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Críticas de Martes Carnaval
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Críticas 56
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
27 de noviembre de 2021
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paolo Costella, coguionista de "Perfetti sconosciuti", la película italiana que dio lugar a un temprano remake bajo la dirección de Álex de la Iglesia ("Perfectos desconocidos"), es una autoridad en materia de relaciones humanas, especialmente de pareja. Así lo atestigua esta película que trata del amor, el desamor, la maternidad, la paternidad, la infidelidad, la amistad y, sobre todo, de las segundas oportunidades, que en esta ocasión, proporcionan la posibilidad de casarse o no con "el mismo/la misma" con el/la que se creía que uno estaba ya casado, aunque no lo estaba por causas ajenas a la voluntad.

El engarce de las aventuras, venturas y desventuras de las cuatro parejas que protagonizan la película es sobresaliente. La película tiene una gran fluidez narrativa y las historias no decaen en lo que dura la proyección.

La casuística es bastante completa en cuanto a las posibilidades que pueden darse de casados que han dejado de serlo y tienen la oportunidad de enmendar esa circunstancia o transformarla en definitiva.

Es difícil escoger cuál de las historias es mejor porque todas tienen su encanto y encierran en "lo más profundo de sí mismas" un dilema moral distinto.

El final es original, tanto que hay espectadores que no lo captan. El director preguntó al público si lo consideraban adecuado, y el público, como si fuera protagonista del ágora griega, lo aprobó.

El estrato social de las parejas escogidas es homogéneo: clase media acomodada de profesionales liberales, porque más que un retrato sociológico de la Italia de hoy se trata de reivindicar la libertad de poder cambiar o mantener inalterables nuestras vidas cuando se presenta una ocasión insólita. Dice el viejo dicho que "la ocasión la pintan calva". La diosa romana que tenía por nombre Ocasión se representaba con alas en la espalda y en los pies que daban cuenta de la rapidez con que pasan las ocasiones. Se representaba también con mucho cabello por delante y completamente calva por detrás, lo que quería decir que si la oportunidad no se agarra por los pelos cuando viene de frente no se podrá asir de esa forma cuando dé la espalda.

Segundas oportunidades, segundos matrimonios con el mismo/la misma. En esta ocasión no está tan claro que "el segundo matrimonio sea el triunfo de la esperanza sobre la experiencia". Intervienen más variables y la dicotomía se complica.
Martes Carnaval
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7
5 de noviembre de 2021
37 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que me gustó, como atestigua mi valoración, pero que no me atrevería a recomendar.

Las interpretaciones son brillantes dentro de la escasa paleta de exteriorización de emociones que tienen, en general, los japoneses. La fotografía da sorpresas agradables, dentro de escenografías muy prolongadas en el tiempo, la música es sobresaliente y hay un intento, en buena parte conseguido, de aproximarse al núcleo duro de la personalidad de los personajes. Lo que Ortega llamaba "el yo insobornable".

La película está basada en conversaciones agudas y definitorias y fluye con lentitud sin dejar de captar la atención. Las historias, en cuanto a entidad, son contradictorias. Son minimalistas, por momentáneas, pero de gran calado, porque condicionan o pueden llegar a condicionar de manera crucial la vida de los personajes.

El director Ryûsuke Hamaguchi ha tenido, en mi opinión, el acierto de disponer los episodios de forma cualitativamente creciente: creo que el segundo es superior al primero e inferior al tercero, siendo este último el más sencillo y el más intenso.

¿Por qué digo que, aunque me gustó, no me atrevería a recomendarla?

Es una película desmesuradamente verbalizada. El que más y el que menos se acaba sintiendo como si bracease en un océano de palabras, y no todo el mundo es avezado nadador en ese medio. La versión que vi, por otra parte, fue la original con subtítulos —desconozco si hay una versión doblada al castellano en tiempos de "covid"— por lo que cuando termina, uno tiene la sensación de haber leído un libro de cierta envergadura contra-reloj.
Martes Carnaval
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6
5 de octubre de 2021
45 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película con fortalezas y debilidades.

Las fortalezas:

1 ) La fotografía de Marc Gómez del Moral es muy buena..

Gómez del Moral hace un gran trabajo retratando el paisaje jienense, árido pero de singular belleza. Los planos cenitales son excelentes.

2 ) El fatalismo de la historia

Tiene un aroma a la sensacional "Furtivos" de Borau, en mi opinión una de las mejores películas del cine patrio.

3 ) La creación de ambientes

Que son necesarios para el desenlace final.

Las debilidades:

1 ) La premiosidad narrativa.

Matín Cuenca opta por no contar, sino desvelar a medida que transcurre la película. Se echa de menos una mayor fluidez.

2 ) El casting.

Gutiérrez es un gran actor, justamente reconocido, pero tengo mis dudas que le venga bien el personaje de Javier. En cambio, Patricia López Arnaiz resulta muy verosímil en el de Adela. La actriz Irene Virgüez, que hace una meritoria interpretación de niña/mujer muy contenida, me parece demasiado dulce y educada para ser el personaje marginado y desarraigado que se pretende que sea.

3 ) La falta de originalidad.

Aunque la película es "dura, en el mejor sentido de la palabra" como nos dijo el que presentó en la Academia de Cine a Martín Cuenca —de cuyo nombre lamento no acordarme— para que el director de la película nos la presentara a su vez, "no arrebata" en cuanto a contar con un argumento innovador.

