Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Críticas de Sémele
<< 1 9 10 11 20 45 >>
Críticas 223
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
12 de mayo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En estos tiempos en los que las series abundan en un exceso (casi) enfermizo, a veces hay que esforzarse un poco para encontrar una perla entre tantas ostras vacías. Y todavía más cuando hablamos de la temática policiaca, en clave de resolución de asesinatos, porque la oferta se dispara hasta límites insospechados.

Así, que una serie policiaca con un atroz crimen por resolver (hablando de las dos primeras temporadas), pueda llevar a sorprenderte, a intrigarte, a atraparte y a emocionarte es, en resumidas cuentas, todo un hallazgo. Y es lo que me ha pasado con "The Killing" que, por lo visto, bebe en parte de las fuentes de una serie danesa con la que comparte una intrigante historia, sustentada en tres frentes bien marcados.

En primer lugar, tenemos a los Larsen, la familia de la chica asesinada, sus padres y sus dos hermanos pequeños, que tratarán de encajar y, en cierto modo, de superar el drama de haber perdido a su hija y hermana, a la par que siguen desde una distancia prudencial la investigación policial. En segundo lugar, está la pareja de policías, Linden y Holder, que tratarán de dar con el responsable de la muerte de la chica. Y, en tercer lugar, encontramos a Richmond, un idealista político, candidato a la alcaldía de Seatle (lugar en el que se sitúa la acción), que tratará de ganarle las elecciones a un rival que ostenta el cargo de alcalde.

La serie bascula entre estos personajes en un arriesgado (y acertado) malabarismo que va del drama familiar, pasando por el thriller político y el thriller policial. Casi nada. La atmosfera oscura y lluviosa, irrada seriedad y tristeza y produce una sensación claustrofóbica que le viene de perlas a la historia.

Básicamente no hay nada nuevo en el paraíso. Es decir, nada que no hallamos visto en muchas películas o series, pero su tratamiento es extraordinario.

Tenemos a una pareja de policías, Sarah Linden (Mireille Enos) y Stephen Holder (Joel Kinnaman), como teníamos a los Somerset y Mills de "Seven". Dos investigadores de la policía de Seatle a los que se les encarga la investigación del asesinato de una chica de diecisiete años. Ella está a punto de irse y él acaba de llegar. Por las circunstancias del caso, se ven obligados a colaboran y a llegar a un entendimiento, puesto que, aunque compartan profesión y una entrega total por su trabajo, tienen caracteres dispares y métodos distintos. Sin embargo, sus conversaciones en el coche, chispazos de humor, funcionan como contrapunto al drama.

Lo que realmente sorprende y funciona es que, a diferencia de otras series similares que vas oliéndote la tostada con cada episodio, en ésta NO se pueden prever nada, no sabes por dónde te van a llevar, puesto que conjuga de maravilla los giros argumentales, los momentos álgidos, el suspense...

Llega un momento en el que llegas a sospechar de tu propia sombra, mientras vas asistiendo a los acontecimientos que rodean a estos personajes que sientes tan cercanos. Si desconfías de alguien, acabas de por desconfiar de todos. Me recordó a las buenas novelas policiales, donde una pista puede llevarte en el mejor de los casos a otra pista y en el peor a echar por tierra todo el trabajo hecho y partir de cero.

En primer lugar, desde mi humilde opinión de telespectadora, creo que es así por un argumento que aboga por las vueltas de tuerca, con el riesgo de caminar por el filo y caerse al abismo, aunque siempre se tiene presente lo verosímil, de lo contrario sería nefasto. Mientras otras series, te da la sensación de que te toman por gilipollas, en ésta participas de un juego cada vez más adictivo y cautivador. Otro hecho destacable es que no les importa hacer un parón en la investigación, en algunos episodios, para asentar el drama, para cuajarlo, para conocer mejor a los personajes, para sentirlos como personas reales, que sufren y sienten como cualquiera de nosotros. Todo un acierto.

En segundo lugar, por el gran hacer de unos actores extraordinarios que resultan muy creíbles en sus roles, entre los que destacaría (aunque siendo injusta porque todos están a un gran nivel): Enos y Kinnaman, los protagonistas, y Brent Sexton, que interpreta a Stan Larsen, el padre de Rosie, la chica asesinada, que no conocía y me ha parecido extraordinario. Incluso, los dos chavales, hermanos en la ficción de la chica, están geniales, prueba de la cuidada selección de actores.

