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Nueva Zelanda Nueva Zelanda · Jaen
Críticas de capacitivo
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Críticas 205
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
1 de octubre de 2009
11 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevamos unos años en los que muchas series de televisión usan el “giro final” como única arma para enganchar. Es decir, sorprender al final del capítulo con algo que te deje helado.

Siendo un recurso facilón, es muy efectivo y algunas series muy famosas viven de ello. No olvidemos que la clave de continuar en pantalla es la audiencia, e independientemente de la factura general de la serie, el conseguir que desees saber más es clave.

Pues esta miniserie exprime al máximo este recurso. Se olvida generar unos personajes interesantes, presentándonos de forma paupérrima un montón de estereotipos estadounidenses. También deja a un lado la trama general, arreglando los desaguisados de una manera burda y estúpida, pero cuando ya lo sabes, estás inmerso en otro capítulo. Se vuelve previsible, por sus intentos continuados de romperte.

Evidentemente la serie es mala, pero como tantas otras. No pasará a los anales de la televisión, pero seguramente tampoco por los “anales” del televidente.

En definitiva he decidido aprobarla, porque aunque burda y mal hecha, entretiene todo el tiempo, y hace obligado el visionado del siguiente capítulo. Seguramente, el hecho de ser una miniserie ayude en su valoración, si me dijeran que “Harper’s Island” dura dos temporadas, la suspendería sin remisión.
capacitivo
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6
30 de septiembre de 2009
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una hora y quince minutos buenos, el batacazo final es de órdago. Son sólo unos minutos pero la cagan tanto, que me ha costado valorar el filme en su totalidad sin desmerecer gran parte de él.

La principal baza del filme consiste en el perfecto acercamiento del vampiro a la sociedad actual. Se aleja de estereotipos clásicos, modernizándolos y aportando verosimilitud en sus actos. Me gusta la estética, me gustan sus personalidades, me gusta que salga un vampiro niño, me gusta que no enseñen los colmillos ni actúen como pequeñas fieras a dos patas y, sobre todo, me gusta la atmósfera general durante el filme, donde parece posible que existan los vampiros.

Lo dantesco es el tramo final. Metido con calzador, me dio la sensación de que el “Código Hays” había vuelto, la misma impresión que tuve al ver el final de “El último” pero sin la censura de por medio. Comentan por aquí, en modo jocoso, que se le pudo haber acabado el presupuesto y la verdad es que no me extrañaría

Cagadón terrible que me hará dudar un tiempo sobre la nota puesta. Me salen humo por las orejas, no es el sol, no sé que haré.
capacitivo
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9
26 de septiembre de 2009
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy capaz de recordar todas las veces que habré visto “Titanic”. Mi amor por este filme no fue cosa fácil, ni mucho menos. Corría 1997, tenía 15 años y esta película estaba en boca de todos, que harto estaba de ella. Llegó el estreno, todos los cines de España se llenaron, por supuesto mi familia no fue la excepción. No sé cómo sería en otras familias, pero ir juntos al cine era toda una hazaña, previamente sólo había ocurrido con “Parque Jurásico”. Yo rehusé, ante el estupor de mis hermanos y la incredulidad de mis padres. Era adolescente, y mi rebeldía me impedía seguir el paso de todos los borregos de España y el mundo. Mi familia llegó entusiasmada, habían llorado como perros, no me creí nada.

Pasaron las semanas, todo el mundo hablaba de ella. Pasaron meses, le cayeron un montón de Oscars. Y yo erre que erre, que pasaba de mierdas comerciales. Salió a la venta en VHS, mis hermanos y mi madre la querían volver a ver y la compraron. Con esa cinta y “Esencia de Mujer” se completaba nuestra filmoteca familiar, preferíamos el videoclub. Evidentemente, también pasé de verla.

Mucho tiempo después, una tarde de verano aburrido, no sabía qué hacer. Y ahí estaba, con una ligera capa de polvo, esperando otro visionado de mi hermano. Me la puse con escepticismo. Me esperaba una historia de amor rancio con un final ya sabido, pero la metí en el vídeo y me tumbé en el sofá. No sé que hacía solo, ni porque esa tarde no había bajado a jugar la pachanga habitual.

