Os explico:

El común de los mortales tiene mogollón de genes, cromosomas X e Y, pero yo debo de tener uno extra, el M, de mierda, porque si no, no encuentro explicación a que caiga una y otra vez en lo mismo, en ver este tipo de cosas que no me atraen en absoluto: viendo la filmografía previa del tal Mark Rosman (Una Cenicienta Moderna y Una Auténtica Muñeca), saliendo la estólida por excelencia, Hilary Duff, de protagonista, Holly, cuya madre es Heather Locklear (a quien asocio a su Sammy Jo de Dinastía, o a su Amanda de Melrose Place, lo que asusta bastante), y leyendo la sinopsis en el periódico, todavía me tumbo tan pichi en el sofá, a perder hora y media de mi vida viendo algo que parece escrito por una niña de once años no muy dotada de talento.
En fin, sobre la película, poco que comentar, las vicisitudes de los personajes me la traen al pairo, me da exactamente igual si pillan el ébola y se van todos al otro barrio, si se mudan o si no, si la mami encuentra novio o si se dedica a ser una pastelera solterona per sécula seculorum, francamente me importa un bledo.