Keep the lights on es una historia de amor entre dos hombres, sí, pero la comparación con Brokeback Mountain ha de terminar ahí. Primero porque se parecen como un huevo a una castaña, y segundo porque ya le gustaría a la película de Ira Sachs ser tan buena como la de Ang Lee.
Con ese estilo visual sesentero (a ratos parece que estemos viendo Love Story), el realizador nos cuenta una historia autobiográfica de un amor torturado, de esos de "ni contigo ni sin tí", aderezado con terceras personas, líneas calientes y prostitutos.
Hay una cualidad natural en la narración que no se puede fingir, y que es pura, sin añadidos, muy realista, y sin duda lo mejor que tiene la película. Por desgracia, a la misma vez, existe cierta frialdad en la narración, y la pasión de Erik y Paul no llega al espectador como debería, teniendo en cuenta lo tortuosa de su naturaleza.
Aceptable, pero poco más.

Lo mejor: Esa cualidad de algo natural, visceral y sin aditivos que tiene su narración.
Lo peor: No transmite la pasión de la relación.