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España España · Barcelona
Críticas de reporter
Críticas 629
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
16 de enero de 2008
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la muerte de sus padres, Peter ha heredado una fastuosa mansión en la campiña inglesa. Para celebrarlo decide reunir de nuevo a su grupo de amigos del colegio, con quienes solía montar alguna que otra obra de teatro durante la juventud. Durante los días que van a ocupar el reencuentro, las buenas intenciones iniciales del anfitrión se irán diluyendo ante los conflictos que vayan surgiendo entre los invitados.

Si Peter consiguió meter en su mansión a todos los amigos de la infancia, mayor fue el mérito de Kenneth Branagh al reunir a los mejores actores británicos de su generación. Atención porqué con sólo echarle un vistazo al reparto, uno ya se puede caer de culo: Stephen Fry, el propio Branagh, Hugh Laurie, Emma Thompson, Imelda Staunton… Lo mejor es que este es un caso en el que realidad y ficción se mezclan. En efecto, los actores ya se conocían por haber coincidido en anteriores proyectos, o simplemente por mantener una verdadera amistad fuera del plató. El resultado de ello es que una reconfortante sensación de naturalidad invade la pantalla.

Este es el punto fuerte del filme: la naturalidad con la que se desarrollan los sucesos. La verdad es que durante los dos días que ocupa la acción, no pasa nada sobrenatural ni por el estilo. Simplemente los personajes interactúan entre ellos, como cualquiera de nosotros lo haría en una celebración de aquel calibre. Discuten, se ríen, se enamoran… todo tiene cabida en la mansión de Peter. Pero todo ello, dentro de un marco de lo más creíble. Por eso es tan fácil sentirse identificado con alguno de los personajes. Porqué todo lo que hacen es deliciosamente creíble.

Para el final, Peter tiene reservada una sorpresa para sus invitados (sorpresa, que no obstante se puede intuir a lo largo de la película) que va a unirles más que nunca -es asombroso lo que hacen las tragedias-. Con una gran sección musical y unas memorables interpretaciones (la pareja Laurie/Staunton y Emma Thompson están simplemente inmejorables), ‘Los amigos de Peter’ es una obra tan divertida como entrañable que nos recuerda algo obvio pero al mismo tiempo incuestionable: no hay mayor tesoro en esta vida que la compañía de unos buenos amigos.
reporter
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7
15 de enero de 2008
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mayor regalo que hizo la cultura pop al mundo fue una caja sin nada en su interior. Eso sí, tanto la caja como el envoltorio eran francamente preciosos. Wes Anderson es con toda seguridad el más claro exponente en el cine de esta cultura, y ‘Viaje a Darjeeling’ es una confirmación de ello. No importa cuantas veces proclamen los protagonistas que están en un viaje espiritual, por qué en verdad apuesto a que ninguno de ellos sabe lo que significa esta palabra. En realidad no son más que tres niños ricos pasándoselo bomba en la India. No van a rezar para hallar la paz, sino que lo hacen para cuando luego vuelvan a sus casa, contar a sus amigos -si es que los tienen- que fueron a rezar al templo “más guay” del lejano oriente. Lo mejor de ello es que Anderson lo sabe. Y lo sabe porqué en parte él es igual a sus protagonistas, lo que convierte lo banal del conjunto en sí, en quizás el mejor gag -y la verdadera intención- de la película.

El arranque es simplemente inmejorable. A parte de ser un cameo delicioso, es una declaración de intenciones por parte del autor y a la vez una lección magistral de cómo condensar en dos minutos todo su talento. Suena “This Time Tomorrow”, y Adrien Brody deja atrás a un exhausto Bill Murray en la carrera para coger el tren que se está yendo. Es uno de los muchos momentos vacíos de la película, pero también es aquí donde se ponen los pelos de punta al ver la elegancia y el cariño con el que se han colocado todos los elementos en la secuencia. Otra escena reveladora es la del ansiado reencuentro con la madre. El experimento silencioso es ideal para que Anderson vuelva a inundarnos con su arte: ahora es el turno de “Play with fire”, mientras, recordamos todas las aventuras y personajes que nos acompañado a lo largo del exótico viaje. No hay más que ver la cara de los hermanos para comprobar el aparente sinsentido de la situación, aunque al mismo tiempo es inevitable no dejarse llevar por esta orgía “cool”.

Como va siendo habitual en su carrera, el director de Houston imprime un personalísimo toque en su creación. No puede faltar el aire retro, colorista y aparentemente naïf, ni tampoco alguna que otra decisión arriesgadamente genial (como el cortometraje ‘Hotel Chevalier’, que al fin y al cabo no es más que una pieza complementaria del rompecabezas). Aunque quizás el mayor distintivo de Anderson es el de saber combinar como nadie lo hace sensaciones totalmente opuestas: sus películas están llenas de vida, aunque el fantasma de la muerte planee siempre por encima ; el toque cómico inocentón no oculta el irreparable drama de la descomposición del núcleo familiar ; la capacidad para reírse de sus personajes -lo que viene a ser reírse de él mismo- deja entrever al mismo tiempo cierto cariño hacia ellos… Así es Wes Anderson. Y así es Darjeeling, una excusa perfecta para viajar al inagotable mundo interior de su creador.
reporter
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7
6 de enero de 2008
244 de 282 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que la aclamada novela de Ian McEwan, el filme se divide en tres actos. El primero de ellos es donde el conjunto rinde a su más alto nivel. La ambientación, la banda sonora, la cada vez más experta puesta en escena de Joe Wright y la fotografía cuidadosamente colorista nos sumergen de lleno en un universo, de sentimientos ocultos, donde la verdad puede convertirse en algo de lo más subjetivo. Desde el principio la pareja protagonista se compenetra a la perfección: entre Knightley y McAvoy saltan las chispas. La idea de que la acción esté marcada a ritmo de implacable máquina de escribir, a parte de ser de por sí una idea genial (por respetar la obra original), indica quién es el auténtico personaje central de la trama… quién va a forjar el destino de sus seres más queridos. Desde la ambigua situación en la fuente hasta la explosión erótica en la biblioteca, pasando por los momentos previos a la cena, absolutamente todo en el primer acto roza la perfección. Realmente huele a obra maestra.

