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Críticas de Juan Marey
Críticas 631
Críticas ordenadas por utilidad
8
10 de junio de 2012
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Básicamente “Tokyo Drifter” relata la historia de Tetsu, un ex-yakuza que encarna Tetsuya Watari. Tetsu es ese “vagabundo de Tokio” al que alude el título de la canción que se repite constantemente a lo largo de la película, un tipo duro y desarraigado, que tiene por jefe, Kurata (Ryuji Kita), un gángster que quiere dejar de serlo, pero no puede porque conserva los enemigos de antaño, y es a su fiel Tetsu a quien, por cubrirle las espaldas, le toca recibir todos los golpes. Aunque el relato no se caracterice por su sutileza en los diálogos y el desarrollo de los acontecimientos, el filme va mostrándonos el retrato de un desmoronamiento anunciado, el de los valores que sostenían los actos y pensamientos del protagonista, el de un tiempo pasado que fue mejor.

Nacido en Tokio en 1923, Seijun Suzuki realizó un extraordinario ciclo de cintas de yakuzas durante los sesenta, cuando trabajaba en la unidad B del estudio Nikkatsu. Dicha serie de películas se caracterizó por presentar momentos de puro delirio marcados por estallidos de color, curiosos ángulos de cámara, humor absurdo, y historias que desafiaban las barreras propias del género. En 'Tokyo Drifter' Suzuki consigue visualmente llegar al espectador gracias a una magnífica perspectiva, profundidad de campo y sobretodo, por un uso del color exquisito. Con un estilo muy teatral, pasaremos por distintas etapas de color, desde el amarillo, morado, verde, azul, blanco o negro, tanto en los personajes como en los decorados.

Película compleja pero realmente disfrutable, cuya calidad técnica y experimentación narrativa la posiciona como una verdadera joya del cine de yakuzas.
Juan Marey
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7
17 de febrero de 2013
20 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 1863, Lincoln estableció una proclama por la que se podía conceder amnistía a los prisioneros, sobre todo los de caballería, si aceptaban unirse al ejército de la Unión en los fuertes que tenían en la frontera donde batallaban contra los indios. Y eso es lo que propone el capitán Bradford (Cornel Wilde) a un grupo de confederados, comandados por el coronel Tucker (Joseph Cotten), quien logra convencerles de que subordinen su orgullo a poder seguir viviendo con cierta dignidad. Pero en Fort North se encontrarán con que quien lo comanda, el mayor Kenniston (Jeff Chandler), un tipo complejo, amargado, lleno de odio, no se lo pondrá precisamente fácil.

Turbio, violento, desmitificador y profundo en el estudio de los personajes, este notable western desdeña muchos de los estereotipos del género para abordar cuestiones como el racismo, la tensión sexual e incluso los desequilibrios mentales. Interesante película.
Juan Marey
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8
13 de julio de 2014
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película modesta y sin muchas pretensiones, pero realmente interesante, realizada de forma brillante e inteligente. Nos habla de cuatro jóvenes amigos, un tanto holgazanes y desnortados, que viven en un pueblo de Indiana y que no tienen muy claro de lo que hacer con sus vidas, bueno, con una excepción, Dave, aunque no tiene trabajo y tampoco tiene claro lo que quiere hacer en el futuro, siente una gran admiración por el mundo del ciclismo y en concreto por el equipo italiano, además es “Italomaníaco”, vamos que habla en casa a sus a sus padres en italiano, escucha a Rossini y Mario Lanza y no come más que fettuccini, linguini, zucchini y todo aquello que termina en –ini, ¡pero si hasta su gato se llama Fellini!

Estupendas las interpretaciones de sus jóvenes actores, pero realmente el que se sale es Paul Dooley en el papel de padre de Dave (Dennis Christopher, el fanático de las bicicletas y de todo lo que huele a italiano), borda el papel de ese padre que está harto de todo lo que termina en -ini.

Una película casi olvidada pero que tuvo un gran éxito en su momento, una de esas películas que tiene ese buen aroma a comedia de viaje iniciática, una buena y agradable crónica del "cambio", del cambio en una América a mitad de los 70, que no estamos demasiado acostumbrados a ver, porque el tipo de comedia juvenil que se llevaba entonces era de otro tipo (Pienso en cosas como “Desmadre en la universidad”, “Porkys”, etc). Un film sorprendente en muchos aspectos, en primer lugar funciona como una divertida comedia, pues tiene todos los ingredientes típicos de esta clase de películas: Están los “fracasados”, están los ricos, guapos y capacitados universitarios pijos, está el deporte sí, pero un estilo deportivo, el ciclismo, menos fílmico (y "patriota") que el tradicional rugby americano, beisbol o baloncesto, está además el primer amor de por medio, las riñas, las travesuras, los enfrentamientos sociales... y todo lo que estamos acostumbrados a encontrarnos en productos de similares características, pero lo que la hace distinta del resto está en la apuesta de su gran director, el tristemente fallecido Peter Yates, de querer rodar un film comprometido con la reflexión y, el valor existencial de sus personajes, sirviéndose del ciclismo como una mera excusa para narrarnos y mostrarnos otras cosas demasiado importantes como para tomárselas a coña, hablo de trabajo, inseguridad, esperanza, inquietudes, familia, amistad, futuro incierto, infelicidad...
Juan Marey
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7
29 de enero de 2017
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después del éxito conseguido con “Pasaporte a la fama”, la Warner vio que era el momento de que Edward G. Robinson volviera al estudio que le tenía contratado, pero todos los guiones que le mandaban eran de gángsters, así que al pasar el tiempo sin conseguir el interés del actor se llegó a un acuerdo con Samuel Goldwyn para prestarle a Robinson para United Artists, eso sí, pagando a la Warner el doble del salario del actor. Aunque “La Ciudad sin ley” fuera originalmente un proyecto que contaba con William Wyler como director y con Gary Cooper y Anna Sten como pareja protagonista, al final constituyó el reencuentro de Robinson con el director Howard Hawks, que a pesar de todos los problemas que tendría con el actor, le consideraba junto a Walter Huston y Paul Muni el mejor actor de todos a los que había dirigido. El rodaje estuvo lleno de tensión en parte por las diferentes ideologías políticas: Robinson y los escritores Ben Hetch y Charles MacArthur en el bando liberal y Hawks, Miriam Hopkins, Joel McCrea y Walter Brennan por el lado más conservador. Las batalla dialécticas no cesaban en ningún momento, pero eso no era todo, Miriam Hopkins, a pesar de su indudable talento, era una absoluta pesadilla para todo aquel que la rodeara, que actuaba como una diva insufrible constantemente, le gustaba improvisar las escenas, eclipsar a sus compañeros de escena, cambiar e improvisar líneas según le parecía y exigir lo que le daba la gana mientras el resto del equipo estaba esperando a que ella diera por finalizados sus caprichos aunque fuera por un momento.

