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Críticas de Diego Vitacca
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Críticas 19
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
7 de marzo de 2021
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carlos (Iván Álvarez de Araya) trabaja en el mundo financiero hasta que un mal paso lo obliga a alejarse. Sin opciones laborales, comienza a dar clases en una institución de la periferia, muy lejos en todos los sentidos de las oficinas vidriadas, lujosas y de vistas cinematográficas en que solía trabajar. Pero se adapta, y también la serie, pues si bien nunca quita el foco del colegio, no olvida el otro mundo. Se mezclan incluso, en situaciones puntuales que claramente hubieran valido la pena ser más, porque cuando resultó que alguien de un mundo debió moverse al otro el producto se vio enriquecido. Uno y otro, efectivamente, son planetas diferentes.

En el colegio hay carencias, corrupción, miserias, y estupidez humana. Pero también personas comprometidas con sacar ese complejo mundo adelante. Carlos se convertirá en uno de ellos, aunque no sin enfrentar conflictos personales que lo harán dudar en varias instancias del curso por el que comienza a transitar su vida. El mundo estudiantil es completado por el barrio, los núcleos familiares de ciertos alumnos y profesores, y problemática habitual en cualquier narración de la peripecia humana con este marco: embarazos adolescentes, venta de drogas, engaños, amores bien y mal habidos, caradurismo, temores y preguntas sin respuestas.

La serie va avanzando con un hilo conductor que sabe adónde nos lleva pero va dejando huecos en su consistencia e incluso esencia, no obstante presentarnos un constante ir y venir de hechos de significación (es decir, pasan cosas cotidianas, pero también graves y/o brutales en prácticamente cada uno de los doce capítulos). Sin embargo, la narración no siempre es sólida y no consigue evitar algunas lagunas narrativas.

Carlos y Ana (Blanca Lewin, una de las profesoras) representarán personajes queribles y creíbles, y en ellos se sostendrá gran parte del peso de la historia.

Para finalizar, la primera temporada al menos, no ha sido estirada en el afán de producir un producto más largo. Las carencias que se presentan son del guión, de su contenido, de la forma en que se teje (o en ocasiones no se teje) para contar lo que se desea. A pesar de esto, nunca nos aburrimos, el producto es en general disfrutable, y entiendo logra transmitirnos el sentir del mundo que nos invita a conocer.
Diego Vitacca
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8
27 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un relato que se plantea sin pretensiones pero rápidamente muestra giros que nos gustan, son fieles a la realidad, enriquecen la fotografía con verdades que nunca dejarán de doler y contradicciones de la sociedad que nos ha tocado para vivir. Todo eso en el marco de un relato de una simpleza de aplaudir. Val es doméstica con cama en una mansión de Morumbi, San Pablo, y como tal acabó criando al niño y ahora joven de la familia. Jessica, su hija nordestina a quien no ve hace años viene a San Pablo a rendir el examen Vestibular, y al hacerlo interactuará y compartirá situaciones cotidianas con el entorno de su madre. Allí la foto se convertirá en un retrato del Brasil que tan marcadas a fuego tiene las diferencias sociales, culturales, raciales y del lenguaje. No falta el humor, con una Regina Casé (Val) tan cómoda que por momentos parece actuando de sí misma, y una Camila Várdila (Jessica, hija de Val) sólida, natural, fluyendo sobre el guión que nos mostrará que la desventura y la felicidad pueden ser mestizas lo mismo que blancas y de ojos claros.
Diego Vitacca
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6
27 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dura que nos lleva a un hospital psiquiátrico de la década del 40, en Rio. Serán particularmente difíciles los primeros cuarenta o cincuenta minutos, cuando la película se plantea y transcurre dentro de lo que desde lejos uno espera de un hospital de este tipo: nos costará no abandonar. La película avanza lenta y lineal, luego de que la Dra. Nise Da Silveira llegara al lugar y se horrorizara con los últimos métodos de tratamiento de la esquizofrenia. Nos agobiarán los colores ausentes, las sombras, el lugar y su geografía, del que rara vez se alejarán las escenas. La apuesta de Nise (Gloria Pires, sin dar la talla del personaje entiendo) será cambiar la vida del centro y sus pacientes, y como suele ocurrir en estos casos, habrá quien colabore y habrá quien haga todo lo posible para que el proyecto fracase. Veremos miseria humana que nos acabará rebelando, hipocresía desde el convencimiento de doctores de pertenecer a un estatus superior, interés propio por sobre el colectivo, casi nulo interés por el paciente, desprecio de la vida.
Diego Vitacca
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7
22 de febrero de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elizabeth Harmon es una niña prodigia del ajedrez, representada en su infancia y luego en la juventud y adultez por actrices que logran dar al personaje la fortaleza necesaria para conmovernos (Isla Johnston y Anya Taylor-Joy), junto al don que les admiramos. La serie tiene unos capítulos iniciales que quisiéramos ver una y otra vez, y uno final que es aproximadamente lo gratificante que esperábamos. Sin embargo, en su desarrollo no logra mantener la solidez, y la narrativa oscila dando golpes sin demasiada coordinación entre la vida desordenada de Elizabeth, la de su madre adoptiva, compañeros rivales que intentan ayudarla, una esbozada Guerra Fría (sí, porque es la década del 60), ecos de su vida escolar que se podía haber explotado más para al menos entregarnos alguna recompensa, y la omisión casi completa, reivindicada algo al final, del Sr. Shaibel, conserje del orfanato en que Elizabeth se internó a los 9 años y en donde, con ese hombre atónito, aprendió a jugar al ajedrez.

Hay puntos sólidos, sin dudas: la relación construida con Shaibel, la exhibición en el club local, el primer torneo, la pasión que nos transmiten por más que no conozcamos el juego, las miradas penetrantes e intimidatorias en las partidas, la forma en que Beth acorrala a sus rivales. Y el capítulo final, con el objetivo apañado por años de intentar vencer a los rusos (cordiales, a diferencia de cómo los mostraron en general las películas norteamericanas de toda la vida), tanto como a sus propios fantasmas.
Diego Vitacca
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6
21 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amalie es estudiante de secundaria y de danza, y vive en la alta sociedad rodeada de compañeros que salen a navegar en sus veleros y tienen casas con piscinas y jardines ostentosos. Pero un día la vida cambia y debe mudarse a los suburbios, donde su mundo se enriquece, aún en el sufrimiento, y con él su danza. La película nos seduce con el contraste de la nueva vida de Amalie, los suburbios son el atractivo de lo que tal vez sea Oslo, y el alma de la nueva danza nos entusiasma. En el interín, conflictos mal resueltos que no terminarán bien, y un guión que no logrará cristalizar sus promesas y acabará apagando gradualmente nuestra propia sensación de entusiasmo y sueños.
Diego Vitacca
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