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España España · Un lugar de La Mancha
Críticas de CarlosDL
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Críticas 215
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
25 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo drama de Fraçois Ozon ha llegado a nuestras carteleras sin alzar demasiado revuelo, algo inevitablemente sorprendente para cualquier seguidor de sus trabajos. No tanto por su casi millón de espectadores en las pantallas francófonas –sumado a su calidad se encuentra el posible efecto llamada tras los intentos de los responsables eclesiásticos retratados por frenar su distribución-, sino más bien por sus elogios en el Festival de Berlin (Gran Premio del Jurado) y la afinidad habitual del director de Frantz (2015) con los cinéfilos vecinos, a quienes él mismo define como especialmente interesados por su cine. Ninguno de sus logros hasta ahora están exentos de mérito. Ozon construye en esta ocasión un drama distanciado de su habitual deleite por la retórica y la circunstancial radiografía social, centrado en la exposición veraz y prácticamente aséptica de unos hechos detestables.

Una alarma despierta dentro de Alexandre, un padre de familia católica y aburguesada de Lyon, cuando conoce por casualidad que los abusos que sufrió de niño por parte de un párroco no fueron algo aislado, sino constante, y que, por si fuera poco, este desgraciado aún sigue trabajando con niños. En apenas unos minutos la narración ha comenzado a estructurarse en forma de engrasado diálogo epistolar sin un objetivo inicial definido, al menos no más allá de la búsqueda de la dignidad que fue mancillada y la necesidad de alejar a un lobo de los rebaños de carneros indefensos. Ante las indignas estridencias de la diócesis de Lyon llegaremos a la decisión judicial que llevará consigo la creación de la asociación “La Parole Libérée“, entorno a la cual girará el resto del periplo.

Se agradece en todo momento la firmeza y la templanza de la dirección: existe en ella una gélida contención intencionada frente al que hubiera sido el sendero fácil ligado al enjuiciamiento moral y la crítica anti-eclesiástica. Ozon demuestra en la ficción una brillante postura lógica y expositiva de los hechos reales donde el melodrama sensiblero no tiene cabida y la emoción debe brotar de forma natural desde el dolor compartido con la víctima. Aunque ficcionada, la tragedia se decanta tan amarga como podríamos descubrirlo en un documental; precisamente el formato que el director pretendía desarrollar justo antes de dar forma a esta historia. Una historia sobre David y Goliat: una débil víctima interpretada por el silencio, los traumas y los actos de los tres protagonistas de la narración, pero también las miradas, los recuerdos o la negación de los secundarios que les rodean, contra un verdugo sacro de enormidad centenaria, inmutable en su concepción e intocable por su robusto caparazón de poder e influencias.

En su temática, incluso aspecto en ocasiones, aparecen comparaciones inevitables con Spotlight (2015), y es que la película de Thomas McCarthy fue inspiración clave durante la evolución del proyecto, como ha señalado el propio Ozon en diversas entrevistas o de una forma más divertida y sutil: colgando el póster de la película americana en la pared de la comisaría durante una de las escenas más devastadoras. Si bien la inspiración pudo ser clave, el gran acierto aquí se encuentra en el enfoque: es el amplio y detallado espectro de sufrimiento y aflicción, esbozado durante los 137 minutos de incómodo metraje, el que pone el foco de atención sobre este infame episodio, abriendo al mundo crímenes silenciados durante décadas, ahora –por fin- juzgados ante la justicia.

CarlosDL - Colaboración en http://redrumcine.com/
CarlosDL
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Margolaria (El pintor)
Documental
España2019
5,7
27
Documental, Intervenciones de: Mikel Urdangarin, Alain Urrutia
7
22 de marzo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una obra donde la casualidad no existe, descubrimos que el sino tras cada elección vital no es otro que el retorno al punto de inicio: “Al final, tropiezas con el silencio”. Gracias a tener esta pauta en cuenta y saber transportarla a la pantalla impregnada de franqueza descriptiva -exenta de excesiva ornamentación-, Oier Aranzabal ha conseguido transcurrir por caminos estimulantes para cualquier espectador inquieto que acepte el billete hacia el viaje incesante de un cantautor en busca de las claves del silencio.

