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España España · Lleida
Críticas de Uma
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Críticas 203
Críticas ordenadas por nota
9
26 de abril de 2010
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo se da la vuelta a las cosas? ¿Cómo te giras al otro lado de tus ojos para verte y aprender de tí mismo? Tienes para hacerlo una aguja, una alpargata... ¡ah!, y una cámara. Por favor, intenta no marear demasiado al espectador... Aunque, ¡que coño!, la vida marea, y el cine, ¡maréemonos pues!
¿Te acuerdas? ¿Te acuerdas de tu vida? ¿Se acuerda tu vida de ti? ¿Qué pasó? ¿Por qué pasó? Una película es un puzzle, también lo es la vida. ¿Quién dice cómo tienen que ordenarse las piezas? ¿O siquiera que deban encajar? Es un puzzle de tonos blancos. ¡Blanco para retratar la oscuridad! ¡Pone los pelos de punta! La imagen cuadra, no encaja, pero cuadra, la escalera sube, y para subir, a ratos baja, y lleva donde todas, al final, a la muerte.
Una ranura basta para establecer contacto, un minúsculo agujero luminoso. ¡Claro! De ahí vienen los tonos blancos. En lo más diminuto se encuentra a veces lo más grande. Solo hay que detenerse a verlo. Vamos paso a paso, sin prisa, mareados, ¿quién quiere llegar al final? No perdamos de vista la ranura. Escuchemos las voces, soñemos, imaginemos, saquemos provecho de nuestra pequeña ranura, que da de sí más de lo que pudimos pensar, hasta el punto de hacernos felices. Desde el horror, desde el otro lado, desde la oscuridad, la vida, la película, solo se ve blanca y bella.

¿Por qué? ¿Por qué la vida se ve más bella cuanto más diminuto es el agujero? No debería ser así.

Date otra vez la vuelta, vuelve a tus ojos, la película ha muerto. El mundo vuelve a ser amplio y oscuro.
Uma
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9
12 de abril de 2010
39 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida es sueño (o cine) y los genios, genios son. Aquí y en la luna, ahora y hace mil años. La especie humana es cojonuda. Hoy he vuelto a ver La chaqueta metálica, y mientras la veía, tenía en la boca una risa tonta de placer. Kubrick solo hay uno, y esa es nuestra cruz. No lloramos lo suficiente cuando murió, no fuimos conscientes de lo que perdíamos. ¿Qué es un genio? Aquel que trasciende modas y tiempos, aquel que pasa de todo y va a su bola, contra lo que diga el mundo entero. Aquel que haga lo que haga, impone su ley, pero sin hacer ruido. Aquel que inventa a cada paso. Esta es la historia del señor Kubrick. Cada película que ha hecho, ha inventado algo, se ha desmarcado del resto de la humanidad. No lo busca, eso le convertiría en pretencioso y de algun modo se le vería el plumero. Simplemente es un genio, y le sale. No se le puede imitar. Le dio por hacer La naranja mecánica, y nos dejó flipados. Le dio por hacer Senderos de gloria, e hizo la mejor película bélica de su epoca. Le dio por hacer Barry Lindon, y parece que, 30 y pico años después, estuviera hecha ayer. Le dio por hacer 2001, e inventó el cine moderno. Un dia, en el 87, le dio por hacer Full metal Jacket, y nos dejó otra vez con la boca abierta.
No hay nada anterior ni posterior como esta película, ni siquiera Apocalipsis Now (y eso que esa es otro 9). La primera parte es una lección de cine. Hay que ser un visionario para planear un tramo de película como ese, y conseguir luego que funcione. Durante 45 minutos no hay diálogos, solo gritos, solo instrucción, solo marchas al ritmo de los tacos más desmedidos. No hay conversaciones convencionales con las que penetrar en los personajes. Sin embargo, todo queda expuesto. Las acciones fabrican a los personajes, estos obtienen toda su dimensión de los rincones de la acción, cuando ésta se detiene en ellos. Pocos diran que ese tramo de película es un pedazo de cine digno de catalogarse como obra maestra. Yo lo digo. No hay amor, no hay sexo, no hay épica. Solo hay pura invención cinematografica.
