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Críticas ordenadas por fecha (desc.)
19 de mayo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribía George Orwell en su obra maestra, 1984, que la historia la escriben los vencedores, y es verdad. La versión de los hechos acontecidos, por lo general, lleva la firma de aquel que salió victorioso y que tiene por defecto la capacidad de narrarla al mundo entero. Requiere algo más de tiempo encontrar versiones que difieran o que busquen mostrar otro punto de vista. En el caso de la Segunda Guerra Mundial, hemos asistido a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX, a la versión de los vencedores, EEUU, Gran Bretaña, Francia, URSS..., haciendo poco caso a lo que los vencidos podían transmitirnos. El cine es uno de estos medios para mostrar lo que "ocurrió" en un momento determinado. Alemania, Italia, Japón... buscaban tratar estos hechos de la manera más políticamente correcta, sin molestar a los vencedores, y sin incomodar demasiado a los suyos. Encontrábamos casos interesantes como la trilogía de La Condición Humana, en Japón, o Roma: Citta Aperta, en Italia. Todas, películas anti-bélicas en las que denuncia a parte del ejército, el "gobierno", y busca humanizar a los soldados y a la población civil. Con el paso de los años, estos países se han atrevido a contarnos como ellos también fueron víctimas, sin dejar de ser verdugos en ocasiones, de la misma manera que el lado vencedor comienza a reconocer que si bien salvaron al mundo de la tiranía fascista, no lo hicieron con las manos limpias. En el caso de Alemania encontramos tres películas claves que ejemplifican lo que os estoy contando: El Puente (Bernhard Wicki, 1959), El Submarino (Wolfgang Petersen, 1981), y Stalingrado. Esta última sigue la premisa de las dos películas anteriores, mostrar que en el lado de los "malos", también había buenos hombres que, llamados a filar a luchar por su país, fueron también víctimas de los horrores de la guerra. Y para ello se ha de contar la verdad, y la verdad es que entre estos hombres también se encontraban auténticos asesinos que, disculpados por años y años de la propaganda nazi que incitaba al odio y la violencia, realizaban carnicerías inimaginables y traumáticas tanto para sus víctimas, como para los hombres en sus propias filas que se convertían en testigos silenciosos e impotentes.
Otro aspecto a tener en cuenta es el técnico, relacionado principalmente con el tema presupuestario. Mientras que el cine norteamericano, y en menor medida el británico, contaban con elevados presupuestos que permitían la elaboración de portentosas escenas de acción (lo que en ocasiones devaluaba la calidad artística de la cinta), el cine europeo se decantaban obligatoriamente por enfocar sus historias en el drama, tanto interno como externo, de sus personajes sin necesidad de mostrar épicas batallas. Un claro ejemplo lo vemos con dos películas alemanas anteriores a las que nos atañe hoy, El Médico de Stalingrado (Géza von Radványi, 1958) y Stalingrado: Batalla en el infierno (Frank Wisbar, 1959), en la que ambos directores se centran más en el conflicto interno de los sus protagonistas que en la propia acción. El género bélico europeo suele presentar estás características, salvo contadas excepciones, pero es tras el estreno de El Submarino que las productoras deciden apostar más por un género en cierto modo devaluado. Es el caso de Stanlingrado, en el que combina a la perfección la evolución de los personajes tras padecer los horrores de la guerra, con espectaculares escenas de acción y batallas. El apartado técnico, en resumen, poco o nada tiene que presumir con el de una gran producción estadounidense.
Por todos estos motivos considero que Stalingrado es una de las mejores cintas, no solo bélicas de la historia, sino también de la filmografía alemana y europea. Una película a tener en cuenta y a rescatar del olvido que la ha situado su injusta infravaloración.
http://solocinealeman.blogspot.de/
Otro aspecto a tener en cuenta es el técnico, relacionado principalmente con el tema presupuestario. Mientras que el cine norteamericano, y en menor medida el británico, contaban con elevados presupuestos que permitían la elaboración de portentosas escenas de acción (lo que en ocasiones devaluaba la calidad artística de la cinta), el cine europeo se decantaban obligatoriamente por enfocar sus historias en el drama, tanto interno como externo, de sus personajes sin necesidad de mostrar épicas batallas. Un claro ejemplo lo vemos con dos películas alemanas anteriores a las que nos atañe hoy, El Médico de Stalingrado (Géza von Radványi, 1958) y Stalingrado: Batalla en el infierno (Frank Wisbar, 1959), en la que ambos directores se centran más en el conflicto interno de los sus protagonistas que en la propia acción. El género bélico europeo suele presentar estás características, salvo contadas excepciones, pero es tras el estreno de El Submarino que las productoras deciden apostar más por un género en cierto modo devaluado. Es el caso de Stanlingrado, en el que combina a la perfección la evolución de los personajes tras padecer los horrores de la guerra, con espectaculares escenas de acción y batallas. El apartado técnico, en resumen, poco o nada tiene que presumir con el de una gran producción estadounidense.
