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España España · OVIEDO
Críticas de ALESNAKE
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Críticas 201
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
16 de septiembre de 2017
19 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Bigelow vuelve a ponernos en primera línea de fuego, esta vez para lograr que sintamos la furia y la resignación de una raza entera. A cambio trivializa y suprime elementos vitales para cualquier película, crónica o discurso.
-Will Poulter arquea la ceja y se convierte en uno de los villanos más terroríficos del cine reciente.

Kathryn Bigelow, esa irrepetible cronista de la historia de América que siempre nos zambulle en el conflicto con una intensidad dramática casi insoportable por asfixiante. No importa cual sea tal conflicto: Irak, Afganistán o en este caso los disturbios raciales que sacudieron la ciudad de Detroit en julio de 1967. No por alejarse 50 años de la época actual o cambiar el tema central de la propuesta la directora evade el thriller político en contextos bélicos que ha caracterizado sus anteriores películas. Por ello Mark Boal vuelve a estar al frente del guion, encargado esta vez de reconstruir unos terribles hechos a base de declaraciones de testigos y datos históricos. A priori todo comenzó con una redada policial en un bar nocturno sin licencia, pero nosotros sabemos que empezó siglos atrás en la historia americana. Será una narración animada a través de los cuadros de Jacob Lawrence la responsable de hacernos recordar. A partir de ahí, Detroit.
Bigelow da comienzo en la redada policial para abrir ese fresco coral con el que contextualizar aquellos disturbios, una forma de ir incrementando el calor en el ambiente para llevarnos al climax, una escena en la mitad del metraje de la que hablaremos en líneas posteriores. Es ira, miedo, asco y horror in crescendo para los personajes y el espectador. Prevalece la ira, el sentimiento más importante para la directora, que enciende la mecha y pretende enardecer la indignación del público. La mecha va ardiendo poco a poco, como tensión que se palpa en cada plano de una poderosa puesta en escena que busca la sordidez y el realismo áspero emulando cierto tono documental. El enérgico montaje no permite al espectador apartar la mirada aunque a veces den ganas de hacerlo. Mientras tanto cada personaje de color se mueve por la narración con las formas de una oveja que se dirige al matadero, sin importar demasiado nada respecto a él más que su color de piel. El matadero en este caso resulta ser el Hotel Algiers, donde tuvo lugar el episodio de violencia policial que viene a contarnos Bigelow.
La directora logra una de las escenas más sofocantes de toda su filmografía, haciendo presente el mismo infierno entre cuatro paredes. No deja de ser impresionante lo perfectamente planificado y realizado que está dicho clímax, una secuencia digna de estudiar en las escuelas en muchos sentidos. No obstante los problemas llegan tanto del guion como de la propia dirección. Por un lado, debido a un trabajo de Mark Boal carente de matices y aristas, que amenaza constantemente con trivializar temas demasiado relevantes mientras su maniqueísmo y superficialidad rompen toda promesa de veracidad. Lo peor, esos personajes planos y extremos en sus opuestos, con personalidades casi inexistentes y que sirven para lograr enfurecer al espectador en lugar de ser la representación de personas de carne y hueso. En lugar de eso se produce la unidimensional segregación de víctimas-verdugos, en la que los policías parecen más metáforas diabólicas que personas. A partir de ahí entra en juego el efectismo de Bigelow, que parece ser aceptado por la pericia de la cineasta. El problema obviamente no se encuentra en el retrato de una violencia racial indefendible, sino en olvidar a esos personajes y el trasfondo histórico-social para que prevalezca la forma, una cámara que busca insaciablemente el jadeo y el maltrato en su intento de enfurecernos de un modo controvertido. Tras el clímax la película pierde muchos enteros al centrarse en el proceso judicial, un tramo farragoso protagonizado por los errores del guion y en el que completan sus estupendas interpretaciones Algee Smith y Will Poulter.
“Detroit” presenta un marco muy denso y lo desaprovecha por completo dejando mucho flancos desdibujados para centrarse en una escena de terror que no desemboca en las reflexiones indicadas. El pulso de Bigelow sigue tan robusto como sus ambiciones fascinantes, sin embargo el maniqueo y plano guion de Boal sumado al desacertado empleo de los mecanismos dramáticos de la cineasta dan lugar a una experiencia física brutal que no tiene la complejidad esencial ni la moralidad adecuada para convertirse en la notable y necesaria película que se requiere urgentemente para que América entienda algo indispensable: Que ese oscuro pasado que cree haber dejado atrás lo vive ahora igual que hace medio siglo.