Con todo, estamos ante una estupenda película, muy bien ambientada, con un gran reparto y un guión realmente interesante. No es uno de los más memorables trabajos de Robinson, pero consigue dar la talla como implacable dueño del San Francisco de la época. Tampoco es una de las grandes películas de Howard Hawks, pero estamos hablando de Hawks y esto ya son palabras mayores. Miriam Hopkins y Joel McRea están a un buen nivel, aunque el absoluto ganador de la película es el papel del gran Walter Brennan, uno de los mejores secundarios de la historia del cine, impactante y muy divertido en su personaje Old Atrocity, un carcamal entrañable y peligroso por igual. La película supuso la primera colaboración de Brennan con el director, Hawks recordando este encuentro comentaba lo siguiente: "Un tipo de producción me habló de él. Le dije que lo trajera, pero que le diera algunas frases para ver qué tal las decía. Así que cuando apareció le pregunté si le habían dado las frases. El respondió '¿quiere que se las lea?'. 'Sí, claro', dije yo. 'Y dijo, '¿con o sin?'. Yo dije, '¿con o sin qué?'. Dijo 'Dientes' y yo afirmé que quedaba contratado. No tuvo que leer las frases".

Comedia, drama, cine negro, western y Hawks sacándole el jugo al cóctel, ¿quién da más? Una interesante película, recomendable y demoledora.
Juan Marey
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9
24 de mayo de 2015
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
“A pleno sol” es la primera adaptación al cine que se hizo de la novela “The Talented Mr. Ripley” de Patricia Highsmith, la primera y, bajo mi humilde opinión, sin duda la mejor, una de las muestras más interesantes de cine negro europeo, una película gestada bajo el calor sofocante del verano italiano que se transforma en un thriller psicológico marcado por la desconcertante falta de moralidad de su protagonista.

Uno de los aspectos más interesantes del film, y por extensión de la novela original, es la idea del crimen perfecto, o más bien la idea de adquirir una vida deseada de la única forma posible para un fracasado, enfermo mental aunque genio, engañando no solo a sí mismo sino al resto. La película nos habla de la envidia, de la dualidad de personalidades, del amor y el desamor y sobre todo de los límites a los que puede llegar uno por querer incrementar su propia autoestima, y todo esto lo filma Clément de forma pulcra, cuidando mucho los detalles, haciendo un análisis visual del proceso de suplantación de una persona, con un tratamiento de los personajes formidable. La cinta se aparta de sentimentalismos, de excesos de planos y refleja perfectamente el acoso y el miedo interior de Ripley, trasladando al espectador a terrenos del género negro pocas veces visto con tanta sobriedad.

El protagonista es el magnético y hermoso Alain Delon, criatura diabólica que brinda una interpretación insuperable, Delon encarna a Ripley con una mezcla entre infantilidad y frialdad extrema, casi inhumana, su mirada pasa de ser distante a mostrar una curiosidad insana que roza el sadismo, como un niño que disfruta al ver chamuscarse una hormiga bajo una lupa, aun así, el actor francés consigue que Ripley resulte carismático, es difícil no sentirse atraído por la elegancia indiferente y la clase de este asesino enfundado en mocasines y pantalones de pinzas, su Tom Ripley pertenece por derecho propio a la larga galería de encarnaciones del mal que ha dado el cine. No menos hermosa y seductora está Marie Laforet como el objeto de deseo de Ripley, contrastando su belleza frágil con la posesión total y suplantación que ejerce el Ripley de Delon. Muy notable también la actuación de Maurice Ronet en su papel de Phillipe Greenleaf, representa claramente un “viva la vida”, un chico bien con dinero para malgastar sin oficio ni beneficio pero con respaldo económico de sus padres, la chulería y el dinamismo de su personaje están perfectamente reflejados por este gran actor.

Una joya del thriller, un auténtico clásico del “noir” europeo con una extraordinaria banda sonora de Nino Rota y una fantástica fotografía que logra atrapar el magnífico brillo y tonalidad de Italia, de esa Italia del sur, en particular de los escenarios naturales y urbanos en la que está magníficamente ambientada. Imprescindible.
Juan Marey
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