Cuenta la leyenda que la génesis de esta película surgio cuando un Brinkerhoff (el guionista) abrumado por los quehaceres cotidianos del día a día, decidió hacer acopio de toda la absenta de una licorería de Ohio y empezó a consumirla (vía oral) hasta quedar bajo los efectos de un furor creativo que haría palidecer hasta el mismísimo Rimbaud. Cuentan que fue en una de esas introspecciónes húmedas cuando cayó en sus manos una copia de la película Se7en. La catársis era inevitable. Los planetas se alinearon, las ranas cayeron del cielo en forma de lluvia y Brinkerhoff se sumio en un febril estado de agitación que derivo en la escritura del guión D-Tox en el increible plazo de ¡cinco minutos!. Stallone, sobrecogido por el inusual talento de mr. Brinkerhoff decidió apoyar el proyecto y sumar un clavo más en la tapa del ataúd de su carrera artística. Lo demás es de todos conocido. Un título maldito, incomprendido por esta generación de espectadores pero que, sin duda, será reivindicada en futuros años como una de las obras cumbres del cine basura de los 90.

Hay película que bien valen el precio de la entrada. Esta, por ejemplo. Esta en mi lista de las cinco películas que me han dejado huella de la década anterior. Alta Fidelidad y John Cusack forman parte de mi vida y me atrevería a decir que de una generación. Con pocos descorados: una tienda de discos, unos apartamentos viejos y desvencijados, un bareto de barrio y poco mas, el viejo Frears nos ofrece una impecable exposición de unos treintañeros abocados a una vida rutinaria y con pocas ilusiones. Unos loosers de los nuevos tiempos con los mismos problemas que los de los viejos (vamos, las relaciones con el sexo contrario). Es fácil sentirse identificado con esta gente, ya que todos hemos vivido situaciones similares a las de los protagonistas. Buenas interpretaciones, excelente dirección, modélico guión (la novela en que se basa es soberbia), gran sentido del humor y esa pizca de romance que no empalaga. O sea, todo perfecto. Y es que cuando hay talento, todo es más fácil. No como en el cine español, donde el mayor logro de los artistas, reside en la ligereza con la que cubren los impresos para solicitar las subvenciones del estado.

PD: Imagínense esta misma película dirigida por Giménez-Rico, interpretada por Eduardo Noriega, Eloy Azorín y Jorge Sanz y subvencionada por el Estado, o sea, por nosotros. Espeluznante, verdad.

Eso era lo que tarareaba Stone, al tiempo que perpetraba este guión junto con otros dos firmantes (aunque las malas lenguas dicen que estos dos no eran otros que los camellos de Stone a los que éste les debía algún "favor"). El flim, que no el film, pretende ser una ácida crítica a la sociedad americana y, mayormente, a los medios de comunicación. Y digo, pretende, porque no deja de ser una excusa para que el flipao de Stone le de a la moviola arriba y abajo en un intento de satisfacer su EGO de autor y cazador de imágenes impactantes. Lo triste es que ni siquiera sus ideas visuales son originales sino un refrito de todo lo que ya nos mostraron antes gente como Lynch y Tarantino.
NBK es un torrente de planos innecesarios, donde el mensaje (si es que alguna vez hubo alguno) se diluye y poco nos interesa si lo que estamos viendo es una crítica ácida de la society o una prueba de paciencia para el espectador poco avezado en el consumo de drogas psicotrópicas.
Se echa de menos aquel cine en el que un taimado productor le daba tres perras a sus esclavos (director y guionistas) para que hicieran un producto digno y éstos se rebanaban los sesos para ofrecernos una película sólida, coherente y bien estructurada. Lamentablemente, ahora tenemos películas como Asesinos Natos y directores como Oliver Stone.
PD: ¿Cómo se puede tener el mal gusto de seleccionar tan buenas canciones para acompañar las imágenes de este despropósito? Lo dicho: Esta sí, esta no, esta me la quedo, me la como yo

Si eras de los que creías que con Superman IV el cine había tocado fondo, es que aún no viste La reina de los condenados. Nunca un título de cine, describió tan bien a sus espectadores, porque que visionar esta película, os lo aseguro, fue como cumplir una larga condena en un penal perdido de Capadocia.
Terminar de verla y exclamar en alto un !Jaaaaarl!, cuán Chiquito de la Calzada, fue todo uno. Sobra decir, que mi cerebro se quedó colgado, a lo windows 95, a media película. Y que fui incapaz de reiniciar mi sistema operativo hasta el tercer café de la mañana siguiente. Justo cuando deje de preguntarme: ¿de qué c.. va la película ésta?

Seguramente, La reina de los condenados este contada de una forma moderna y absurda para que el día de mañana llegue un crítico cool y la reinvidique como una obra injustamente olvidada.Tal vez. Pero hasta que llegue ese momento, puedo afirmar, voz en grito, y, sin temor a equivocarme, que La reina de los condenados es una soberana soplapollez. Ahí queda eso (que a gusto me quedé)

Fíjense si es triste la historia que nos cuenta el ínclito Antonio Giménez-Rico, que salí del cine con lágrimas en los ojos. Nadie, ni mi familia ni mis mejores amigos, pudo consolarme por haber perdido 6 euros de forma tan miserable y estúpida (mi conocimiento del cine de Antoñito tenía que haber sido motivo suficiente para haberme ido a la playa)
Amigos, os doy un consejo, si tenéis la intención de ver este "melodrama", pensároslo. Una cervecita bien fresquita y unas olivitas os van a dar una satisfacción mucho mayor (equiparable al orgasmo) que perder el tiempo en esta nueva cagada del cine español.
Nota: Tres palabras es la película favorita de todos los sado-masos del país.