Hace pocos días que he visto, por primera vez, este filme de culto requetecitado, comentado e ilustrado en numerosas publicaciones sobre cine en general y Lynch en particular. Supongo que gracias a esto, al hecho de haber leído y visto previamente imágenes y reseñas sobre la película, ya iba preparada para no salir del visionado con un enorme WTF en mente. Es un filme difícil de definir y de etiquetar (manía que tenemos de ponerle etiquetas y nombres a todo). Hay que olvidarse por completo de las películas al uso, con su guión/historia más o menos lineal y coherente. Quién se limite a estos factores quedará bastante contrariado. Quién valore una estética, el bizarrismo, el indudable talento de Lynch para trabajar el plano onírico, sí saldrá satisfecho del visionado de esta obra. Es una película para dejarse transportar y olvidar todos los corsés sobre "lo que debe ser o cómo debería contarse una historia".
A título personal, reconozco sus aciertos pero hay pajas mentales que me provocan mayores orgasmos.

Interesante y recomendable película con una portentosa interpretación de su protagonista Marian Álvarez. Muestra del dolor más invisible y no por ello menos desgarrador: el de la psique. Una herida para la que la medicina se halla todavía en pañales, pese a los notables avances. Quien enferma del alma tiene un doble reto a acometer: por un lado los avatares de la propia enfermedad, que no son pocos; por otro, la incomprensión y el aislamiento. La certeza asfixiante de percibir que algo no funciona en ti, algo que no sabes cómo expresar ni describir porque no conoces, algo a lo que necesitarías ponerle un nombre para poder gritar que te ayuden. Tu entorno poco o nada puede hacer por ti, porque ni tú mismo sabes qué coño te pasa. No hay herramientas. No hay armas.

Los niños, ese tótem intocable de la sociedad. Como tantos otros. "Los niños no molestan", "Los niños no tienen malicia", "Los niños nunca mienten"...y una leche!. Seamos objetivos: hay niños encantadores y otros a los que estamparías directamente contra la pared. Igualito que los adultos, ni más ni menos. Los niños son personas y como tales tienen su carácter soportable o insoportable. "Los niños no tienen maldad" ja! más de un@ se quedaría patidifuso ante la mala leche que pueden gastar algunos. Mala leche, para empezar entre ellos mismos: el compañero gordito al que insultamos y masacramos o el patoso de la clase de gimnasia. Y, por supuesto, pueden ser grandes maestros de la mentira. Saben bien que su condición de "criaturita inocente" les reporta mucha ventaja. No pretendo aquí (aunque lo parezca) demonizar a todos los niños. Repito que los hay adorables. Me cabrea tanta falta de objetividad y tanto borreguismo.
La película es recomendable sin duda. Aunque por momentos la sensación de frustración, de rabia hacia la calumnia que nos es expuesta, se hace poco menos que insufrible. Durante el visionado también tuve la sensación de la poca verosimilitud de los hechos. Sin embargo, no podemos perder de vista el contexto, el marco en el que tiene lugar esta historia. Una comunidad cerrada en la que la ignorancia es muy atrevida. La obcecación no permite ver a 3 en un burro. Muy probablemente un psicólogo o pedagogo no procedería como se muestra en la película. Pero aquí no estamos ante profesionales, sino ante patanes que de tener algún título, se diría que lo ganaron en una tómbola. Remarco de nuevo una frase: cuán atrevida es la ignorancia.

Estoy de acuerdo con alguna de las críticas en que vista una película sobre este tema, vistas todas. Sin embargo, este detalle no es impedimento para "disfrutar" aquí de una película bien facturada, con buenas interpretaciones. Parecidas, pero necesarias todas estas denuncias de los crímenes de la Iglesia. Desde Irlanda por lo menos se ha pedido perdón de forma más o menos simbólica y oficial. Esta realidad tan cruda y vil no nos es ajena aquí en España. Me pregunto si alguna vez se pedirá perdón como correspondería.

La película no se aguanta por ninguna parte, del mismo modo en que un sujetador debe tener serias dificultades para sostener el tetamen de la Marini. El guión parece escrito sobre una servilleta, encima de la barra de cualquier whiskería infecta y canalla de la España profunda y al son de "Bamboleo", versionado por Julio Iglesias.
Pero yo la perdono y la apruebo porque Bigas Luna me encanta. Adoro su suciedad mental y la mala baba que gasta. No se puede negar que sus películas llevan un sello muy personal y son como las lentejas, o las tomas o las dejas. Yo, las tomo.