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España España · Santa Margarida i els Monjos
Críticas de Víctor Baylach
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Críticas 58
Críticas ordenadas por utilidad
7
15 de octubre de 2021
14 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Júlia Ducournau ha regresado. Aquella que con el estreno de su primer largometraje en el festival de Sitges fue capaz de revolotear los estómagos de sus espectadores, unos estómagos experimentados que no se angustian por cualquier cosa. "Crudo" la que a base de tensión, sangre y gore, exploraba el despertar sexual de una joven a la par que un deseo insaciable por devorar cruda carne humana. Ahora, sin más preámbulo, nace “Titane”, su nuevo proyecto con el que no solo se atreve a estrenar en el festival de Cannes, sino que cierra el concurso con la Palma de Oro bajo su brazo, y eso no es moco de pavo.

De difícil argumento pero no imposible, podríamos decir que, a primera instancia, “Titante” trata de un joven que es descubierto en un aeropuerto, con la cara magullada y que dice llamarse Adrien Legrand, un niño desaparecido hace 10 años. Para Vincent, supone el fin de una larga pesadilla, y tras una década de sufrimiento, por fin, vuelve a tener a su hijo en casa.

Con un primer acto inicial salvajemente explosivo, de talento visual como ningún otro, que mediante coches, chicas, fuego y sangre, invade la pantalla con mil y una referencias a los estilos cinematográficos de cineastas de gran escala como el “Crash” de Cronenberg. Por si esto fuera poco, Ducournau lo remata con una extensa e infinita macedonia de géneros y estilos tan dispares entre sí, que consigue una mezcla tan gratificante como sensacional.

Si en su inicio nos atrapa con una fuerza desenfrenada a un mundo cercanamente futurista donde la ficción está tan turbada como la misma realidad, en su segundo acto nos adentra de pleno a sus dos protagonista, de físico y mente destrozados, que se embarcaran a una difícil relación paterno-filial, tan dañina como sanadora, retroalimentada a base de mentiras y engaños tan propias como ajenas. No sin, en mayor o menor medida, tocar temas de profundidad, como el transgénero de uno mismo a otro ser, las desviadas preferencias sexuales o la mentalidad desquebrajada del individuo y la relación de otra mente nociva; entre muchos otros aspectos.

Con un gran “WTF?” como primera impresión y seguido de varias horas de reflexión, finalmente me decanto por un buen acierto con el que, a cada día que pasa, me cautiva más y más. Ducournau asciende a nivel visual y cinematográfico a paso de gigante con una evolución de género y, aún que su película es todo un ejercicio de rabia dañina, posee belleza en sus imágenes. Así que, espectador, siéntate, abre tu mente, no esperes nada y espéralo todo, y disfruta de todo lo que “Titane” te escupe, que si tienes la mente tan turbada como cabe esperar te deleitará con gran aberración. Si no es el caso, ni se te ocurra acercarte y aléjate lo máximo que puedas.
Víctor Baylach
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5
14 de diciembre de 2022
13 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corria el año 1999 cuando Jaume Balagueró se hacía un pequeño hueco dentro de la industria cinematográfica española con su opera prima “Los sin nombre”, y con la que se iniciaba en su género por excelencia. Pronto fue añadiendole varios títulos a su filmografía con los que explorar las posibilidades que brinda el terror, con “Darkness”, “Frágiles” y “Para entrar a vivir – Película para no dormir” (a pesar de su pequeño desliz en “OT, la película”). Pero no fue hasta 2007, junto al no menos prestigioso Paco Plaza, cuando se fijó en un edificio de lo más cuotidiano de la Exaimple de Barcelona y, allí, rodar la película con la que, sin quererlo ni esperarlo, pegarían un fuerte pelotazo a nivel nacional y global. “[REC]”, su película fan footage, les permitía, felices como a un niño con su piruleta, jugar con el claustrofóbico escenario con el que, junto al modo cámara en mano, se consigue un gran efecto de autenticidad y el que consigue erizarte todos los pelos de tu cuerpo, incluso los de más dudosa procedencia; y a pesar que le siguen algunas secuelas de dudosa calidad, es innegable el éxito rotundo que se consigue en su más renombrado trabajo, hasta el punto de hacerse un remake americano que al calcar la obra original plano a plano sin saber captar su esencia, el resultado era peor que pegarle a un padre con un calcetín mojado.

Fue entonces cuando se le tomo más en serio, y con razón, pues poco después nos brindó “Mientras duermes” otra de las mejores cintas del género de terror nacional con la que conseguía escalar la tensión a niveles donde te faltan uñas que morder. Pero todo lo que sube está destinado a bajar, y “[REC]4” y “Musa” fueron un batacazo tanto en calidad, crítica y público, motivo por el que se decidió por un cambio de registro y se aventuró con “Way Down” un thriller de acción de robos y atracos, que tampoco salió muy bien parada.