Y, en tercer lugar, porque la trama policial está muy bien integrada por el drama personal, y no solo de los familiares de la fallecida, sino de otros personajes, con lo cual el componente emocional y, por tanto, la implicación emocional por parte de los telespectadores, acaba por ganar enteros a medida que avanza la historia, de modo que, cuando llegue el momento de poner las cartas sobre la mesa, te sientes parte de un proceso y de una conclusión que es, al mismo tiempo, liberadora y dolorosa. Implacable, intensa y emotiva.

Por ponerle un "pero", me pareció que la parte del candidato a la alcaldía, quedaba, en ciertos momentos, poco integrada en las otras historias paralelas (duelo familiar e investigación), dando la sensación de que algunos de sus elementos debieran ser un poco más explicados, de modo que el impacto fueran parejo con las otras dos. Sin embargo, gana enteros al retratar con acierto el despiadado mundo de los entresijos políticos, las alcantarillas, el juego sucio... algo que vemos y vivimos lamentablemente en nuestro día a día.

Una serie impactante. Muy recomendable.
Sémele
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
26 de marzo de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante thriller basado en la novela de Dolores Redondo, que no he leído, que arranca con intensidad y sigue con cierto interés, pero que, lamentablemente, acaba perdiéndose en un embarrullado desenlace que me dejó un poco confundida.

El thriller español está en forma, y prueba de ello son las notables películas que nos han llegado en pocos años. Sin embargo, no toda película de este género tiene que ser automáticamente como "La isla mínima" o "Una tarde para la ira", dos ejemplos muy logrados de lo que lleva siendo la marca de thriller del cine español actual.

Podríamos situar a "El guardián invisible" como una propuesta entremedia entre la excelencia y lo normal. El cine hollywoodiense que pare thrillers con una facilidad pasmosa también es capaz de darnos una de cal y otra de arena, y muchas veces incluso se le disculpa ante un tropiezo, así que, ¿por qué no vamos a perdonárselo al cine español? Con ello no estoy diciendo que ésta sea una mala película, más bien todo lo contrario.

"El guardián invisible" es una buena película. Tiene para empezar una atmosfera apabullante (aunque se abusa demasiado del efecto de la lluvia constante), técnicamente está logradísima, y además es bellísima a nivel de fotografía (aunque también el valle de Baztán, en Navarra, tiene mucho que decir en esto).

En el apartado artístico, cuenta con un estupendo elenco y con un material que, sin ser muy original, sí propone suficientes ingredientes para que el interés no decaiga. Tiene un cierto aire de querer trascender, con empaque y visualmente es muy atractiva. Además, ese mirar a la mitología me parece muy acertado, a la par que poco explotado por nuestro cine, resultándome un recurso realmente fascinante a reivindicar, que añade cierto misterio que se presta a la reinterpretación y enriquece la trama.

Dicho esto: ¿Qué es lo que me impide darle mejor nota, desde mi humilde punto de vista de espectadora? Normalmente en los thrillers psicológicos con investigación policial, en este caso, la búsqueda de un asesino en serie de chicas adolescentes (para entendernos, a lo "El silencio de los corderos", de la que parece nutrirse en muchas ocasiones), se recurre a inspectores que vienen de fuera y, poco a poco, se van involucrando en la trama, hasta sentirla como propia y así se convierten en los ojos del espectador que siente con creciente intensidad lo que pasa en pantalla hasta su desenlace. Los buenos thrillers suelen tener esos elementos recurrentes. Me viene a la memoria curiosamente "Memories of Murder" de Bong Joon-ho, una propuesta muy parecida a "El guardián..." que resulta mucho más lograda.

Aquí se opta por algo distinto (y también válido, por supuesto). La inspectora, Amaia Salazar (Marta Etura), empieza a investigar este asesinato y, al mismo tiempo, sabemos que lo hace en Elizondo, el pueblo de su familia, del que huyó hace tiempo. Así tenemos dos líneas argumentales: la investigación y el conflicto no resuelto con la familia (hermanas, cuñados, etc.), que van apareciendo paralelamente.

