Bodrio, como todo lo que toca Lars Von Trier, el rey de la "cámara al hombro", esa "genialidad" que le ha valido el unánime reconocimiento de la crítica progre y snob. Aparte del dudoso mérito de marear al espectador, no creo que este sobrevalorado cineasta, que tanto daño ha infligido al séptimo arte, aporte nada interesante al mundo del cine, con sus continuas excentricidades convertidas, desgraciadamente, en productos comerciales.
En este caso es su querido compañero de travesuras cinematográficas, Thomas Vinterberg, quien firma (no me atrevo a decir que dirige) este engendro. Lars Von Trier es el autor del nefasto guión. Juntos nos regalan esta nueva tomadura de pelo que, incomprensiblemente, muchos ensalzan.
Espero que algún día los seguidores de Von Trier y Vinterberg, y del resto de la pandilla del Dogma, reconozcan que realmente el emperador no lleva traje, sino que está completamente desnudo.

No entiendo como esta sucesión de escenas sucias y con tan poco gusto pueden generar esa admiración y hacer que la crítica caiga rendida a sus pies. Dos capítulos fueron suficientes para abandonar este bodrio. Si tienes buen gusto y te queda algo de decencia, evita este engendro.

Siento llevar la contraria a los críticos, ese gremio de pseudofilósofos que, cuando no entienden algo, lo alaban hasta la saciedad, como en el cuento de "El traje nuevo del emperador" en el que todos veían claramente que el rey estaba desnudo, pero nadie se atrevía a decirlo y, por el contrario, resaltaban las virtudes de una vestimenta inexistente.
Pues bien, vamos a decirlo con delicadeza: esta película es, simplemente, PURA BASURA, en el sentido más literal de la palabra. Es basura de la que puedes encontrar en un vertedero, en un cubo mugriento, en una mente enferma como lo es la de este ¿director? de ¿cine? que agradezco que tenga su tiempo ocupado, aunque sea realizando estas bazofias, porque con una mente tan podrida no sé qué sería de sus vecinos si estuviera desocupado. Este hombre es un psicópata y su cine lo refleja bien claro.
Esta película es realmente DESAGRADABLE, ABURRIDA como no hay otra y llena de planos fijos en silencio que desesperan. Así que pido a los críticos profesionales que, por favor, se dejen de complejos y no engañen a la gente que no quiere desperdiciar su tiempo, su dinero o su cordura mental.
Esto es un INSULTO a la decencia, al cine, a la literatura, a la interpretación, al arte, al espectador.

No soporto las películas cuya única finalidad es decirte: "fíjate qué locos estamos y qué originales somos los responsables de esta obra". Y ésta es una de esas. La película comienza prometiendo ser una de esos films que disfrutas por su originalidad, su humor sutil, y muchas situaciones ridículas, pero con un estilo propio y genuino. Y se mantiene así, digamos, hasta la mitad de su metraje.
A partir de ahí, es como si el guionista se hubiera quedado en blanco y no supìera qué seguir contándonos ni cómo continuar la trama (si es que la hay). Todo se desarrolla de una manera que te hace desconectar, perder el interés con el que estabas disfrutando la tan original propuesta. Y es que ahí viene el segundo y principal problema de este extraño producto: su ansiosa necesidad de ser tan original, desconcertante y única, que se pierde en su mismo planteamiento y pretenciosidad. La sensación que queda al final es de que no hay una historia que contar, sino una sucesión de situaciones al principio absurdas, pero graciosas, que se van convirtiendo en más situaciones absurdas, pero nada graciosas. Y para rematar, la música, quizás para parecer más graciosos y originales, no es música, sino ruido y disonancia. Por todo ello, no recomiendo en absoluto la película, a no ser que no tengas nada en lo que emplear tu tiempo y te apetezca malgastar una hora y media de tu vida.

Cuando no se tienen principios ni convicciones morales de ningún tipo, es muy fácil ser director de cine; es muy fácil ser artista, en general, ya que se abre ante ti un infinito abanico de opciones que explotar, sin importarte lo más mínimo a quién ofendas o humilles.
Ése es exactamente el caso de Martin McDonagh, un modernillo violento, de esos de los que abundan hoy día, totalmente influido por Tarantino y que intenta mostrar un humor negro original que en realidad no es más que un plagio de los diálogos del mencionado director de Pulp Fiction, pero intentando dar otra vuelta de tuerca más, si cabe.
Esta película empieza bien; crees que vas a ver una entretenido thriller con toques de humor, pero pronto esa impresión se va desvaneciendo al comprobar con desilusión cómo estamos ante más de lo mismo: la enfermiza obsesión con ser EL MÁS TRANSGRESOR de los transgresores. Y ya no hay remedio. La película se vuelve cada vez más "graciosilla", faltando al respeto a todo lo que a uno se le pueda pasar por la cabeza, e incluyendo todos y cada uno de los ingredientes prefabricados que aseguran el éxito inmediato (violencia, drogas, palabrotas...), en detrimento, lógicamente, de la trama, que empieza a perder interés y a dejar de lado cualquier signo de guión inteligente, decantándose por la gracia fácil disfrazada de diálogo brillante.
El director y guionista intenta en todo momento demostrar lo agudo que es, convirtiendo cada uno de los diálogos en un chiste fácil, generalmente grosero, y de los que se salvan dos o tres en toda la película.
En definitiva, sólo recomiendo esta película a gente simplona, que se ría de cualquier cosa o que esté en una fase de su vida en la que no le importe lo más mínimo nada ni nadie.