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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.350
Críticas ordenadas por utilidad
5
24 de septiembre de 2018
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
202/16(22/09/18) Inane serie de televisión británica distribuida en España por el canal Netflix, creada por el escritor de novela negra Harlan Coben. Ocho episodios cerrando todos los cabos, se ha anunciado no habrá segunda entrega, para un producto catódico que tiene un interesante arranque, pero a medida que avanza se va enmarañando, va abriendo varias subtramas que van a ningún lado, y cuando llegamos al final y todas las respuestas se dan se siente uno bastante estafado. En lo positivo está un ritmo rápido, algunos picos de valor (pero escasos), la subtrama chirriante con el tono de la serie, pero aun así divertida de la familia Jojo, de estimado humor negro, también hay una ambientación esmerada. Pretende ser mucho más de lo poco que termina dando, quiere mostrarnos como una comunidad cerrada y nunca mejor dicho, pues es una urbanización amurallada, donde tras una aparente tranquilidad se esconden todo un sinfín de secretos y mentiras, y donde el peso del pasado volverá a perseguir a algunos personajes, que por mor de una desaparición y de un asesinato se irán desgranando, vamos, lo que se dice algo muy poco original. Serie que peca de comportamiento arbitrario de los personajes, que son demasiados y mal definidos incoherentes, sin sentido aparente, y menos aún con las explicaciones finales que dan, con giros sorpresa que lo que hacen es desconcertar por sus incongruencias, lo definiría como un “whodonit” del montón, donde nunca empatizas con nadie, y termina por darte igual quien es culpable de algo.

La serie va abriendo conforme avanza el primer y segundo capítulo varias sub-historias, y mediante la investigación de un padre buscando a su desaparecida hija adolescente se intenta dar un semblante-crisol de la familia típica occidental, que tras su escaparate de apariencias de felicidad se esconde la basura de mentiras, infidelidades, alcoholismo, gente en el armario, la hipocresía, el culto a la imagen, un escándalo sexual en la escuela secundaria, todo tratado de forma trivial, sin hondura mínima dramática, pero todo esto termina siendo un estorbo que en casi todos los casos se dejan a medio esbozar, que distraen de lo principal. Tampoco es que las pesquisas llevadas por el protagonista se sientan que caen de modo natural, es todo por imperativo del guión, todo se siente forzado, tanto como la inutilidad, además de ser mentira de enumerar al inicio cada episodio con “Día uno”, “Día dos”, y así sucesivamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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3
14 de julio de 2018
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
147/04(13/07/18) Hace un año, con motivo del fallecimiento (20/08/2017) del cómico Jerry Lewis, me embarqué en un ciclo sobre su filmografía, no es santo de mi devoción su humor, pero siempre ha habido (en los films vistos estos meses) algún momento estimable que cuando menos me ha sacado una mueca de sonrisa, pero en esta ha llegado al zenit de lo penoso, de lo hastiante, de lo incómodo, y es que a pesar de no tener críticas ensalzables, su argumento me era sugerente, un millonario (encarnado por Jerry Lewis) al no ser aceptado (motivos médicos) para alistarse para luchar contra los nazis en la WWII, decide crear su propio ejército para guerrear en Europa. Esto sobre el papel da para esperar buenos momentos, pero al final se queda en una de las peores películas que recuerdo en mucho tiempo, hora y media perdida en medio de situaciones burdas, muecas insoportables, histrionismo horrendo, gags desprovistos de mínima inteligencia, secundarios-florero. Intenta el director y protagonista quizás navegar en la ola de la exitosa “Los productores” (1967) del también comediante Mel Brooks, riéndose del nazismo, anhela ridiculizar el militarismo, su marcialidad y rigidez, pretende hablarnos de cómo el poder del dinero también está presente en las guerras, quiere reírse del Gran Dictador (en un tramo de vergüenza ajena) creyéndose Lewis un heredero de Chaplin, pero este traje le queda muy, pero muy (...y así hasta el infinito) grande. Aquí lo que produce es bochorno cada una de las situaciones y actuaciones, de los guionistas mejor no nombrarlos, pues entre los dos no suman medio cerebro (en lo de escritores). Utiliza recursos cinéfilos sin ton ni son, como los congelados para acabar escenas, anacronismo sin medida, pues no tienen orgánicamente sentido humorístico. Hay tramos que con potencial parecen hechos con desgana, como cuando el protagonista aprende alemán, o cuando aprende a andar como el militar al que va a suplantar. El colmo de lo inaguantable se da cuando Lewis se convierte en el comandante nazi, todo lo que era sobreactuación se atomiza, dando dentera tanto grito y aspaviento. Siendo para el recuerdo (de lo abominable) momentos como cuando una mujer intenta suicidarse (se supone tenemos que reír? Nos toma Lewis por cromañones?), o cuando en el epílogo se burla racialmente a los japoneses, esto sí que pudo ser motivo de volver un nuevo Pearl Harbor (y esta vez con motivo!!!). Al parecer esta década fue letal para el histriónico cómico y es que tras esta nefasta cinta se embarcó (la dirigió y protagonizó) en uno de los films malditos de la Historia del Cine, la inacabada película “The Day the Clown Cried” (algunas pocas escenas del rodaje se pueden ver online), que narra la historia de Helmut Doork, un payaso que acaba en un campo de concentración por hacer una parodia de Hitler y que se encarga de conducir a los niños a la cámara de gas, sin comentarios.

