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España España · Lleida
Críticas de Uma
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Críticas 203
Críticas ordenadas por utilidad
7
18 de enero de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hemos vivido unos años en los que el cine realista había desarrollado un estilo muy determinado al que se ha apuntado todo aquel director que se precie de estar a la vanguardia, en la cresta misma de la ola. Cámaras frenéticas, planos subjetivos enloquecidos, ausencia de límites en el contenido de las imagenes, con lo que nos hemos puesto las botas con sexo y violencia hasta salirnos por las orejas. Eso, ya está, ya lo tenemos: la cámara sin trípode y en manos de un operador con parkinson ES el realismo. Pues yo andaba ya un poco hastiado de tanto mareo, y de un cine tan ansioso por sorprender que al final ha terminado por ser previsible.

Me pareció muy interesante una película del año pasado llamada Ajami, una película con afan realista que formalmente se limitaba a mostrar los hechos, sin volver loco al espectador. La película termina siendo cruda y creíble. De Dioses y Hombres se afilia en esta línea. Puede que estemos ante un nuevo estilo de cine realista, donde es más importante lo que ocurre dentro del encuadre que la forma que se da a ese encuadre.

De Dioses y Hombres es una película realista y cruda. Está narrada a un ritmo pausado, sin prisas. La puesta en escena está depurada al máximo, se guía por la austeridad, no solo en aquello que muestra, sino en como lo muestra. No hay más planos que los imprescindibles para mostrar lo que está contando, ni uno más. Y de ese modo, la cámara, desaparece y el espectador viaja al interior de la película.

La primera parte se hace casi aburrida, se puede llegar a pensar que es innecesaria tanta rutina. El dispensario, el huerto, la comida, los oficios... La película no empieza nunca. ¿Estamos en un documental? He leído en otras críticas que tanta lentitud hace daño a la película. Discrepo de ello. La primera parte es un elemento imprescindible para que funcione la segunda parte, es su única razón de ser. Sin ese ritmo lento inicial, el desenlace no tendría la potencia que tiene.

En la segunda parte, la película no acelera su ritmo. Lo que crece exponencialmente es la tensión dramática. Y es precisamente la pausa con la que ocurren los acontecimientos, en la cual ya estamos metidos, la que genera esa tensión. Es una brillante ejecución por parte de Xavier Beauvois, que demuestra que domina a la perfección los mecanismos para narrar una historia.

La violencia está implícita en las imagenes austeras. Y pongo como ejemplo, sin desvelar, una secuencia que a juicio del que suscribe, es sencillamente genial: mientras los monjes rezan en la capilla, un helicoptero sobrevuela el monasterio. El ruido en la callada hora de la oración, resulta aterrador. No hace falta nada más. Toda la película, conceptualmente, está fabricada para que momentos como el que acabo de describir funcionen.
(Sigo sin desvelar)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Uma
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2
11 de marzo de 2010
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Negro Buenos Aires es un ejemplo de cómo se desaprovecha el dinero en el cine español. Ramon Térmens, por alguna razón que se me escapa, consigue un presupuesto generoso con el que consigue una buena fotografía, un buen montaje, una ambientación remarcable, unas interpretaciones decentes, y un rábano de película (como diría Jonathan Shields). Como siempre, el dinero no hace la felicidad, y en el cine menos que en ninguna otra parte. Si el guión se te desmonta a diestro y siniestro, si no pasas de encadenar paranoias propias solo porque te molan (aunque estén bien filmadas), si tus diálogos son topicazos, si tus personajes no tienen equilibrio, si la historia es un juego intrascendente tan oscuro que te pierdes, etc, etc, etc, terminas con una película de chavales, de hijos de un mundo de estética, de video-clips y de playstations. Los chavales se piensan que lo saben todo, que descubren sant grilá con todo lo que hacen. Los hay maduros, también es verdad, pero no es el caso. Térmens tiene un buen sentido estético, consigue unos buenos encuadres y crea una atmosfera con potencial. Una buena factura formal, en definitiva, pero un gran vacío detrás. Mal vamos si los nuevos cineastas no saben ver más allá de los video-clips. Una historia tiene que ser bien contada, tiene que interesar, enamorar, emocionar, tiene que llevar a alguna parte, y conectar con la gente, dejando a un lado "las paranoias que me molan". Ya sea hecha con muchos millones o con cuatro cuartos.
Hay talento en este país, no tengo ninguna duda. ¿Pero, dónde demonios está? Quizás es culpa de los productores, que no apuestan por las ideas nuevas, sino sólo por las trilladas, como si eso les garantizara el éxito, cuando lo que suele pasar es que se fabrica un rábano. Lo siento por Ramon Térmens, que es medio paisano mío. Pero las cosas son como son. Creo que tiene potencial, pero le falta mucha madurez, y saber qué es lo que busca y lo que quiere explicar. Si un día hace un peliculón me alegraré más que nadie.
Uma
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8
18 de septiembre de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más llamativo de Dogville está en su aspecto formal. El grado de riesgo que asume el director al proponer semejante planteamiento es tan elevado que merece consideración. Es capaz de retratar un espacio incorpóreo, invisible, sin más presencia física que la oscuridad y los cuerpos de los personajes. Es una medida radical y valiente hecha con un propósito: llevar al extremo la idea de que lo que nos cuenta no tiene una ubicación en el tiempo ni en el espacio, es una historia universal, sin decorado, un retrato desnudo del ser humano. Resulta un reto gigantesco para un cineasta, y quizás absurdo, desde el momento que desecha la posibilidad de emplear los millones de detalles que el espacio, el decorado, ponen al abasto del cineasta para transmitir al espectador lo que quiere contar. Aquí, Von Trier es tan contundente, que sujeta toda su película, incluso la forma, a un grado de austeridad extremo. Quizás de otro modo no hubiera sido posible que esta película funcionara.