Hecho el balance entre fortalezas y debilidades, mi valoración final es que es una película que merece la pena verse.
Martes Carnaval
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7
1 de septiembre de 2016
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha parecido una de esas películas deliciosas con las que el cine francés nos obsequia de vez en cuando. Una película inteligente y muy estudiada para lograr el efecto que pretende. La contraposición entre la frialdad de una sala de justicia y el trágico caso que se juzga con el calor del espíritu romántico es de una eficacia asombrosa para que al final de la proyección sintamos ese regusto que proporciona el discreto sabor del sentimiento amoroso entre personas maduras, que, como el más pasional, puede llegar a desarrollarse en las tierras más áridas y yermas.

¿Cómo lo consigue el Director, Christian Vincent?

1 ) Recurriendo a un actor y a una actriz que se adaptan perfectamente a sus personajes y hacen dos grandes interpretaciones. Fabrice Luchini compone un juez, que profesionalmente se nos muestra seguro de sí mismo, consciente de su responsabilidad, fiel a sus obligaciones, poco amigo de dar confianzas y que busca con tenacidad la verdad en la seguridad de que en ocasiones es muy huidiza, pero que privadamente es detallista, sensible, comprensivo, culto y tiene un gran sentido del humor. ¿Cómo no admirar a alguien así?

Sidse Babett Knudsen emana un encanto que explica que casi sea obligado sentir atracción por ella. Su concepto de la medicina, en la que cabe la relación humana, buscando a las personas en los pacientes, resulta muy creíble.

2 ) Logrando una gran naturalidad en los diálogos de todo tipo que contiene la historia. Esa sencillez tras la cual se intuye un gran trabajo de ensayos y repeticiones.

A destacar la figura de la hija —a la que da vida la actriz Eva Lillier—, que ha heredado el encanto de su madre, y esa relación maternofilial que seduce tanto por la complicidad de sus protagonistas.

La película es, además, un documento muy válido de cómo funciona la justicia francesa —con sus pequeñas liturgias y considerables limitaciones—, que si no es forzosamente envidiable, sí es razonablemente digna, y de lo que es una sociedad multiétnica, con la problemática aparejada a la complejidad que la define —sociedad multiétnica que ya es una realidad en la mayoría de las naciones avanzadas—.

En resumen, una mínima y bonita historia que, si uno está atento, le podrá permitir, incluso, aprender alguna cosa.
Martes Carnaval
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8
17 de enero de 2016
55 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Independientemente de alguna pega que se le puede poner a esta película en cuanto a que algunos de los personajes se retratan de una sola pieza —sin matices ni contradicciones— y de la ducha escocesa de emociones que a algún sector del público le puede contrariar, ésta es una película que funciona muy bien y que creo cumple los objetivos previstos en su diseño: Habrá espectadores que se sientan identificados con alguno de los protagonistas, nos hace reflexionar, nos emociona —aunque la emoción, como el miedo, es libre— y reivindica la vida.

El gran mérito de la película es su construcción, que permite que funcione tan bien, ya que para contar la historia, que se compone, a su vez, de dos historias distanciadas en el tiempo —una de las cuales condiciona a la otra—, renuncia a hacerlo cronológicamente, y opta por entremezclarlas, pero no en grandes bloques como estamos acostumbrados a ver en la utilización de "flashbacks", sino prácticamente mezclando las secuencias de cada historia, una a una: A cada secuencia de la primera historia le sigue una secuencia de la segunda.

Eso que se dice muy fácil es muy difícil de llevar a la práctica, porque lo normal sería que hubiese alguna secuencia que ofreciese dudas acerca de a qué historia pertenecía, con la consiguiente desorientación, y la película empezaría así a venirse abajo. Para evitar estas posibles confusiones se utiliza un recurso, que es el de que cada historia se cuenta desde el punto de vista de uno de los dos protagonistas de la relación que da título a la película: "de padre a hija". Es decir de la primera historia no sabemos nada ni lo sabemos antes de lo que lo sabe el padre —sólo sabemos lo que sabe él—, y de la segunda no sabemos nada ni lo sabemos antes de lo que sabe la hija cuando ya es adulta. Así la estructura acaba resultando de una claridad meridiana porque en ninguna secuencia van a coincidir el padre y la hija adulta.

Este planteamiento fílmico tiene unas consecuencias que dan solidez y sentido a la película:

1 ) La dota de un aroma de suspense en la medida en que vamos desentrañando lo que sucede en la segunda historia a medida que vamos conociendo la primera.

2 ) Impide la acumulación dramática que, narrados los acontecimientos secuencialmente, terminaría abrumándonos a una determinada altura de la proyección.

3 ) Al renunciar a que la hija cuente toda la historia —podría haberlo hecho perfectamente a través de sus recuerdos—, nos hace valorar más la relación del padre con ella, ya que conocemos mucho más los sacrificios que ha comportado para él, hasta qué punto es un luchador, un hombre que se esfuerza titánicamente por no verse sobrepasado por las circunstancias y que hace del cuidado de su hija la razón de ser de su vida.

La primera historia es la de una relación entrañable y ejemplar entre un padre cariñoso, comprensivo y creativo y una niña muy espontánea y madura para su corta edad —la seguimos desde los cinco a los ocho años—. Kylie Rogers, en su papel de Katie niña, es un auténtico fenómeno de la naturaleza ya que con sus once años tiene la interpretación de una actriz consagrada.

De la segunda historia doy mis claves personales en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Martes Carnaval
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