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Críticas de Federico_Casado
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Críticas 662
Críticas ordenadas por utilidad
3
31 de diciembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la industria del entretenimiento, los videojuegos han superado con creces al mundo del cine en facturación e incluso en influencia popular. Nombres como los de "Call of Duty", "FIFA", "Uncharted", "GTA", o por supuesto, "Assassins Creed" tienen ya mucha más importancia en el ocio de millones de personas que cualquier película que se estrene en una sala de cine. En la transversalidad que Hollywood ha intentado una y otra vez a la hora de llevar a las películas los videojuegos -que, en muchos casos, tienen la tradición cinemática y narrativa del cine...- no ha habido prácticamente ningún buen resultado, a pesar de las muchas adaptaciones.

Quizás la clave sea en que todo lo que nos tienen que contar, ya nos lo han contado. No sirve el antiguo argumento que a nivel de guión los videojuegos son inferiores al cine: cualquier título desde hace ya muchos años tiene los suficientes recursos dramáticos para conformar una historia. Además, con el componente añadido en que el protagonista de todo eres tú, de manera activa y no como un simple observador externo, una tercera persona que simplemente mira la acción. No. Ahora tú eres parte de la acción, y de ahí el gran éxito de el ocio cibernético, que es capaz de llevarnos a pilotar un fórmula uno, a hacernos luchar en cualquier guerra conocida por la humanidad (o no), pilotar un caza de combate de última generación en territorio enemigo, manejar una nave espacial en lo profundo del cosmos, enfrentándonos a civilizaciones extraterrestres, exterminar una plaga de demonios interdimensionales o planificar una estrategia empresarial. Todas estas experiencias, todas estas vidas, que tanto intentaron hacernos vivir autores como Alejandro Dumas o Miguel de Cervantes, ahora podemos experimentarlas en primera persona, y con una sensación de realidad tal que es algo inédito hasta ahora en la historia de la humanidad.

Más allá de los condicionantes sociológicos (y psicológicos) de los videojuegos, ahora nos centramos en la versión cinematográfica de uno de las producciones electrónicas de mayor éxito de la historia, en la que un particular asesino profesional ha de enfrentarse a las más peligrosas situaciones, ayudado por su entrenamiento acrobático, sus armas y su rapidez. Un background que ya conocemos de sobra los que hemos jugado a este videojuego (el animus, la memoria genética, el salto de fe...) pero que ahora al trasladarlo a la gran pantalla queda bastante desvaído, bastante lejano para el espectador: es esta una historia pensada para que el contexto sea un mero decorado para la acción, y en la película se hace justo lo contrario: es el contexto -la España inquisitorial de 1492- lo más importante, y la acción pasa a un segundo plano.

La ambiciosa fórmula sencillamente no funciona, ya que el esfuerzo de los guionistas no consiguen hacernos entrar en lo que debería ser un apasionante viaje por una de las épocas más fascinantes de la historia de la humanidad. Y desaprovechan miserablemente el recurso de la dualidad entre el protagonista en la actualidad y en su versión remota de Assassins. Todo queda como muy falso, como muy ridículo, como muy lejano. Demasiado lejano.

Pero lo más ridículo, lo más penoso es ver a Fassbender y a Cotillard, prácticamente los dos actores más de moda en el panorama internacional, intentando salvar sus propios personajes. Incluso la solidez de un grande como Jeremy Irons también está fuera de la historia. Me pregunto una y otra vez qué ha pasado con la calidad de un director como Kurzel -que me maravilló con su anterior película, una versión lucidísima de Macbeth, también con el mismo dúo protagonista- a la hora de afrontar este proyecto. De acuerdo que la factura es brillante, que la producción -con el fondo de nuestra querida Sevilla, Giralda incluida- es espectacular. Que la banda sonora también es magnífica... pero recordemos que todo eso ya está en los videojuegos, que han llegado a utilizarse -en el caso de la aventura en Venecia- en las facultades de arquitectura para ver el plano de las ciudades, y en las facultades de historia y sociología para ver las costumbres y vida de los personajes en esas épocas (revolución francesa, conquista de américa, etc.).

