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España España · MADRID
Críticas de Laura
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
8
28 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017) pone el foco en K (Ryan Gosling), un blade runner que en su intento por resolver un secreto de enorme magnitud y de consecuencias gigantescas para la sociedad, encontrará a Deckard (Harrison Ford) y se cuestionará su identidad. Todo ello en una sociedad apocalíptica que queda reflejada durante las primeras escenas, en las que K aterriza en una granja para deshacerse de su propietario, un granjero replicante adscrito a la rebelión. Un objetivo, como otros muchos para K, pero que va a dejar en él una huella imborrable, tras advertirle de la existencia de un milagro superior e incomprensible, para los de su condición. Sin duda unas primeras escenas evocadoras y claves para el devenir de la cinta, ya que la búsqueda de un supuesto salvador, va a ser uno de los temas vertebradores de la trama. Tema, el de los salvadores, que puede dar mucho juego si se lo equipara con una actualidad repleta de personajes como Trump o Kim Jon Un y que dejan clara la gran aplicación práctica de la cinta de Villeneuve. Más allá de ser una cinta de ciencia ficción, hoy en día parece que todas las sociedades necesitan salvadores.

Habitamos un mundo en conflicto, con multitud de enfrentamientos y pobreza y con unos niveles de agresión contra el planeta, nunca vistos. Necesitamos concienciar a las poblaciones para que cuiden el medio ambiente, en pos de futuras generaciones, y en este sentido es destacable el mensaje ecologista de Blade Runner 2049, que Denis Villeneuve y su equipo deja claro, en su retrato de una sociedad devastada, de la que se beneficia, el malo malísimo, Walace (Jared Leto), un magnate que se aprovecha de la contaminación para vender alimentos sintéticos a la población. Población que habita en un mundo gris y aglomerado, en el que ni siquiera se encuentra un simple árbol.
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Laura
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6
27 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gold (Stephen Gaghan, 2016) es una película centrada en la estafa protagonizada por Kenny Wells y su socio Acosta, en sus ansias por encontrar un yacimiento de oro en Indonesia. Una película, que más allá de su apariencia palomitera y su dinámica realización, lleva a cabo una interesante reflexión sobre los límites entre realidad y ficción.
Realidad y ficción son los dos elementos protagonistas de la cinta, acrecentados por el permanente estado de alcoholismo en el que se encuentra Wells y que favorece sus delirios fantásticos. Todo ello acompañado de un entorno de ensueño (Indonesia), lleno de bosques verdes y ríos caudalosos, que se asocian a la perfección con las leyendas fantasiosas de héroes y exploradores. Ya que Wells puede definirse como un pionero de cuento, un hombre adicto a la enajenación mental y a la fantasía, que pasa sus días concentrado en lo que el futuro puede depararle. Relevante, en el devenir de la trama, resulta la secuencia de Wells febril, a causa de la malaria, que acrecienta la sensación de que todo es una febril fantasía.
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Laura
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6
27 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zona hostil (Adolfo Martínez, 2017) es una película peculiar para la cinematografía española, ya que se trata de una cinta de guerra, en la que su director y su equipo nos cuentan la odisea vivida por un grupo de militares españoles, al quedarse tirados en una zona inhóspita, junto a dos militares americanos, heridos, que habían ido a rescatar.

Entre esos militares destaca la capitana Varela (Ariadna Gil), una médico que refleja perfectamente uno de los temas de la película, que es la dicotomía entre fuerza y ciencia. Varela, desde el primer plano, es una mujer entregada a su trabajo, por muy grave que sea el conflicto armado que le rodea y siempre sin recurrir a la fuerza más elemental.
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Laura
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6
27 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
The confirmation (Bob Nelson 2016) es el ejemplo de película sencilla y de emociones puras, en la que se plantea un retrato directo de la crisis, en concreto, de la que afecta a los trabajadores manuales, en una sociedad atenazada por la digitalización. Además de una bonita historia de acercamiento entre un padre y un niño, llamado Anthony, que apenas tiene contacto con su progenitor. Una película que nos relata la odisea a la que tiene que enfrentarse, Walt (Clive Owen), un carpintero en paro y con problemas de alcoholismo, por recuperar su caja de herramientas. Una caja que heredó de su padre y que si bien no tiene un gran valor económico, es de un enorme valor sentimental.