Mikel Urdangarin decidió dejar la enseñanza para volcar su vida en la música: con la guitarra entre las manos y el euskera en sus letras, muchos tildaron su atrevimiento de delirio. Ahora, sin embargo, la perspectiva es distinta, su trayectoria es irrefutable y su quimera ha dejado de serlo. Veinte años más tarde de aquel punto de inflexión somos testigos de una búsqueda interna de significados y convicciones, filmada en un impoluto formato monocromático que transporta al origen con la calidez de los primeros pasos, desarrollando un documental en forma de road-trip espiritual, hasta descubrir que la meta no debería ser nunca alcanzable: si ésta se satisface, el resto carecería de sentido.

No hay momento alguno del metraje en que necesitemos que los nombres de los acompañantes del protagonista sean rotulados, pues con todos ellos comparte un vínculo íntimo y artístico innegable que flanquea la pantalla mientras le permite acercarse más a la síntesis del proceso creativo en sus argumentaciones. Introducida inicialmente por el artista plástico Alain Urrutia, desarrollada en pequeños fragmentos de conversaciones y percutida en la globalidad del conjunto, la idea de la creación se enfoca desde un plano de opuestos generadores de un movimiento circular (bidireccional) continuo: igual que se referencia el sentido de la vida desde el mismo significado de la muerte, podemos hablar del entendimiento en la amistad desde la comprensión de la soledad, o la comprensión de la música desde la complejidad del silencio. El recorrido incesante entre los polos genera la mutación en la vuelta al retorno; en el camino quedan las pinceladas de ondas en el lienzo sonoro de la música.

CarlosDL - Colaboración en http://redrumcine.com/
CarlosDL
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8
23 de enero de 2019
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si existe algo que resulta particularmente interesante el mundo del cortometraje es la virtud de sus creadores para generar historias encapsuladas en escasos minutos donde las estructuras habituales de los relatos más extensos no suelen encajar, desechándose éstas en favor de construcciones más libres en las que los estilos llegan a fundirse y los guiones son pulidos para transmitir el máximo sentido –y sentimiento- en las mínimas escenas. En muchas ocasiones llegamos a encontrar ficciones realmente complejas, resultado de horas de cocción de ideas a fuego lento hasta llegar a condensar el texto perfecto y obtener resultados de corte tan fastuoso como el que firma Rodrigo Sorogoyen en esta pieza donde todo gesto, palabra y acción están milimétricamente estudiados y acotados para lograr menguar las paredes de un espacio amplísimo y convertirlo en un lugar claustrofóbico.

Todos los elementos estilísticos que componen Madre son imprescindibles, ya sean visuales o narrativos. La elección del plano secuencia (casi completo) aporta una linealidad y fluidez que un rodaje más usual no habría conseguido, pero también sitúa al espectador en un espacio delimitado, con detalles concretos que sustentan unas líneas de diálogo escritas para dar forma a la historia de un personaje protagonista compacto, sólido. Sonido, luz, movimientos: en este recorrido constante por el escenario teatral todo está orquestado sugestionando al espectador hasta que sienta formar parte de un drama cuyo thriller subyacente sostiene la tensión in crescendo a cada segundo. No podremos escapar de sus consecuencias, mientras su repercusión sigue abriéndose paso, habiendo llegado ya hasta los Oscar’s después de llenar su cartel del elogios y galardones nacionales, como el Goya a Mejor cortometraje 2017. Su huella ya es un hecho, al igual que lo será su próximo estreno en formato largo en las mejores salas de cine.

