Un líder político maduro y una prostituta son hallados degollados en un bosque cercano a un pueblo polaco.

Corre el comienzo de la década del 80 y dos periodistas del diario local se abocan al caso: uno de ellos mayor y experimentado, de vuelta de todo y el otro un recién llegado de Cracovia.

Estos son sólo los protagonistas de una galería muy lograda de personajes de una compleja trama.

La ambientación "país comunista tras la cortina de hierro" es perfecta: nos traslada inmediatamente a ese lugar y época y es uno de los mayores logros de la serie.

Los reparos argumentales implicarían spoiler así que me los reservo. Pero vale la pena transitar este breve policial polaco, por suerte muy alejado de la enésima buddy movie que habrían hecho los yanquis con esos protagonistas.

Enrique (Hal) lleva una vida libertina alejado de la corte de su padre Enrique IV de Inglaterra, empeñado en conflictos con Escocia y Gales.

Pero una vez fallecido el rey, finalmente asciende al trono como Enrique V y asistimos a las intrigas palaciegas y decisiones políticas y militares que maneja y asume como rey.

Con un sustrato shakespeareano afortunadamente alejado de la teatralidad, la película funciona en ambos campos: con elocuentes diálogos y con espectaculares y realistas escenas de masas. Su ritmo es lento pero sostenido y elude el heroísmo.

Como siempre, Timothée Chalamet está muy bien como el joven rey, tanto en las escenas palaciegas como en aquéllas que requieren despliegue físico, secundado por Joel Edgerton como Falstaff (al comienzo una suerte de Sancho Panza), Sean Harris como William, su consejero, y un perturbador Robert Pattinson como el delfín de Francia.

La fotografía es muy buena y la banda sonora -si bien a veces sobreabunda- crea notables climas. Ni hablar de la reconstrucción de época (comienzos del siglo XV)

La investigación de una serie de asesinatos que se suceden en Reykjavik, relacionados con un hogar de tránsito que funcionó décadas atrás llamado Valhalla es llevada adelante por la detective Kata (Nina Dögg, ya vista en series como Case y Trapped) y un detective islandés de la policía noruega, el sombrío Arnar (Björn Thors), requerido por ser especialista en asesinos seriales.

Ambos acarrean, como suele suceder en los nuevos policiales, complicadas historias familiares, pero ponen toda su energía en su trabajo.

La serie transcurre de manera lineal y acaso previsible hasta su mitad para luego ponerse afortunadamente más intensa y sorprendente, hasta arribar a un maravilloso capítulo final.

Criticada en varios sitios como poco novedosa (no tiene las complejidades narrativas de la superior Case y de la a veces sobrevalorada Trapped) la serie, sin embargo, nos regala varios buenos momentos, una factura elegante, muy buena banda sonora, maravillosos paisajes nevados islandeses realzados por una excelente fotografía y una pareja protagónica con gran entrega física que genera empatía.

Eddie Morra (el siempre efectivo Bradley Cooper, una suerte de Facundo Arana yanqui) es un escritor con parálisis creativa y problemas económicos, en crisis con su pareja Lindy (Abbie Cormish, casi lo mejor de la película) hasta que se topa con su ex cuñado, quien le da a probar una píldora de efectos insospechados.

Tema ya tratado en Lucy de Luc Besson con mucho mayor despliegue, la película combina varios géneros: ciencia ficción, thriller, película de acción, comedia pop, drama intimista, en las dosis necesarias como para entretener, con algunos efectos visuales interesantes. Y el consabido abuso de la voz en off.

Una película menor, con alguna que otra escena fuerte y que consigue distraer.

Ray (Elle Fanning) es un chico trans de 16 años en vísperas de su terapia hormonal. Convive en una gran casa con su madre soltera Maggie (Naomi Watts), su abuela Dolly o Dodo (Susan Sarandon) y la novia de su abuela.

Para el inicio de la terapia es necesaria la firma de ambos progenitores por lo cual es necesario restablecer el contacto con un padre ausente hace largo tiempo.

La película recorre, por un lado, las alternativas de este reencuentro (el tema tan caro al cine yanki de búsqueda del padre) con las dudas que genera el inicio de una terapia física, más allá de que Maggie apoya decididamente la elección de género de su hijo Ray.

Con el gancho de semejante trio de actrices, y si bien posee dos o tres buenos picos dramáticos , básicamente a cargo de la gran Naomi Watts, estamos ante otro ejemplo de drama lavado, algo desganado, temeroso del melodrama, con varios lugares comunes y con algunos oportunos toques de humor.