encontremos.
Shaki, el protagonista, siente la presión de vengarse de la ballena por la muerte de sus antepasados, pero él evita enfrentarse a su destino, prefiriendo formar una familia pese a las burlas de los demás pescadores. Shaki es un personaje más bien plano y de poco interés, y para nuestra desgracia concentra la mayoría de minutos de la cinta.
Más interesante resulta el personaje antagonista, interpretado por Kôji Fujiyama, un tipo desagradable enemistado con Shaki y que no duda en violar a su mujer y dejarla embarazada para desconocimiento de nuestro protagonista. Resulta sorprendente este arco emocional, donde se explora la relación entre los dos, ya que pese a su enemistad y la crudeza de los hechos (la mujer tiene el hijo, aun siendo fruto de una violación y sin decirle nada a su marido), los dos acaban llegando a un respeto mutuo.
Para los fans de la saga clásica de Gamera, algunas caras le sonarán. Shaki, es interpretado por Kojiro Hongo (aparece en Los monstruos del fin del mundo (1966), Gaos el terror de la noche (1967) o Viras ataca la Tierra (1968)) y Koji Fujiyama era el inolvidable malvado Onodera de Los monstruos del fin del mundo (1966). Por ahí también aparece Takashi Shimura (Dr Yamane en Japón bajo el terror del monstruo (1954)) haciendo de desagradable y cascarrabias jefe del poblado.

A pesar del interés que puede causar lo que vemos en pantalla: la vida pesquera, el conflicto personal y familiar de Shaki, los problemas conyugales de éste... El film no evita que acabemos por desconectar y desear que la ballena vuelva a aparecer y destrozar unos cuantos isleños. Todo este trabajo de personajes logra que el deseado enfrentamiento final con el cetáceo se convierta en un momento decisivo para la historia y para los personajes, llegando a ser una batalla de proporciones bíblicas.
El citado clímax final es lo más destacable y recordado del film, y hace que demos gracias por haber aguantado 90 minutos de drama humano. Técnicamente impecable y logrando momentos impagables a nivel sanguinolento. El aura de divinidad que se le otorga a la ballena es destacable y muy típico del cine japonés. Así que el magnifico plano final con un Shaki en el umbral de la muerte, metido en un ataúd con el cadáver de la ballena frente a frente, sirve como culminación de esta divinidad. Un final amargo y extraño pero que eleva la calidad de este film.
Kujira Gami (1962) es toda una curiosidad del cine fantástico japonés de los 60, una personal (y a ratos, violenta psicológicamente) versión de Moby Dick. La trama humana es densa y a pesar que es interesante lo que se muestra en pantalla, el ritmo decae en exceso. Esto se compensa con las magnificas pero breves escenas en las que el “Dios Ballena” hace acto de presencia. Toda una curiosidad.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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6
14 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este año, dentro de los Sitges classics, han realizado un ciclo llamado "Red planet Marx" dedicado al desconocido cine de ciencia ficción ruso; toda una delicia para los amantes del género e investigadores de curiosidades como éstas.
Nosotros pudimos asistir a la doble sesión en el cine Prado de "Doroga k zvezdam"(Road to the stars) de 1958 y "El Planeta de las tormentas" (Planeta Bur"), de 1962. Dos piezas dirigidas por Pavel Klushantsev verdaderamente sorprendentes y curiosas realizadas en Rusia en plena Guerra Fría, donde la lucha encarnizada con Estados Unidos por la conquista espacial estaba en pleno apogeo.
Planeta Bur (El planeta de las tormentas) es un ejemplo de cine de ciencia ficción hecho con un mínimo de medios.
En el film, tres naves soviéticas - Sirus, Vega, Capella - se encuentran en misión hacia Venus. Capella es destruida por un asteroide y toda la operación es puesta en peligro. La tripulación elabora un plan y deciden descender por tandas al lejano planeta.
Una vez que los tripulantes llegan a la superficie de Venus, deberán enfrentarse a monstruos prehistóricos, enfermedades y plantas carnívoras, además de descubrir los posibles indicios de una civilización ya extinguida.
Un film que a pesar de que llegó en un momento en que la edad de oro de la ciencia ficción de los 50 estaba acabando, es una muestra muy entretenida y encantadora de lo que se hacia en Rusia dentro del género.
Un delirio con efectos especiales de saldo, dinosaurios de medio pelo y actores más fríos que el simpático robot que les acompaña en la misión (especie de clon del que aparecía en Planeta prohibido).
Planeta Bur, no obstante, es imaginativa y presenta una muy sugerente ambientación en Venus con un filtro en la imagen anaranjado que ayuda a ambientarnos en el planeta.
Un divertimiento asegurado por sus encantadores efectos especiales, situaciones alucinógenas y delirantes.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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