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España España · Madrid
Críticas de JBlas
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
6
20 de julio de 2013
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los guionistas de “Llévame a la Luna” inventan una excusa más o menos rocambolesca y sin importancia real, a nivel dramático, para que una atractiva treintañera –Diane Kruger- se vea obligada a cambiar de pareja justo unos días antes de su boda. De esta forma su futuro marido, un tipo también atractivo pero serio, monótono y algo aburrido, se someterá a una injusta comparación con el desconocido, imprevisible y divertido, aunque algo más feote, Dany Boon. ¿Alguien no sabe con quien se quedará finalmente la chica? Tampoco se trata de dar más pistas, que nadie me acuse de hacer spoiler, pero el caso es que a los cinco minutos de metraje debes aceptar que la película no te va a sorprender. Y asumido que sabes el “que” va a pasar, debes intentar disfrutar del “cómo” va a pasar.
Probablemente algo parecido debieron pensar los productores de esta película al decidir invertir más de 28 millones de euros en esta comedia romántica francesa para que no tuviera nada que envidiar, en el “cómo”, a cualquier producto similar venido desde Hollywood. Este presupuesto de superproducción europea nos proporciona una exótica selección de decorados naturales, que nos llevan desde París a Moscú, pasando por Nairobi y consigue, tal y cómo pretendían, dotar al film de un aspecto atractivo y muy internacional.
Desde luego “Llévame a la Luna” es una comedia romántica bien hecha y solvente, al menos para aquel espectador conformista que no busque grandes sorpresas ni sobresaltos. Tiene momentos de humor grueso que en ocasiones funcionan muy bien, pero lo cierto es que no es un producto redondo. Los personajes secundarios no acaban de resultar tan graciosos y rompedores como de ellos se espera y no son suficiente réplica cómica a una pareja protagonista convincente y con mucha química; Dany Boon y Diane Kruger.
De hecho, probablemente lo mejor de la peli sea descubrir la divertida faceta payasa de la actriz/modelo Diane Kruger, otrora cara de hielo, hermosa pero inexpresiva.
JBlas
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8
20 de septiembre de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mi me pasa con Woody Allen como a algunos medios de comunicación con las noticias; soy incapaz de tratarle con imparcialidad y objetividad. En mi caso, como en el suyo, tengo una razón que explica esta incapacidad, pero la diferencia es que yo os la cuento ahora mismo sin mayor problema; no puedo mostrar imparcialidad y objetividad con un tipo que lleva 30 años haciendo una película anual y consiguiendo, además, algunas auténticas joyas -fíjate si esto será difícil y tendrá mérito que no hay nadie más en la historia del mundo que lo haya hecho antes y no apostaría ni un euro porque lo vaya a hacer alguien en el futuro-. Que sí, que es verdad que alguna de esas películas se las podría haber ahorrado pero, en cualquier caso, para saber si en mi opinión esta “A Roma con Amor” pertenece al grupo de las joyas o de las ahorrables tendrás que leer algunas líneas más.
Primero quiero hacer una reflexión; si esta película en vez de estar dirigida por el maestro Woody lo estuviera por un joven director novel de cualquier nacionalidad, el planeta cine estaría sin duda celebrando el nacimiento de un nuevo genio (un genio muy “woodyalleniano”, evidente, pero genio al fin y al cabo), pero cómo es una película de Woody Allen y no de otro, los medios la acogen con mayor tibieza y menor entusiasmo. Claro, creo que pensarás parecido, es también evidente que no se puede medir con el mismo rasero a todos los directores y a todas las películas, no es lo mismo que un director americano haga una peli en Hollywood que un director etíope la haga en Etiopia (¿Te imaginas un mundo en el que si fuera realmente lo mismo?) y por ello no es justo compararlo con las mismas unidades de medida. Esto me sirve por una parte, para justificar mi imparcialidad con el maestro –que merece unas unidades de medida independientes a las de todos los demás- y por otra parte me sirve también para soltar una cuestión que dejaré para que la respondas como y cuando quieras: ¿Te parece justo que paguemos los mismos casi 10 euros de entrada para ver una superproducción americana que para ver la opera prima low cost de un director novel español?.

