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España España · León
Críticas de bixo
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Críticas 66
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
12 de abril de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo menos de cien mil personas pueblan la segunda ciudad más importante de Mauritania, Nouhadhibou (20°55&#8242;N 17°3.0&#8242;O), capital comercial de país, por sus buques y por los yacimientos mineros de Zouîrât y Fdérik. Un lugar remoto y olvidado por nosotros, la vecina Europa, pero reclamo para personas de media África por sus privilegiadas comunicaciones con el exterior: por tierra, por mar y por aire.

Abdallah es una de esas personas que huyen en círculo en búsqueda de un paraíso que no existe. El precio del billete a ninguna parte es el desarraigo, por eso al viejo electricista, que una vez fuera pescador, le desagrada viajar tanto como le entristeció despedir en el pasado a los seres que quiso. Nos lo cuenta Sissako en esta historia de pérdidas. Su cámara merodea con sigilo por las calles de arena de Nouhadhibou, recogiendo bellas instantáneas saturadas de luz y vivos colores, enriquecidas por hermosas melodías tradicionales y por las danzas que las acompañan, y sensibles a la resignación digna que invade cada rincón de aquel pueblo que es el suyo.

Heremakono, con sus virtudes y sus defectos, es un Cine necesario, imprescindible incluso, y sin embargo dejado de lado por los hijos de aquellos que sembraron las semillas de estas miserias, con arreglo a éste o aquel compromiso, político o económico, y que somos nosotros.
bixo
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6
26 de marzo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al fin nos animamos a ir al cine a ver a la oscarizada Argo. La noche sugería cine de compromiso, de ese tan en auge por los setenta a lo Costa-Gavras, así que sin pensarlo dos veces nos decidimos a afrontar el viaje temporal luciendo mostacho y pelo en pecho entre camisas semiabiertas de vivos colores. Arrancaron los títulos de crédito y de esa guisa, imprudentemente desprevenidos, escuchamos de fondo como un soniquete que nos era familiar, un traqueteo lento, constante al principio pero que luego iba decayendo hasta fundirse con el más angustioso de los silencios en el momento justo en el que la palabra ‘argo’ ocupaba el centro de la pantalla. Después, un suspiro y el corazón encogido en el vértigo de la caída libre. En la cumbre de las aspiraciones quedaron los restos de nuestros ridículos disfraces. Tan sólo mantuve las gafas de aviador por miedo a que los ojos se me pusieran en órbita con tanta toma cámara en mano disparadas a ráfagas de centenares por minuto.

Devueltos de un tortazo a la triste realidad del presente, nos ajustamos presurosos los cinturones de seguridad (disponibles en la actualidad en los asientos de toda sala de cine que se precie), resignados a soportar una vez más las convulsiones de arranque propios de la película convencional de moda. Ben Affleck superaba así la primera prueba de dirección sin demasiados problemas, esa que te acredita como un director competente para labores de cine sin pretensiones. El protocolo del buen realizador se sigue al dedillo: después del comienzo adrenalítico y moderadamente corrosivo, en el que aquí se airean algunos trapos sucios del gobierno de Washington en la historia reciente, y en el que aparecen incluso alguna que otra bandera americana ultrajada, el ritmo ha de decaer y lo hace a medida que se cruza el charco del Atlántico, difuminándose de paso la línea argumental que debería vertebrar el guión, para desembarcar en la gracieta fácil, y hasta frívola, cuando el decorado de fondo es el del Hollywood decadente de entonces. El resto de la película es más de lo mismo, un thriller al uso, con sus persecuciones y recreación de situaciones inverosímiles que mantengan, de forma artificial, un suspense que predisponga al aplauso fácil para cuando la bandera americana, libre al fin de todo ultraje y a modo de paño caliente, luzca enarbolada y lozana para el cierre estándar del relato políticamente correcto.