Así que después de este maravilloso rollo y tostonazo preludio, ahora sí, nos centramos en “Venus”, la última apuesta del ya nombrado director con el que vuelve a las andadas en su género más característico. Inaugurada en el fantabuloso festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges y perteneciente junto a “Veneciafrenia” a la, por el momento, breve colección “The Fear Collection” de Pokeepsie films, (productora agrupada por Alex de la Iglesias y Carolina Bang), “Venus” viene a contar como Lucia, una streeper de manual, roba una mochila de su chulo, cargada y repleta de pastillitas azules con las que poder hacer negocio y así salir de su mediocre vida. Para esconderse de su mafia, Lucia decidirá refugiarse en casa de su hermana en el edificio Venus de Madrid, un fantasmagórico edificio con el que tendrá que lidiar con una amenaza peor que la de sus cazadores.

Con un mcguffin al puro estilo “Psycho” de Alfred Hitchcock, como pretexto de los acontecimientos de esta ida de castaña audiovisual, a mitad del metraje, dejaremos de preocuparnos por la convencionalidad de su argumento inicial, punto donde menos me interesa la película, y empezaremos a bailar adentrándonos en una diabólica, sangrienta y desmesurada locura, donde si eres un enfermizo como yo, más disfrutareis de “Venus”, porque cuanto más chiflada y estrafalaria se pone, más divertida resulta.

Para el papel protagonista, Balagueró, cuenta con la joven Ester Expósito, conocida actriz española gracias a la serie “Elite”, de discutible calidad pero con una innegable cercanía al público adolescente. Expósito, cómo Lucia, consigue hacerse toda una scream queen de la narración, una protagonista que se ha equivocado en la mayoría de decisiones de su dura vida y ello le infunde el carácter con el que enfrentarse, bañada en toneladas de sangre, a las amenazas del edificio; cómo ya lo hizo Manuela Velasco como Ángela Vidal en la saga de [REC]. Destacando a más personajes y omitiendo a aquellos que no me resultan interesantes, se le suman las actrices Magüi Mira, Aten Soria y Maria José Sarrate, tres vecinas que, recordando tanto a las profesoras de la baile de “Suspiria”, esconden mucho más de lo que parece. Pero con quien me dispongo a sacarme el sombrero y a arrodillarme es en frente a la jovencísima y debutante Inés Fernandez a quien da vida a la sobrinita de Lucia, un simpático personaje que a pesar de su corta edad, es más apañada que muchos a sus 30 años, y que Inés interpreta maravillosamente.

Técnicamente hablando tampoco destaca sobre lo conocido, a pesar de ciertas secuencias bien conseguidas, tampoco son nada del otro mundo. Pero lo que sí sabe hacer “Venus” es ser completamente desenfadada, sin buscar un miedo elevado con el que horripilarte hasta en tus sueños más profundos, siendo así una película disfrutable con unos códigos de un terror festivo de serie B donde, a pesar de sus subidas y sus bajadas, si sabes desconectar de ciertas lógicas y eres capaz de adentrarte en el frenesí de su relato sin que te importe lo más mínimo lo mucho que te salpiquen la cara en sangre, entonces ¡Éste es tu sitio!
Víctor Baylach
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7
25 de marzo de 2020
10 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tiempos de confinamiento, donde parece que el tiempo no pasa y que los días ganan horas, nada mejor que aprovechar para revisar buenas películas y descubrir tantas otras. Tachando, poco a poco, títulos de una lista infinita, es el turno de la última galardonada del reconocido festival de cine de Sitges; “El Hoyo”, ópera prima de Galder Gazteulu-Urrutia, director y productor de campañas publicitarias y productor de diversos largometrajes. Debuta como director en un thriller distópico y alegórico. Un hoyo, con cientos de niveles y dos habitantes por nivel que, mensualmente, cambian de piso aleatoriamente. Diariamente, una plataforma repleta de comida desciende con una breve parada a cada nivel. ¿Eres de los que piensan demasiado cuando estas a arriba o de los que no tienen agallas cuando estas abajo?

Con un inicio prometedor y original, arranca una intensa apología, crítica referente a las clases políticas y sociales, que prosigue en un eficiente y oscuro desarrollo narrativo, con un final ciertamente desequilibrado pero bien intencionado. Compone un viaje descendiente al mal de nuestro ser con un mensaje claro y contundente; el hombre es egoísta por naturaleza y ello nos convierte en lobos para el hombre. Un mensaje que consigue transmitir sin dificultad.

Una película claustrofóbica, con una violencia extrema ineludible y justificada, profundamente oscura, y reflexiva de múltiples lecturas. Un gratificante y angustioso descubrimiento, ricamente ingeniosa que te mantiene en suspense e intriga hasta el final.
Víctor Baylach
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