Dedicarle más tiempo sería darle demasiada importancia, ni despotricar de ella merece la pena. Así que, recomendable a los muy, pero muy, incondicionales de Jerry Lewis (que los hay, de todo debe haber en la viña del señor). Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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5
21 de mayo de 2013
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
98/13(20/05/13) Continuo mi ciclo de cine ochentero que en su momento me entusiasmó a través del vintage video betamax, y continua mi autoestudio sociológico de cómo ha evolucionado mi mente desde esos imberbes años, y es que este film es claro ejemplo de la nadería de thrillers que nada aportan al género y se quedan en el montón de debajo de lo pasable, una cinta de esas que la ves, no te aburres y antes de que acaben los títulos de crédito la has olvidado. Walter Stantin (buen Sidney Pioittier) es un agente del FBI que está obsesionado con atrapar a un criminal que se le escapó en un secuestro, el villano es un sociópata (buen Clancy Brown) que se ha hecho con un botín de diamantes, decide huir de USA hacia Canadá, para no ser detectado en la aduana, decide cruzar las montañas, para ello se une a un grupo de aventureros turistas guiados por Sarah (correcta Kirstie Alley), el FBI da con su rastro y Stantin decide ir en su busca con otro guía local, Jonathan Knox (buen Tom Berenger), que además es pareja de Sarah, es una dueto perseguidor mal avenido pues Knox piensa que Stantin le frena, y el agente es cabezota y no piensa dejar la cacería, por el camino se encontraran muchas dificultades a causa del salvaje terreno y del mal tiempo. Nada nuevo bajo el sol, la clásica persecución a un criminal, llevada a cabo por un binomio, el clásico buddy-movie que la época puso tan de moda, película de colegas malavenidos, de diferentes caracteres, en este caso el urbanita frente al montañero, unidos a la fuerza por un objetivo común y que en un giro sorpresa toman gran amistad (sarcasmo). Uno de los grandes problemas del film es un guión torpón con varios agujeros, por ejemplo el hecho de que solo manden a un agente del FBI, ridículo, y un insulto a la inteligencia no mandar a un helicóptero tras el malo, se lo deberían haber currado los guionistas, y además no sabe aprovechar el potencial de algunas de sus ideas, algo que podría haber dado mucho juego era saber quién era el malo entre el grupo de excursionistas, pero se desvela muy pronto restando poder de intriga, convirtiéndose su desarrollo en algo plano y previsible donde no hay lugar al sobresalto. Tampoco ayudan lo incoherente del malo malísimo, su comportamiento confunde y resta carisma, no puede ser que al principio mate con tan trivialidad y luego, cuando ya no le hace falta Sarah nos e la cargue, cuando en realidad es un lastre, y bien le puede valer cualquiera que se encuentre, un pegote sinsentido. Lo destacable de este producto pasajero express en la mente es el tramo en las montañas, conjugando de modo atractivo el espíritu de supervivencia del ser humano con unos bellísimos planos de las hermosas Rocosas, enaltecidos por la espléndida fotografía de Michael Chapman (‘Taxi Driver’, ‘Toro Salvaje’ o ‘El Fugitivo’), que imprime un halo mágico a los fotogramas. En este tramo destacan un par de escenas, la primera es el rapel que se ve obligado a hacer Jonathan para cruzar un tajo donde una cabina por cable que lo cruzaba ha sido saboteada, la otra es la de la tormenta en que Walter está al borde la muerte por frío extremo y Knox construye un iglú dentro de la nieve para después intentar calentarlo por todos los medios, fuera de esto las escenas no pasan de anodinas, llama la tención para mal que el pilar de la historia sean los paisajes montañosos y a la hora de la verdad todo se finalice en la ciudad, es de una torpeza supina, no se puede ser más obtuso. Tampoco suma lo esbozados que están los personajes, nada se sabe de los protagonistas, sus vidas parecen empezar de cero con la historia, no se les da un poquito de fondo, nada sabemos de ellos, con lo que es complicado empatizar con ellos, son meros estereotipos que reaccionan de modo visceral, aunque los actores no lo hacen mal con la poca chicha de su roles. Poittier cumple con su cliché, Berenger dota de personalidad a su lineal parcela, Clancy Brown adorna a su villano de cierta simpatía, eso si, incongruente con su comportamiento. Como curiosidad decir que la dirige el canadiense Roger Spottiswoode, este fue montador del grandioso Sam Peckinpah en ‘Pat Garret & Billy The Kid’, ‘La Huída’ y ‘Perros de Paja’, durante el rodaje de la segunda conoció a Walter Hill para el que escribió un clásico de la buddy-movies, ‘Límite 48 Horas’, de Bloody Sam al parecer se le pegó nada de su ingenio, brío y romanticismo lírico, pues es un realizador que nada ha hecho destacable, <es un canto rodado que ha estado rodeado de agua (ingenio de Peckinpah) pero no le ha calado>. Por cierto reseñable es la moda de colocar música techno en los films de esta década, menudo desvarío, encaja fatal el score de Jhon Scott en el relato, lacar de este tiempo. En conjunto una pasable cinta cargada de tópicos, con un bloque central interesante, pero con clímax final sangrante por lo trivial e inane. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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5
2 de noviembre de 2010
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
268/20(21/10/10) El irregular realizador francés Jean Pierre-Melville hace aquí uno de sus trabajos más aburridos y a la vez pretenciosos, basado en una novela de Georges Simenon. Es un film que pretendía ser una biografía del magnate y millonario Howard Hughes, pero que al tener muchos problemas cambio el sentido del film, esta indefinición queda reflejada en la pantalla, donde en momento alguno se sabe a qué juega, si al drama, la acción, el existencialismo, resultando algo así como una fábula sobre el ocaso de la vida en el que personas al límite son puestas a prueba, pero todo ello es muy confuso, rozando muchas veces el surrealismo más abstracto, todo esto provoca el alejamiento del espectador y con ello el tedio, a lo que no ayudan unos personajes demasiado fríos, que no transmiten sentimiento alguno, de los que hay que adivinar las razones de sus extraños comportamientos. La historia está dividida en tres partes, una es sucede en París y Nueva York, donde conocemos a los dos singulares protagonistas, Michel Maudet (correcto Jean-Paul Belmondo), un Don Nadie ex-boxeador, que en una rara entrevista consigue el puesto de secretario-chofer-guardaespaldas del otro personaje principal, Dieudonné Ferchaux (buen Charles Vanel), un financiero que huye de Francia temiendo que la justicia gala vaya tras de él por fraude bancario, primero pasa por Nueva York, para después comenzar un surrealista recorrido en coche a través de Estados Unidos, esta sería la segunda parte, una roaad-movie, la tercera es cuando se establecen en un caluroso pueblo cerca de Nueva Orleans en el que el pasotismo de Michel chocará con la fuerte dependencia que Dieudonné tiene de él. El film posee un ritmo narrativo lento, donde las escenas son plomizas, dándonos igual lo que les pase a estos nihilistas personajes. Recomendable a los incondicionales de Melville. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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7
18 de octubre de 2010
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
250/01(03/10/10) Acabo de terminar de ver la tercera temporada de esta decadente serie, y mi conclusión es que hay productos televisivos que al alargarlos no dan más de sí y terminan pegándose un tiro en el pie. Esta serie es buena prueba de ello, supuso un soplo de aire fresco, un guantazo a lo políticamente correcto, llena de diálogos de un humor negro rompedor, con personajes bien descritos y definidos, con un protagonista rebosante de carisma, un cínico, misántropo escritor que siempre tenía la respuesta adecuada, lo que viene a ser un doctor House pero sin cojera y con un imán para cazar a cualquier mujer que se le acerque, normalmente una top model.