La lástima es el segundo acto. Curiosamente no falla el aspecto cinematográfico, sino el novelístico. Me explico: Joe Wright y su equipo al completo llevan a cabo aquí también una gran labor. Los actores siguen a la altura, el acertado cambio de fotografía transmite la desolación de la guerra y de los amantes y hay alguna que otra escena para enmarcar, como la de la playa de Dunkerque, que demuestra el grado de implicación del director londinense con la obra: un larguísimo plano secuencia prodigioso a la par que aterrador. Como ya se ha dicho, lo que flojea es la base. Al igual que el personaje de Robbie y sus compañeros, la historia parece ir sin ningún rumbo (quizás se note demasiado el hecho de que Knightley y McAvoy compartan escasos momentos en este tramo). Si a ello le sumamos la exagerada duración del acto, es inevitable mirar el reloj de vez en cuando, lo cual es una lástima, porqué -repito- la factura técnica es impecable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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9
20 de diciembre de 2007
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2002 Fernando Meirelles conquistó a la pública y al público de todo el mundo con esta inmensa obra. La tarea de adaptar la novela de Lins era más que complicada (para hacernos a la idea, mencionar que el libro cuenta con más de trescientos personajes y cien historias distintas), pero a fe que salió airoso del reto. Con una colorista pero a la vez oscura estética cercana al video-clip, el director crea una atmósfera que envuelve y asfixia al mismo tiempo. Parece que en ella se ha captado a la perfección la esencia de la vida en las favelas… un lugar que como bien define el protagonista, “queda muy lejos de la típica postal de Río”

Quizás el gran triunfo de Meirelles es el de conseguir que no nos perdamos en medio del caos que supone la trama que envuelve a Ciudad de Dios. Tratar durante más de dos horas con tantos personajes y situaciones distintas y no “morir” en el intento es todo un logro. El interés no decae nunca, ya sea gracias a la brutalidad de la historia, ya sea por su humor negro, ya sea gracias al dinamismo que imprime el director en toda y cada una de las escenas. Los actores -la mayoría de ellos no profesionales- rinden a un altísimo nivel, cualquiera diría que realmente han vivido las desventuras descritas en el filme (lo cual tampoco se tendría que descartar) y la selección de temas musicales es simplemente inmejorable. En parte contribuya mucho a conseguir lo anteriormente comentado: plasmar la esencia de un lugar… de una época.

Especialmente interesante es el personaje de Dadinho… o más bien dicho, Ze Pequeño. Es la reinvención del mal en su estado más puro. La imagen del niño que creció entre disparo y disparo con una sonrisa de oreja a oreja, es simplemente una de las más espantosas que haya visto jamás. El aterrador Ze Pequeño siembra el pánico por allí donde pasa, cegado por el deseo de poseer cuanto ve, sin importarle el camino que tenga que coger para llegar a dicho fin. Un monstruo que si nos paramos a reflexionar, ha sido creado por el sistema… o siendo más justos, el sistema ha permitido su existencia.

Lo único que cabe esperar de un lugar dejado de la mano de Dios (nunca mejor dicho) como lo es esta favela, es que la podredumbre se apodere de las calles y de sus habitantes. El filme viene a expresar esta idea en la “cómica” escena en la que Buscapé trata en vano de ganar algún dinero fácil, para acabar dándose cuenta que la única manera de espabilar en aquella ciudad es empuñando una arma. La pistola como el único instrumento que permite triunfar, pero también como el instrumento que acaba condenando a su propio dueño. No importa cuantas veces pidamos que al final no aparezcan las palabras mágicas “basada en un hecho real”… porque en efecto es una película real como la vida misma. O acaso había alguna duda?
reporter
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9
11 de diciembre de 2007
55 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scorsese se supera a sí mismo, haciendo un trabajo descomunal detrás de las cámaras. El hecho de que en más de tres horas de metraje el ritmo se mantenga siempre al más alto nivel habla por sí solo. La película supone una cascada continua de imágenes poderosas, encuadres fantásticos, movimientos de cámara imposibles y situaciones cargadas de fuerza. La música (excelente recopilación musical de la época) no para de sonar… y si lo hace, inmediatamente es suplida por la voz en off de uno de los dos protagonistas, que dan una visión distanciada -pero subjetiva a la vez- de la acción. Haciendo honor a su propio título, el filme supone un espectáculo sin igual: desde su “explosivo” inicio (para muchos, la secuencia de De Niro hundiéndose en un infierno de fuego y luces de neón a ritmo operístico supone los mejores créditos de apertura jamás vistos en una pantalla de cine) hasta su demoledor desenlace.

El soberbio reparto merece también una mención especial. Robert De Niro hace gala de una pasmosa seguridad, al igual que su personaje. Joe Pesci sigue en la excelente línea que le valió un merecido Oscar en ‘Uno de los nuestros’… simplemente nació para encarnar este tipo de papeles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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