Terry Guiliam es un genio loco (como bien puede verse en Lost in la Mancha), y los productores hacen bien en temerle. Fue este film el que le dio su fama de tipo impredecible, algo que Hollywood perdona a aquellos que luego lo rentabilizan en taquilla, pero que castiga duramente si todo resulta en un fiasco comercial, como el caso que nos ocupa. Por eso, esta obra se convirtió en una pesada losa que le ha pesado desde entonces en casi todos sus planes.
En pleno asedio turco a una indeterminada ciudad, un grupo de actores de segunda representa una historia en un teatro semiderruido en el peor de los ambientes posibles, con la tensa certeza flotando en el aire de que el tiempo que se les acaba. Mientras interpretan la obra, aparece un curioso anciano que asegura ser el protagonista real de la obra, el mismísimo Barón de Munchausen, un genial aventurero al que por desgracia la edad parece haber alcanzado. Ante el desdén y la incredulidad de tan poco dispuesto público, el viejo comenzará a relatar una serie de hazañas que, en su opinión, sí hacen justicia a su vida, y no como ocurría en la obra.
A partir de aquí comienza un cuento, un viaje al estilo Gullyver, en el cual el barón promete rescatar a sus antiguos camaradas para vencer al sultán turco (un viejo enemigo, según él) que los ataca. Y es aquí donde se desata todo el ingenio, imaginería y fantasía del bueno de Guilliam, donde muestra que su imaginación es tan magnífica como rayana en la locura. Tan grande, que ni su presupuesto pudo soportarlo. Aventura tras aventura, el barón irá reencontrando a sus viejos amigos mientras hace y deshace entuertos y recorre lugares insólitos, y finalmente salva a la ciudad del ataque turco
Ha sido un cuento? O un sueño? Sin duda, creo que ambas cosas: hoy en día no se hacen películas como esta, donde prima la imaginación, el buen hacer y la originalidad (no dudo que Guilliam antepuso todo esto a su éxito en taquilla). Los escenarios, los personajes, las situaciones y toda la atmósfera que la rodea huelen a artesanía, tanto material como creativa, y todo está plasmado con un buen hacer que es digno de mención.
Si lo que te gusta es un cuento original y simpático, no deber perdértela.

Me reí muchísimo viendo esta película. Al principio no, claro. Era lo suficientemente oscura y seria, y tenía que prestar atención a los subtítulos. Luego la cosa empezó a decaer, porque entreví lo que me esperaba.
Y luego mis sospechas se confirmaron.
Mi duda apareció cuando un personaje que no debería salir en la película, sale (apéndice 1 del spoiler). Y apartir de ahí, comenzaron las risas, solo interrumpidas por escasos momentos, más por admiración técnica, que por seguir la... ¿historia?
Y es que de eso va la Pasión de Cristo: son tres romanos borrachos dándole a un judío la paliza de su vida. Pero saldrá algo más, ¿no? Si, bueno, flashbacks menos violentos, y gente que llora. Pero el núcleo, el alma de la peli, es ese, tres maromos descojonados zurrando al pobre Chris con todo lo que su imaginación o sus superiores les alcanzan (inolvidable ese "Idiotum!" que le suelta un jefe a uno de los torturadores por pegar con el flágelo en su mesa, me partí de risa). Por cobrar, cobran hasta los secundarios que simplemente pasaban por allí (apéndice 2, spoiler).
En fín, que fue una decepción como pocas que me he llevado. Técnicamente, el film es magnífico. Como dice Pablo Kurt, la secuencia de la gota que cae del cielo es tremenda (la lágrima de Dios, supongo), y toda la iluminación, filmación, actuación de los intérpretes e incluso el esfuerzo que supuso rodar la película en las lenguas apropiadas (algunas incluso muertas ya) merecen un aplauso. Pero ahí se queda lo bueno.
Gibson, en lugar de reflejar el motivo por que Cristo recibe su calvario, en vez transmitir ese mensaje de paz y amor propio del cristianismo, se contenta con rodar dos horas de golpes, sangre y torturas, con la desfachatez de, en los últimos minutos, colarte un resumen de las prédicas de Jesús. No, en mi opinión, esa no es justificación suficiente para tragarte la sangría anterior, y no me extraña que mucha gente se ofendiera.

Con un principio que no se porqué suena a deja vu (¿esas manifestaciones a nadie más le recuerdan a las de Akira?), comienza una lenta pero interesante película que indaga en los sentimientos de culpabilidad de alguien que comienza a sentirse como una simple herramienta asesina de su gobierno.
De aquí, la trama se adentra en una compleja trama política que sólo tiene cabida, comprensión y explicación si uno asimila las circunstancias que expone la película a su inicio. Es decir, el Japón en el que se desarrolla Jin-Roh no es real, sino uno que pertenece a un pasado alternativo, por lo que si uno no se entera al principio, puede darse por perdido. Aunque pueda sonar confusa, esta trama tambien es interesante, es más, da mucho más sentido a la historia que la misma culpabilidad del protagonista, de modo que incluso le presté más atención.
Así andando los laaargos minutos del film, llegamos finalmente a una conclusión, un desenlace, que sinceramente para mí hizo que valiera la pena haberla visto. No es solo otra presentación de la moraleja del cuento de Caperucita. No es solo otra declaración de que el hombre es un lobo para el hombre, y que debe devorar antes de que le devoren. Es una exposición de ese sentimiento (bastante arraigado entre los nipones, por lo que se) de pertenencia a un clan, a un grupo, a una entidad que te da razón de ser. Y todo esto, como digo, se encaja al final, cuando uno comienza a comprender el sentido de las cosas que han ido ocurriendo durante dos horas de metraje.
Para mí, esta es la gracia de Jin-Roh. Puede que sea larga, pero aunque lo parezca, no divaga. Todo tiene sentido, aunque se tome su tiempo en contarlo.
En cuanto a su calidad, no tiene una banda sonora que resalte, a diferencia de su dibujo, bastante bueno. Nada del típico anime de ojos desproporcionados. son dibujos tan serios sobrios como su historia.
Y en cuanto a los personajes, son su fuerte, pues son los pilares de su trama. Reflexivos, con secretos y buscando su lugar en una sociedad que ha dejado de gustarles hace mucho.