Este tratamiento formal, no por vacío es inocuo. Todo lo contrario, es efectivo, por un lado, por omisión, para llegar a la desnudez maxima, y por otro, porque, a pesar de ser un vacío, "es". ¿Y que es? Ocuridad. No vamos a ver una película feliz, no vamos a reinos. Nuestro ánimo se va a contagiar de una negrura permanente, para conocer una historia de negrura humana.

La película funciona una vez que se asume la propuesta. Desprendido de todo elemento superfluo, al espectador no le queda otra alternativa que centrarse en los personajes, en sus historias, y en las relaciones que establecen. Cuando no existe un espacio físico en el que reclinarse, lo que nos da aquí la información narrativa y emocional son las palabras y los gestos, además de la iluminación. Para llevar el experimento al límite, quizá Von Trier debería haber desnudado de verdad a sus personajes. Las interpretaciones, muy cuidadas, suplen el vacío. Lars von Trier se pone a sí mismo en una situación donde no tiene posibilidad de buscar excusas. Se sube a los alto del alambre para hacer su número sin red. Aquí no hay nada con lo que disimularse, todo está a la vista, y está obligado a hacer algo con ello. Los riesgos, otra vez, son altísimos.

¿Qué nos cuenta Lars Von Trier? Sus películas intentan explorar el comportamiento humano. Aquí se observa el comportamiento de una comunidad situada en una serie de disyuntivas. Los mecanismos implacables que gobiernan al grupo y al individuo en su seno, con su rol, aparecen aquí con gran transparencia. Y el retrato es tan coherente como desasegador.

(Sigo sin desvelar)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Uma
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8
13 de julio de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El vientre del hombre (o mujer) es el termómetro de su estado emocional. En él se manifiestan sus contradicciones. Así lo quiere Greenaway, con esa premisa plantea esta película. Una metáfora certera y cinematográficamente útil. Las entrañas de este arquitecto, desquiciado por un lado por sus pasiones y por otro por las intrigas terrenales, se consumen en Roma, el campo de batalla donde sus conflictos tienen terreno abonado para tomar una dimensión letal.

Boullé toma condición de mito, y en un contexto corrupto, esa pasión se ve acechada y mancillada. Arte y mediocridad, belleza y fealdad, pureza y corrupción. La batalla se plantea en un vientre, y es fácil adivinar quien vencerá y quien resultará derrotado sin ninguna piedad.

¡Lo bello es tan efímero en manos de nosotros los terrícolas, que llenamos la vida de intrigas y bajezas! No queda nada al final de la esencia, o muy poco, porque son los terrícolas los que terminan haciendo bandera de palabras que ellos mismos han convertido en huecas. Ahí está el cinismo de nuestra civilización de masas. No hay victoria posible.

Esta es una película política. Una denuncia en toda regla. Muy poco esperanzadora, porque la realidad es también muy poco esperanzadora. Un cancer pudre las cosas bellas para aprovecharse de ellas, como pudre el vientre de un pobre arquitecto.

Ya lo sabíamos, pero a veces lo olvidamos, nos olvidamos de que somos grandes consumidores de mentiras.

Pero... queda algo en este demoledor panorama: los mitos, los Boullé, los arquitectos vencidos que pasarán a ser mitos. Las pasiones.