ALESNAKE
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6
13 de septiembre de 2017
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica de “It”

-Es como un buen pasaje del terror: emocionante, divertido, vistoso y lleno de criaturas deformes. Pero en ambas atracciones el terror brilla por su ausencia.
-Muschietti ha creado una película sólida y muy entretenida que seguramente animará a las nuevas generaciones a abrir un libro de King. Y cuando abres el primero estás destinado a no parar.

En la última década la nostalgia ha traído de vuelta -más que nunca- aquellos inolvidables años 80 en forma de producciones de todo tipo. El ejemplo más reciente es la exitosa serie de Netflix y los hermanos Duffer, “Stranger Things”. Un ejemplo muy apropiado, pues en las últimas semanas he estado leyendo a mucha gente que cree que esta “It” dirigida por Andrés Muschietti (“Mamá”) es una copia de la susodicha serie. Desde luego todas esas personas desconocen que “It” es una de las obras maestras de Stephen King, y que fue publicada allá por 1986. De hecho ya existía una adaptación que vio la luz en forma de telefilme en 1990, y gracias a la cual el payaso de Tim Curry se permitió aterrorizar a toda una generación. Ahora Muschietti llega decidido a acercarse a la historia de un modo revitalizado y también más fiel, capturando su cariño por la obra de King así como el espíritu de la infancia y el cruce hacia la madurez que habitan en las páginas de la novela. Madurar, esa aterradora cosa que convierte al payaso de Bill Skarsgård en poco más que un chiste. Antes de comenzar me viene a la mente aquello de: “The scariest moment is always just before you start”.
Muschietti ha firmado una de las mejores adaptaciones de King en mucho tiempo. Es así por la forma en la que capta ese inflamable cóctel de miedos y descubrimientos que supone la infancia y lo difícil que puede ser el salto hacia la madurez. Resulta fantástico el modo en que nos acerca al entrañable club de los perdedores (excelentes todos) para mostrarnos cómo es ese salto para ellos. No funciona igual de bien el elemento terror, que pese a una eficaz imaginería visual, falla al apostarlo todo al “in crescendo” musical y el golpe de sonido constante. Y es muy probable que Skarsgård no consiga que aquellos que crecieran aterrorizados por el payaso de Curry se olviden de él; pero hace un buen trabajo y es lo suficientemente carismático. El mayor problema de la cinta es un guion muchísimo más ligero y “tímido” de lo que se le pide a una adaptación de cualquier novela de King, más aún si nos referimos a ésta. A cambio hay que decir que son los 135 minutos más rápidos y entretenidos que va a dar este final de verano; pero no habrían estado de más algunos matices de la novela, una mayor profundidad y un puñado de riesgos narrativos.
No estamos ante la película de terror del año. Es más, en ese terreno sus recursos son ciertamente pobres y desfasados pese a ciertas virtudes. El “It” de Muschietti triunfa en su vertiente juvenil, como película de unos chavales que están empezando a explorar, a conocer y a aceptar, mientras dejan atrás sus miedos. Una cinta pasada de moda en el mejor de los sentidos, con personalidad y que te mantiene pegado al asiento de principio a fin. Tranquilos, lo mejor está aún por llegar.
ALESNAKE
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6
1 de septiembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Paco Plaza acerca el terror hasta la puerta de nuestra casa y le invita a entrar.
-Un delicioso caramelo endemoniado de atmósfera turbadora, inquietante simbología y terrorífico significado.

Nadie olvidará cuando Jaume Balagueró y Paco Plaza llevaron el terror a un bloque de edificios que radiografiaba con humor -y acierto- nuestra sociedad española. Era difícil que el miedo se acercara más a nuestra vida cotidiana, a nuestra realidad material. Por eso “Rec” fue una película importante para la producción de cine de terror en nuestro país, y desde entonces hemos disfrutado de no pocas buenas producciones del género hechas en tierra patria. Ahora Paco Plaza vuelve a su género por excelencia con una propuesta que tiene suficiente claves como para convertirse en otro punto esencial en la historia del género. La historia está basada en unos acontecimientos reales ocurridos en el barrio de Vallecas en los años 90, que desembocaron en el único caso policial en España con referencias a elementos paranormales. Cuan aterrador es pensar que la realidad pueda superar a la ficción.