Por todos estos motivos considero que Stalingrado es una de las mejores cintas, no solo bélicas de la historia, sino también de la filmografía alemana y europea. Una película a tener en cuenta y a rescatar del olvido que la ha situado su injusta infravaloración.
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1 de mayo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito obtenido con su papel, y también guión, en Vincent quiere al mar, Florian David Fitz se atreve a adaptar, dirigir, y protagonizar esta curiosa comedia sobre el regreso de Jesús a la Tierra. Desconozco la novela en la que se basa, y hasta que punto puede ser responsable de esta adaptación, lo que desde luego puedo afirmar es que si la intención de Fitz era la de traer una comedia ligera, sin mayor pretensión que la de hacer reir con una historia diferente y con un mínimo de originalidad, lo consigue. Como actor, Fitz da vida a un Jesús que atrae al espectador y que lleva tras de si ese aura mística y encantadora que se le atribuye al "Hijo de Dios", mientras que a la hora de dirigir cumple con la labor de aportar un buen ritmo a la cinta. El resto del reparto está a la altura de la circunstancias, especialmente Jessica Schwarz (más dotada para la comedia que para el drama) Henry Hübchen y Hannelore Elsner. El único problema de la cinta radica en lo desaprovechado de la historia. Incluso acudiendo a un perfil bajo a la hora de llevar una trama como esta a la gran pantalla, puede dar mucho más de si. Hecho en falta un tono algo más gamberra o irreverente en ciertos momentos que habrían aportado mucho más a la película (siempre desde el respeto) como en La Vida de Brian (Terry Jones, 1979), Dogma (Kevin Smith, 1999). Lo que nos encontramos es con una película que queda corta y endeuda con el espectador que ha pagado una entrada por verla.
http://solocinealeman.blogspot.de/
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19 de abril de 2015
24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
1938, Munich. Un personaje anónimo termina a escondidas los preparativos de lo que parece la instalación de una bomba en una cervecería. La misma que en unas cuantas horas acogerá un mitin del partido nacionalsocialista entre los que se encuentra Adolf Hitler como orador. Nuestro protagonista trata de huir hacia la frontera con Suiza pero es atrapado antes de lograrlo. Poco después la bomba estalla y rápidamente se relaciona a este induviduo con el atentado del que Hitler, el objetivo principal, ha sobrevivido al salir de la misma 13 minutos antes de la explosión. El nombre de la persona tras todo este plan es Georg Elser, y es durante su interrogatorio, y a través de diferentes flash-backs que conoceremos a este personaje, la evolución de la sociedad alemana en la década de los años 30, y lo que le motivo a llevar a cabo el intento de asesinato de Hitler.
11 años después del éxito de El Hundimiento, Oliver Hirschbiegel vuelve a Alemania tras un tiempo en Reino Unido probando suerte, sin demasiado acierto, con títulos como Invasión, Diana, y algunos capítulos de la serie Los Borgia. De todo esto podría salvar la aceptable Cinco minutos de gloria, con Liam Neeson. Cuesta creer que un director que apuntaba tan lejos con cintas como la primeramente mencionada, o El Experimento, tuviese tan difícil presentar algún proyecto decente (aunque tampoco tanto si pensamos en Florian Henckel von Donnersmarck). Parecía que su regreso a casa con una historia tan interesante como la del atentado en la Bürgerbräukeller en 1938 por parte de Georg Elser nos devolvería al Hirschbiegel de hace una década. Ahora os puedo decir que si bien se ha acercado bastante, no ha sido suficiente.
Nos encontramos ante una película de gran factura técnica. Un trabajo de producción exquisito que nos lleva realmente a la Alemania de los años 30. El reparto, encabezado por Christian Friedel y Katharina Schüttler (perfectos en sus respectivos papeles) está a la altura de una historia como esta. En todo eso no tiene nada que envidiar a otros títulos de temática similar como El Hundimiento, Valkiria, o la serie de televisión Hijos del Tercer Reich. El problema radica en el desarrollo de la historia. Tanto el director como los guionistas deciden presentar en los primeros cinco minutos de la cinta la razón por la que Georg Elser pasó a la historia, la explosión de la Bürgerbräukeller, para continuar las casi dos horas restantes centrados en los duros interrogatorios a Elser, como los motivos por los que llevo a cabo el atentado. A través de los diferentes flash-backs que se nos presentan a lo largo de la cinta, poco o casi nada vemos de la preparación del atentado, que puede llegar a resultar lo más interesante, salvo al protagonista ojeando un par de mapas, revistas, y diseñando la bomba. En vez de ello, la historia se centra mucho más de manera inecesaria en la historia de amor entre Elser y una joven casada de su pueblo llamada Elsa. Si bien resulta de agradecer un cierto riesgo a la hora de presentar historias tratando dar un toque de personalidad a la misma, dudo que el planteamiento seguido en esta película sea el adecuado.