La historia aguanta perfectamente una primera temporada, es más si hubiera acabado aquí hubiera sido un hito, un icono, pero ya en la segunda no saben cómo meterle mano y se les empieza a ir para encontrar el buen camino, los tejemanejes y desvaríos del escritor con un cantante famoso, Lew Ashby, un tío de vuelta de todo que es en el que Moody ve su futuro, pues todo se desarrolla hundiéndose en lo absurdo, y ya en la tercera la cosa no parece tener solución, metiendo a Hank Moody en una universidad en donde se tira a todo lo habido y por haber, es un todo vale en el cual la serie ya es una parodia sin gracia de sí misma, los guiones ya han pasado de ser provocativos a ser escatológicos, ya la gracia parece estar en meter cuantas más veces se pueda en una frase follar o chupar, sin ton ni son, un recurso facilón de guionista sin ideas, por no hablar de ver en esta última temporada a mi venerada Kathleen Turner en un papel patético, esta magnífica actriz protagonista de la Obra Maestra ‘Fuego en el cuerpo’ no merecía este personaje chabacano y mezquino un insulto a sus seguidores.

Tanto ha degenerado la serie que lo que en un principio era un ser carismático, con magnetismo, es decir Hank Moody dándole vida David Duchovny, se ha ido convirtiendo en un ser pedante, petulante, vanidoso sabelotodo inaguantable que ha perdido su encanto cual Dorian Gray ha vendido su alma al diablo por fornicar con cuantas más mejor, ya no tiene ingenio, únicamente le ponen tías buenorras en pelotas alrededor suyo que la audiencia es lo que quiere, quien quiere guión habiendo calentorras mozas en pantalla.

La historia paralela de su agente Charlie Runkle (Evan Handler) no sirve ni mucho menos para levantar el vuelo, sino más bien lo contrario, se convierte en un contrapunto lastre. La puntuación que le doy por supuesto es por su colosal primera temporada, de diez, pero sus posteriores secuelas emponzoñan la puntuación final. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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