Sin duda Plaza ha vuelto a lograr que el terror se haga próximo, familiar y tangible. En primer lugar por esa impecable ambientación que nos lleva a rememorar aquellos años 80-90 a ritmo de los Héroes del Silencio o de ciertos -ahora nostálgicos- anuncios de la tele. Una época en la que para escapar de la cotidianidad uno se refugiaba en las leyendas nocturnas y en algunos juegos de mesa, no todos ellos igual de recomendables para edades susceptibles. En segundo lugar por saber priorizar la reconstrucción de los hechos y la creación de la atmósfera frente al recurso obvio. Logros de un hábil y eficaz trabajo de dirección, con fascinante gusto por el detalle y que se sirve de un magnífico empleo del desenfoque y el fuera de campo para ofrecer unos sustos tan bien ideados como resueltos. Otro buen puñado de aplausos se llevan la fundamental banda sonora, el solvente reparto en el que debuta una estupenda Sandra Escacena y el guion de Plaza y Navarro, como poderosa metáfora de la pérdida de la infancia y el miedo a madurar demasiado pronto.
He pasado un rato divertido y escalofriante con “Verónica”, una película que guarda mucho más en su interior de lo que puede parecer a primera vista. Plaza ha impreso mucho mimo y muchas de sus influencias en cada plano; pero no ha conseguido la vuelta de tuerca necesaria. El problema surge de las limitaciones de la propuesta, debidas principalmente a una narración que evita la sorpresa al manejar unos hechos predecibles y que transcurren de la forma esperada hasta un final conocido. Queda una buena película de terror, con un trasfondo muy interesante acorde a su puesta en escena. No es baladí.
ALESNAKE
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3
31 de agosto de 2017
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Rutinaria, anticuada, vulgar y desgarbada comedia de acción. Puede que el personaje de Reynolds sea un agente Triple A, pero ésto es una producción de serie B con la peor de las connotaciones.
-Es como si la propia película se disparara en el pie y fuera desangrándose a lo largo del metraje.

Empiezo estas líneas dejando clara una cosa, que no tengo prejuicios contra el cine de acción ni tampoco contra las “Buddy movies”. De hecho hay pocas cosas que suenen tan apeteciblemente veraniegas. Ahora bien, Hollywood ha logrado agotar la fórmula como con casi todo lo demás y el espectador actual necesita algo más que un par de chistes raciales o escatológicos y una ensalada de tiros entre furgonetas. Por eso Patrick Hughes, el tipo que se encargó de hundir la saga de “Expendables” con aquella infumable tercera entrega, ha decidido darle una vuelta de tuerca al esquema habitual y ofrecernos un rato de buen rollo sin reglas. Aparte de su guiño paródico al filme protagonizado por Kevin Costner, la propuesta pinta bien debido a un potente reparto encabezado por ese dúo Reynolds-Jackson. Solo queda aludir a esa línea de diálogo tan utilizada en este género: ¿Qué puede salir mal?
Y al igual que cuando algún personaje dice esas palabras en alguna película, parece que un montón de cosas pueden echarse a perder. En especial al darse cuenta el espectador de que no hay nada especialmente divertido o atrevido en esta reversión coñera y fatalmente iluminada de “Safe House” de Daniel Espinosa. Hughes dirige con el piloto automático, ofreciendo un trabajo más manufacturado que emocionante y/o ameno. Asimismo es incapaz de unir los diferentes tonos que maneja la cinta, haciendo que muchas veces las escenas sean incompatibles hasta llegar a enfrentarse dos películas bien distintas. Por un lado una cinta de acción convencional, mecánica, disparatada, predecible y aficionada a estirar hasta el hastío sus escenas de acción del último tercio. Por otro lado una comedia absurda y desvergonzada, centrada en el carisma individual (escasa química conjunta) de sus dos protagonistas y cuyo mejor recurso es la risa de Samuel L. y su trillado “motherfucker”. En medio de toda la violencia y la absurdez desmesuradas el guion introduce esporádicos discursos morales y políticos que resultan tan flácidos como el chiste fácil que podría venir a continuación.
No cuesta nada argumentar que sin su reparto esta película debería haber aparecido directamente en el mercado doméstico para ocupar las estanterías de los peores videoclubs. De hecho el currículum de su pésimo guionista, Tom O'Connor, se reduce a su trabajo anterior: Fire with Fire” (2012); un filme de saldo en el peor de los sentidos. Su nuevo trabajo no ofrece nada más que una condescendiente y muy controlada ruptura de clichés a medio camino entre tontería con encanto (su vena humorística) y tedio sin remedio (sus vertiente de acción). En conclusión, Hughes se aplica uno de esos vulgares diálogos que O'Connor escribe para el personaje de Samuel L. Jackson: “Si la vida te da mierda...haz comida basura”. Eso es “Hitman's Bodyguard”, un olvidable montón de ambas cosas.
ALESNAKE
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2
25 de agosto de 2017
16 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Besson desaprovecha el poco potencial y enfatiza todos los problemas de este desastroso viaje veraniego que al menos ha salido más barato que fichar a Neymar.
