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España España · Barcelona
Críticas de Ramsés
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
9
6 de septiembre de 2008
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Erich Maria Remarque le salió la novela de su vida. La única de calidad de su posterior producción. La gran crisis de la Guerra Europea, primera gran confrontación de la era industrial, con sus avances tecnológicos, que traslada a los campos de batalla la frialdad del hierro de las máquinas y el fuego de las forjas y las siderúrgicas, llevó al ser humano a un grado de anulación jamás visto. Remarque, por primera vez, traslada la psicología y el desencanto de aquellos seres educados en el romanticismo y el idealismo, inmersos en la gran fragua de la hecatombe. Antes la guerra se escribía de otra forma, sin el valor de los seres humanos, de los de a pie -la carne de cañón- como protagonistas de la misma. Ahí la inovación, paralela a la de de aquella generación que trasladó el horror de los combates a la cultura, destruyendo el arte antiguo con el grito del expresionismo, el surrealismo, el cubismo, distorsionando la realidad, aliada con el psicoanálisis, incubando la crisis que desembocaría en otros "ismos" más peligrosos, como los fascismos y los comunismos estalinistas, surge la novela, que con fidelidad admirable, Lewis Milestone traslada a la pantalla.
La novela la escribe un alemán y retrata los traumas de su entorno, pero la lectura pacifista que emana se inscribe en clave universal: La vulnerabilidad del ser humano ante la imparable, voraz e inexorable máquina de la guerra.
Coincido en afirmar que se trata de un film de 1930, plenamente vigente y no deja de inquietar un pensamiento que me ronda por la cabeza: Este film, famosísimo en su época, lo visionaron nuestros padres y abuelos, poco antes de enfrentarse en otras trincheras, al tiempo que lo vio también buena parte de la generación que vivió la Segunda Guerra Mundial.
Valen las catársis para exorcizar demonios personales, pero los valores didácticos que conllevan, suelen conducir a ninguna parte.
Excelente film para llevar puesto en el consciente de uno mismo entre aquellas cosas de este mundo que conviene no olvidar.
Ramsés
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10
11 de septiembre de 2008
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una tentación comparar “Flags of Our Fathers “ con “Saving Private Ryan”. Ambas se refieren a la Segunda Guerra Mundial, y se asoman en una época en que los hechos ya son lo bastante lejanos como para que, ni directores, actores y espectadores tengan poco que ver con los mismos y en la que la producción del cine bélico escasea y el poco se refiere a batallas más recientes.
Entre las dos hay coincidencias: Los trepidantes veinte minutos primeros del film de Spielberg del desembarco en Omaha y las espectaculares escenas de la flota dejando su carga humana en Iwo Jima del de Eastwood. Claro que se parecen: ambas películas pretenden hacernos ver un desembarco y las tácticas del mismo son las que son, o sea una multitud de hombres al asalto, lanzados a la incertidumbre de la playa en pos de la conquista del territorio, previas las maniobras de bombardeo, aproximación y embarque en las frágiles lanchas. Pero son Films radicalmente opuestos.
Spielberg, que bebe de fuentes como el cómic y los clásicos del cine – en realidad “Saving Private Ryan” es un magnífico homenaje a reconocidos autores del género, como Fuller, Kubrick, Wicky entre otros, de los que reproduce escenas conocidas- busca la anécdota; el impacto visual de horror, como cuando un soldado va buscando su brazo recién amputado, entre el combate; “Saving P.R.” es un improbable relato sobre la prevalencia de algunos factores de inteligencia emocional en la guerra: Un general se preocupa de enviar un equipo de élite para salvar al cuarto vástago de una familia que ya había contribuido al sacrificio con la muerte de los otros tres.
Eastwood, sin ser tan explícito en las secuencias de morbosa espectacularidad, ofrece una ácida versión de la situación; seguramente sin proponérselo, le sale un anti “Saving Private Ryan”, puesto que en Iwo Jima nadie pretende salvar a nadie –incluso cuando la escuadra se dirige a su objetivo y se cae un soldado al agua, ahí se le deja. La US Navy no va a detener su avance por una minucia así- en Iwo Jima un fotógrafo logra un encuadre excepcional, que pone en marcha toda una campaña propagandística, al objeto de conseguir que la población civil siga dando soporte a la hecatombe, comprando bonos y enviando levas de soldados. Ahí se fabrican héroes donde no los hay, mientras los auténticos yacen en las arenas volcánicas de la isla japonesa. Ahí no hay generales que pretendan salvar a soldados Ryan. Y Eastwood, este nuevo gran clásico, lo explica con la maestría que le llevó a filmar “Sin perdón” y con la energía y sutileza con la que retrataba los personajes de “Mystic River”.
De la estética de cómic de Spielberg, a la grandiosidad clásica y profunda de Eastwood, me quedo con la segunda, puesto en la coyuntura de haber de elegir. Por lo tanto, mi criterio es: Eastwood, 1; Spielberg, 0.
Ramsés
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1
2 de septiembre de 2008
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los americanos suelen hacer recreaciones de sus batallas y, algunos, gustan de disfrazarse con vetustos uniformes copiados de los museos, los catálogos para coleccionistas, o del baúl de los recuerdos de los bisabuelos. También gustan de coleccionar armas antiguas, incluida artillería, con las que se organizan barbacoas campestres y merendolas, con la excusa de soltar unas andanadas.
Suelen ser espectáculos zafios y grotescos, comparables a nuestras ferias medievales, donde los artesanos de la mermelada casera y del queso doméstico, vestidos con túnica de arpillera, sandalias de marca y gafas a la moda del siglo XXI, montan sus tenderetes, entre heráldica poco rigurosa y cobrando en Euros y no en Maravedís. También están las fiestas de moros y cristianos.
Digo esto porqué la filmación de Robert Child, sugiere todo este mundillo. Multitud de maduros-algunos acompañados de sus hijos pequeños- armados de fusiles de avancarga y luciendo uniformes de la Guerra Civil americana, se enzarzan a recrear, in situ, los azares de la famosa y sangrienta batalla de Gettysburg. Ver avanzar la división de los confederados virginianos del General Picket, compuesta de barrigudos y bien cebados habitantes de la américa profunda, hacia los no menos maduros y orondos casacas azules, mientras queman toneladas de pólvora, resulta un espectáculo más bien grotesco. Si a ello le añadimos un relato plano, de manual, de los hechos de la batalla, en off y la aparición de unos pintorescos y desconocidos actores malinterpretando - si no son amateurs no se explica- a los principales protagonistas de la batalla, como los generales Lee, Longstreet, Picket, Bufford, Reynolds, etc. como si de una función parroquial se tratara, la cosa adquiere tintes de ridiculez extrema. .
En definitiva: Si se hubieran limitado a filmar y repartir el engendro a los miles de figurantes que asistieron a la recreación de la batalla, se trataría de una película doméstica más, para solaz de papá y mamá, de aquellas que se pasan en las veladas familiares, diciendo aquello de: "Mira, mira. El barrigón que sale detrás del general Lee, es el mio..." Y todo el mundo se rie, menos el cuñado, que se returce de rabia por no salir él mismo...Pero darle salida comercial y esperar que algún incauto, aficionado al cine histórico, como yo, pierda tiempo y dinero con el esperpento, me parece una pasada de mucho cuidado. Hay otro Gettysburg en el mercado con muchísima más calidad y que no defraudará a los aficionados a la historia- que no a los del cine, en sentido estricto- que es el de Ronald F. Maxwell, con espectacular y selecto reparto, formado, entre otros por Tom Berenger, Jeff Daniels, Martin Sheen, Nick Nolte, Sam Elliott, Richard Jordan, Stephen Lang, C. Thomas Howell, Kevin Conway, Andrew Prine... Pero mi recomendación es de que se abstengan de este infumable y desafortunado intento que nos ocupa.