CarlosDL - Colaboración en http://redrumblogdecine.com/
CarlosDL
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7
3 de octubre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La llegada de septiembre nos recuerda cada año que las vacaciones no son eternas: todo tiene un ocaso y las obligaciones siguen esperando ese primer y fatídico lunes. También anticipa, en cambio, la llegada de una estación muy bella, más caduca que ninguna otra, y especialmente esperada por los cinéfilos. El mes que dejamos atrás llena nuestras carteleras de las primeras películas que durante largas semanas han inundado festivales y muestras de cine alrededor del mundo, dejando paso a una nueva temporada de filmes que nos devuelven a un lugar que nos encanta: la acogedora penumbra de un cine otoñal. Una de las primeras propuestas en llegar viene respaldada por su victoria en la Quincena de Realizadores de Cannes y sus tres galardones en la Semana internacional de cine de Valladolid: Espiga de plata, Mejor nuevo director y actor.

The Rider (2017) nos adentra en un mundo estático, anclado en la tradición del western clásico cinematográfico y el cowboy americano, con la condición de las nuevas realidades que poco a poco participan en este rodeo dramático. La delicada dirección Chloé Zhao consigue generar una extraña atmósfera de tranquilidad y complicidad que conecta con el espectador en tan sólo dos escenas, dejando que las imágenes hablen por sí solas: la belleza de un caballo de raza, su pureza y temperamento, se contraponen metafóricamente a las imágenes del cráneo desfigurado y la ira congelada de Brady (Brady Jandreau), protagonista absoluto de una cinta que cabalga sobre el documental dramatizado por sus altas dosis de realismo. Desde este punto el conjunto crece siguiendo un estilo de sensibilidad y poesía subyacente a un storytelling visualmente espléndido. Su naturalidad formal surge al apoyar con valentía la fuerza de la ficción en la propia realidad de sus protagonistas, actores no profesionales que abren su espacio vital a la producción para que ésta que confirme como parte de su proceso de normalización, pero también para contar desde dentro una historia en un contexto concreto, aunque con una ética universal.

El resultado es sencillamente precioso, detallista y evocador, colindante en ocasiones con lenguajes visuales utilizados por Terrence Malick o la integridad sensitiva de David Lynch en Una historia verdadera (The Straight Story, 1999). Por el contrario, también es uno de esos casos en los que el continente desarrolla a través de la imagen todo lo que el contenido no consigue relatar en sus textos, en ocasiones tan rudimentarios como la vida misma, pero sin una trascendencia que pudiera aportar una capa de mayor complejidad. Así, el trabajo de Joshua James Richards en la fotografía ensalza el lirismo visual donde los ocasos antes dominados por nombres como John Ford se funden con la filosofía de un joven buscando la armonía en un lugar al que ya no puede pertenecer. Nacido por y para el mundo del rodeo, Brady (tanto el real, como el ficticio) deberá aceptar su nueva condición mientas su impulso natural le lleva a volver a lomos de caballos, lo que siempre había entendido como libertad, adrenalina y vida. Redefinir la identidad y reinventar los valores en un entorno árido serán sus retos; la honestidad, madurez y el afecto, sus amuletos.

CarlosDL - Colaboración con http://redrumblogdecine.com/
CarlosDL
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I'm Burning
MediometrajeDocumental
España2018
--
Documental
7
2 de octubre de 2018
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Más de un año de duro trabajo es la principal materia prima de todos los monumentos erigidos en la capital del Turia durante la semana de las Fallas. Construcciones variopintas que colapsan la ciudad en una suerte de laberinto de arte y festividad; algunas de tamaño mastodóntico, otras cargadas de diminutos detalles; muchas lucen fantasía e imágenes oníricas, otras apuestan por iconos satíricos y crítica ácida de actualidad. Ninguna de ellas, en cambio, es capaz de vencer al destino inherente a su creación: arder en las manos del elemento natural más venerado desde tiempos inmemoriales. El rojo fuego, tan amigo de la curiosidad del homo y sus mitologías como enemigo en sus temores, resulta ser el protagonista cada 19 de marzo consagrando una tradición cuya edad y origen siguen siendo alimento de diferentes estudios, pero que sin duda ha mutado convirtiéndose en uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad, seguramente más por su espectacularidad que por su espíritu cultural.

En este punto surge una duda, extensible fácilmente a muchos otros ámbitos coetáneos; ¿estamos desvirtuando el folclore y su significado en favor de producto fastuoso y de explotación de masas? Quizás en busca de una respuesta a esta cuestión, Andreu Signes recogió el encargo de documentar el trabajo de los artistas falleros Miguel Arraiz y David Moreno con el cual perseguían una vuelta al origen –incierto- de la tradición involucrando al pueblo en la construcción de una falla conceptual desmarcada del hábito establecido, en la que la labor social y la participación vecinal fueran fundamentales. Casi como del inicio de un mito entorno a la vivacidad del fuego se tratara, este pequeño documental se convirtió en lo que hoy es I’m Burning (2018) gracias a la fantástica conexión que esta falla creó con Crimson Rose, co-creadora de Burning Man, el festival de arte efímero más importante del mundo celebrado cada septiembre en Black Rock City, el corazón del desierto de Nevada.

Los primeros contactos entre ambas culturas, adoradoras del fuego en la reducción a lo constitutivo, resultaron tan fructíferos que el instinto del cineasta impidió cesar la filmación de la historia. La evidencia de que el único guion escrito para el metraje es aquel que quiso redactar el azar aparece en la propia incertidumbre de conocer dónde ha de marcarse el punto final del documental. Signes intentó documentar todo lo posible entorno los viajes de Rose a Valencia y su visión del vínculo cultural, también las discrepancias de las que aprender, mientras seguía de cerca el encargo recibido por los falleros para el cual relanzaron su investigación sobre la esencia de la tradición animados por el espíritu del Burning Man, lo cual dio como resultado la odisea de la primera falla valenciana en el desierto estadounidense. Una historia que consigue atraernos, dejándonos llevar en un viaje casi experimental, mostrado con un montaje zigzagueante entre fechas que perdería a más de un espectador por el camino si no fuera por la calmada y profunda narración de la propia Rose, extraída de alguna de sus charlas y aliento del lazo sustancial que pliega el espacio de 10.000 kilómetros. El conjunto generando posee una materia introspectiva que asombra a quien esperaba un documental puramente ilustrativo de las festividades.

I’m Burning es la historia de un camino con una meta sacrificada ante el Dios fuego una vez alcanzada. El fin no es más que el inicio: debe ser reducido a cenizas para volver a reinventarse cual ave Fénix, generando nuevas vías de creatividad y desarrollo en un continuo círculo de experimentación. Durante la evolución de su leve metraje encontramos diferentes capas susceptibles de lectura. Vemos cómo la particular ciudad intermitente de Nevada aprende poco a poco -en sus escasos 30 años de vida y con cierto lugar para la incoherencia- a perfeccionar sus rituales y expresividad gracias a vínculos como el establecido con Valencia, mientras que una tradición con más de 200 años toma un respiro para sentirse reflejada en un lugar lejano que comienza su camino, reflexionando de esta forma sobre la necesidad del conocimiento conceptual del origen para ser capaz de mirar de frente al significado y los valores de las llamas con las que festejan cada año, ambos perdidos en algún punto de la grandilocuencia contemporánea y la falta de percepción de la fugacidad vital. La curiosidad innata en su forma, así como su resolución casi filosófica, hacen que destaque como una suerte de documental al que augurar un exitoso recorrido internacional, esperemos que pronto también distribuido fuera de pequeños festivales: ¿alguna plataforma VOD?

CarlosDL - Colaboración con http://redrumblogdecine.com/
CarlosDL
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