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España España · Córdoba
Críticas de laranra
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Críticas 28
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
6 de noviembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película de talla imponente tiene la madera de superviviente nato de su protagonista. Dreyer fabricó un cuadro impresionante para el destello mate y rotundo de una Renée Jeanne Falconetti sobrecogedora. Su interpretación expresionista y esos primerísimos planos que son pura pornografía psicológica han pasado a la historia del cine como cumbres insuperables. Son dos de los detalles que más impresionan de una película emocional, de rostros y de almas, de una belleza pura y deslumbrante.

La vida del film corre paralela a la historia que cuenta. No fue bien recibido en ciertos sectores (como era de esperar) y fue destruído por el fuego. Por suerte, una copia de buena calidad encontrada en los años 80 hace que podamos acercarnos si no a lo que fue la película, sí a una aproximación poderosa e impactante. Es una suerte que la maestría del rodaje del genial cineasta danés no se haya perdido para siempre. Así podremos gozar una y otra vez de esas lágrimas lacerantes y esa faz expresiva y torturada que es el auténtico reflejo de una Virgen Dolorosa. El sello eterno de una película que no se tira por el lado del nacionalismo (apenas es esbozado) sino por el de la lucha contra la sinrazón, las imposiciones y el fanatismo. Sí, una fe inquebrantable en unas creencias que pueden hacer arder a cualquiera. A cualquiera con un alma propia y una voluntad de acero.

Pero tampoco esta dureza puede explicar la fascinación pictórica de una obra que emana dolor como pocas. Dolor auténtico y frágil, un poema visual inconmesurable con el dolor más punzante que imaginarse pueda, la aceptación de la certeza de enfrentarse a un destino injusto e inexorable. Estas son las claves sobre las que avanza la película. Con la lentitud de una procesión que no por solemne es menos impía.
laranra
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8
27 de agosto de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Monsieur Verdoux" es una película extraña dentro de la filmografía de Chaplin. Lo primero que viene a tu mente es que se debe a su oscuridad. Sin embargo esta no viene, como podría parecer a priori, de su humor negro. Aunque este le otorga una leve carga amarga, lo que impone y choca viene de la filosofía desesperada que yace en su interior. El pesimismo y la resignación ante la injusticia de un mundo en el que el individuo paga y los estados triunfan. Una idea valiente por derecho propio y por cómo la plasmó Chaplin en una película que se convertiría en un escándalo en su época. La sociedad no estaba preparada para el tono amoral de una cinta en la que un asesino no se arrepiente de sus crímenes porque considera que la sociedad no le ha dejado más salida. Hoy día parece increíble que Chaplin se atreviera a filmar una historia tan perversa que no era más que el reflejo de un estado de ánimo y de una crisis social y económica que vale para cualquier época. Por eso, hoy también, "Monsieur Verdoux" está de plena actualidad.

Las ideas siniestras no tienen por qué ser siempre las mejores, pero cuando van a contracorriente, cuando surgen de la necesidad del artista por expresarse y romper, son las que perduran. Chaplin se atrevió con esta película, como había hecho en toda su carrera, con unas ideas que reflejaban sus sentimientos y el pulso social. No ofrecían esperanza. ¿Puede haberla acaso? Un genio sin dios ni amo.
laranra
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9
26 de junio de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Varsovia, 1939. Las vidas normales de sus habitantes iban a verse truncadas de golpe por la invasión alemana. Por supuesto los judíos más que nadie sufrirían una caida progresiva, metódica y irrefrenable. De sus vidas apacibles, opulentas o simplemente dignas iban a pasar a la pobreza, la humillación y la despersonalización más abyecta. Nada que no sepamos. Nada que queramos recordar. Pero magistralmente narrado por Polanski.

