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España España · Palma de Mallorca
Críticas de Robert Denigro
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Críticas 216
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
2 de enero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo evitar ver "La strada" con la mirada de mi tiempo, es decir desde el empoderamiento que gobierna el mundo civilizado. Un mundo donde la mujer ha conquistado una voz propia y con ella no sólo reivindica su identidad sino que acusa la violencia gratuita del varón (no sin cierta exageración a veces). Desconozco la impresión que causó "La strada" en su época, pero es indudable que actualmente la película está condicionada por esta nueva mirada.

Desde esta lectura feminista un único tema se apodera de la película como las garras de un gigante cruel. El sometimiento de una mujer sumisa a un hombre brutal. Ella un gorrión frágil y él un ogro primitivo. No hace falta ser psicólogo para reconocer en la pareja los patrones del perfecto maltratador y de la perfecta maltratada.

Gelsomina y Zampanó, subidos a ese triste carromato, viajan hacia ninguna parte bajo la sombra del fatalismo. Ella todo ternura, busca la alegría, busca el amor y no pierde ocasión por iluminar la vida. Él despiadado, bestial, incapaz de dar cariño. Personajes de valores absolutos que funcionan como arquetipo. No existen personas así en la vida real. Se suele calificar "La strada" de neorrealista, así lo demuestra la puesta en escena, pero la historia se asemeja más a una fábula con moraleja. El eterno conflicto entre la bondad y la crueldad.

La felicidad de Gelsomina siempre es anulada por Zampanó. El silencio alegre de Gelsomina conquista el corazón del espectador, mientras Zampanó boicotea sus ilusiones. Con Zampanó cerca no hay forma de que ocurra nada bueno. "La strada" inaugura todo el universo felliniano: costumbrismo de postguerra, miseria social y sobre todo el circo como forma de vida. El payaso triste como metáfora de las sonrisas y las lágrimas del mundo. Fellini convierte a Gelsomina en una mártir. Símbolo femenino de entrega incondicional al amor, la luz y la esperanza. El mensaje de Fellini, implacable, es efectivo porque al salir del cine buscaremos en la vida lo que el director nos ha robado en la película: el amor.
Robert Denigro
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5
26 de diciembre de 2021
245 de 374 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este texto no es un análisis, más bien una inquietud. Steven Spielberg insiste en que el clásico "West Side Story" tiene mucho que contar y las nuevas generaciones se merecen disfrutarla desde una mirada ajustada a su tiempo. Spielberg se presenta como el heraldo que saca brillo a lo viejo para colocarlo en la actualidad. Pero este mensaje en positivo tiene su reverso: lo que viene a decir el director es que el "West Side Story" de 1961 ha envejecido mal. Ha perdido interés. Necesita una reforma.

¿Ha envejecido mal "Casablanca"? Tal vez deberíamos convertir a Rick en un homosexual afgano huyendo del régimen talibán. La juventud se aburre con "Ciudadano Kane", tal vez una versión en color sería más actual. Otro género que ha envejecido fatal es el cine mudo. Deberíamos sonorizar "El acorazado Potemkin" y todas esas antiguallas de Buster Keaton. Por no hablar de la Biblia, ese gran texto indescifrable. Deberíamos resumir la Biblia en un tuit y acto seguido abrir un perfil de wasap a Don Quijote. Todo vale con tal de convertir la cultura en un producto fácil.

Flaco favor nos hacemos si rebajamos la cultura a una papilla fácil de masticar, a la altura de la dieta de un ignorante. La sabiduría exige esfuerzo. A veces la distancia cultural es inevitable y negarla es pedante. Por ejemplo hoy nadie sabe griego y nos perdemos el placer de leer a Homero en su voz original. Pero seamos curiosos para acercarnos al pasado con la máxima inquietud y descubrir su belleza. No cometamos el error de creer que la cultura es una foto en Instagram.

Spielberg, siempre ambicioso, se ha atrevido con algo que nadie le ha pedido. Su "West Side Story" es impecable pero personalmente solo veo artificio. Su película es un calculado baile de máscaras que siempre remite al baile original. Comparar es inevitable. Una película innecesaria cuyo mayor logro sería despertar en el advenedizo la curiosidad por la obra maestra original.
Robert Denigro
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5
19 de diciembre de 2021
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adam Driver y Lady Gaga, dos narices contundentes para los Gucci de Ridley Scott. Ella magistral. Driver en punto muerto, poniendo doble papada al estilo de Esperanza Aguirre. Nunca he sentido curiosidad por los entresijos de la moda, tampoco por el capítulo negro de la familia Gucci y siento decir que la película de Scott no ha modificado mi falta de interés.