Allen nos presenta en esta ocasión cuatro historias independientes con el telón de fondo de la ciudad de Roma, independientes si, pero con algunos aspectos en común; en las cuatro hay –además de unas excelentes localizaciones- un buen punto de partida de guión, en las cuatro hay un reparto de gran nivel, todas ellas suceden a buen ritmo, amenizadas por temas clásicos de la música popular italiana y todas consiguen en varios momentos despertar al menos tu sonrisa, con un humor entre surrealista y optimista. Si las cuatro historias que forman la película tienen todas estas buenas características, ¿estoy diciendo que la película en si tiene todas estas buenas características?; si, así es y no es poca cosa.
Además “A Roma con Amor” tiene ese aspecto de film poco preparado, muy común en sus últimas producciones y muy lógico teniendo en cuenta su velocidad de creación, que en mi opinión aporta algo de frescura -con esa involuntaria figuración de romanos y romanas mirando a cámara-.
Casi siempre y esta no es una excepción, resulta curioso ver a estrellas del cine comercial en estas películas de Woody Allen. Su forma de interpretar es claramente diferente a lo que estamos acostumbrados a ver sobre ellas y no sabría bien definir por qué, quizás es una interpretación más naturista, más libre, no lo llego a saber, pero un actor interpreta de manera diferente con Woody Allen que con cualquier otro director y eso tampoco hay muchos autores que lo consigan –no muchos, cierto, pero aquí si podríamos enumerar algunos otros ejemplos-.
A pesar de todas estas sanas virtudes que he expuesto y que convierten “A Roma con Amor” en una cinta muy recomendable, también es cierto que esos originales puntos de partida del guión se transforman en situaciones quizás demasiado fáciles y algo predecibles, que no parecen contar con todo el talento y la mejor inspiración que, todavía hoy, tenemos la poca vergüenza de exigirle al genio de Brooklyn.
JBlas
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7
9 de octubre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniel Sánchez Arévalo sabe como mezclar en sus películas asuntos serios y trascendentes con la comedia más mandril y graciosa, sin pecar de intelectual pretencioso en un lado ni de bestia parda soez en el otro. Además es un buen director de actores y gran dialoguista, o sea, que me atrevo a decir que tiene armas suficientes y necesarias para ser capaz de llevar a cabo una buena película. ¿LA GRAN FAMILIA ESPAÑOLA es una buena película? Bueno, yo creo que mala no es.
Contiene muy buenas interpretaciones -destaco a Roberto Álamo en un papel arriesgado con el que triunfa claramente-, grandes líneas de diálogo -personajes que no son demasiado inteligentes dicen cosas que si lo son, con completa naturalidad y credibilidad-, además de alguna secuencia cercana a lo memorable -como la del montaje paralelo entre las dos familias explicando las razones por las que la boda no debería celebrarse-. Sin embargo LA GRAN FAMILIA ESPAÑOLA no es una película redonda.
Antes de hablar de los problemas de la peli, con los que quizás voy a ocupar más líneas que con sus cosas buenas, quiero aclarar que la multitud de buenos momentos que esta cinta me ha ofrecido me hacen perdonar sus defectos, puede que sea porque quizás estoy demasiado sensibilizado con la debacle del cine español, no lo sé. En cualquier caso, perdonar si, pero olvidar no, así que a lo que vamos.
Un problema menor de Sánchez Arévalo es que quiere que sus películas tengan un cierto aire de cine independiente americano y maldita la falta que le hace, porque allí donde nos enseña sin tapujos sus influencias indis y trata de mostrar un hallazgo visual supuestamente original, es donde este filmmaker se muestra menos hábil y no llega a ser ni original, ni indi, ni americano. Otro problema, quizás no tan menor, es que las ideas principales en las que parece sustentada la película son las que menos interés despiertan o directamente las que peor desarrolladas están.
Me explico; una de las ideas principales que, probablemente, sería de lo primero que aparecería en la cabeza de Daniel al empezar a escribir esta historia, es todo aquello que está relacionado con SIETE BODAS PARA SIETE HERMANOS y lo cierto es que esto huele a utilización del cine como terapia familiar -de lo que si se da el caso hablaré en otra ocasión- además de no acabar de servir de verdadero motor de la trama, tal y como se pretende. Otra de esas ideas principales tiene que ver con la peculiar historia de amor entre la madre y el ¿padre? de esa gran familia, cogida por alfileres a lo largo del metraje y explicada de manera sorprendente hacia el final, no consiguiendo crear empatía ni simpatía, sino quizás todo lo contrario.