Aquellos que vayan a visionar esta película deben saber que en realidad van a ver un cómic del estilo de Conan, solo que en movimiento. Así de sencillo. Aquellos que hayan leído uno de estos saben a lo que me refiero: son cómics muy físicos y con acción, llenos de personajes que luchan, trepan, corren... y que pocas veces disertan sobre el motivo por el que lo hacen.
De esto se encarga el narrador: es la voz que, al margen del dinamismo de la acción, va acotando datos que el personaje nunca diría. Es lo que da profundidad a los héroes y a los villanos, y sin esta voz, se quedan en simples figuras que se mueven mucho y pelean a muerte (y que a veces dan la impresión de que ni ellos mismos saben muy bien porqué). Por desgracia, este es el caso de Tygra: Hielo y Fuego.
Si a un guión plano y arquetípico (dos bandos, uno malo que quiere dominar el mundo, otro bueno, que simplemente resiste, en un ejemplo de que las zonas grises no existen) se le une la escasa, casi nula profundidad que se les da a los personajes, el resultado es, como ocurre aquí, un film de animación experimental, que acaba atrayendo más por su estética y calidad artística que por su propio valor como película.
A pesar de todo, Tygra es una buena película de aventuras. Tiene todo lo que se le puede pedir: luchas, persecuciones, situaciones curiosas entre las escenas de acción, y una historia de amor que, quizás porque no iba a desarrollarse debidamente, es pasada muy por encima.
El trazo del dibujo es excelente, al margen de si gusta la animación por rotoscopio o no: es realmente como si se viera un cómic animado, rezuma artesanía. Pequeños defectos como el de los fondos demasiado estáticos o que los personajes no provoquen sombra pueden pasarse por alto gracias al realismo de sus movimientos o a su expresividad.
Sin embargo, desde que la ví, me quedó claro que lo más interesante de Tygra: Hielo y Fuego era otra cosa que quizás pueda pasarse por alto, pero no resulta menos importante: los personajes. Y es que hay variedad: desde la bruja que vive en medio del bosque con su siervo (un gigante tontorrón), oculta de otros poderes, hasta Darkwolf, de cuyo origen o naturaleza se hacen algunas alusiones en el film, pasando por el capitán de barco manco, o la misma Juliana, cuya historia se entrevé interesante. Por desgracia, el film no aclara nada sobre ellos, y esto es un arma de doble filo: por un lado se alienta a la imaginación del espectador para que saque sus propias conclusiones, mientras que por el otro queda un desarrollo muy pobre de ellos.
En resumen, una cinta para entretenerse sin tener que comerse el coco mientras te deleitas con unos dibujos bonitos.

Hace algunos años, se concibió un proyecto para presentar una historia dividida en tres partes, cada una de las cuales se presentaría en una plataforma distinta. La primera, aparecería en forma de videojuego (para PSX, creo recordar); la segunda sería una película, y la tercera, un manga.
En efecto, ésto es Blood. En resumidas cuentas, la historia trata de vampiros, o mejor dicho, de una nueva raza de vampiros y de su cazadora, personaje cuyo pasado es igualmente un misterio.
Teniendo en cuenta este contexto, supongo que para sus desarrolladores era lógico hacer Blood como lo es ahora, es decir, aparentemente incompleta, pues la idea era que se complementara con sus otras dos partes (cuya distribuición en España fue bastante penosa).
La verdad es que el experimento fue fallido. El juego no gustó, y el manga es bastante soso, la verdad. Y la peli? Pues es este fiasco, del que ahora nos ocupamos.
Blood es una demostración de fuerza sin sentido, un objeto bonito pero sin alma. Tiene una historia más sugerida que otra cosa, y eso siendo generosos. Su argumento es pobre, y la verdad, da para poco más de lo que se ha hecho. Su personaje central podría ser interesante, pero está muy falto de carisma; ni siquiera es demasiado original. Su compañero no es más que un mero secundario que le ayuda de una forma bastante insulsa y cuyo desarrollo es nulo. Y el resto de personajes, a cual más plano y secundón. A decir verdad, ningún personaje tiene verdadera importancia, porque el verdadero protagonista del film es la acción. Bueno, y los Quirópteros.
Entramos aquí en su parte buena (que la tiene). Blood es una demostración de dibujo del más alto nivel. Está muy logrado y es todo un alarde de calidad. Además, sus escenas de acción son lo bastante sangrientas y bestias como para ser interesantes (aunque a mi parecer, no son nada del otro mundo si le quitas la sangre). De hecho, da la impresión de que el resto de la obra no es más que una mal disimulada excusa para mostrar el dibujo y las peleas.
Por ello, digo que ésta es una película vacía. No tiene mensaje, ni siquiera mal contado. No deja huella, no tiene encanto, ni nada que la haga recordable. Y es una pena, porque técnicamente, es sobresaliente.