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Críticas de Revista Contraste
Críticas 1.476
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
10 de septiembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El concepto del largometraje de Cristina Linares es un tanto peculiar, ya que no es propiamente un documental. Al inicio, se presentan tres tramas en diferentes países que muestran dramas infantiles tratados en la actualidad. Sin embargo, a poco de arrancar, el espectador empieza a percibir ciertas sobreactuaciones en los personajes y se pregunta si la cámara estará grabando hechos cotidianos reales.

Esta duda queda disipada rápidamente, cuando aparecen en pantalla Carla Pozos y Diego Poch –quienes interpretan a Nala y Simba en el musical de El Rey León–. Así, la audiencia descubre que no está presenciando sucesos auténticos, sino actuados. Y debido a las limitaciones interpretativas de los actores no profesionales, la narrativa pierde fuerza.

No obstante, a pesar de la falta de presupuesto o técnica, la película logra presentar conflictos reales y transmitir así valores como el derecho a la sanidad, a la vivienda digna y al trabajo estable; la determinación para afrontar los problemas o la búsqueda de la felicidad a pesar de las circunstancias.

En definitiva, Semillas de alegría es una propuesta loable que muestra historias muy humanas, pero resulta en una experiencia cinematográfica plana y además tiene una larga duración que no ayuda. De todas maneras, es un proyecto que da pie a pensar en diversas materias y a realizar actividades como un cine fórum.

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7
10 de septiembre de 2019
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La consulta de Julio César se encuentra en lo alto de un edificio y en ese escenario se presentan los dos personajes principales del film: el famoso psiquiatra, a punto de saltar al vacío, y un enigmático mendigo, que decide sentarse a su lado. Es ahí cuando el mendigo se presenta como vendedor de sueños –todo aquello que no puede comprarse con dinero– y empieza a plantear preguntas a la audiencia.

El inicio del largometraje introduce un tema delicado y actual como es el suicidio. Sin embargo, no lo hace de manera morbosa ni con la intención de dar paso a un relato de acción y misterio, sino que se ocupa de ahondar en el asunto y exponer sus causas –aunque a través de un caso concreto– y alternativas.

César Troncoso y Dan Stulbach realizan un gran trabajo en sus papeles protagonistas y su interpretación logra transmitir de manera atractiva importantes materias como la familia, el perdón, la felicidad, la muerte, o el verdadero éxito.

Asimismo, el director conquista un gran reto al conseguir adaptar a la gran pantalla la novela homónima de Augusto Cury sin que resulte en una aburrida trama filosófica o ética. Al contrario, la cinta combina acción y algún giro de guion con conversaciones serias, que revelan la cuestión principal, por lo que el producto es entretenido a la vez que instructivo.

El vendedor de sueños es una cautivadora historia que emociona al espectador gracias a la profundidad de su mensaje y también, en parte, al trabajo técnico, ya que los primeros planos y la banda sonora intensifican la comunicación. Es un retrato de la sociedad actual y una llamada optimista a buscar la verdadera felicidad y ser capaces, si es necesario, de volver a empezar.

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8
10 de septiembre de 2019
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sala se llena de carcajadas y momentos de emoción ante una película que tampoco busca incidir en ninguna de ambas reacciones. De hecho, estamos 90 minutos viendo a un grupo de amigos y observando un mismo escenario (un piso) y enfrentados a una misma cuestión (Litus se ha suicidado).

Este planteamiento casi escénico tiene razón de ser y es que el largometraje se basa en una obra de teatro escrita por Marta Buchaca. Es la misma Marta junto con Dani de la Orden (El mejor verano de mi vida) los que se encargan de adaptar el guión al cine. Este primer trabajo es muy meritorio, ya que gracias a los diálogos y su trama se mantiene el interés del espectador de principio a fin. El trabajo de Dani también se ve en la dirección de la cámara y la composición de los planos que, con gran soltura, agiliza las réplicas y da hilo a los discursos.

Sin embargo, el gran peso del film lo tienen las actuaciones. Un reparto que va más allá de sus caras famosas y consigue convencernos en cada uno de los roles que interpretan: como el monólogo en primer plano de Quim Gutiérrez que capta toda la atención.

No obstante, el film deja un sabor agridulce y una profunda reflexión personal acerca de los motivos del suicidio y las reacciones frente a este suceso.