La segunda parte mezcla el realismo y la locura. Puede que ambas cosas sean lo mismo. Todo para llegar a una conclusión contundente. Lo dice el protagonista a través de esa extraña voz en off (también innovadora, pues es una formula extraña, ya que no se presenta al narrador, no nos ubica la procedencia de su relato, sus palabras no se deben a la historia como podría pensarse, sino exclusivamente al personaje): "los muertos solo saben una cosa: es mejor estar vivo", o "la vida es una mierda, pero estoy vivo".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Uma
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9
1 de abril de 2010
75 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una serie estupenda en su género. Si la vamos a comparar con las series norteamericanas, vamos a cometer un error. Una cosa son peras de Lleida, y otra naranjas de Valencia. Cada cosa tiene su ritmo, sus códigos, y ahonda en puntos diferentes. El modelo norteamericano es el del héroe, y el de las telenovelas colombianas, muchas veces, el del antihéroe que termina en héroe. Bravo por ambos, no son incompatibles, al contrario. A los que nos gustan las series, estamos ávidos simultáneamente de uno y otro.
Como telenovela, Betty es de las mejores que he visto, junto con la Dama de Rosa (otra gran serie, ya muy antigua). Como buena telenovela, parte de un cuento, y lo desarrolla, lo convierte en 150 episodios, algunos más logrados que otros, algunos inolvidables y otros más prescindibles, aunque necesarios para seguir el tempo del conjunto de la serie (aunque solo sea para ponerte de los nervios).
La historia es entrañable, las tramas secundarias divertidas y tiernas, la protagonista está espléndida en su papel, y la transformación es fabulosa. El ritmo que marca la serie mantiene enganchados a los fieles, que se tiran un año acompañandola sin poder (ni querer) evitarlo, como la serie nos acompaña a nosotros.
Los colombianos son los mejores en este género, y Betty es una obra magna. Sus dialogos son certeros, sus personajes estan logrados, la trama se hace creíble, la tensión crece, la química entre los protagonistas funciona, los momentos de comedia son frescos y los de drama son emotivos. Ah, y no se olvida de incorporar divertidas parodias, como la de la secretaria rubia. Bravo por esta telenovela que me mantuvo en vilo durante un año. Bravo por las telenovelas colombianas, que cumplen una función importante en su país. Bravo por hacer series sin complejos para gente sin complejos, series sin otras pretensiones que las de entretener y emocionar a millones de fieles, una labor nada fácil, que Betty consigue con un sobresaliente.
Uma
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9
25 de marzo de 2010
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El amor es la estrella de la mañana y de la tarde". Una frase tan reluciente en boca de Elmer Gantry, como falsa al mismo tiempo, y como auténtica y definitoria del personaje que la dice. Pura paradoja. Esta película es un torrente imparable, el que inyecta uno de los personajes más conseguidos y complejos del cine americano, lleno de contradicciones, de vicios y también de belleza. ¡Qué gran granuja! ¡Qué tipo entrañable! ¡Y como logra todos esos matices un fantástico Burt Lancaster! Su interpretación no está reconocida hoy como se merece, debería figurar entre las mejores de todos los tiempos. Puede que Lancaster sea el mismísimo Elmer Gantry, de otro modo, parece un prodigio. Richard Brooks, uno de esos directores que, incomprensiblemente no figuran en el olimpo de los dioses del cine (quizás por hacer películas demasiado inteligentes) dirige una orquesta sin fisuras al servicio del personaje, y el efecto es brillante. La película no tiene un momento de pausa, y las emociones de los personajes estan permanentemente a flor de piel, y con ellos, las de los espectadores. Gantry vive cada instante como si le fuera la vida en ello. Ama de verdad, compadece, peca, engaña, predica poniendo en ello cada centímetro de su cuerpo... "El amor es la estrella de la mañana y de la tarde", tan falso, y tan verdadero.
Solo hay que ver la secuencia inicial, cuando la primera página de una novela de Sinclair Lewis empieza a narrar una historia: Elmer Gantry estaba borracho, elocuentemente borracho...
