Tengo un silloncito nuevo para ver las pelis en casa. Es acolchado y muy cómodo, pero no tiene brazos, de manera que si la peli no engancha o produce sopor, caes a plomo por uno de los costados. Normalmente, la caída provoca una leve magulladora y suele quedar en un mero susto, pero en este caso concreto, y dado el sueño profundo y pegajoso en que me sumió la duquesa de los cojones, me rompí dos dientes y me abrí una brecha en la nariz, justo en mitad del tabique. De ahí que esté escribiendo esta reseña con una puta venda en la cara y que esté bebiendo zumo de piña con la ayuda de una puta pajita.

Desde hace ya algunos años, en los países pertenecientes a la Unión Europea, está totalmente prohibido reunir a un número nutrido de personas, pertenecientes o no a un mismo gremio, y fusilarlos a eso de las seis de la mañana frente a un muro de piedra. Pero fue tal la presión popular y las cartas del sector audiovisual que así lo sugerían, que tuvieron que hacer una excepción con el equipo técnico y artístico de esta película. Y, de hecho, apenas se alzaron voces lamentando el evento. Dos o tres grititos del primo hermano de uno de los auxiliares de vestuario, y poco más. Fosa común, una misa muy coqueta y unos canapés de atún a la salida.

Pero el cine es grande, qué le vamos a hacer, y algunos encontrarán virtud donde un servidor sólo encuentra bostezos, mierda y dinero mal invertido.

Así que no hubo manera de concentrarse en la peli. Nada, ni de coña. Clavadito al piloto, tío. Dos putas gotas de agua. Eso sí que es un remake, y no la peli. De hecho, estoy empezando a dudar: ¿el Pitt iba de blanco o de rojo?

"¿Puedo usar el palo de golf, señora?"

Pero yo no hacía más que escuchar el "ñiiiiaaaaaaaauuuuun" de los coches de carrera. Imposible quitármelo de la cabeza. A la mierda. Así que tuve que parar la peli y meterme el DVD por el culo, para acallar los demonios.

O quizá no fue eso, quizá no fue el asqueroso parecido entre el morritos (más conocido como "soy un actor mediocre, pero si quieres verme el rabo, bájate "Soñadores") y el piloto. A lo mejor no fue por eso.

A lo mejor fue, tal vez, porque me sentí estafado.

Hay una panda por ahí que responde al nombre de "Los fumigadores". Son un grupo de gente de lo más entrañable que resuelve problemas cotidianos por encargo. Sale caro, pero mola. Un ejemplo: en mi barrio, irrumpieron anoche en una vivienda a la hora de la cena y fumigaron al padre, a la madre y a la hija adolescente mientras consumían esa reputa mierda de nuestro tiempo, quizá la más despreciable, llamada televisión. Si te enteras, o simplemente albergas la sospecha de que alguien ve la tele en tu barrio, pegas un toquecillo a los fumigadores y ellos lo solucionan. Limpio, rápido y eficaz. No dejan vivos ni los chinches.

Al parecer, tanto el equipo técnico como artístico de esta retrobasura amanerada y soplapollesca ha recibido cartas de advertencia sobre la existencia de los fumigadores; seguramente, alguien que les filtró el aviso por joder la pava. Así que, desde hace semanas, es imposible localizar a ningún miembro del equipo. Hay un rumor que sugiere que la script podría estar escondida en un pueblecillo de Almería, pero hasta la fecha sólo es una hipótesis. Esperemos, por el bien de la industria, que los fumigadores den pronto con ellos y que todo se resuelva con agilidad y contundencia.

Fue la siguiente: el Moretti pedofileando con la hija en ese dormitorio casposo, la niña gritando y huyendo escaleras abajo, muerta de asco; dos coches patrulla haciendo un trompo en el parque, cuatro guardias bajándose de un salto al grito de "ahí está el mamón de los cojones" y metiéndole la porra por el culo; la cuñada empotrándose con esa mierda de coche contra la farola y, al apearse, primer plano de la puerta del conductor pillándole las tetas y reventándoselas; el Moretti escapando de los cuatro guardias, con la porra todavía en el culo, y saltando la verja del cementerio, abriendo a patadas el nicho de la mujer y meándose en el cadáver; la flaca del parque acudiendo al rescate a lomos de su perrazo, tendiéndole la mano, "salgamos de aquí, cincuentón de mierda", el Moretti saltando sobre los cuartos traseros del perro sin guardarse la minga y justo en el momento en que los cuatro guardias se abalanzan sobre él, los guardias cayendo al hoyo (primer plano de uno de ellos con salpicaduras de orina en la frente); los compañeros de trabajo del Moretti irrumpiendo en el cementerio con una furgoneta Volkswagen de los setenta, la mitad de ellos atravesándose los pezones con las varillas de un paraguas; el Moretti y la flaca de mierda alejándose en el perro-caballo (plano fijo y abierto, puesta de sol al fondo, siluetas en contraluz), la maestra de la hija corriendo detrás de la Volkswagen con las tetas fuera y un canuto en la mano...

Pero, en lugar de eso, me chupé otro tostón italiano de agárrate y no te menees. Aburrido, hinchado y con la única y efímera virtud de tener una buena propuesta en el arranque.

Vaya por delante mi respeto a este señor, que lleva 50 años haciendo cine, ahí es nada. El que quiera que se ponga, que agarre los maderos del carro como si fuera un burro y que eche millas. 50 años, nene. Con dos cojones.

Pero en cuanto a la bazofia ésta, un par de breves reproches: lamentable dirección de actores y ridícula puesta en escena. Y con esto, prácticamente, podemos apagar las luces e irnos derechitos a la mierda, porque si la dirección de actores se te cae, no levantas la película ni con la puta palanca de Arquímedes. Títeres agilipollados y sonrientes, eso parecen los actores, marionetas amaneradas y cursis anticipando cualquier movimiento, siguiendo a rajatabla los patrones "visibles" que les han marcado (le das un beso, te giras, sonríes, caminas dos pasos hacia tu izquierda, cuidado con el cable, no te vayas a caer, levantas la mano y te alejas, sacas el paraguas del bolso y te lo metes por el culo, cierras la puerta...)

Tela marinera. Y al hombre, que obviamente todo el mundo respeta, como un servidor, seguramente le habrán insinuado, con sutileza, que semejante memez de puesta en escena está desfasada, que los tiempos que corren no están para estos teatrillos, pero él... Pues eso, que si quieres arroz, Catalina.