El problema es que, por un lado, la evocación a la infancia de la protagonista, despista un poco, porque, aunque se pone hincapié en el drama y, por lo tanto, en lo que le afecta en el presente, no acaba de cuajar en el conjunto... y no le acabas de ver el sentido, puesto que acabaron pareciéndome unos brochazos torpes, poco entendibles, que no profundizan en absoluto. La protagonista de estas escenas es el personaje interpretado por Miren Gaztañaga, la actriz que se ha visto involucrada en una absurda polémica tras unos desafortunados comentarios. Y lo cierto es que viéndola, en un papel tan unidimensional, desaprovechado y mal explicado, no acabas de entender porqué no se optó por profundizar más en él, dándole un poco más de entidad, sí lo que querían, creo yo, es hacernos llegar el drama de Amaia. Así no nos emociona como debería.

Por otro lado, llega un momento en la investigación que se retuerce tanto (diría, incluso, que se riza como un tirabuzón) que confunde porque ya no sabes por dónde te van a llevar y lamento decir que solo mantuve la atención, al final, para saber cómo iban a salir de ahí, dadas las expectativas creadas... Este género se presta fácilmente a ser Sherlock Holmes, a tratar de saber quién será el asesino, pero llega un momento en esta película que solo quieres saber quién es para que dejen de marear la perdiz.

Y la resolución te acaba descolocando un poco más, dado que, tanto retorcerla, las expectativas se fueron al garete y el desenlace es lo que te parece más flojo, muy facilón y cogido por los pelos. Me recordó un poco a esos bestsellers (y lo digo desde el desconocimiento, porque no he leído la novela), en los que se busca en todo momento enganchar con fuegos artificiales y se acaban olvidando de que las sorpresas, aunque de vez en cuando están bien, no lo son todo, también está la coherencia. Algo que sí se tuvo en cuenta, por ejemplo, en la saga "Millenium", especialmente, en "Los hombres que no amaban a las mujeres", que tiene un final que es un puntazo, muy coherente con las pistas que nos había ido dejando por el camino.

Sin embargo, la recomiendo por ser una propuesta visualmente muy atractiva que cuenta además con una excelente Elvira Mínguez que se come a la protagonista, en cuanto tiene ocasión. Marta Etura interpreta a su personaje con solvencia. Como thriller psicológico funciona hasta que hacia el final a alguien, no sé quién, se le ocurrió salirse del tiesto embarrullando una trama que estaba funcionando bien. Un ligero error que embadurna el conjunto. Pero, aún así, merece la pena echarle un buen vistazo.
Sémele
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
21 de marzo de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brutal melodrama con tintes mafiosos y de tragedia clásica, en formato de miniserie de 4 episodios, que adapta una novela de Martina Cole y que está dirigido por David Drury y protagonizado por Shaun Evans, Tom Hardy, Charlotte Riley, Kierston Wareing y Brian Cox.

La miniserie, de buenas a primeras, parece una historia típica de pequeños gánsteres que tienen ínfulas de trepar en el contexto del East End londinense, en los años 80 y 90. Al parecer, la serie se rodó en Dublín, para encontrar las localizaciones idóneas en las que deambulan estos personajes, y abarca más o menos unos 10 años en sus vidas. Pero de historia de mafiosos, poco a poco, va virando hacia un melodrama intensísimo, que roza la tragedia clásica y que podría caer de lleno, pero acaba vadeándolo gracias al buen hacer del director y al trabajo de los actores, en el culebrón más trillado de sobremesa.

Los actores están geniales. Especialmente, Tom Hardy, con una mirada que vacila entre humedecida y enfurecida, maestra a la hora de mostrar un personaje complejo que vive, no obstante, su momento de revelación (un giro verosímil que me pareció brillante); Kierston Wareing, con un personaje roto e inestable, se mueve entre la irascibilidad y la derrota, despertando compasión; y Charlotte Riley, como Maggie, un personaje lleno de fortaleza y sinceridad, de sencillez y dignidad. El que me pareció menos interesante fue curiosamente el protagonista Shaun Evans, no porque lo haga mal, es porque su personaje es el que tiene que parecer más sensato y más distante, y me da la impresión que los otros tres se le comen la merienda, especialmente Hardy y Riley.

La ambientación y el vestuario (con varios puntos horteras), son muy de los 80 y 90. El uso de la banda sonora, con temas de los grupos del momento como Bananarama (con su Robert De Niro's Waiting en un momento clave), son acertadísimos y cuajan bien con la historia. El director mueve la cámara con soltura, sin ahorrarnos violencia ni inquietud, ofreciéndonos muchas veces primeros planos de los actores para que veamos sus expresiones de miedo, derrota, sufrimiento... El guion está escrito con solvencia, pues nada sobra y nada falta. No es una obra perfecta, pero es efectiva y golpea con dureza.