Pasaban los minutos y veía una historia típica, el pobre, la rica y un gran barco. Lo que me cautivó fue el suceder de los hechos, lentos pero firmes. Las personalidades de los protagonistas se fueron creando, donde cada hecho no parecía fortuito o forzado. Ni siquiera, la relación entre DiCaprio y Winslet, eje central del filme junto al hundimiento, se veía tramposa o increíble. Se encargaron de mostrar la naturaleza de Rose, rebelde e inquieta, en la que Jack encajaba a la perfección. Se hizo tan real el amor entre ellos que casi lo podía sentir. Además como en toda buena película de aventuras, debía existir el contrapunto maligno a la pareja protagonista, encarnados a la perfección en la madre y el prometido de Rose. Fue un lento camino, para muchos demasiada cuesta arriba, pero a mí me absorbió. Ya era parte de la película.

Siempre que la veo, tengo la misma sensación. Es como una montaña rusa en la que primero se asciende poco a poco, en la que te vas haciendo a la idea de lo que va a ocurrir. Subes y subes, pero ya es inevitable. Pasan los segundos, pero la caída y la velocidad están por llegar. Y exactamente esto ocurre en “Titanic”, desde el momento del choque con el iceberg, el ritmo es trepidante, como una reacción en cadena. Cada minuto se acumulan decenas de personajes, situaciones, los efectos especiales me dejan con la boca abierta, y las muertes me impactan una a una.

Y aunque parezco imbécil, cada vez que la veo deseo que el final cambie, pero nunca ocurre.
capacitivo
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3
23 de septiembre de 2009
26 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro ejemplo, aunque algo más currado, de lo absurda e innecesaria que fue la “screwball comedy”. Las claves de su éxito son las mismas de las “X movies”, poner una mujer atractiva en pantalla enseñando toda la carne posible, grande la Monroe, y un montón de situaciones que llevan a gags ya preparados, esperando la sonrisa fácil ante un chiste aún más fácil.

Esta película provoca una indigestión de Marilyn Monroe. En los títulos de crédito aparece su nombre antes de Curtis y Lemmon, mal presagio. Cada pocas secuencias su hermoso careto o cuerpo debía aparecer, aunque estropeara un mal gag de la pareja cómica. Siempre enseñando lorzas,”haciéndose” la rubia estúpida, que si busca el amor blablabla, que si los hombres blablabla, un coñazo... incluso peor si se ponía a cantar. Estaba muy buena, pero Marilyn tenía potencial para el cine porno o un par de escenas salteadas en una película donde no tuviera la necesidad de hablar.

Curtis y Lemmon dan el pego bastante bien, sobre todo Lemmon que es el que a mí me consiguió arrancar alguna sonrisa. Una pena que el papel de Curtis se diluya en amoríos con la tía plasta de las tetas irregulares.

En general, la película está perfectamente rodada y para ser una “screwball” el nivel de imbecilidad en el guión no es supremo pero el humor ha quedado desfasado. Estaba viendo el filme, y la sensación de revivir situaciones en carnaval era constante. Uno, en carnaval, se toma unos tintos, te disfrazas de mujer, sigues con los tintos, te encuentras con los amigos debidamente disfrazados, continúas con los tintos, y comienzan las bromas facilonas y recursos de borrachos. Pues más o menos eso es lo que te ofrece esta película de Wilder, coñas simples que hacen gracia con 4 litros de vino encima.

Ni puta gracia.
capacitivo
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3
22 de septiembre de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cargante es la palabra con la que mejor puedo definir esta película de Alexis de los Santos. Un conjunto de secuencias mal encuadradas, desenfocados constantes y zooms imposibles en busca de llevar todo el descontrol de la adolescencia a la pantalla.
La historia “pretende” acercarnos con un arrebatador realismo a aquellos años locos donde uno se planteaba casi todo, con una falsa profundidad de ideas pero con la única finalidad de coger cacho con alguna persona apetecible. Remarco pretende porque lo único que ha conseguido es marearme y, menos en algún momento a lo largo del filme, no ha logrado más que una caricatura exagerada de la pubertad.

Todo regado con una falsa profundidad, un llamar la atención, un pretender ser el Van Sant argentino, pero ahí se queda. Porque hasta en marear y cansar al personal hace falta un poco de talento.

Lo más triste es que tanta historia para un enorme ¡Quiero Follar! Perdón, no, un ¡Quiero coger!
capacitivo
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