11 años después del éxito de El Hundimiento, Oliver Hirschbiegel vuelve a Alemania tras un tiempo en Reino Unido probando suerte, sin demasiado acierto, con títulos como Invasión, Diana, y algunos capítulos de la serie Los Borgia. De todo esto podría salvar la aceptable Cinco minutos de gloria, con Liam Neeson. Cuesta creer que un director que apuntaba tan lejos con cintas como la primeramente mencionada, o El Experimento, tuviese tan difícil presentar algún proyecto decente (aunque tampoco tanto si pensamos en Florian Henckel von Donnersmarck). Parecía que su regreso a casa con una historia tan interesante como la del atentado en la Bürgerbräukeller en 1938 por parte de Georg Elser nos devolvería al Hirschbiegel de hace una década. Ahora os puedo decir que si bien se ha acercado bastante, no ha sido suficiente.
Nos encontramos ante una película de gran factura técnica. Un trabajo de producción exquisito que nos lleva realmente a la Alemania de los años 30. El reparto, encabezado por Christian Friedel y Katharina Schüttler (perfectos en sus respectivos papeles) está a la altura de una historia como esta. En todo eso no tiene nada que envidiar a otros títulos de temática similar como El Hundimiento, Valkiria, o la serie de televisión Hijos del Tercer Reich. El problema radica en el desarrollo de la historia. Tanto el director como los guionistas deciden presentar en los primeros cinco minutos de la cinta la razón por la que Georg Elser pasó a la historia, la explosión de la Bürgerbräukeller, para continuar las casi dos horas restantes centrados en los duros interrogatorios a Elser, como los motivos por los que llevo a cabo el atentado. A través de los diferentes flash-backs que se nos presentan a lo largo de la cinta, poco o casi nada vemos de la preparación del atentado, que puede llegar a resultar lo más interesante, salvo al protagonista ojeando un par de mapas, revistas, y diseñando la bomba. En vez de ello, la historia se centra mucho más de manera inecesaria en la historia de amor entre Elser y una joven casada de su pueblo llamada Elsa. Si bien resulta de agradecer un cierto riesgo a la hora de presentar historias tratando dar un toque de personalidad a la misma, dudo que el planteamiento seguido en esta película sea el adecuado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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9 de abril de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si una película se estrena sin mayor pretensión alguna que la de entretener y hacer reír al espectador, no seré yo quien la critique por eso. Sería absurdo y pedante. Sin duda alguna, Fack ju Göhte es muy buena en esos dos puntos, los de entretener y hacer reír al espectador, de ahí el colosal éxito de taquilla. Bora Dagtekin se reúne con su actor fetiche, Elyas M´Barek, con quien había trabajado previamente en Doctor´s Diary y Turco para principiantes (serie y película) con la simple intención de contar una historia sencilla y divertida para todos los públicos, en una película que bebe de joyas del género como Rebelión en las aulas (James Clavell, 1967), aunque con un claro tono de humor. Aunque no por ello me terminó de encandilar la película. Que la cinta consiga arrancarme una carcajada cada cinco minutos es de agradecer, y mucho, pero no por ello tiene disculpas ciertos puntos como el personaje de Karoline Herfurth, una de las mejores actrices europeas de su generación, aunque poco habituada a la comedia. Su personaje roza lo estúpido e irritante, sin llegar a resultar cómico, pero claro, si un personaje tan poco atractivo en tantos sentidos puede conseguir a un buenorro como Elyas M`Barek, ¿por qué no el resto de jovencitas que vieron la película? ¿Entendéis ahora parte del éxito de la cinta en los cines? Una cosa es ridiculizar a un arquetipo de personaje basándonos en los consabidos y manidos estereotipos, pero lo que hace Dagtekin en este caso cansa, a pesar de que su intención fuera buena. De la misma manera que el ritmo que otorga a la película. Tiene un comienzo acelerado, lo cual no es malo en mi opinión. Me gustan los directores y guionistas valientes que no buscan adornar, sino que van directos al quid de la cuestión, y Dagtekin lo consigue... a ratos. El ritmo de la película va saltando constantemente, y eso viene de un problema del guión, el cual, si bien tiene claro lo que quiere contar, el como hacerlo ya es otro asunto. La historia de como un delincuente sin educación y que desconoce el término compasión se convierte en un profesor respetado y querido por sus alumnos, además de servir de ayuda a estos, y llegar a cogerles cariño y seguir con ellos es, como digo, interesante. Su ejecución, no.