Valores, sobre los que reflexiona Nelson, que parecen haberse perdido en la sociedad que retrata The confirmation, por mucho que la madre de Anthony intente buscarlos en la iglesia. Y es en esta contraposición entre lo divino, representado por la iglesia y lo manual, personificado en la carpintería, donde la película aglutina todo su interés. De hecho la acción se inicia en una iglesia, con Anthony teniendo que confesarse por petición de su madre,  pudiendo ver el espectador una representación de la institución religiosa crítica y amenazante, para un Anthony que tiene que escuchar al cura como le habla más de perversión que de bondad, en contraposición con la figura de su padre, un descreído con muchos fallos y un gran corazón, con el que tendrá que convivir en ausencia de su madre.
Una convivencia entre padre-hijo que se presenta como un reto máximo, pero que les servirá para unirles, en un tándem invencible, ya sea en el enfrentamiento con los ladrones, como en la lucha frente a los fantasmas que amenazan al padre. Es en este punto destacable la interpretación de Clive Owen que consigue hacer un retrato fiel y realista de un hombre normal, que aunque ha perdido su vida sentimental ( está divorciado) y gran parte de su vida material (se queda hasta sin casa), nunca pierde su dignidad, ya que por mucho que otros quieran arrebatársela, Walt siempre intenta hacer las cosas por el camino de la legalidad y en presencia de su hijo se muestra como un padre voluntarioso y protector.

Se podría decir que The confirmación recuerda al cine social de Ken Loach, con sus personajes perseguidos por una sociedad individualista y basada en el mercado. Siguiendo por esta senda, uno puede incluso aventurarse a hacer una equivalencia entre el Walt de The confirmación y Daniel Blake, aunque cada película tiene su propia atmósfera.

En definitiva, The confirmation es una interesante cinta que a través de una realización austera y ajena a los artificios nos cuenta la realidad de aquellos personajes olvidados por la sociedad.
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Laura
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10
27 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un niño de unos cinco años tumbado sobre el césped mira las nubes mientras suena una canción de Coldplay. Éste es el comienzo de una película que todo el mundo recuerda por sus doce años de rodaje. Pero más allá de prodigios técnicos, esta película es sobre todo un canto a esos pequeños momentos que conforman la vida de las personas. Es una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre la importancia del momento y sobre la madurez a la que tarde o temprano todos llegamos.
Parece recurrente el tema del paso del tiempo en la filmografía de Linklater (famosa es su trilogía que comenzaba con “Antes del amanecer”), pero es aquí donde alcanza su esplendor con un preciso y casi invisible uso de la elipsis que hace que el espectador vaya olvidando personajes secundarios en el transcurso de la película (el primer amigo de Mason o aquellos que forman parte de su vida). En doce años todos evolucionamos y el director parece apostar, a medida que avanza en la película, por más planos largos, sin olvidarse de los primerísimos planos o de los silencios.

Sin duda destacan los numerosos cambios del protagonista que sirviéndose de su aspecto físico nos muestra su estado de ánimo. Pero en Boyhood todo es de verdad, al contario de otras películas como” El curioso caso de Benjamin Button”.

El director demuestra ser un gran melómano y aquí consigue que la música vaya evolucionando a la par que el protagonista (desde “Yellow” de Coldplay a “Deep blue” de Arcade Fire). Otro gran acierto del director es permitir que Mason no acapare todo el protagonismo y podamos también disfrutar de la evolución de otros personajes, por mucho que Lorelei, la hija del director quisiera que matara a su personaje.
Boyhood es una película realista que llega al espectador gracias en parte a un guión sencillo en el que cada personaje habla de forma natural y a unos personajes normales de clase media con sus problemas y sus pequeñas victorias diarias y con los que todos nos podemos identificar. Un niño fantasioso que se va aficionando a la fotografía, una madre divorciada que lucha por sacar adelante a su familia o un padre ausente que intenta hacerlo lo mejor posible. Una familia que no vive en la glamurosa Nueva York, sino que se va desplazando por toda Texas. Unos personajes que van creciendo, madurando y tomando decisiones.

Esta visionaria película se aleja de la grandilocuencia y se centra en pequeñas conversaciones o situaciones que muchas veces calificamos de insignificantes, pero que van conformando nuestra visión del mundo, como explicaba su director, “tu base política queda marcada por pequeñas charlas en casa”.

Linklater nos retrata el pasado reciente sin melancolía. Como recordaba en el pasado festival de Berlín “rehuí el drama, quise captar pequeñas conversaciones, la vida” y esto provoca que tras las casi tres horas de duración, acabemos suplicando que Mason coja un tren para recorrer Europa como hacia Jesse en Antes del amanecer y podamos seguir disfrutando de la magia de Boyhood.
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Laura
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