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España España · Palma de Mallorca
Críticas de Robert Denigro
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Críticas 217
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
26 de febrero de 2023
44 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Irati" tiene tantos claroscuros como la propia Edad Media. Es de agradecer el atrevimiento del director para meterle mano al género de espada y brujería, un terreno poco explorado por el cine español. "Irati" goza de una producción técnica impecable. Una fotografía a la altura de las producciones de Ridley Scott, un sonido apabullante y unos efectos visuales de un realismo sobresaliente. Pero algo en la película va mal desde el principio.

En especial una historia más preocupada por el efectismo visual que por la coherencia narrativa. El resultado es rígido y pretenciosamente solemne. La dirección de actores es un desastre y pese a la belleza de los bosques lo que ocurre en ellos parece impostado. Los efectos de sonido son desmesurados, al igual que los efectos a cámara lenta y los agotadores cantos mágicos de la banda sonora. Nada en "Irati" queda muy claro salvo los esfuerzos de Paul Urkijo por estar a la altura de referentes actuales como "El hombre del norte". En su búsqueda de trascendencia mística y de las raíces del folclore espiritual vasco el director se olvida de lo más importante: saber contar una historia.

Como detalle culinario no puedo dejar de mencionar la tenaz promoción que el popular cocinero Karlos Arguiñano está haciendo de la película en su programa de televisión. "Irati" sale a relucir en cada una de sus recetas porque su productora "Bainet Zinema" es el perejil de todo este asunto.
Robert Denigro
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5
20 de febrero de 2023
78 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
Colocar a un ser humano en una isla desierta no es precisamente una idea argumental muy original. Una idea que atraviesa la historia de la literatura desde la isla Utopía de Tomas Moro al "Señor de las moscas" de Golding. Sin ir más lejos actualmente la mayoría de televisiones generalistas recurren a este formato para ofrecer concursos de supervivencia. Ruben Östlund se sirve de una metáfora social bastante manoseada en su película más excesiva.

Ruben Óstlund sigue siendo el gran forense de las patologías del capitalismo extremo, como viene demostrando en sus últimas películas, casi una trilogía formada por "Fuerza mayor", "The Square" y "El triángulo de la tristeza". Pero todo lo que de afilada ironía había en las dos primeras, en esta última se vuelve vulgar, forzadamente provocador, excesivamente discursivo y para colmo gratuitamente escatológico. A Ösltund se le ha ido la mano con la metáfora, hasta el punto de que algunas situaciones son muy incoherentes.

Si en "El ángel exterminador" de Buñuel las personas de servicio doméstico eran las primeras en huir, en "El triángulo de la tristeza" el servicio toma el mando. Con mucha más gracia Bong Joo-Ho hizo algo parecido en la magnífica "Parásitos".

Personalmente el cine que critica el capitalismo siempre me genera dudas. ¿Realmente las películas de Östlund pretenden cambiar algo? o sirven para lo contrario, es decir: una reafirmación del sistema que pretende denunciar. El filósofo Marc Fisher, con mucha razón, decía que el capitalismo necesita de una calculada dosis de autocrítica para hacerse más fuerte. Así como en la edad media la culpa católica se limpiaba con el acto de confesión la culpa capitalista se lava con películas satíricas y un concierto de Beyonce contra el hambre en África.
Robert Denigro
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3
6 de febrero de 2023
89 de 154 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace algún tiempo que Shyamalan ni sorprende ni perturba, ni siquiera recurre al manido giro de guion de sus primeras películas. A pesar de su desidia, el público sigue pendiente del director, esperando que nos devuelva la emoción profunda de obras maestras como "El bosque". Shyamalan se ha convertido en una marca de suspense paranormal, un trasunto a medio camino entre Hitchcock y Iker Jiménez.

En esta última década el género de "Casa asediada" ha tenido mucho predicamento. El mismo Shyamalan ya tocó el tema en la magistral "Señales", mostrando el juego que puede dar un campo de maíz de noche y una linterna. Volver sobre el tema era innecesario.