Es, sencillamente, una película que sobra, porque lo que vemos, ya lo hemos visto en los videojuegos. Y mucho mejor, porque además no es que lo veamos, es que somos los protagonistas.
Federico_Casado
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6
28 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director de este film es un tipo que me cae especialmente bien: además de ser un sólido actor de comedia, me sorprendió muy gratamente cuando dirigió la primera parte de “Iron Man”, con un excelente criterio (y además se quitó de en medio de la franquicia Marvel/Disney cuando tras dirigir como pudo la segunda parte, lo relegaron y convirtieron todo en un circo sin sentido). Ahora y pulsando dos temas de moda (esto es, los chefs y las cocinas, y los conflictos familiares de divorciados…) ha llevado a la pantalla una comedia simple, sencilla, sin pretensiones pero con una cierta (e inocente) carga moral.
La ecuación es tan fácil como cabría esperarse: padre divorciado y chef de éxito que se enfrenta con el dueño del restaurante donde trabaja, y termina quedándose sin trabajo, sin esposa –que ya estaba…- y sin nada, teniendo que reinventarse personal y profesionalmente con un camión de bocadillos con el que irá por todo el país. Y encima, acompañado de su hijo, cuando le toca la custodia.
Todo muy fácil, todo muy sencillo, todo muy “blanco”. Pero funciona con unas excelentes interpretaciones tanto del protagonista/director/guionista como de los secundarios de lujo entre los que están John Leguizamo, Sofía Vergara, Scarlett Johansson y Robert Downey Jr., nada menos. Un producto ligero, casi inocuo, que además mete de rondón todo el tema de la influencia de las redes sociales en la nueva economía y en los trabajos. Es cierto que está metido un poco con calzador, y que a veces resulta tan estúpidamente ingenuo como un anuncio de iphone, pero no deja de tener su gracia.
Poco más hay que decir de este film, que bien pudiera ser uno de los muchos que campan a sus anchas por la programación televisiva de mediodía del fin de semana… pero que resulta entrañable, divertido y muy comestible. Cómo no…
Federico_Casado
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5
17 de marzo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale, admitimos que en el cine las formas son (casi) tan importantes como el contenido. Incluso que hay películas que no siendo ninguna maravilla (sin ir más lejos, la primera parte de esta película, que revolucionó el tratamiento visual de las películas de aventuras, o "Sin City", ambas dos creando una bizarra simbiosis entre cómic y cine) tenían un interés estético más allá de lo que en realidad nos ofrecían argumentalmente. Pero de eso, a intentar replicar la misma cantinela sencillamente para llevarse la pasta...como que no. Que no nos vendan la burra, porque más allá de los abdominales (que ahora no hay tantos, por cierto...) de la cámara lenta, de la imagen tratada por ordenador y demás filigranas visuales hay muy poquito que ofrecer en esta película. Ni siquiera aunque aparezca la preciosa Eva Green ni el musculoso Rodrigo Santoro interpretando al rey-dios Jerjes.

El guión del film es un poco un caos: después de la famosa batalla de las Termópilas en la que 300 espartanos pudieron repeler el ataque del poderosísimo ejército persa, ahora saltamos algo antes en la acción para situarnos en el primer ataque de la armada persa en la batalla de Maratón, donde el griego Temístocles también se enfrenta a Artemisia, la implacable almirante en jefe de la flota de Jerjes, preparándose para la mítica batalla de Salamina -que fue posterior a las Termópilas-. O sea, que más que una precuela es una especie de "spin-off" que se separa del argumento inicial de "300".

Producida por el propio Snyder, director de la primera parte, aunque tiene el lustre y empaque visual de la misma (incluso más, intentando apabullar con más medios... pero eso sí, con menos imaginación) le falta contenido, le falta profundidad. Y lo que es peor, le falta alma, emoción, grandiosidad: paradójicamente, las apabullantes e increíbles batallas navales -con cero patatero de rigor histórico, tanto en las embarcaciones como en las tácticas, etc.- quedan desvaídas porque no hay un camino, un fin, una dramaturgia que nos cuente una historia, sino que venga flechas, venga fuego, venga hundimientos, esclavos remando, y mucha acción espectacular. Vale ¿y la historia?

Y fíjate que lo tenían en bandeja: Temístocles y Artemisia quedan como dos pasmarotes, y Jerjes sigue siendo un ridículo travesti que aparece y desaparece sin orden ni concierto para decorar el asunto. Todo ello muy falso, tan ortopédico como pudiera pensarse. Es una segunda parte que cumple a rajatabla el tópico de la bajada en la calidad del producto. Punto por punto.

¿Que si es entretenida? Pues podría haber estado bastante mejor, si uno puede sobrevivir al empacho de sobredosis visual. Es como si al cómic le hubieran metido un buen chute de imágenes tipo Playstation -mucho menos refinadas que en la primera parte- y hala, a correr que seguro que les gusta a grandes y pequeños. ¿Tiene momentos dignos de recordar? Pues tampoco te creas, han escorado el producto final en una película palomitera sin más, y toda la épica de la primera parte queda en agua de borrajas, se pierde irremisiblemente.