Lo que más sobrecoge de la película es la normalidad y el silencio que cae a plomo sobre los personajes y las calles del gueto. Normalidad, teniendo en cuenta las circunstancias, tanto la que los nazis querían imponer como la que los judíos trataban de conjurar para reconstruir una dignindad vapuleada a base de humillaciones, vejaciones y masacres indiscriminadas. Y todo esto sobrecoge por lo metódico y calmado en la sucesión de hechos. La caida de Wladyslaw Szpilman y su familia, que es la del resto del pueblo judío, no es meteórica, sino que se va produciendo poco a poco. Medida a medida, ley a ley, acción a acción. Eso sí, es imparable y acaba en un abismo de miseria, hambre y animalización. Lo peor era eso, cómo los judíos eran despojados de su humanidad, de su identidad como seres humanos. Esto, hecho poco a poco, hacía imposible una posible revuelta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
laranra
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9
5 de mayo de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fanny y Alexander es una obra nostálgica y amarga. Toda su ambientación, su discurso y su lento discurrir es pura poesía en movimiento. Sentimientos poderosos sacados a la luz y ocultos en los oscuros recovecos del alma. Es un enfrentamiento del hombre con un Dios injusto. Un enfrentamiento entre la calidez navideña de los tonos rojos del hogar de los Ekdahl y el blanco impávido, severo y gélido del "palacio" episcopal. Un enfrentamiento entre la alegría de la promiscuidad socialmente aceptada y la inversión sexual oculta y esbozada. Bergman sigue sin ofrecer respuestas a sus preguntas pero eso no hace más que aumentar el deleite que proporciona su creación postrera.

Recuerdos cálidos y agrios sobre la muerte, el amor y la disciplina férrea capaz de atormentar y mostrar cómo desaparece la delgada linea entre el amor y el odio.

Alexander ve el fantasma de su padre muerto. Si a Hamlet le reveló el nombre de su asesino, a Alexander no parece ofrecerle solución a sus preguntas, tan solo un pequeño alivio en la oscuridad de una vida que tiene que empezar a vivir con su hermana, su madre y un padrastro que lo ama no con "un amor ciego ni atolondrado", sino con uno "rígido y fuerte". Al final, también se le aparece el fantasma del obispo con su pesada cruz al cuello. "No te librarás de mí tan fácilmente". Está claro, siempre queda la esperanza, aunque no podemos esperar que esta dure mucho. Como mucho, un ratito en medio de la noche, perdidos en el taller de títeres de un prestidigitador mefistofélico. O tal vez alimentando la imaginación con las historias que dibuja en la pared una linterna mágica. O puede que durmiéndonos mientras la abuela nos recita un poema. Un instante para atesorar.
laranra
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10
5 de mayo de 2009
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bergman es lo que tiene. Te engancha como a un tontito. A poco que te intereses por la imaginería y el pensamiento de este creador tan personal quedarás prendado para siempre de su mundo negro y sus obsesiones primarias, desoladoras, enormes. Está claro que nunca se le ha considerado un optimista. Eso queda palpable con películas de la negrura de "El séptimo sello". En ella se nos acerca a un momento histórico en el que la muerte caminaba por la tierra invadiendo todos los ámbitos de la vida cotidiana. Me refiero a la gran plaga, la peste negra que asoló Europa en el siglo XIV. Parece un momento idóneo para lanzarse al carpe diem feroz, aunque para Bergman es mejor para hacerse las preguntas de siempre. El caballero cruzado (un enorme Max Von Sydow) trata de engañar a la muerte en una partida de ajedrez que solo sirve para alargar lo inevitable. Mientras, atraviesa aldeas e iglesias invadidas por el miedo cegador de un cristianismo castrante que ve en la epidemia una oportunidad única de aumentar su poder a través del miedo a la condena. En este ambiente de pensamiento único destaca el pensamiento lúcido, libre y despreocupado de Juan, el escudero. Un hombre rudo con mucho más que decir de lo que parece a simple vista. Es la sencillez del hombre salvaje. La bondad real por encima de la que predican los charlatanes.

¿Qué hay después? Es la pregunta desesperada del caballero. Nadie puede contestarle. Ni Dios, ni Satán, ni la misma Muerte. En su partida desesperada consigue algo más que alargar su agonía. Consigue distraer a la parca mientras José y María, la pareja de alegres comediantes, escapan con su hijo Miguel. Todo un regalo que asoma en la forma de la dosis de alegría y esperanza mínimas a las que Bergman nos acostumbra. Cuando todo está negro y los ángeles tocan las trompetas del apocalipsis aún queda un hálito de esperanza representado por estos tres personajes que parecen sobrevivir a una humandad corrompida y llena de miedos y odios. Parece que al fin y al cabo hay un futuro.
laranra
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