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Críticas de pancho carilao
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
5
12 de abril de 2007
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Bruce Banner era fatalito: lugar al que llegaba, problema en el que se metía. Impresionante cantidad de mala suerte concentrada en un solo hombre. Además, se sulfuraba fácilmente. Bastaba que un neumático saliera un poco difícil de colocar, bastaba que alguien lo encerrara en una pieza y de inmediato afloraba su rabia. Esa ira rotunda lo ponía de color verde, trasplantaba su pelo por una peluca de mechas tiesas y convertía su cuerpo en una montaña de músculos. Siempre, como una novia obsesionada, lo seguía un periodista que infructuosamente intentaba desenmascararlo. Su vida era una miseria. Al finalizar cada capitulo debía huir del pueblo de turno, sonaba una música de piano inconfundible y uno ya sabía que en poco rato más de nuevo metería la pata en otro embrollo.
Síntesis: Clásico de los ochenta. Fue responsable de muchas rupturas de camisa y de la obsesión de más de alguno por el fisicoculturismo.
pancho carilao
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5
14 de mayo de 2007
32 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si los alemanes hubieran sido así de tarados como aquí se los pinta, la segunda guerra mundial se habría extendido una semana a lo sumo. La primera hora y veinticinco minutos es una comedia: seguidilla de chambonadas al estilo de los magníficos (el equipo A) en las cuales los aliados urden un infalible plan para escaparse del campo en el cual se encuentran detenidos. Luego, tal vez por consejo del productor o del abuelito del guionista, se acordaron que la guerra no es una cosa graciosa y que habitualmente la gente muere y sufre en estas situaciones. Es entonces cuando adquiere mayor credibilidad este largometraje. Confieso que la película entretiene durante las casi tres horas que dura. Sin embargo, en vista de la alta calificación que aquí se le ha otorgado y que motivó mi interés por verla, me sentí un poco defraudado por la superficialidad con la que se trata el tema bélico. Vaya, por último, un homenaje a Kurt Vonnegut, escritor norteamericano fallecido hace poco, uno de los mejores novelistas detractores de la guerra, que sufrió en carne propia el miedo, el dolor de perder a un amigo, el sinsentido de las esquirlas, explosiones y balas que al principio de esta película no se toman muy en serio.
pancho carilao
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5
29 de noviembre de 2007
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bruce Lee pesaba alrededor de setenta kilos, pero era capaz de arrojar a varios metros de distancia, de un solo puñetazo, a gorilas del doble de su peso. Bruce, por cierto, perfeccionó el Wing Chun: arte combativo que aprendió en su tierna infancia y al que incorporó técnicas de boxeo, esgrima y otras disciplinas marciales que a la larga se convirtieron en su propio estilo, el Jeet Kune Do. Bruce, además, incursionó en el cine, en películas donde él golpeaba todo lo que se moviera frente a sus ojos. En virtud de tal exposición mediática, incontables generaciones de muchachos han querido imitar sus movimientos; y su imagen, a través del ya clásico póster con sus manos empuñadas dispuestas al combate, se ha convertido en un icono como las piernas que se esconden bajo el vestido ondulante de Marilyn Monroe. Bruce, como toda estrella destinada a relumbrar en el firmamento (recuérdese una frase de Blade Runner: "Una luz que brilla el doble vive la mitad") falleció a edad temprana; incluso antes de que se terminara de rodar esta película. Eso explica que en algunas escenas el artista marcial salga con una barba notoriamente ridícula (para mal disimular al doble). Bruce, por último, nunca evitó un combate por más grande que fuera el adversario (véase la pelea que sostiene al final de este film con Kareem Abdul Jabbar), otra de las razones de porqué estamos frente a un real exponente de un peleador de tomo y lomo, más que ante un actor de películas de karate.
pancho carilao
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5
26 de mayo de 2007
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A diferencia de lo que ocurre en los comentarios acerca de las películas, donde la imparcialidad es la regla básica del juego, cobijo la sensación de que las opiniones vertidas entorno a las series de televisión son absolutamente subjetivas, esto porque el elemento que lleva a escribir y a emitir un voto a favor o en contra del comentario plasmado, se encuentra influido inevitablemente por la nostalgia. Es aquel factor, motivado por elementos externos a la calidad del producto (Michael Knight fue mi héroe de infancia; las chicas de "Guardianes en la bahía" motivaron mis primeras masturbaciones; cuando niño yo quería tener un auto como KITT, etcétera), el que lleva a ensalzar una serie de capítulos trillados hasta el hastío y a convertir a su protagonista en una suerte de semidiós. David Hasselhoff vino hace unos años a Chile. En su visita pude constatar que era un tipo alto con piernas de tallarín y que además carecía del temor al ridículo ya que se subió a cantar al escenario del festival de Viña del Mar, frente a miles de espectadores, desafinando de comienzo a fin y moviéndose como un lerdo títere por todo el escenario. A pesar de lo señalado, a pesar de que Hasselhoff parecía galán de geriátrico, a pesar de que a la serie "Guardianes en la bahía" y más aún a la serie “El coche fantástico” desde hace tiempo que no las exhibían en la televisión abierta, el tipo fue tratado como un rey al que, por cierto, se le pagaron muchos dólares por disfrazarse de cantante durante escasos minutos. La única explicación a la presente anécdota es la nostalgia, esa bruma que nubla la razón, que nos hace ver oro donde a lo sumo encontraremos greda y que, en mi caso, me lleva a recordar con inmenso cariño y falta de objetividad a los puñetazos y mamporros que propinaban Bud Spencer y Terence Hill. Otra cosa es si nos atrevemos a volver a ver a nuestros antiguos ídolos, a buscar en la televisión por cable algún canal que nos muestre nuevamente sus historias. En tal caso, estoy seguro, la decepción puede ser bastante grande. Respecto a las películas de Bud Spencer y Terence Hill, yo prefiero seguir guiándome por mis parciales recuerdos. Algunos harán lo mismo con KITT o "Guardianes en la Bahía". El que esté libre de pecado que lance la primera piedra.
pancho carilao
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8
6 de noviembre de 2007
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante mi infancia, como el primogénito de la familia, mi saco de boxeo era el cuerpo de mi hermano. Muchas veces le propinaba golpes justificados( “no me quisiste ir a buscar la leche: golpe; “el televisor lo controlo yo”: golpe ) y en otras ocasiones lo amedrentaba por el exquisito placer de practicar los puños. En fin, era un matón de acequia como el hermano de Gordie, uno de los personajes de esta historia. Mi hermano, con el paso del tiempo, generó una habilidad increíble para esquivar patadas y puñetazos. Y al entrar a la adolescencia fu él quien compró el “Cuerpo”, novela de Sthepen King en la cual se basa esta película y que yo leí con devoción. Por ello cuando vi por primera vez “Cuenta conmigo”, sus personajes( magnificamente encarnados por ese cuarteto de prepúberes), la banda sonora (¡yo debería haber sido adolescente en los cincuenta!) y la ruta en torno a una línea de tren( hermosamente filmada por el director Rob Reiner) convirtieron a este film en uno de mis favoritos.
Los hermanos menores siempre terminan enseñandonos más de lo que pensabamos y esta película lleva a eso: a recordar la infancia, a los grandes amigos de esa época(que muchas veces son nuestros hermanos) y pensar que aún estamos a tiempo de saludar y pedir disculpas( aunque varios océanos y miles de kilómetros nos separen) a quienes queremos y respetamos.
pancho carilao
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