La final del mundial de fútbol más que idea temática huele a idea comercial, puesto que la historia podría suceder exactamente de la misma manera hubiera final de fútbol o no. Pero entiendo que a más de un espectador algo despistado le servirá como excusa para pagar la entrada de cine, y la verdad es que no saldrá decepcionado, porque echarse una buenas risas y de paso ver repetido en una pantalla grande el cacho de golazo de Iniesta en la final del Mundial de Sudáfrica, ¡bien vale pagar esa entrada!!
JBlas
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3
27 de agosto de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta algo triste tener que empezar esta nueva entrega flashblasiana justificando el hecho de haber escogido esta película en lugar de otra, digámoslo así, más seria -aunque hay pocos trabajos más serios que hacer una película de animación de este calibre-. Creía que estaban superados esos viejos clichés que colocan a los niños como único público posible de las pelis de animación y que afirman que segundas partes nunca fueron buenas. La revista “Empire” elaboró en su día una excelente lista con las 50 mejores secuelas de la historia del cine, échale un vistazo y dime si no estás de acuerdo;
http://www.empireonline.com/50greatestsequels/default.asp?ch
Si, puede que estos tópicos estén superados, pero lo cierto es que “Cars 2” es para niños y no es buena. No es buena para un público adulto, si es aceptable o no para un niño es algo que tendría que comentar con mis sobrinos, aunque no pienso que hagan el esfuerzo de seguir una trama bondiana demasiado intrincada para un tipo de público que probablemente solo preste atención a los chistes y a las carreras. Por este motivo veo necesaria la justificación de la que os hablaba al principio de la cita, ahí va.
“Cars” (John Lasseter y Joe Ranft, 2.006) estába considerada, casi unánimemente, como la peor película de Pixar, en mi opinión de manera bastante injusta -también es cierto que Pixar no tiene películas malas- me parecía en su día y me sigue pareciendo a día de hoy, una película muy honesta dirigida a un público infantil -que no estúpido- que muestra de manera muy divertida unos valores como son la humildad, el trabajo en equipo, el respeto por lo antiguo y la amistad. Algo que no está de más enseñar a los nuevos niños de este siglo que apenas pueden encontrar en los medios modelos reales con estos valores. Mi intención inicial era romper una lanza, o lo que fuera necesario, en defensa de esta mini saga de “Cars”, ¡pero no puedo!, en 2.006 “Cars” no era la peor película de Pixar pero en 2.011 “Cars 2” si que logra, en mi opinión, ese lamentable galardón.
Es verdad que el listón ha subido mucho en ese lustro que media entre las dos películas, “Wall-e” (Andrew Stanton, 2.008) o “Up” (Pete Docter, 2.009) son dos obras maestras del cine -no solo de animación- y es normal aunque injusto que “Cars 2” sea comparada con ellas y salga mal parada.
Javier Bardem, en un programa de Televisión Española, nos presentaba como “su secuencia favorita” un fragmento perteneciente a la película “Up” y destacaba todo tipo de valores sobre la secuencia en cuestión, desde el guión, la realización, el montaje, etc... Comparto casi al 100 % la opinión de este cacho de pedazo de actor, aunque es cierto que eché de menos que precisamente Javier Bardem no hablará de la interpretación de los “actores” en esa secuencia en la que, por cierto, no hablan. ¿Acaso la misión fundamental de una actor no es transmitir las emociones que un personaje y una película demandan?, además de decir correctamente los diálogos sin tropezarse con los muebles -Spencer Traci dixit-. ¿Acaso los personajes de algunas películas de animación no logran “interpretaciones memorables”? Si yo fuera actor tendría miedo, mucho miedo.
Cierto es que "Cars 2" presenta un estilo de animación absolutamente orgánico, fluido y espectacular, algo a lo que Pixar nos tiene acostumbrados y, que por esa razón, ya no valoramos en su justa medida. Especialmente destacable es la reconstrucción de algunas ciudades como Londres, París o Tokio.
