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España España · Barcelona
Voto de El Criticón:
7
Comedia El publicista Jim Blandings, casado y con dos hijas, está harto de los ruidos, las prisas y las tensiones de Manhattan. Por eso, decide comprar una casa de campo en Connecticut; pero la casa se encuentra en tan mal estado que la única solución es derribarla y construir una nueva. La hipoteca, mil gastos imprevistos y toda clase de incidentes hacen que Jim Blandings empiece a arrepentirse de su decisión. (FILMAFFINITY)
3 de julio de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desconozco el motivo por el que existen ciertas películas que podría verlas semana tras semana y siempre continuaría queriendo volver a verlas. No son grandes películas, ni tan solo grandes historias. Lo que nos conecta a ciertas películas es un misterio. Desde siempre, me he sentido fuertemente conectado a “Los Blandings ya tienen casa”. No hay nada en esta película que me toque emocionalmente, pero cada vez que la veo, es como si fuese la primera vez. Siempre me ha gustado el humor, escribo novelas impregnadas de humor y grabo un podcast de humor. No contemplo la vida sin humor y quizás ahí radique el motivo por el que “Los Blandings ya tienen casa” es una película tan especial para mí. La primera vez que la vi sería en los 80s, en una emisión televisiva de La 2 (o el UHF como le llamábamos entonces). De repente, me encontré con una película de los años 40 cuyo humor era más moderno que cualquier cosa que hubiese visto entonces. Incluso ahora, en pleno siglo XXI con el desarrollo del humor en tantas formas y colores, sigo contemplado “Los Blandings ya tienen casa” como un portento del humor. Tiene algunos gags tan bien escritos y puestos en contexto que es imposible no rendirse ante esta joya (menor) de la comedia. En 1986, Richard Benjamin intento una suerte de remake apócrifo con “Esta casa es una ruina” y, a pesar de que la película protagonizada por Tom Hanks es una joya del humor, me quedo con “Los Blandigs ya tienen casa” sin dudar.

Todo en “Los Blandings ya tienen casa” está perfectamente encajado, desde ese comienzo en el pequeño apartamento de Manhatan donde los Blanding (marido, mujer, dos hijas, cocinera y periquito) hacen auténticas cabriolas para cruzar las habitaciones como si de una película de Indiana Jones se tratase. La escena del matrimonio en el diminuto lavabo intentando afeitarse él y arreglarse ella, es una auténtica joya del cine mudo. Esto sirve para poner al espectador en el contexto que necesita para comprender porque Mr. Blanding se embarcará en comprar una amplia casa y reconstuirla al precio que sea. Eso y porque es el típico personaje seducido por el sueño americano. Lo más curioso que es el Señor Blanding es publicista y, como bien le dice su abogado en una escena, lo compradores caen en las trampas de un buen publicista, como le pasa a él cuando visita la casa de sus sueños, por vez primera, acompañado de ese zorro reconvertido en vendedor.

El resto es una sucesión de gags a toda velocidad, escritos y coreografiados con tal modernidad que podríamos decir que es una adelantada su tiempo. Un ejemplo es el gag en el que la esposa comienza a enumerar a los pintores todos los tonos de pintura que desea. No desvelaré como se cierra, pero es lo más cercano a un chiste de esos que cuentas en el bar y tienes el éxito asegurado. Porque de eso se trata esta película, un chiste tras otro a cuál más logrado y eso es lo más extraño porque una sucesión de gags no hacen una película, aun menos en los años 40, pero resulta que todo funciona como un reloj suizo, enmarcado en el contexto de un Cary Grant que comienza a perder los papeles a medida que avanza la película, incapaz de reconocer sus errores y viendo fantasmas en todos lados (incluso en la fidelidad de su propia esposa).

La historia se desdobla hábilmente (la casa es un fracaso, su matrimonio también y va a perder el trabajo) aunque la capacidad de Grant para la comedia hace que todos nos encariñemos con este patán incapaz de reconocer sus errores y sus celos injustificados. Por descontado, para que eso funcione has de rodear a los protagonistas de unos operarios de la construcción aún más inútiles, el anciano experto en encontrar agua es un portento de construcción de personaje y da pie a uno de los gags más divertidos de la película además de ser indispensable en el tramo final.

Puede que “Los Blanding ya tienen casa” sea una película menor, pero se nota que está rodada con mimo, escrita con más mimo aun e interpretada con convicción, conscientes todos de que lo que se está haciendo aquí es un producto para entretener, aunque de una calidad superior a lo que se espera de este tipo de películas.

La película está rodada con elegancia por el artesano de la comedia H. C. Potter, fotografiada en un magnífico blanco y negro con largos travellings que se mueven hábilmente tanto en el apartamento de Manhatan como en la casa, siguiendo a los personajes como si de un juego se tratase entre muebles, tablones y grúas.

Dadle una oportunidad a esta comedia, puede que se os antoje pasada de moda, aunque os aseguro que os sorprenderá el tipo de humor con el que se cuenta la historia de esta familia que se equivoca a cada paso que da en la búsqueda del sueño americano.
El Criticón
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