Si la primera parte sorprendía por su impactante y original propuesta visual, aunque no fuera ninguna maravilla, en esta segunda parte se pierde el factor sorpresa y aún es más mediocre que la primera, con lo que realmente no merece la pena.
Federico_Casado
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8
1 de marzo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me he tomado la licencia de utilizar este término empleado en sistemas operativos para ordenadores, que a estas alturas me niego a explicar. Porque el ordenador que tiene el protagonista no es que sea "friendly user", sino más bien "lovely user": su computadora no solo es capaz de arreglarle la vida laboral, sino también la familiar, social... e incluso sentimental. Vamos, el sueño de cualquier enganchado a los ordenadores, pero hecho realidad. Pero cuidado, que a veces los sueños no son lo que parecen ser...

Los amores y desamores entre máquinas y humanos han marcado la historia del cine, y si no que se lo digan a Rotwang cuando inventó a la bellísima androide de "Metrópolis" o al Blade Runner que rompió su ética policial al enrrollarse con una replicante (que la verdad, lo merecía). Por supuesto, sin olvidar al Dr. Dave Bowman y a su pobre y neurótico ordenador HAL 9000, que necesitaba un psicoanálisis como el comer... Y además, por qué no decirlo, estos amores molan: imagínese programar lo que uno quiere, diseñar una personalidad, una forma de sentir... no digamos ya un cuerpo: a ver, póngame los ojos de Nicole Kidman, la boca de Monica Bellucci, las piernas de Charlize Theron. La utopía hecha realidad. Pero ¿realmente podríamos controlar esa inteligencia artificial? ¿hacia dónde iría una relación entre un humano y una entidad con capacidad de memoria ilimitada y razonamiento intelectual/emocional en constante aprendizaje?

Bueno, pues eso es lo que ha planteado con mucha inteligencia y prospección de futuro el rey de los gafapastas de todo el mundo, el cineasta más sobrevalorado del planeta, es decir, Spike Jonze. Un señor que consigue inexplicablemente financiación para sus películas, además de enrrolar a las mejores y más rentables estrellas de Hollywood para sus pajas mentales. Pero tengo que morderme los labios, porque "Her", su última película... me ha encantado. Si, es verdad que el ritmo narrativo (y contemplativo, como no podía ser de otra forma) es demasiado lento, aburrido incluso a veces. Y también es verdad que parece que estemos viendo un anuncio de Apple de los noventa (no ya por la tecnología, sino por la estética). Pero hay que reconocer que la historia funciona, y que le han puesto imaginación al asunto: como social media manager y persona muy apegada a la tecnología de toda clase, confieso que me ha sorprendido bastante la evolución argumental de la historia, que comienza con un solitario hombre recién separado que se compra un nuevo sistema operativo para sus dispositivos que es capaz de aprender de sí mismo y los demás. El primer sistema operativo dotado de inteligencia artificial, vamos.

Desde luego, contar con Joaquin Phoenix y la encantadora voz de Scarlett Johansson (por favor, vedla en original, que merece la pena) son dos alicientes notables del film, que ubica una de las más preciosas (que no preciosistas) historias de amor que hemos visto en los últimos tiempos. Y lo que es mejor, ubicada en un plausible futuro muy despersonalizado de emociones, empatía, sentimientos y... amor. Esta denostada palabra en esa distopía es precisamente el eje y centro del film. Lo que significa en toda su extensión, en cuanto tiene que ver con la confianza, con la entrega y con la libertad individual. Brillante es además la manera en que Jonze va añadiendo factores a la ecuación principal de un hombre y su computadora: una ex esposa, una amiga de toda la vida, compañeros de trabajo, la red global que va abriendo y expandiendo el intelecto del ordenador, foros de opinión, dispositivos móviles que conectan al hombre y al ordenador con el resto del planeta, parejas que comparten experiencias... y cuando parece que no se pueden añadir más cosas, va el tío pedante este -que, todo hay que decirlo, en esta película no lo es- y mete más todavía. Cómo odio tener que reconocer que me ha encantado esta película, Dios...

Porque aunque parezca que tiene una pose de intelectualidad, de afectación, en realidad no es así y te conmueve hasta los centros: lógicamente buena parte de culpa de esta conmoción la tiene Phoenix, que se merece todos los premios habidos y por haber. Ya sabíamos que era uno de los mejores actores que existen en el mundo (a pesar de sus excentricidades) pero aquí demuestra que con un simple gesto, una subida de su labio leporino (ahora camuflado con un bigotón que le queda muy bien) o esa tierna mirada azul (que puede tornarse en frío acero en un milisegundo) es capaz de conseguir cautivarte.

El caso es que Spike Jonze, el listorro de turno que es capaz de armar los más inverosímiles proyectos y liar a Nicolas Cage, a Meryl Streep, a Mark Ruffalo, a Cameron Diaz, ¡¡Hasta al mismísimo John Malkovich!! (usando además su nombre para el título de una película) ahora ha hecho su mejor film con diferencia, destilando lo mejor de su discurso y simplificándolo para tocarte en el corazoncito sutilmente, y no a cañonazos como hasta ahora había hecho.