Ramsés
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6
2 de diciembre de 2010
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gerardo Olivares realiza un trabajo complejo y de difícil ejecución al intentar narrar la historia real de Marcos Rodríguez Pantoja. El resultado es digno y honesto, dadas las circunstancias, que son las de conjugar la cantidad de elementos que concurren en la trama.
La España profunda, atrasada y miserable de la posguerra, se esboza con rasgos intensos, pero sin la profundidad que el tema merece. Las condiciones que llevan al niño Marcos Rodríguez Pantoja a vivir con un cabrero troglodita, aislado en Sierra Morena y apegado al mundo natural por su desarraigo de la civilización por los traumas sufridos en la guerra civil y su posterior soledad, se esbozan con caracteres maniqueístas, que merecerían una cierta profundidad, pero Olivares se centra más en la anécdota y se queda en la forma, olvidando el fondo. La historia daría mucho más de si.
En la España profunda y el entorno rural se daban más casos como el de Marcos: Aquellos niños sin escolarizar, enviados a guardar rebaños, pasando meses en las soledades de las cumbres, no eran una rareza. Que se buscaran la vida y convivieran con un entorno hostil y se adaptaran a unas condiciones primitivas era una situación habitual, a pesar de que hoy se nos aparezca como una excepción.
Olivares se recrea con el paisaje y la relación de Marcos con su entorno animal. Ofrece un discurso crudo y real de la lucha animal por la supervivencia, alejado de almibarados discursos y bebe de fuentes documentales que recuerdan los montajes y filmaciones del malogrado Félix Rodríguez de la Fuente. A pesar de la presunta veracidad, se nos ofrece un documento, con visos de increíble ficción, que se queda a medio camino entre “El pequeño salvaje” de François Truffaut y “Tarzán”.
Ramsés
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9
1 de febrero de 2008
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
"En el valle de Elah" es una magnífica película.
El título hace referencia al valle, donde, según las escrituras, David le arreó el cantazo a Goliat.
El film, trata de unos personajes tocados por el "síndrome" de la guerra de Irak y de un padre que busca a su hijo, presuntamente engullido en la vorágine y el caos del conflicto y las burocracias militar y civil de los USA.
En este contexto, Paul Haggis ( el director) nos ofrece un trabajo realista, eficaz, sencillo, muy digno, crudo y ácido, bien ritmado, donde prima el "crescendo" de los sentimientos de los protagonistas sobre la acción, en un despiadado retrato de cierta realidad social americana. Utiliza muy inteligentemente el "flash back" como un excelente recurso narrativo, que va desgranando la resolución de los enigmas que el thriller nos plantea. Ayudan a la excelencia de su labor unas interpretaciones soberbias, en las que destaca Tommy Lee Jones en el papel del padre veterano de otras guerras; Charlize Teron, que nos ofrece otro de sus roles inteligentes y muy bien trabajados y Sarandon, que está más que impecable en una breve, pero intensa intervención.
Un film muy recomendable, equilibrado, que parece coyuntural por su rabiosa actualidad, pero que, creo, tiene ínfulas y vocación de gran clásico.
La metáfora, según mi punto de vista: David se enfrentó a Goliat. El desenlace fue fatal, puesto que el débil aplicó un subterfugio inteligente -escondió sus piedras y lanzó una a traición, vulnerando las reglas del cuerpo a cuerpo-
En la guerra, parece que vale todo y el embrutecimiento se apodera de sus peones. David y Goliat, Goliat y David se embrutecen mutuamente y se matan en medio del caos. No importa si gana uno u otro. El débil y el fuerte acaban en la misma rutina: El embrutecimiento y la psicopatía se erigen como los únicos vencedores del conflicto. Después de la tragedia: el desencanto.
Ramsés
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