La película avanza a base de fuerza pero también a base de sutileza. El amor surge con una naturalidad que emociona, enfrentado al deber, a la causa, y fluctuan los personajes Elmer y la adorable hermana Sharon, entre uno y otro, atrapados a veces por el amor y otras por la misión que creen encomendada. Y en ello, apenas se rozan, haciendo su amor imposible.
En superficie aparece brillantemente tratado el tema de los mesías de nuestro tiempo, de las iglesias que captan a los ingénuos. Se plantean temas teológicos que añaden atractivo a la trama. Pero más allá de eso, está esa lucha entre el deber y el amor, y el certero retrato de lo que es en esencia un ser humano: una criatura simple y hermosa, enamoradiza, gamberra, tierna, apasionada, capaz de crear y de destruir llevada por sus propias obsesiones, capaz de errar, arrepentirse, aprender, y volver a errar. Y después de caer, volver a levantarse para seguir adelante. "I am on my way", canta Elmer, dejando que el camino le lleve.
El amor es la estrella de la mañana y de la tarde, esa es en realidad la esencia de la vida, tan cierto como falso, tan bello como ridículo, depende solo de creer en ello.
Uma
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9
3 de marzo de 2010
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es brillante en su aspecto formal. No se trata solo de que la fotografía en blanco y negro es de una crudeza ajustada a lo que explica, eso parece evidente, no es solo que tenga un tempo preciso, sino que además se pone formalmente al servicio de lo que cuenta hasta el más pequeño detalle. El cine es transmitir emociones, las que sienten los personajes, aunque no empaticemos con ellas. Esta película consigue eso, gracias a secuencias y planos muy trabajados, que se suceden unos tras otros. Haneke consigue con ello, en primer lugar, algo fundamental: definir sus personajes, presentárnoslos y dárnoslos a conocer, pero no solo en superficie, sino de arriba a abajo. La estructura de esta película funciona a partir de varias historias paralelas, pequeñas células muy diferentes unas de otras y que van a tener todas su rol en la trama. Haneke consigue que conozcamos, entendamos hasta el tuetano a cada una de esas células, de modo que la película funciona luego a la perfección. Con esas herramientas, el director cuenta una historia con varias capas de profundidad. En primer lugar, puede hacerse una lectura que ya se ha repetido hasta la saciedad al hablar de esta película: la intolerancia y la brutalidad con que se educó a una generación de muchachos, sembró la semilla de maldad que dio lugar años más tarde al horror del nazismo. Es una primera lectura que en mi opinión se queda corta. Haneke nos muestra que ante la maldad, se genera una reacción, pero ésta, lejos de ser una reacción sana, está ya viciada, y va a ser por tanto maligna también. Rompe con este planteamiento un tópico muy usado en cine, ese de la reacción liberadora que combate el mal y lo destruye. Los reaccionarios combaten a su yugo, pero al vencerlo, van a crear un mundo peor aún. Profundizando más, subyace una tercera lectura, la aparición del que es en realidad el mayor mal de todos: el silencio, no afrontar la verdad, por cruel que sea, observar el mal y taparlo, dejarlo impune y sin corregir por una sociedad con miedo a destruirse, perpetuándolo así. La hipocresía, en definitiva, de una sociedad compleja, tan heterodoxa como lo es el ser humano, con sus víctimas, verdugos y testigos silentes, que seguiran existiendo, como existieron en la Alemania anterior al nazismo, como existen hoy, y como seguiran existiendo siempre mientras no reluzca, sean cuales sean las consecuencias, la verdad. Eso es en realidad lo que nos está diciendo Haneke. Muchos comentarios sobre la película se muestran decepcionados ya que ésta queda para muchos sin resolver. Otro brillante gesto de Haneke: resolver la anécdota es irrelevante, solo sirve para despistar al espectador de lo que nos quiere contar. ¿Y qué quiere decirnos? Solo hay que ver la última secuencia para saberlo. Toda una lección: el autor cuenta lo que él quiere, no lo que quiere oír el espectador.
Uma
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