Si consigues superar el rechazo inicial por su imagen y pose de "enterao" y moderneras -algo así como una suerte de Santiago Segura (en cuanto a genio comercial), pero en plan exquisito y yanqui- estoy convencido que "Her" terminará enganchándote, tanto por su demoledora simpleza (¿quién dijo que la informática y la robótica tenía que ser compleja?¿Pero es que todavía no conoces el término "friendly user"? (¡venga, a googlearlo! -bueno, pues esto es la quintaesencia del "friendly user"-) como por el planteamiento de las más elevadas emociones humanas... y cibernéticas.
Federico_Casado
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9
4 de octubre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno lleva tantos años haciendo crítica de cine, termina por desarrollar un cierto olfato para las películas, y por supuesto para los directores. Sobre todo cuando no han cometido ningún despropósito en su carrera, y ésta ha ido de manera ascendente. Cuarón no solo no la fastidiado nunca, sino que con sus pocas películas, nos ha mostrado una forma de entender el cine que es capaz de unir espectáculo con mensaje. O sea, que ha sido capaz, en mayor o menor medida, de cargarse todas las teorías de muchos sesudos gafapasta que creen que una película con grandes estrellas y gran producción no puede tener calidad, calado y profundidad. Después de dar una lección del género de ciencia ficción -ahí queda eso- con "Hijos de los hombres" (plagado además de estrellazas como Clive Owen, Julianne Moore y hasta el mismísimo Michael Caine...), Cuarón ha dado un triple salto mortal con este film, que nunca mejor dicho, desafía la gravedad y con los pilares de otras dos estrellas como George Clooney y una recuperada e inesperadamente lúcida Sandra Bullock, logra crear la más original cinta ambientada en el espacio desde "2001, una odisea del espacio".

Vamos a ver, y no nos volvamos locos: no me refiero a que Cuarón vaya a enmendarle la plana al maestro de maestros Kubrick. A lo que me refiero es que el mejicano ha sido capaz de convertir al espacio en el antagonista perfecto de los protagonistas, creando un personaje tan deslumbrantemente bello como amenazador. Tan terrible como fascinante. Tan naturalmente precioso como brutalmente implacable. Y como pasaba con el film de Kubrick, se convierte en el escenario perfecto para entender a la perfección la psicología del ser humano, que es capaz de sobreponerse ante las vicisitudes más imposibles para sacar aquello que precisamente nos ha hecho prevalecer ante otras especies: el instinto de supervivencia.

Argumentalmente, la cinta parece no ser nada especial. Es más: prácticamente todo el argumento puede resumirse en el trailer. Pero es que eso no es todo, ya que el argumento se fusiona a la perfección con una sinfonía de imágenes que dotan a la historia de una personalidad propia, de una -nunca mejor dicho- atmósfera única probablemente en la historia del cine. Merece la pena señalar que a nivel de realización, éste film es un verdadero prodigio: el uso del plano secuencia, haciendo girar caprichosamente la cámara casi en órbita -otra vez, nunca mejor dicho- de los protagonistas consigue situarnos no solo en los momentos críticos de los personajes, sino también en su psicología, en sus emociones, sentimientos, percepciones...

Es una experiencia tan sobrecogedora como fascinante, y lo que es más alucinante es cómo Cuarón consigue ponernos en nuestro sitio dentro del universo: no somos nada. Ni siquiera una minúscula mota de polvo o basura espacial. Nada de nada. Y a partir de ahí, que cada uno empiece a pensar el lugar que tiene, de donde viene y a donde va. Este discurso, aunque resulte pretencioso, está articulado con tal sencillez, con tal maestría, que te envuelve sutilmente y se queda lastrado en un argumento absolutamente trepidante, que te agarra sin preámbulos desde el inicio y que no te suelta, literalmente, hasta el último plano del film.

Con gran dominio no solo de la narrativa, sino también de la realización, el film oscila entre varios géneros -como sucedía en anteriores filmes de Cuarón- con una facilidad que te deja realmente sorprendido, tocando las teclas justas y necesarias como para encajarse y mezclarse con la misma facilidad que la vida misma, que a la vez puede ser terrorífica, poética, lírica, amable, divertida, brutal, compasiva e inmisericorde. Tan real, preciosa y cruel... como la misma naturaleza. Esa que es capaz de hacer florecer la más preciosa flor y a la vez acabar con todo un ecosistema.

(SIGUE EN SPOILER SIN SPOILER POR FALTA DE ESPACIO)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Federico_Casado
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