"Llaman a la puerta" es totalmente ridícula. Es realmente complicado creer lo que está ocurriendo. De hecho en el cine de Shyamalan siempre hay algo ridículo, algo un poco infantil en sus historias. Un defecto disculpable si la historia, finalmente, nos conmueve. Lo peor de "Llaman a la puerta" no es su ingenuidad sino que no hay ni rastro del demostrado talento del director para transmitir perturbación. Ninguna escena inquietante, ningún montaje de imágenes perturbadoras. Lo más original de la película es la elección de una pareja homosexual como protagonista...y también ese detalle, en manos del director, parece una caricatura.
Robert Denigro
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3
5 de febrero de 2023
31 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conecto en absoluto con Darren Aronofsky y "La ballena" no ha hecho más que confirmarlo. Todavía recuerdo perplejo los inicios del director con ese mosaico de imágenes caóticas sobre el mundo matemático llamado "Pí". Tampoco la aclamada "Réquiem por un sueño" logró mi simpatía.

Una característica del cine de Aronofsky es la redención moral de personajes decadentes. En ese sentido "El luchador", una de sus películas más sobrias, tiene mucho en común con "La ballena". Ambas retratan personajes al borde del hundimiento con la particularidad de que los actores que los interpretan también las han pasado canutas en la vida real. Se produce así una doble redención, que empieza dentro de la película y trasciende fuera de la pantalla.

En "La Ballena" Aronofsky vuelve a regalarnos un experimento presuntamente moderno, pero cuyo resultado es una castaña aburrida. Aronofsky no sólo quiere ser moderno sino también intelectual. La ballena de la novela "Moby Dick" es la excusa (fácil) para convertir toda la película en una metáfora literaria sobre la obesidad del protagonista. Lo peor no es su esforzada teatralidad sino unos diálogos más afectados que una obra de Tenesse Williams. La exageración de situaciones (casi shakesperiana) roza lo ridículo. En especial todas las escenas donde aparece esa niña insufrible de cara angelical enfadada con el mundo.

Dentro de unas semanas, con toda seguridad, Brendan Fraser ganará el Oscar al mejor actor. Hollywood demostrará, una vez más, que no hay nada nuevo ni original en Aronofsky porque nada más antiguo que premiar este tipo de papeles.
Robert Denigro
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1
22 de enero de 2023
121 de 200 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una experiencia insufrible. Con muy poca sutileza el director quiere convencernos de que los dorados años veinte fueron una especie de ruta del bakalao salvaje. "Babylon" se explica mejor desde la cultura de discoteca que desde los valores de la época que describe. En un ejercicio de reduccionismo Damien Chazelle traslada a los años veinte la forma de pensar actual, explicando el pasado desde valores contemporáneos.

A Chazelle no le interesa tanto el rigor histórico como ofrecer un espectáculo con el que la juventud de la generación Instagram pueda identificarse. Para ello convierte los años veinte en una "rave-party" de calculada trasgresión (si tal oxímoron es posible). Las continuas analogías con nuestro presente más moderno rozan lo ridículo. Impagable contemplar a Margot Robbie dejándose caer sobre su público, entregada a un océano de brazos que la arrastran como si fuera David Getta.

Además Chazelle quiere ser provocador. El argumento está plagado de escenas escatológicas, apología de la droga, mujeres desnudas, incluso algún que otro pene. Pero la orgía vital que pretende vendernos ya nos la contaron antes otras películas como "Moulin Rouge" o "El lobo de Wall Street". Pero Chazelle no es Scorsese y por mucho que se esfuerce en el montaje sincopado, acciones paralelas y diálogos ocurrentes no hay forma de contagiar un frenesí que por demasiado evidente peca de ingenuo.

Tampoco acierta Chazelle ni en el tono ni en el ritmo. "Babylon" parece una comedia pero nada resulta especialmente gracioso, al contrario, su humor es bastante rudimentario. En cuanto al ritmo el exceso de clímax bloquea el entendimiento. Si la película pretende ser algo más que una fiesta perpetua, se hace difícil subirse al carro del argumento. A la película le cuesta coger forma, cosa que logra hacia el final cuando pierde velocidad y gana en profundidad. Un emotivo epílogo que no logra dar sentido a todo un carnaval de disparates que parece no terminar nunca.
Robert Denigro
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