No voy a achacar el hecho de que se frivolice sobre la trágica situación de muchos profesores tanto en Alemania como en España, y de su dura (y en ocasiones traumática) profesión, ya que dudo que la intención de la película sea esa, pero si me quedaré con la sutil crítica de la cinta a esos aspirantes a profesores idealistas que buscan atraer al alumno con la psicología y que pronto se ven superados. Yo soy partidario de nuevas metodologías educativas, evidentemente, pero la demagogia sobra, y más con un tema tan importante como la educación. La disciplina y el respeto del alumnado al profesor deberían ser pilares de la enseñanza, porque no es solo a los profesores a los que deben respetar, también a la sociedad, y sobretodo, a ellos mismos. Creo que algo de este mensaje se ve reflejado finalmente en Fack ju Göhte.
http://solocinealeman.blogspot.de/
No voy a achacar el hecho de que se frivolice sobre la trágica situación de muchos profesores tanto en Alemania como en España, y de su dura (y en ocasiones traumática) profesión, ya que dudo que la intención de la película sea esa, pero si me quedaré con la sutil crítica de la cinta a esos aspirantes a profesores idealistas que buscan atraer al alumno con la psicología y que pronto se ven superados. Yo soy partidario de nuevas metodologías educativas, evidentemente, pero la demagogia sobra, y más con un tema tan importante como la educación. La disciplina y el respeto del alumnado al profesor deberían ser pilares de la enseñanza, porque no es solo a los profesores a los que deben respetar, también a la sociedad, y sobretodo, a ellos mismos. Creo que algo de este mensaje se ve reflejado finalmente en Fack ju Göhte.
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17 de marzo de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la carrera de Doris Dörrie una de las mas aclamadas en Alemania. Su filmografía resulta irregular en cuanto a calidad, pero no en cuanto a cantidad. No por ello deja de ser una de las figuras más interesantes y admiradas en su país. Alumna aventajada en su época de estudiante, esta productora, directora y guionista ha sabido llevar tanto a la gran pantalla, como a la televisión, un gran número de proyectos dotados de gran personalidad y originalidad. Suyo son títulos reseñables como Männer (1986), Keiner liebt mich (1995) o Bin ich schön? (1998).
En la mayoría de sus trabajos analiza como pocos las relaciones entre hombres y mujeres de su época dotándolas de un gran realismo y honestidad, siendo Cerezos en flor seguramente su trabajo mas personal y logrado. Y por que? Fue durante el rodaje en Espana a mediados de los 90s de Bin ich schon? cuando pierde a su joven marido a causa del cáncer, hecho que la ha marcado tanto en su vida personal como profesional. A esto hemos de añadirle su fascinación por la cultura japonesa, como ya demostró en su película del ano 2000, Erleuchtung garantiert. Dörrie trata el tema de la vejez y el amor con el paso de los anos con esta hermosa película que homenajea al cine del maestro japones Yasujiro Ozu, y en concreto la obra maestra de este Cuentos de Tokio (1953), en concreto al abordar la relación entre los padres y los hijos, y hasta hay guiño al personaje de Setsuko Hara.
Es así como aúna en un mismo proyectos dos fuertes influencias que la transformaron como persona y artista en una de las cintas mas hermosas de los últimos anos. Cerezos en flor supone un claro alegato al amor tras la muerte, al doloroso vacío que experimentamos sin amor, y a como la búsqueda de este puede reencontrarnos con la persona amada aunque ya no este con nosotros.
Cabe destacar el trabajo del consagrado actor Elmar Wepper dando vida a Rudi Angemeier.
En la mayoría de sus trabajos analiza como pocos las relaciones entre hombres y mujeres de su época dotándolas de un gran realismo y honestidad, siendo Cerezos en flor seguramente su trabajo mas personal y logrado. Y por que? Fue durante el rodaje en Espana a mediados de los 90s de Bin ich schon? cuando pierde a su joven marido a causa del cáncer, hecho que la ha marcado tanto en su vida personal como profesional. A esto hemos de añadirle su fascinación por la cultura japonesa, como ya demostró en su película del ano 2000, Erleuchtung garantiert. Dörrie trata el tema de la vejez y el amor con el paso de los anos con esta hermosa película que homenajea al cine del maestro japones Yasujiro Ozu, y en concreto la obra maestra de este Cuentos de Tokio (1953), en concreto al abordar la relación entre los padres y los hijos, y hasta hay guiño al personaje de Setsuko Hara.
Es así como aúna en un mismo proyectos dos fuertes influencias que la transformaron como persona y artista en una de las cintas mas hermosas de los últimos anos. Cerezos en flor supone un claro alegato al amor tras la muerte, al doloroso vacío que experimentamos sin amor, y a como la búsqueda de este puede reencontrarnos con la persona amada aunque ya no este con nosotros.
Cabe destacar el trabajo del consagrado actor Elmar Wepper dando vida a Rudi Angemeier.
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