Cuando uno se acerca a una película cuya sinopsis reza "Película que gira en torno, en palabras de su director, a la "primera superhéroe gorda" es imposible tomársela en serio.

Cuando uno se acerca a una película cuyo director es el inefable Uwe Boll, es (casi) imposible tomársela en serio (bajo promesa de desesperación e impotencia viril).

Cuando uno se acerca a una película sobre nazis en la que Hitler es interpretado por el ya citado Uwe Boll, es para poner cara de Macaulay Culkin.

Vamos, que es la Uwebollada del año. Para empezar parece estar grabada por unas videocámaras de esas que se utilizan para rodar vídeos porno nivel Premium (reconócelo, esos que nunca ves porque los hay gratis y bien que sirven). Hasta la habitación de la oronda protagonista podría dar lugar a ello por sus tonos rosáceos y su cama.

En cuando a lo que cuenta solo se puede decir que rivaliza en gilipollez con "Epic Movie" y similares. Tenemos a la superhéroe gorda, a unos nazis agilipollados, a un doctor Muerte que anima la película, a unos gays de la resistencia, a vampiros y a un negro que no se cansa de repetir "madafaka" (versión españolizada). Además hay una parodia jocosa de "Precious" así como referencias a eventos de actualidad pese a estar basada en los años 40, total, ¿a quién le importa eso?

Se podría pensar que con tal desmadre podría resultar hilarante y divertida a la par que desenfada y graciosa pero la triste verdad es que no lo es, es una puta mierda.

Uwe, lo tuyo son los videojuegos.

Porque está ese momento en que la encantadora banda sonora decide tomarse un descanso para apreciar la fuerza del silencio. Un silencio que retumba en nuestros oídos. Un silencio acompañado de sonrisas, de miradas cómplices y de alegrías perrunas. Un silencio que destaca sobre todos los demás.

Y es en ese momento en el que te das cuenta de que la película ha valido la pena, que la a ratos sensación de desencanto se perdona, que el exceso de gesticulación ha parecido soportable, que el perro Uggy es de lo más adorable que se ha visto en una pantalla y que hasta puedes llegar a considerar que el cine te ha salido barato.

Parecen detalles nimios, pero son detalles que engrandecen al cine.

Porque el señor Warhol las debe de tener muy en cuenta con eso de que no hay que comer deprisa, que es malo y que se come más, que hay que disfrutar masticando (y respirando).

Sin duda este documental peca de un exceso de autocomplacencia debido a que no arriesga más de lo necesario. Sería mucho más interesante que el protagonista después de ingerir la comida con tanta delicadeza nos deleitara con un baño en piscina para comprobar los efectos del mito conocido como corte de digestión (¡todo por los niños!). Sin embargo parece que Robert Indiana no estaba muy por la labor como muestra la desidia con la que efectúa todos sus actos. La degustación no es creíble en modo alguno y el cariño con el que trata al gato tampoco. Ah, y no se lava las manos después de tocar al gato, un guarro.

Si algo se puede extrapolar de este documental es el estupendo guión de línea y media que firma el señor Warhol, un ejemplo de claridad y sencillez que aboga por no confundir al respetable. Ya lo dice la sinopsis: "Un hombre come pausadamente; un gato se le acerca."

¿Será la sinopsis el guión del señor Warhol?

El western es un género que sin duda cuenta con numerosos atractivos: el desarrollo de una nación, la conquista de nuevos territorios inexplorados, el combate contra los nativos, la proliferación de bandidos y muchos más. Multitud de películas se han realizado con esta temática y, aunque en la actualidad esté más o menos de capa caída (salvo excepciones muy honrosas), siempre se agradecen nuevos productos que se ambiente en el lejano y salvaje Oeste americano.

"Hell on Wheels" es un exponente que no debería ser comparado con "Deadwood" puesto que perdería muchos enteros. Cuenta la historia de un hombre con ansias de venganza que participa en el auge del ferrocarril que atravesaría todo el continente americano. Siendo esa la historia principal, hay material secundario con el que rellenar la serie como la necesidad de los promotores por cumplir plazos, la vida diaria en el campamento de prostitutas, comerciantes y trabajadores, así como las secuelas de la abolición de la esclavitud en personajes de raza negra.

¿Tiene gancho la serie? La verdad es que el principio es sumamente interesante aunque dé la sensación de avanzar con demasiada pausa sin mucho recorrido en la historia principal, la cual parece un poco aletargada durante los 10 capítulos. Sin embargo la serie se deja ver porque plantea temáticas interesante y por la actuación de un par personajes muy convincentes como Durant (Colm Meany) y especialmente el Sueco (Christopher Heyerdahl), un personaje secundario con mucho carisma. Se podría decir que es insuficiente para mantener la serie más temporadas pero lo que sí es verdad es que se agradecen las series de esta época de la historia, ya tengan mayor o menor éxito.

He aquí la prueba evidente de la mayor tapadera de la historia. Cuando todo el mundo pensaba que el Führer se había quitado la vida en un bunker alemán en un gesto dramático que no cambió el ya definitivo curso de la II Guerra Mundial se encuentra este documento histórico que desenmascara la gran mentira, el gran engaño. La gran estafa. Porque Hitler no murió en 1945, Hitler escapó en submarino hasta los mares del sur, las claras y paradisíacas playas brasileñas.

No fue un trago fácil para Adolf encontrarse con tantos morenos en esas tierras alejadas de su dominio. La vuelta a la vida civilizada, el tener que preparar su propia comida, hacer la colada; tareas que trastornan al hombre medio minaron la confianza del idealista alemán haciendo estragos su antaño físico imponente. Este testimonio (de gran valor y que ni la mismísima BBC ha podido obtener) seguro que ayudará a conocer mejor la personalidad del ex-dictador alemán alejado de los tópicos habituales al comunicarse en un perfecto ¿español? más confiable que el idioma rudo alemán.

Brasil ha sido el purgatorio espiritual de un hombre que se creyó dueño del mundo y que acabó enseñando a niños buscando su redención por todos los errores que había cometido. Pero el verdadero trauma de este hombre está en sus sueños, sus constantes remordimientos por invadir la URSS y su satisfacción por no vivir más ese duro invierno. Que sigue teniendo prejuicios contra los morenos, sí, pero que por las mulatas en definitiva se puede hacer más de una excepción.