Lo curioso es que este cine que presenta tan pocos reparos a ser galardonado por sí mismo (no puedo evitar una sonrisa sarcástica pensando en el final de la película), tampoco duda en erigirse ante los demás como modelo de calidad a ser imitado, cayendo incluso en el ridículo libre de sin rubor alguno (bendita ignorancia), de mostrar al pueblo iraní reducido tras tanto infortunio a una turba informe, airada y simiesca, cuando precisamente el cine de ese pueblo se reconoce como el más innovador en el panorama internacional de los últimos años. El mundo al revés. Lo mismo pensaban Clooney, Affleck y compañía que los Daryush Mehrjui, los Abbas Kiarostami, los Asghar Farhadi, los Mohsen Makhmalbaf, las Samira Makhmalbaf, los Bahman Ghobadi o los Majid Majidi también formaban parte de esa masa embrutecida y vociferante, única imagen, por otro lado, que los mass media difunden en occidente de aquel rincón del mundo.
bixo
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5
25 de marzo de 2013
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Primera obra que veo del gran Hitchcock antes de que se decidiera a hacer las Américas, y me siento en el mismo estado de confusión que sufrió el protagonista tras darse un trompazo esquiando al poco de comenzar la película. Él se lo tomó con humor y yo también, basta con sacudirse la nieve que delata el tropiezo y mantener el tipo por unos instantes, igual que si nada hubiese pasado. Para lo que pudo ser, una culada sin importancia, por ridícula e inoportuna que fuera, no es sino un mal menor, y es que con semejante sinsentido por guión uno no puede por menos que palparse todo el cuerpo, ingenuo ante el hecho de que ningún miembro resultase dañado. ¿Casualidad? No lo creo, casualidad sería que con semejantes cartas de inicio, de la película no se salvase nada.

Por un lado, tenemos al volante a un tipo como Hitchcock, y aunque el llamado ‘rey del suspense’ hiciera en esta ocasión un particular y perverso uso de sus dotes, manteniéndonos a todos en vilo ante la posibilidad de que todo no fuese al final sino una monumental cagada, en honor a la verdad hay que reconocer que sí que nos agradece en parte la paciencia invertida durante la mayor parte del metraje, regalándonos de vez en cuando alguna que otra secuencia digna de llevar su firma.

Pero es que por ahí también anda un tal Peter Lorre, que a su modo, y pese a no ser éste precisamente el papel de su vida, le sobra con la mera presencia para pasar por encima de sus compañeros de reparto y arrimar así el hombro con el que mantener la endeble estructura de este proyecto.

¡Ah! Y se me olvidaba el título. ¿No radicará buena parte del éxito del producto en la simple y hueca solidez del enunciado? No sabía nada la oronda mente del británico, tal vez demasiado.
bixo
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6
6 de marzo de 2013
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me contaba un afamado crítico en intimidades de cama que el Almodóvar era un cineasta a tener en cuenta, a lo que yo le contestaba que me reservaba alguna que otra duda al respecto, pero él insistía y me hablaba de la tradición española del esperpento y el absurdo, y de cómo Almodóvar hacía uso de ella en ‘Laberinto de pasiones’ para reflejar el espíritu desenfrenado de la movida madrileña, y yo dale la burra al trigo, que no, pero como me comentaba todo esto en un libro, pues se quedó con la perra gorda y a mí no me quedó otra que buscarme la vida para encontrar la peliculita. Pues no os lo vais a creer pero el amigo sabía de lo que escribía, y eso que el manchego se pasa por los cojones, por los suyos y por los de toda la banda de reinonas que revolotean sin orden ni concierto por esta feria, la más mínima lógica argumental con la que este sin dios pueda al menos hacer pie por un instante. Se la trae floja, vamos, y así se mete en mil y un embolados a cada cual más pintoresco, para luego salir del disparate por la vía del medio y sin complejos. Pero aun así, por increíble que parezca, la cosa funciona, todo transcurre con una pasmosa fluidez, con un ritmo endiablado, es divertida de principio a fin y, pese a que en todo momento reine la anarquía y los gastos de producción fueran cosa de cuatro duros, peseta arriba, peseta abajo, a ratos hasta parece una buena película. No, si al final va a resultar que Almodóvar es bueno.
bixo
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6
28 de febrero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos faltas lastran al artista mejor dispuesto: la carencia de buen gusto y la de talento. Con seguridad, el paladar del director danés le permitía disfrutar, como al Coronel de su relato, de sofisticadas recetas francesas en los locales parisinos preferidos de su juventud. Cosa bien distinta es ponerse el mandil para jugar el papel de Babette sobre lo fogones. Pues bien, el valiente de Gabriel se atrevió una vez a guisar para las multitudes con resultados bien dispares; si al final de la degustación la mitad de los comensales bailaba en círculo alrededor del pozo ebrios de gozo, la otra mitad nos limitamos a pedir la cuenta y coger la puerta del hasta nunca, con un gracias mascullado entre dientes, y ni un céntimo de propina sobre el mantel de hilo fino. Esta cena no está mal, y hasta te deja un agradable regusto en la boca, pero para nada cuesta los diez mil francos que pregonaban.
bixo
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