Una película tan larga y de formato tan plano que parece la suma de todos los capítulos de una serie de Netflix. Acabo hasta el gorro de tanto palacete y lujo aristocrático. Una puesta en escena más pomposa que un anuncio de El Corte Inglés, en una sobredosis de artificio agotador. Echo de menos alguna escena que no parezca un posado del Hola, alguien sentado en la taza del vater o bajando al Erosky a comprar lejía. Hasta el gorro de las transiciones temporales acompañadas de musica pop, siempre los mismos temas: David Bowie, Blondie, Moroder, New Order...

Ni rastro de moda en una película sobre moda. Un argumento más cerca de las finanzas de "El Padrino" que de la pasión por la alta costura de "El hilo invisible". Tampoco logro empatizar con la evolución del drama matrimonial, cuyo conflicto, en una película llena de elipsis, no queda bien explicado. Puedo ver como Driver y Gaga cambian de aspecto, de peinado, de bolso, pero no veo el crecimiento emocional de ambos.

Una sola cosa me reconcilia con la película: Lady Gaga. Magnética y voluptuosa, más italiana que nunca dosificando a la perfección vulgaridad y elegancia. Una mujer carnal, lejos del cyborg sin rostro al estilo de Marilyn Manson que pretendía ser en sus inicios. Adiós a Lady Gaga y bienvenida Stefani Angelina Germanotta.
Robert Denigro
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6
19 de diciembre de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Le daim", el título original en francés nos anticipa la obsesión por la piel de ante. Concretamente una flamante chaqueta de flecos que el protagonista luce cual Bufalo Bill contemporáneo. Quentin Dupieux, con un particular humor negro, nos ofrece un retrato de la neurosis narcisista a través de un personaje realmente inquietante. Un adulto fuera de la realidad que se desenvuelve con la peligrosa inocencia de un niño. La infancia como retorno a una etapa sin moral, tal como proclamaba Nietzsche. El mismo mundo que gobernaba la novela "American Psycho" de Breat Easton Ellis, donde el capitalismo extremo había convertido al ser humano en un autómata dominado por crueles pulsiones de vanidad.

La transgresión radical de Dupieux es su elección narrativa, que transforma lo siniestro en un despreocupado juego de tono lúdico. Narcisismo, poder y locura, la trinidad enferma de la sociedad del bienestar a la que podemos sumar el sentimiento estético ( la afición por grabarse en vídeo del protagonista) como sublimación del egoísmo patológico.
Robert Denigro
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7
18 de diciembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es inevitable pensar en "Pulp Fiction" al ver "Código del Hampa". La pareja de matones es exacta. Tarantino recupera sus trajes negros y exagera su perfil hasta la caricatura. Una peculiar pareja que bascula entre lo solemne y lo ridículo.

Uno de los grades atractivos de ambas películas es la inquietud existencial de esos matones. Sicarios que no se limitan a cumplir órdenes sino que se cuestionan su propia condición. Matones que se resisten a ser usados como herramientas y como los replicantes de "Blade Runner" quieren saber quién maneja los hilos. De nuevo es Tarantino quien enfatiza en "Pulp Ficcion" el fondo filosófico de sus personajes, con la revelación de Samuel Lee Jackson, quien descubre el sentido de sus plegarias hasta entonces recitadas sin pensar.

"Código del hampa" ha envejecido víctima de fórmulas propias de su época. La historia de amor es puro estereotipo. Las charlas acarameladas entre Cassavetes y Dickinson son de telenovela venezolana y sus citas románticas más artificiales que un posado del "Hola". Tampoco acierta la música de Manccini, un amable jazz de balneario, que suaviza injustamente algunas escenas. Por no hablar de los disparos con silenciador que parecen de caseta de feria.

"Código del hampa" es un clásico que "Pulp Fiction" ha venido a fortalecer de sentido. Ambas películas se homenajean mutuamente. El pasado es inspiración del presente y el presente modifica nuestra forma de ver el pasado. Como en el principio de incertidumbre de Heisenberg nunca sabremos si el huevo hace la gallina o viceversa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Robert Denigro
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