Nadie puede dominar las ideas, los sueños, las pasiones puras, porque siempre hay alguien que recoge del suelo su bandera, aunque sea para morir por ello. La batalla, pues, sigue, aunque sepamos que la perderemos una vez tras otra.
Uma
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8
26 de febrero de 2024
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que asombra de esta película es los riesgos formales y narrativos que toma su director, en su opera prima. Una película valiente, sin duda, y asombra aún más, que esos riesgos, ese triple mortal con tirabuzón, le salga tan bien, que caiga clavado de pie. Es posiblemente una de las mejores películas españolas de los últimos tiempos, en términos de innovación cinematográfica, en términos de expresividad, y eso es así porque toda esa invención, no es un alarde pretencioso, sino que tiene un sentido y es eficaz para alcanzar la esencia en lo que quiere contar.

La película es una declaración de amor a la música, esa que se hace en cualquier lugar del mundo, esa que congracia a todas las razas y pueblos de la tierra. Dos tipos y dos guitarras, pueden entenderse y llorar de emoción sin decirse nada. Eso se saborea en esta película.

Y es la historia de un músico. Las películas biográficas, se han convertido en un verdadero tostón. Todas iguales, todas intentando afinar para penetrar en el personaje, aunque muchas veces se encuentran con un gran muro: el propio actor que está más endiosado que el personajes; esos directores grandilocuentes; esas capas externas, esas sobredosis de trascendencia histórica que como ondas en un lago se expanden por el universo. Agotador, hay más salsa que caracoles. "La estrella azul" logra lo que no consigue Oppenheimer, ni Maestro, ni Napoleón, ni muchas otras. Que el espectador verdaderamente conozca al personaje, porque la película se hace poliédrica de una forma muy precisa, como si cada pieza de un puzle aportada algo. Conocemos a Mauricio por su hermano, por el amor que se tienen; por su novia, que le quiere pero no puede con el desbarajuste; por la música que es la pluma y la montaña al mismo tiempo, es la sustancia de la que está hecho; por aquellos que le conocieron en Argentina, en ese afán maravilloso que tienen los músicos de comunicarse, ellos son receptores de ese aspecto del personaje, de su entrega, de su alma, ellos guardan las marcas que les dejó su persona y su música (a veces en un viaje, hay toda una vida); y le conocemos, en un gesto genial, por quienes le quieren hoy y le han querido siempre, tanto como para hacer una película sobre él.

La película introduce secuencias que se salen de la ficción, o la trasladan, la deforman, contagian con ella la realidad, y viceversa. Hay una transversalidad emocionante en esta película, y en todos los espacios, se genera la emoción. Ese metacine, tan bien utilizado, convierte a Mauricio en un ser trascendental, porque entendemos el motivo por el cual hay que hacer una película con su vida, porque entendemos que merece un documental, y por extensión, porque entendemos que las almas puras, las que se entregan, las que se consumen en ello, no deben quedar en el olvido. Como decía alguien, hay batallas que se tienen que librar, aunque se pierdan una y otra vez. El esfuerzo por contar su historia, forma parte de su historia.

Le falta únicamente a la película, acaso, abundar en los conflictos, enseñar reversos, ensuciar un poco las cosas, aunque no estoy seguro, puede que con ello se hubiera apartado de su propósito. Solo es un apunte, una sugerencia. Repasando, solo hay un plano que no me guste: desde la calle, a través de un ventanal, vemos a Mauricio en el interior de un bar llorando. Es el plano menos arriesgado de la película, y para mí, canta como una almeja. Dicho esto, la película me parece redonda. Mención especial para el actor, Pepe Lorente, que se maneja con una naturalidad que es imprescindible para circular de ida y vuelta de la ficción al documental, y de ahí a la magia. Lo mismo puede decirse de Marc Rodríguez. Grande en un papel muy difícil. Sin buenos actores, no sé si Macipe se hubiera salido con la suya en este complejísimo proyecto que, sin embargo, en la pantalla, discurre con la armonía de un río.

Ayer domingo, una veintena de afortunados pudimos verla acompañados del propio Javier Macipe en un cine de Lleida (un cine que no tiene precio), y tuvimos luego un coloquio sobre la película y su proceso. Macipe, lleva 10 años luchando por esta historia, casi que es él mismo un Mauricio. Lo que se ha peleado los últimos 4 años para que esta historia esté en las salas de cine demuestra sin duda que Mauricio cayó en buenas manos, en las mejores manos. No solo por el empeño, también porque se ha conseguido que el espectador salga del cine con la percepción de que ha llegado a rozar una alma, que era excepcional desde los resortes más básicos, más simples. Ahí está en realidad la grandeza. Del cine y del personaje.
Uma
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