Visionario, moralista, innovador y genio universal. A poco que te interese el arte en general, no deberías perderte este documental sobre una exposición única de un pintor único e irrepetible: El Bosco

Declaraciones de expertos, repaso de los pocos datos que se conocen de su vida… ¿Quién era en realidad? Un seglar con tonsura, muy culto, de familia de artistas, que viajó muy poco y se casó con una dama rica. Precursor del renacimiento, inspiración de los expresionistas, de Goya y de los subrealistas. Un hombre de una fantasía sobresaliente enclavada en el mundo medieval, pero adelantadísimo a su tiempo. Un insólito hijo de un artesano que recibió encargos de la corte española, respetado por la nobleza, miembro de la Hermandad del Cisne o La Hermandad de Nuestra Ilustre Señora. El más “polifónico” de los pintores.

El planteamiento y realización de la mejor exposición dedicada a él en la ciudad donde residió casi toda su vida: Bolduque, una ciudad pequeña, en su época, llena de claustros, clérigos y artesanos, pero sin corte ni obispo. Una ciudad que hoy en día no cuenta con ninguna obra del más ilustre de sus ciudadanos.

El documental explica cómo, ofreciendo conocimiento, restauración y el contexto en el que las obras fueron creadas, los organizadores consiguieron reunir la inmensa mayor parte de su obra pictórica y de sus dibujos, muchos de ellos verdaderos esbozos y bosquejos, en distintas posiciones, que usaría después en sus cuadros.

Seguramente, el mismísimo Jheronimus Bosch no pudo ver nunca, a lo largo de su vida, tantas de sus obras a la vez. La exposición fue una oportunidad única de estudiar, in situ, su cronología, sus tendencias, su evolución, su juventud, su madurez y su transcendencia.

Apreciar los más mínimos detalles de cada obra en primer plano, a pantalla completa, y cómo se convierten en protagonistas fascinantes: El dentista de El Carro de Heno, la transparencia de la esfera en blanco y negro del exterior del tríptico, o la defecación de seres humanos de El Jardín de las Delicias, la huella de sangre de El Ecce Homo, la inédita postura de San Juan Bautista, su autorretrato en el monstruo con anteojos, a la derecha de San Juan en Patmos, y tantos y tantos detalles inolvidables, en cada una de sus obras, que trascienden del lugar que ocupan para conseguir el protagonismo en nuestras miradas.

El documental consigue de forma notable mostrarnos parte de la obra de un artista monumental con una iconografía y una imaginería inventada por él, mil veces imitada o interpretada, pero jamás superada.

Sorprendente, fresca, ingeniosa, descarada, bien interpretada y con ritmo… Una serie de ocho capítulos cortos, muy recomendable para mujeres que crean tener la brújula bien calibrada, para hombres a los que les atraigan las locas de atar, y para todos y todas las demás.

Indudablemente, Leicia Dolera va a mejor, proyecto a proyecto, sabiéndose rodear de un equipo técnico y artístico muy competente, y liderándolos con criterio y buen hacer.

Mención aparte a sus dos coprotagonistas, Celia Freijeiro y Aixa Villagrán que le aportan acertados e ingeniosos contrapuntos.

Un comienzo estético e impactante a vista de pájaro. Difícil de olvidar, aun con los títulos de crédito sobreimpresionados.

Se trata del episodio independiente de una serie de telefilmes - “Meurtres à… “-, basados en asesinatos de ficción cometidos en ciudades francesas con un cierto interés turístico-cultural.

El director, Eric Duret, repite, con la misma pareja de guionistas y con la misma pareja protagonista con las que ya trabajó en “Meurtre au Pays Basque”, en 2014. Después realizó aún más capítulos de la misma serie con distintos elencos: “Meurtre à Maussane”, en 2017 y “Meurtre à Luberon”, en 2018.

La pareja protagonista empastó bien en el episodio anterior y continuan siendo competentes. La historia va de morgues, decapitadoras, alondras y cotas de malla.

¿Algún milímetro de mejora respecto de su precedente? Tal vez… Está estéticamente más trabajada.

El título original es Asesinato en el Pais Vasco (“Meurtre au Pays Basque”). ¿A quién no le habrá parecido apropiado o “políticamente correcto” su título para tener que cambiarlo? No seré yo quien especule con ello, porque por más vueltas que le doy, cualquier posible explicación que se me ocurre me parece injustificable. Ojalá sea el mero capricho de alguien que no lo pensó lo suficiente, o que no vale para lo que hace.

Incluso, en una secuencia, leen un cartel de una pared en el que pone, literalmente, “Nouvelle chasse aux sorcières au Pays Basque?, y la voz en off dice ¿Nueva caza de brujas en Bayona? Sin más comentarios. Pasemos página.

Se trata del episodio independiente de una serie de telefilmes - “Meurtres à… “-, basados en asesinatos de ficción cometidos en ciudades francesas con un cierto interés turístico-cultural.

El director, Eric Duret, repitió, con la misma pareja protagonista en “Meurtre à Guérande”, en 2015, y después realizó aún más capítulos de la misma con distintos elencos: “Meurtresà Maussane”, en 2017 y “Meurtre à Luberon”, en 2018. De sus guionistas, Alexandra Julhiet y Marie-Anne Le Pezennec, no he encontrado precedentes.

La historia no os va a cambiar la vida ni un poquitín, pero si os interesan las “cazas de brujas” del medievo, las playas del cantábrico, las cuevas y los pasadizos subterráneos, la doncella de hierro, el euskera, los malos tratos, los psiquiátricos, y los orfeones vascos, echadle un vistazo.

La chica es mona, y se enfrenta aquí al primer papel protagonista de su carrera. La cosa discurre en Seattle, y el siempre eficaz Paul Blackthorne, intenta dar cierto empaque al asunto.

Solo recomendable para espectadores fanáticos de las seres de personas sensitivas que ayudan a la policía a resolver casos, sin importarles demasiado la calidad de los guiones, diálogos, interpretaciones, y demás aspectos técnicos y artísticos del producto.