Se trata del viaje interior de un hombre que se va consumiendo poco a poco mientras vaga por un mundo cada vez más caótico, desolado y moribundo.

Lo que atrae de esta obra maestra del cine, es el sinfín de metáforas sobre la vida y la muerte, la belleza y otro sinfín de referencias y paralelismos con la Grecia Clásica, la homosexualidad y el hombre como ente perfecto en un mundo claramente imperfecto.

Muerte en Venecia se caracteriza por unas localizaciones bellísimas, a la par que unas interpretaciones magistrales en las que no podemos imaginar otro tipo de caras para los protagonistas.



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En La Novia, Paula Ortiz (¡¡¡por fin, más mujeres dirigiendo!!!) rinde a Federico García Lorca el homenaje que se merece. La película es un cóctel sobresaliente en las dos destrezas por las que el poeta granadino fue famoso: la primera, el teatro (Inma Cuesta, sencillamente, GUAU), en segundo lugar, la poesía (las escenas están cargadas de belleza gitana: oscura y exótica, pero a la vez cercana y arraigada).

Viendo esta película te das cuenta de lo absurdas que son producciones como "Crepúsculo" que mueven mucho dinero y mucha gente guapa, pero que no dicen nada al espectador y se quedan en un mero derroche que tardaremos más en olvidar que la propia película. Ésta, sin embargo, llega al corazón de una forma sincera... y tanto que sientes hasta las caricias entre la nieve y las profundas miradas de los protagonistas. Un orgullo para todos los suecos y un regalo magnífico para el resto de los espectadores europeos.


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Simpática y muy amena comedia con un amplio reperio de chascarrillos y guiños a las novelas de serie negra y a las películas detectivescas. Impagable en cuanto a la reunión de grandes actores como Sellers, Guinness o el escritor Truman Capote, en su única aparición como actor en el cine, en una película irrepetible y con un humor cien por cien inglés (hecho en EEUU).


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Las mejores películas son las que más hablan con imágenes y menos palabras.

Esta es una de ellas. El contenido de la cinta es una especie de sinfonía muda inclasificable que desvela, como el David Lynch de Twin Peaks, los secretos más oscuros de un bonito pueblo húngaro. Todo esto envuelto con humor negro en papel de documental. Pero lo bueno de esto es la sutileza: muestra poco de dichos secretos, pero lo sabe mostrar en el momento y, sobre todo, en el lugar precisos para que se nos pongan los pelos como escarpias al igual que dibujemos pequeñas sonrisas en nuestras caras de vez en cuando mientras el misterio se va resolviendo...

Nadie está a salvo en este pueblo: ni los vecinos, ni los animales, que parecen tener también un papel coprotagonista en esta demencia rural del director de Taxidermia.

Y, mientras tanto, el hipo va marcando el ritmo del film...




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