-Con todas las posibles formas de vida extraterrestre y aún así es difícil creer que alguien pueda hacer películas peor que este señor. La dirección es desechable, el guion es basura espacial.

No leeréis aquí muchas referencias mías a esos polémicos cómics sci-fi que influyeron de sobremanera en todo el género posterior (especialmente en el cine), básicamente porque hay muy poco en esta propuesta de “Valérian y Laureline”, obra de Jean-Claude Mézières y Pierre Christin. Luc Besson más que pagar una deuda con el diseño de Mézières para su “The Fifth Element”, ha querido volver a hacer su filme más de culto en un intento de merecerse eso de “visionario” que tanto le gusta escuchar y leer. De este modo ha eliminado todo lo atractivo de las aventuras originales para entregar un vacuo y aparatoso chute de color, extragavancia y destellos digitales con la intención de hacer su propia “Avatar”, logrando con descacharrante ironía que la obra que permitió la existencia de “Star Wars” se convierta, en su transmutación al medio cinematográfico, en una copia del universo de George Lucas. Le ha costado unos 180 millones hacer un blockbuster torpe y carente de ingenio y/o interés. Una cinta facilona y tonta, repleta de problemas y con un apartado visual que no es tanto como se cree. Pero si hay algo bueno también debe ser dicho, es fácilmente olvidable.
Una amigable secuencia de montaje seguida de una introducción alienígena con obvias similitudes con la película de los Na´vi enciende los motores de esta lanzadera de Luc Besson. Ese inicio tiene su encanto, sin embargo me cuesta acomodarme en el asiento debido a un juicio que llevo cimentando muchos años: que Besson es uno de los tipos más sobrevalorados y carentes de talento que tiene el cine europeo, además de un guionista pésimo. Decido ver como avanza el asunto y a posteriori toca una fase de videojuego 3D que ya adelanta lo que será la película: un barroco conjunto de absurdos, Deus ex, diálogos burdos y bombillitass de colores a velocidad de la luz en la que el director francés no tiene ningún interés por la historia ni los personajes. Besson solamente quiere ofrecer un caro festín de luces, razas alienígenas y estrafalarios secundarios (Ethan Hawke seguramente perdió una apuesta) con un ritmo ágil que entretendrá al gran público. Bajo el envoltorio (encumbrado por un impecable diseño de producción) tenemos un guion plano y tan repleto de disparates como estrellas hay en el espacio. Lamentablemente ésto no es aquella -harto imperfecta- golosina titulada “El Quinto elemento”, solo un blockbuster Bessoniano tan tópico, notoriamente previsible y genérico que servirse de la típica comparación con un mal videojuego parece una maniobra innovadora.
La casi inexistente narración es incompetente y desidiosa mientras Besson rechaza la coherencia (interna y externa) con el fin de avanzar a base de coincidencias y soluciones tramposas. Se amontonan los lugares comunes, los anacronismos de manual y unas exasperantes líneas de diálogo en las que todo el mundo necesita tener la última frase estúpida. Para colmo el reparto no está a la altura. Ni un Dane DeHaan que se debate entre ser Han Solo, Luke Skywalker y C-3PO ni una Cara Delevigne que sigue intentando que su carisma y sus andares de modelo enmascaren su escasa capacidad para hacer frente a un personaje tridimensional. Por suerte esta Laulerine no es más que un avergonzante interés romántico. Ya que aunque Luc Besson ha arrancado casi todo lo reconocible del material original, ha dejado el machismo intacto y torpemente enmascarado. Ahí tenemos a Rihanna interpretando a un personaje al servicio del guion unicamente como excusa para la escena del streaptease y a Delevigne en la piel de la fémina más dependiente que recuerda la última ciencia ficción, acorde con una de las subtramas románticas más lamentables e incoherentes de todos los tiempos.
En los últimos minutos de la cinta, Besson desaprovecha un par de escenas con potencial para añadir minutos con un innecesario y tedioso clímax de acción. Un broche de oro para otro trabajo que continúa apoyando mi juicio mencionado líneas arriba. “Valerian” no cuenta ni muestra nada que no hayamos visto antes, no es tan deslumbrante como se cree y es varios viajes interestelares más estúpida y defectuosa de lo que tiene conciencia. Sin embargo gracias a su ritmo ágil y a esos 180 millones mal invertidos se convierte en una de esas chorradas graciosas y no es una de esas películas malas en las que sufres por tu vida. Aunque teniendo en cuenta que es la película más cara de la historia del cine francés quizás habría que pedirle algo más. Enhorabuena señor Besson, sigue usted sin ser un visionario, pero al menos es fiel a su propia falta de ingenio, y de genio.
ALESNAKE
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