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7
23 de julio de 2019
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pequeño fracaso universitario de dos jóvenes los impulsa a decidir emprender un viaje durante el verano. Por casualidad, antes de salir, ambos se conocen y se convierten en compañeros de ruta. Este sencillo inicio, con el que se puede presentir una predecible y típica historia de amor, queda sorprendentemente superado en su desarrollo gracias al guión del propio director y Silke Eggert.

Durante más de dos horas, se van construyendo los personajes poco a poco, a través de evocadores diálogos, y, por supuesto, de un viaje por la carretera, que es metáfora de uno más espiritual. Este género cinematográfico de la road movie permite a su vez deleitar a la audiencia con atractivos paisajes, en una expedición de Berlín a Portugal, acompañado por una acertada banda sonora. Quizá, esto último añade un tinte pastel al relato, pero sin llegar a ser empalagoso.

Aunque puede intuirse el final de trayecto, el director dosifica apropiadamente la aproximación entre los protagonistas. De esta manera, no se fuerza la relación desde el principio, con un flechazo a primera vista, sino todo lo contrario. Cada uno empieza a conocerse a sí mismo y eso dará pie a derribar las barreras que los separan. La naturalidad en este proceso se consigue en gran parte gracias al excelente trabajo de Mala Emde y Anton Spieker, sobre quienes recae la mayoría del peso de la película. Su actuación espontánea atrapa al público y ameniza la larga duración del film.

El itinerario en caravana y la poca acción dan pie a interesantes conversaciones que revelan la manera de pensar de Jule y Jan, su pasado y sus aspiraciones. Hablando de capitalismo, la diferencia entre la cooperación y la competición, genética, fidelidad o sexo, ambos empiezan a crear un mundo compartido, a la vez que incitan al espectador a reflexionar él mismo sobre esos temas. Este aspecto, junto con algún punto trágico, contribuyen a distanciar la cinta de las conocidas comedias románticas.

303 es simultáneamente un recorrido por Europa y uno interior, que funciona gracias a sus actores principales y a la fotografía. Esta road movie en una Mercedes 303 conducida por dos millenials probablemente no aporte nada, pero es un tiro seguro para distraer, complacer, divertir y enternecer.

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7
23 de julio de 2019
26 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
París en 1805 es el escenario que da inicio a la cinta, cuando Napoleón Bonaparte fue proclamado emperador. Sin embargo no es él quien da el título a esta obra, sino un personaje coetáneo: François Vidocq, un delincuente que logró escapar de varias prisiones.

Este periodo histórico da pie a una increíble ambientación, uno de los dos puntos fuertes de la película. Manuel Dacosse, director de fotografía, se encarga de recrear la vida en la ciudad francesa durante esos años, cuidando hasta el más mínimo detalle. Eso logra situar a los espectadores –quienes incluso pueden presenciar la construcción del Arco de Triunfo– en el contexto del relato.

El otro gran valor de la producción se encuentra en el reparto, muy bien elegido para desempeñar papeles misteriosos y complejos. Vincent Cassel es todo un acierto como protagonista y su actuación refleja la dureza de la vida de Vidocq así como la riqueza de su figura. También Olga Kurylenko vuelve a mostrar su versatilidad y su capacidad de rodar en varios idiomas, dando vida a una baronesa manipuladora. Por último, destaca Fabrice Luchini como Fouché, una interesante personalidad –sobre quien Stefan Zweig escribió la famosa biografía Fouché, el genio tenebroso– que, aunque es secundario, desencadena escenas cautivadoras.

Con un trabajo técnico tan bueno, el film resbala un poco en el guión, que no llega a decantarse por un género en concreto. A pesar del marco realista, el director no se contenta con llevar a la gran pantalla un recorte biográfico, sino que trata de convertirlo en una secuencia de acción y aventuras en el pasado, con bastantes escenas sangrientas y batallas explícitas. De esta manera, no profundiza del todo en la trama que ocurrió, desencantando a quienes buscan un drama histórico.

No obstante, las eminencias a las que se interpretan tienen los suficientes matices para aportar aliciente a la narración. Además, muestran temas controvertidos con atractivas reflexiones acerca del poder, la traición o la política.

En resumen, un impoluto encuadre de la época y unos grandes actores traen a la gran pantalla un trozo de la vida de François Vidocq, quien fue considerado verdaderamente El emperador de París.

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