El insoportable Mike Myers arrasó al mundo entero con esta película, una de sus más "brillantes" creaciones.
Parodia de las películas de James Bond de los años '60, que sin duda, podría haberse aprovechado mucho mejor, ya que la película es un cúmulo de chistes sexuales, guarros y chabacanos, envueltos en una atmósfera tan absurda que resulta intolerable. Buena para verla una madrugada de insomnio en el cable. Mala para verla en el cine y sobre todo con tu mamá o tu novia, ya que correrías el riesgo de ponerte colorado.

... ¿Cómo pudiste venderte para hacer algo así?
Realmente, me sorprende y me molesta que un actor de su talla, que ha hecho verdaderas obras maestras se haya rebajado para hacer esta peliculita pseudo-graciosa y puramente comercial, que no vale ni el precio de la entrada de cine. Una sucesión de chistes y situaciones cómicas bastante convencionales, sostenidas por un argumento diminuto y mal explotado... que queda en eso: una sucesión de chistes y situaciones cómicas convencionales, sosas, ya vistas una y mil veces.
Otro de los bodrios de Jay Roach, que ya nos tenía hasta la coronilla con las estupideces de Austin Powers y ahora nos ofrece otra joya para el olvido, aunque en formato más familiar.

Me pregunto: ¿por qué las películas sobre serpientes son tan deplorables? Ocurre lo mismo con Serpiente en el Avión con Sam Jackson y esa salió en el cine y todo, no como esta cosa hecha para la televisión que tenemos aquí. Un desastre rotundo, se mire por donde se mire: un guión lamentable, actuaciones aún peores (ni siquiera la del gran Robert Englund llega a impresionar) y efectos especiales para morirse de la risa. Da gracia, o tal vez vergüenza ajena, ver a la serpiente gigante (que parece salida de algún juego de PC del año 1993) arrastrándose de aquí para allá, pero más risa o vergüenza ajena da el hecho de que los personajes traten de imponerle seriedad a esta payasada.
Película para el olvido, para nada recomendable.

El problema no es que esté harto de las comedias navideñas (que son casi todas iguales), sino que cada nueva que sale, es peor que la anterior. Creo que, sin duda, esta se lleva el primer premio.
Una trama completamente superflua regada de chistes estúpidos, salpicada con algunas situaciones dramáticas que dan ganas de llorar, pero no precisamente de la emoción. James Gandolfini, a mi juicio un gran actor, está visiblemente desesperado por cobrar las miserias que le ofrece Hollywood, aceptando papeles mediocres en esta clase de porquerías comerciales.
Nada original, remedo de una montaña de malas comedias navideñas anteriores, Sobreviviendo la Navidad, nos ofrece un espectáculo de gags rotundamente paupérrimo, para ver la tarde del veinticinco en la tele, cuando todavía nos duran los efectos de la borrachera de la noche anterior.

Sería una maniobra inteligente de Hollywood que no hiciera secuelas de este tipo de películas. La primera es buena, original, planteando el tema de la muerte como la muerte misma. La segunda y la tercera (esta en cuestión) no son más que repeticiones de lo mismo, que no aportan nada nuevo y nada bueno. Lo único que cambia es la forma de morir de los personajes, pero nada más. La historia sigue siendo la misma de siempre y, de tan repetida, ya se vuelve superficial, aburrida, dirigida a una masa de público adolescente.
Escasa creatividad por parte de los guionistas y el director. Actuaciones verdaderamente olvidables.