Un factor que singulariza las historias de Pixar es la original relación que existe entre la naturaleza de los personajes protagonistas y la misión que deben cumplir. En “Ratatouille” (Brad Bird y Jan Pinkava, 2.005) una rata quería dedicarse a la cocina de gourmet, en “Wall-e” un robot recogedor de basura en un mundo abandonado echaba de menos a su amor y en “Up” un abuelo solitario decidía emprender un viaje a bordo de su casa impulsada por miles de globos. La misión inicial de este tipo de personajes, en principio, parece insólita y después, en el mejor de los casos, también conseguirá ser divertida, espectacular y emocionante. En “Cars 2”, la misión del protagonista Rayo McQueen es ganar las carreras -un coche de carreras cuya misión es ganar carreras… de coches, ¡escalofriante!- .
Cierto es que en esta entrega el verdadero protagonista es el amigo feo y tontorrón, la grúa Mate, y que la trama de espionaje y agentes secretos sobresale por encima del mundo de las carreras, pero a pesar de sus inequívocas virtudes y siempre en mi opinión, “Cars 2“ no consigue resultar divertida, espectacular o emocionante.
JBlas
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9
27 de agosto de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen comenzó su carrera como director de cine en 1.966 con “Lily la Tigresa” (co-dirigida con Senkichi Taniguchi) y “Midnight in Paris” (2.011) es su cuadragésima tercera película –¡la 43!-. No creo que haya otro cineasta –con distribución internacional- más fecundo en la historia del cine desde la llegada del sonoro y, a pesar de que en realidad casi todas sus películas son parecidas, todavía es capaz de sorprendernos. Más allá de otras cualidades, la capacidad de sorprender de un cineasta es uno de los atributos más valorables por lo tremendamente difícil de conseguir que resulta -más en esta época en la que todos hemos visto muchísimas películas y tenemos fácil acceso a muchísimas más-. A este mérito, cuando uno ha dirigido 43 películas, no se le pueden encontrar calificativos adecuados.
(Creo que si una película no logra sorprenderte en ningún aspecto, esa película no te gustará en absoluto y creo que es la razón, entre otras, por la que guardas tan buen recuerdo de algunas pelis que viste de jovencito y que en realidad no eran tan buenas, pero te sorprendieron en su momento quizás por tu juventud y falta de experiencia cinematográfica… en cualquier caso, ese es otro asunto).
A lo que iba, “Midnight in Paris” me resulta sorprendente y a la vez parecida a otras de sus películas y no estoy cayendo en una contradicción -y si lo estuviera haciendo que sepas que este es mi blog y me contradigo lo que quiero-.
Digo parecida porque vuelve a recrear a otro alter ego –valga la redundancia- que vuelve a dar vida a algunas de sus neuras y de sus demonios ya clásicos. En esta ocasión Owen Wilson –ya me caía bien, ahora me cae mejor- da vida a un escritor en crisis creativa que descubre que su nuevo proyecto de novela es aburrido por ser demasiado realista y debe usar la imaginación y la fantasía para mejorarlo. Woody Allen se aplica su propia enseñanza y, después de algunos títulos algo sosos, utiliza la imaginación para llegar a la que es, en mi opinión, su mejor película en mucho tiempo. Allen nos hizo creer en su momento que Nueva York era una ciudad extraordinaria llena de gente maravillosa –“Friends” también ayudó pero “Sexo en Nueva York” lo estropeó todo- y ahora consigue lo mismo con París.
Casi todas las personas somos demasiado egoístas y casi todos pensamos demasiado tiempo solo en nosotros mismos y Woody Allen no es ninguna excepción –no debe ser fácil ser su amigo- pero cuando consigue transmitir ese pensamiento de manera clara y divertida logra secuencias memorables -no querría desvelar detalles del argumento pero, por favor, prestad especial atención a los speechs de Hemingway, dice la verdad sobre la vida, así de simple-. Woody –a estas alturas del discurso ya lo puedo llamar por su nombre de pila, ¿no?- vuelve a remarcar su odio hacia los pedantes y falsos intelectuales que creen saberlo todo y nos hace sentir bien al pensar que un tipo como él está de nuestro lado –el lado no pedante ni intelectual-. Esto me sirve como excusa perfecta para despedirme con una secuencia “memorable” en el sentido más literal de la palabra, puesto que la he recordado y yo no suelo tener una gran memoria.
JBlas
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