Sería una miniserie de temática delictiva más si sólo se dedicara a hablarnos de mafiosos, pero al introducir el tema de las relaciones familiares, con tanta implicación emocional, acaba dejándote anonada, porque no es que te sientas reflejada (porque entonces tendrías graves problemas), es que vas intuyendo que algo va a pasar, algo sin duda de dimensiones trágicas. Algo que acabara destruyéndoles a todos, tarde o temprano. Me recordó bastante a "My Kingdom" o a "Antes de que el diablo sepa que has muerto".

En definitiva, una miniserie altamente recomendable. Imperdible, si se tiene la oportunidad de verla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sémele
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
8 de marzo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Whiplash" es una película que propone una vuelta de tuerca (o varias vueltas de tuerca) a la tan manida relación entre profesor y alumno, tantas veces vista en el cine.

La verdad es que la academia como centro de estudio y de formación de seres humanos ha dado mucho juego. Así, de repente, me acuerdo de "El club de los poetas muertos", del siempre interesante Peter Weir, donde Robin Williams daba vida al profesor John Keating, el capitán que todo estudiante sueña con tener alguna vez en la vida: ese maestro que lo es por vocación y que instruye a sus estudiantes en el amor al arte y a la literatura para que aprendan a ser ellos mismos, a conocerse mejor, a saber lo que quieren ser el resto de sus vidas.

El profesor Fletcher, al que da vida un extraordinario J.K. Simmons, se situaría en las antípodas del Keating de Williams. No es que su vocación flojee o esté más quemado que la pipa de un indio... más bien está hasta las narices de la mediocridad y está buscando la perfección en estado puro. Claro que lo interesante de la propuesta de Damien Chazelle (mucho más redonda y lograda, a mi modo de ver, que su celebrada "La Ciudad de las Estrellas: La La Land") es que el alumno, Andrew (un excepcional Miles Teller), no se queda atrás en esta guerra de egos y demuestra lo bestial que puede llegar a ser cuando se encuentran el fuego y la gasolina, en forma de dos auténticos ególatras, cuyo concepto de sí mismo es tan elevado que no caben en sí.

Con el jazz de telón de fondo, aunque podría haber sido cualquier disciplina artística, Chazelle construye un poderoso thriller psicológico, hipnótico y atrayente, que acaba por dejarte una sensación entre agridulce y gratificante. La singularidad de dichos personajes, que se van volviendo más y más interesantes a medida que van avanzando el metraje, está en que, aunque difícilmente me gustaría cruzarme con ellos y mantener una relación personal y/o profesional, no dejan de resultarme atractivos. Son desproporcionadamente crueles, egoístas, creídos e insoportables... pero hay que reconocer que su fuerza mental, su entrega y su esfuerzo, merecen una total admiración más allá de lo que despierten como seres humanos.

Tanto Fletcher como Andrew, que anhela formar parte de esa orquestra de jazz como batería, hacen suya la historia de Charlie Parker porque éste no era nadie hasta que Jones le arrojó un platillo y porque al verdadero genio no lo habría desalentado nunca ni la mayor de las adversidades. Así es como asistimos a este enfrentamiento que, al principio, nos tememos desigual pero que, poco a poco, vamos viendo que no. No será así. Tal vez se critique la agresividad, el insulto fácil, las vejaciones y todo lo demás, pero ya me gustaría ver los entresijos de cualquier disciplina artística o cualquier deporte que requiera no solo talento, sino trabajo, muchísimo trabajo, y que alguien, el que sea, cometa un error que empañe el esfuerzo... Sinceramente, no creo que esté muy alejada de algunas realidades, esta película.

La película cuenta con varios momentos memorables, aunque, si los piensas bien, humanamente hablando, sean deplorables... como la charla del protagonista con su novia o con su familia que muestran que se esconde en realidad bajo este joven ambicioso. Y, por supuesto, el final, una pura adrenalina, pura ambición y pasión, sumado a la máxima entrega que separa para siempre la genialidad de la mediocridad.

Alguna cosa criticable, lo dejo en el spoiler porque tengo que desvelar algunas cosas de esta película y de la siguiente del director, por usar un tema recurrente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sémele
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
28 de febrero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Manchester frente al mar" es de esa clase de películas que cuesta mucho recomendar, y no precisamente porqué no tenga calidad cinematográfica, que la tiene, sino porque es un DRAMA en mayúsculas que te deja mal cuerpo y con la sensación de estar viendo algo muy doloroso que dejará mella.

