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Argentina Argentina · Colastiné
Críticas de Adela Hache
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Críticas 42
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
La chica del sur
Documental
Argentina2012
7,1
132
Documental, Intervenciones de: Alejandro Kim, Lim Sukyung
7
18 de febrero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En julio de 1989 tuvo lugar en Corea del Norte uno de los últimos festivales que la vieja Unión Soviética celebraba cada tanto para las juventudes de todo el mundo. El fotógrafo y cineasta argentino José Luis García registró casualmente imágenes y discursos de aquellos días previos a la caída del Muro de Berlín y lo hace desde un enfoque subjetivo que trasciende fórmulas previsibles. En un arqueológico trabajo de montaje, rescata tomas en súper vhs (la tecnología hoy absoleta de aquel momento), donde se detiene en esos entusiastas grupos juveniles llegados de todas partes del mundo, bajo banderas y cánticos solemnes. Se demora en las declaraciones ingenuamente candorosas de muchachitos dispuestos a cambiar el orden mundial con manifiestos y consignas, pero también subraya la lúcida intervención de un grupo musical que interpreta canciones de rock, contrastantes en su actualidad, con los envejecidos acordes de la Internacional, al tiempo que parecen ser la única voz alerta sobre la masacre de estudiantes en la plaza Tiananmen.

Entre tanto entusiasmo movilizante, capta su atención una jovencita veinteañera que surge como líder espontáneo de aquel encuentro, sorprendiendo con un emotivo discurso pacifista por la reunificación de las dos Coreas, divididas entre Rusia y EE.UU desde el fin de la segunda guerra mundial. Conocida como "La flor de la reunificación", aquella joven (Im Su-kyong, la chica del sur del título), que viajó desafiando controles y peligros para deslumbrar con un avasallante y conmovedor discurso humanista, pasó luego varios años encarcelada en su país. La obsesiva idea de qué fue de aquella mujer pasadas dos décadas y con un mundo diferente, lleva al realizador a viajar -esta vez a la parte surcoreana- para entrevistarla.

De una manera muy poco convencional, la película trabaja la intriga, el conflicto y las emociones, manteniéndonos pendientes de lo que va a pasar.
Mientras la primera parte se acerca más al registro político de una época y un lugar, la segunda se torna personal e intimista. La película se impone rescatar la singularidad de una vida ante el huracán de la historia, donde tanto el ojo como la voz, se permiten reflexionar sobre el propio proceso de un cineasta que ve en un personaje la condensación de lo que quiere rescatar en la vorágine del tiempo.
El relato tiene el mérito de combinar con armonía los diferentes materiales, los distintos tiempos y las múltiples aristas de la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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Buscando al huemul
Documental
Argentina2012
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Documental, Intervenciones de: Ladislao Orosco, Nazareno Rodríguez
8
14 de diciembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film -de 78 minutos- está estructurado como un viaje de aventura y conocimiento que realizan dos jóvenes patagónicos con raíces mapuche: Ladislao y Nazareno, que de alguna manera remiten a la dupla universal del Quijote y su escudero. Ladislao está empecinado en encontrar un huemul, el ciervo autóctono patagónico en peligro de extinción, al punto de que es una rareza hallar alguno, ya que los últimos ejemplares están recluidos en la parte más inextricable de la precordillera. A esa obsesión ha incorporado a Nazareno, más conocedor del virginal terreno montañoso. Aunque más inexperto en las cuestiones prácticas, Ladislao complementa la ayuda de su acompañante con la lectura de dos libros, uno sobre las características y costumbres del huemul, y otro sobre la Campaña al Desierto y el exterminio de sus habitantes originarios.

Precisamente, el film se inicia con sendas citas provenientes de estos libros, que operan a modo de guía para el doble recorrido que propone la película: la primera frase pertenece al Perito Moreno, el gran estudioso de la naturaleza austral, y cuenta cómo el huemul cuando se siente perseguido, prefiere introducirse en las aguas heladas del lago y hundirse hasta desaparecer. La segunda cita es sobre la Campaña del Desierto y el exterminio de la raza mapuche. El paralelismo es evidente y se refleja en una búsqueda externa, real y concreta pero también en un proceso interno que hace interesarse a los protagonistas cada vez más por sus raíces.


A medida que los protagonistas se alejan de la urbanización, retroceden en el tiempo, el caballo se vuelve esencial para transportarse y a veces ni siquiera sirve para llegar a lugares donde no hay puentes ni luz eléctrica ni celular y solamente, a veces, la radio funciona. El paisaje se vuelva cada vez más potente y la figura humana se reduce y se ensombrece. Una experiencia que roza lo místico se traduce no sólo en imágenes visuales sino auditivas: en los sonidos prístinos del viento, el fuego o el agua como pocas veces puede apreciarse en registros cinematográficos incontaminados por cualquier objeto comercial o cultural.

Esta búsqueda se asemeja a la del quetzal, el ave sagrada de la selva costarricense: algunos expedicionarios llegan a escucharlo pero es casi imposible verlo. Aquí, se muestran las huellas del huemul (aproximadamente 7 cm, para el ejemplar adulto) pero no aparece más que en un dibujo. El film bien podría llamarse “Esperando al huemul”, a semejanza de títulos como “Esperando a Godot” o “Esperando la carroza”, porque la búsqueda deviene circular, se estanca y sigue infinitamente, como el gerundio del título.
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Adela Hache
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Néstor Kirchner, la película
Documental
Argentina2012
4,2
158
Documental, Intervenciones de: Néstor Kirchner
4
26 de noviembre de 2012
26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
En clave autocelebratoria y realización limitada, la película construye el retrato de Nestor Kirchner a partir de sus discursos más conocidos y los ensambla con filmaciones caseras, testimonios familiares y voces militantes o de puro agradecimiento. Empieza con las afirmaciones de "Vengo a construir un sueño", pronunciado en la asunción del 2003. Esas palabras de esperanza contrastan con el caos que precedió al inicio de su gestión presidencial: la represión de diciembre de 2001, el vacío de poder, la asunción de cuatro presidentes en tiempo récord y los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Aquí el montaje pasa por los hechos sin referenciarlos, se compactan en un bloque confuso para el espectador no avisado.
De Luque trabaja con material de archivo público y privado, que va intercalando a medida que avanza el relato. Su trabajo pierde rigor periodístico al no identificar las testimonios ni las voces que se escuchan en off, así como también la ausencia de fechas y lugares para ubicarse en el tiempo. Más confuso cuanto más lejos cultural y geográficamente esté el espectador.

La voz en off no tiene aquí una presencia tradicional, solamente se identifica la de los discursos de NK, luego no sabemos quién habla. Se crea la sensación de una voz colectiva que cambia muchas veces, es necesario esperar los créditos finales para enterarse -por ejemplo- que hay un poema de Gelman y otro más, recitado por el actor Federico Luppi o descubrir que el músico de rock que escuchamos sin ver, tal vez sea León Gieco.
Él desarrollo pretendidamente biográfico deja capítulos vacíos en voluntarias y expresas omisiones, particularmente el tiempo transcurrido en el Sur desde 1976 hasta el regreso de la democracia. Tampoco parecen existir los años 90, que se sintetizan en un fugaz y poco favorecido pasaje de Menem. Después se abunda en glorificadas gestas políticas de los últimos años.
Los momentos mas disfrutables son los que muestran momentos de intimidad, allí De Luque abre una puerta hacia un registro espontáneo y creíble, donde sobresalen las entrevistas a la madre de Néstor y de Cristina.
La película tiene referentes conocidos en la música (Santaolalla) o en la fotografia (Marcelo Iaccarino) pero se nota la ausencia de un director de fuste. En realidad De Luque no era conocida hasta que Caetano (el director propuesto inicialmente) renunció por diferencias artísticas. Así, en nombre de una causa que excede lo cinematográfico la dirección es tan maleable y desdibujada como. la voz en off. Sin embargo hay documentales políticos que pasaron a la historia por sus valores artísticos pero no es el caso de Paula de Luque que no consigue tampoco un efectivo film de propaganda. Es cierto que busca la emoción, pero carece de objetividad y registro poético. La cámara no tiene oportunidades de lucirse más allá de los muy bien iluminados paisajes patagónicos o las entrevistas registradas en planos limpios y certeros. También hay formalmente decisiones no justificadas estéticamente como filmar inclinado o acelerar la velocidad para indicar el paso del tiempo. También es necesario decir que a pesar de que se insiste con que es un documental hecho desde el amor, los enemigos ocupan un lugar bien destacado en la manipulacion del montaje.

Demasiado emparentada con la coyuntura actual, le falta tiempo y distancia a esta pelicula hecha en un contexto k y por asesores culturales pro-oficialistas. Dejo estas líneas consciente de que abundan comentarios a favor y en contra sobre lo narrado y no sobre cómo se narró y que fundamentalmente es un relato que entusiasmará sólo a los simpatizantes incondicionales del kirchnerismo que ya tuvo su premiere en el Luna Park con entrada gratuita el pasado 17 de octubre, ahora llamado Día de la Militancia. Tal vez queda la pregunta de por qué un estreno comercial en tantas salas (más de un centenar) para un filme con destino de unidad básica.

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Adela Hache
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6
20 de octubre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela del escritor argentino Andrés Rivera, ganadora en 1992 del Premio Nacional de Literatura, la película de Nemesio Juárez traspone en imágenes una reflexión crítica sobre el destino de los más fervientes héroes de la Revolución de Mayo.

La película rinde un claro homenaje a los protagonistas que vivieron los ideales de la Revolución en los albores de la patria, con mayor coherencia y pasión: Castelli, Moreno, Belgrano, Monteagudo... Ilumina el perfil de esos hombres que ocuparon un lugar decisivo en la historia argentina y sin embargo terminaron en soledad, empobrecidos y olvidados.

El punto de vista recae en una figura nublada en el recuerdo oficial: Juan José Castelli (Lito Cruz), llamado “el Orador de Mayo” y despliega su mirada nada complaciente sobre los resultados de esa revolución. Se alinea en una lucha de intereses comunes junto a Moreno, Belgrano y otros patriotas que no vieron recompensados sus ideales y sacrificios sino con sinsabores.

El guión arranca en 1812, año en que Castelli ya está prácticamente mudo por un cáncer de lengua y es juzgado por un tribunal que cuestiona su proceder en la historia reciente. El héroe ha caído en desgracia y está afectado físicamente en la parte de su cuerpo que fue más brillante. La narración se organiza desde este personaje cuya fortaleza parece desmoronarse frente a intrigas de enemigos internos. La película está vertebrada a partir del juicio de un tribunal con jueces de pelucas tan ridículas como impecables, que vierten acusaciones injustas de las que lo defiende su joven compañero de lucha, Bernardo de Monteagudo. La historia va y viene entre 1806 y 1812, con recuerdos de las invasiones inglesas, la contrarrevolución de Liniers, el cabildo abierto del 22 de mayo, el primer aniversario de la Revolución.

La progresión de la novela no es lineal, en la película tampoco, ya que se inicia con Castelli viejo, enfermo y cuestionado, pero intenta un seguimiento más ordenado que el caótico fluir literario. El largo monólogo se transforma en diálogos con otros interlocutores y en el desarrollo de situaciones que en la novela apenas están insinuadas pero que permiten crear momentos de mayor epicidad, indispensables para la trama cinematográfica que por momentos acusa el peso de una retórica que luce acartonada.

La lucha de estos hombres tiene muchos puntos en común con los revolucionarios de todas las épocas. La película los trae al presente, convertidos en hombres de carne y hueso que se indignan y se conmueven hasta el llanto, no tienen los uniformes impecables, insultan y maldicen a la par que pelean.

En el perfil de estos revolucionarios cabales que marchan al silencio o al exilio, está muy remarcada una ética heroica y trágica en el sentido que Gramsci llamaba “pesimismo de la razón pero optimismo de la voluntad”. Así, estos héroes asumen un destino de perdedores en ese sueño incesante de ideales, sin jamás resignarlos, aunque -como señala Castelli un par de veces- la revolución no tenga el encanto de un ramo de flores.
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Adela Hache
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4
11 de septiembre de 2012
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de boxeadores cuentan con títulos clásicos y grandes directores, desde King Vidor hasta Scorsese con su “Toro Salvaje”, donde se impone un héroe popular y una épica fuerte. En el cine y en la literatura nacional contamos con “Gatica, el Mono”, de Leonardo Favio y con nobles relatos de Julio Cortázar o Abelardo Castillo e incluso con la canción de León Gieco “Cachito, Campeón de Corrientes”, pero no es el caso de “La pelea de mi vida” que está más cerca del melodrama televisivo y efectista que de los relatos con intenso sustrato social vinculados a un imaginario de la clase obrera y la cultura popular.
El argumento ronda en torno a Alex (Mariano Martínez), un boxeador argentino aún joven y fuerte pero que supo de tiempos mejores. Al iniciarse la película lo encontramos autoexiliado en Colombia, sobreviviendo con combates arreglados de antemano por la mafia de las apuestas. Pero un día se niega a perder y eso sumado a que es un donjuán perseguido por guardaespaldas de un marido engañado, decide regresar al país luego de diez años. Así se reencuentra con su antiguo entrenador (Emilio Dissi) y amigos del gimnasio (entre ellos Mariano Argento, la revelación de “El hombre de al lado”).
Al retomar los vínculos con su pasado, el protagonista se entera de que ha sido padre durante su ausencia, que su novia abandonada falleció y su hijo biológico -que ya tiene ocho años- ha sido adoptado por su máximo rival en las cuerdas y en la vida.
La historia tiene ingredientes que hubieran podido conformar un buen melodrama deportivo pero el guion cae en la superficialidad y esquematismos tan previsibles que lo hacen ser apenas un pasatiempo con público cautivo por la popularidad de los actores y una temática atrayente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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