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Voto de Francisco Javier Millan:
8
Documental Los directores, después de viajar por el mundo y filmarlo a vista de pájaro, como si fueran aves migratorias, y tras navegar por todos los océanos en compañía de ballenas y otras criaturas marinas, vuelven de nuevo a mostrar la naturaleza con este documental, pero en espacios más familiares. Nos invitan a un viaje maravilloso a través del tiempo, para redescubrir los territorios europeos. Es una epopeya que relata la larga y turbulenta ... [+]
26 de mayo de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que a las salas españolas llegue un documental de estas características, lo tendríamos que tomar como un auténtico regalo por parte de unos distribuidores, que intentan abrir brecha en un país donde este tipo de productos parecen estar condenados a los horarios de sobremesa de las cadenas minoritarias.
En esta ocasión los realizadores franceses Jacques Perrin y Jacques Cluzaud nos invitan a un viaje mucho más cercano. Un viaje al corazón de los bosques europeos, utilizando como hilo conductor la relación del ser humano con los animales (y viceversa) a lo largo de los últimos siglos. En el film podemos contemplar, con una belleza fotográfica extrema, la vida de la que se ha venido a considerar como Edad de Oro de los bosques. Una época en la que estos entornos naturales apenas cambiaban, sirviendo como refugio a un sinfín de especies que comparten con nosotros el planeta desde mucho antes de nuestra llegada.
La cámara muestra su día a día desde el nacimiento a la muerte, hasta los primeros contactos con la nueva especie que estaba destinada a controlar la Tierra. Perrin y Cluzaud acercan los planos y la mirada hasta límites nunca vistos, introduciéndonos en madrigueras y, hasta incluso, en persecuciones y cacerías filmadas con un tesón y una técnica envidiables.
El espectador debe entrar en ella dejando el estrés cotidiano, dejándose llevar por las imágenes y la música. La partitura extraordinaria de Bruno Coulais nos adentra en este universo natural de una manera bucólica, utilizando su firma habitual en forma de canticos infantiles realmente bellos.
Si bien el film no logra la contundencia lograda con “Océanos”, probablemente la obra maestra de estos dos creadores irrepetibles, sí que consigue hacernos ver el acerbo cultural y la profundidad que alcanzan este tipo de propuestas en el país vecino.
Durante el desarrollo del metraje nos dará la sensación de asistir a una inconexa serie de imágenes animales, rota en algunas ocasiones por la bellísima voz de Elena Anaya en la versión española; pero todo fluye en su conclusión, mostrando un mensaje entre nostálgico y triste y, lo que es más importante, esperanzador.
Hace años comprendí, gracias a Perrin y Cluzaud y otros autores que consagran su vida a la naturaleza, que el entorno que nos hemos creado en las grandes ciudades tiene el único propósito de alejarnos más y más de nuestras verdaderas raíces. Viendo películas como esta, logras por un momento olvidar tu existencia particular, ver las cosas en perspectiva, espantando de tu alrededor cualquier signo tóxico provocado por aquellos que solo ven la vida en clave material. Por lo tanto no es de extrañar, que necesite en más de una ocasión alejarme de esta baja moralidad aportada por muchos, dejándome imbuir por las sensaciones que tan solo la naturaleza me puede otorgar.
Y un apunte personal, tengo que agradecer a ambos que, en el momento del estreno de “Océanos” en el 2010, lograsen remover en mí, una mejoría de esas que reparan las heridas del alma. Es por ello que, en su regreso, los haya recibido con los brazos abiertos de par en par.
Francisco Javier Millan
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