Dicho esto: "Manchester..." es una notable película. El director y guionista, Kenneth Lonergan ("Puedes contar conmigo"), se pone manos a la obra con esta dramática historia que empiezo por definir como una película de actores. Son los actores los dueños y señores de esta cinta; es suya de principio a fin. Y desde ya, me quito el sombrero delante de Casey Affleck y Michelle Williams, que comparten una de las escenas más demoledoras e inolvidables que se han visto en pantalla desde hace tiempo.

Pero vayamos por partes...

El libreto de Lonergan está ideado para que estos extraordinarios actores, añadiría también al joven Lucas Hedges y a Kyle Chandler, se pongan al servicio de una historia de gente corriente, en un lugar de postal, a la que le pasa cosas, y algunas de ellas no muy positivas. El personaje central, Lee Chandler (Casey Affleck), es un conserje que se ocupa del mantenimiento de cuatro edificios en Boston y que se ve obligado a regresar a casa, a su pueblo natal, debido a un trágico suceso. A partir de ahí, deberá estrechar lazos con su sobrino de 16 años.

Con un ritmo pausado, casi ralentizado, asistimos al devenir de estos personajes. Jugando con mucha destreza con los tiempos pasados y presentes, el director nos propone una mirada entre desangelada (propiciada además por ese ambiente invernal) e imparcial sobre este ser taciturno y solitario, con el que es algo difícil empatizar, al menos al principio, pero por el que no puedes dejar de sentir cierta curiosidad. Los acontecimientos se van sucediendo con calma, siempre desde lo cotidiano y identificable, con un componente humano (aquellos hechos que no nos gustaría afrontar en la vida aunque, tarde o temprano, acaban por llegar), y así vamos dándonos cuenta de la transcendencia de esa sencillez.

Casey Affleck hace gala de un laconismo y de una contención brutales. Su rostro, casi inexpresivo, me hizo dudar de su capacidad interpretativa. Para mí, su personaje es de los más difíciles de interpretar, porque, con diálogos más bien escuetos, con apenas permitirse un poco de expresividad, tiene que mostrar todo lo que lleva ese personaje dentro. Entiendo que sea un reto para un actor porque requiere no solo talento, sino mucha valentía. Affleck, lo borda. Y me di cuenta en la susodicha escena que comparte con Michelle Williams. Ahí sí me convenció de que su interpretación merecía el Oscar que recibió ayer. Ahí intuí ese principio de desmoronamiento, esa rotura inesperada de su coraza de hierro, que da sentido a su interpretación tan comedida.

No menos extraordinaria está Michelle Williams, que compone un personaje muy breve, pero que viene cargado de grandes dosis de generosidad, vulnerabilidad y entereza; es casi imposible no sentirse conmovido/a en ese momento clave, en el que descubrimos que la historia ha sido trenzada, y bien trenzada, para acabar desembocando en ese punto culminante, cuando asistimos acongojados no solo a la verdad de todo, sino al dolor y a la impotencia que trae consigo esa verdad trágica. Hay dos opciones, parece decirnos Lonergan: O la asumimos y seguimos adelante medio rotos o no nos enrocamos y sufrimos para siempre. Y ahí está la clave de todo. La imposibilidad de hallar consuelo, de curar las viejas heridas, de encontrar la paz, de perdonarse a uno mismo... todo se pone en evidencia y es tan grande, tan insoportable, que acabamos comprendiendo el alcance de esta historia tan singular, tan humana.

El personaje de Lucas Hedges, sobrino de Lee, es su contrapunto. Ambos mantienen una relación entre simpática y complicada. Ellos chocan continuamente, entre situaciones que te hacen esbozar una sonrisa y otras que te emocionan. La naturalidad del joven actor resulta muy creíble. Al igual que el personaje Kyle Chandler, hermano mayor de Lee, punto de apoyo del hermano pequeño en el pasado y punto de encuentro entre tío y sobrino ahora. Ambos, en una aportación más secundaria, son como la mirada del espectador que muchas veces no entiende a Lee, su manera de actuar...

Lo dicho: Una notable película, que se beneficia del trabajo de unos intérpretes extraordinarios, que me recordó en muchas ocasiones a "En la habitación" de Todd Field.

No es apta para todos los públicos, debido a su innegable dureza, pero vale la pena descubrir, más allá de que sea por momentos muy dolorosa.
Sémele
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 9 10 11 20 45 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow