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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Voto de El Golo Cine:
7
Drama Ema, una joven bailarina, decide separarse de Gastón luego de entregar a Polo en adopción, el hijo que ambos habían adoptado y que fueron incapaces de criar. Desesperada por las calles del puerto de Valparaíso, Ema busca nuevos amores para aplacar la culpa. Sin embargo, ese no es su único objetivo, también tiene un plan secreto para recuperarlo todo. (FILMAFFINITY)
2 de julio de 2020
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Ema (2019), del director chileno Pablo Larraín, presenta a una mujer que necesita cambiar su vida que atraviesa dos encrucijadas fundamentales, entre la danza clásica y el reggaetón, entre la familia y el poliamor. ¿Se puede todo a la vez?

Por Nicolás Bianchi

La obra del director chileno Pablo Larraín cobra mayor peso y volumen con cada entrega que lo ubica dentro de un lugar destacado en la producción audiovisual latinoamericana. Luego de, entre otras, Jackie (2016), que exhibe el asesinato de Kennedy desde el punto de vista de su esposa, y El club (2015), con su galería de curas pedófilos, represores y corruptos, el cineasta nos introduce en el mundo de Ema, una joven bailarina de Valparaíso en el que pugnan deseos de liberación, expresión y maternidad, todos de manera vigorosa.

En Ema (Maria Di Girolamo) se procesan contradicciones sobre la práctica de su arte, la danza, el uso de su cuerpo para el placer, la sexualidad, y el deseo evidente de maternar. Por momentos el personaje corre a lo que cree es una mayor liberación, pero como el rebelde que triunfa llega el momento en el que debe preguntarse: ¿Libertad para qué?

La película de Larraín no es lineal ni convencional en su narrativa. Por momentos transmite las sensaciones y anhelos que atraviesan a los personajes. En los cuadros musicales y la disyuntiva expresiva que se plantea también discurre parte de la historia. El escenario está dado por la ciudad de Valparaíso, iluminada con neones, por momentos fluorescente.

Ema está casada con el coreógrafo Gastón (Gael García Bernal), una relación que languidece por un fracaso compartido. Como Gastón es estéril la pareja adoptó un niño, Polo, que luego devolvieron porque quemó a la hermana de Ema, hiriéndola gravemente. En crisis, la protagonista necesita desprenderse de su trabajo, de la forma en la que baila, de su marido.

El fuego está presente en toda la película, no solo por ser el elemento que marca la frustración del matrimonio. Ema necesita quemar, tiene la necesidad de alterar las cosas aunque sea mediante el trauma. Hay escenas que, en este sentido, pueden soportar distintos análisis. Están en un límite entre la alusión y lo que efectivamente sucede. En todo caso, suman espesor al estado de ánimo y los deseos de la protagonista.

Larraín, a medida que avanza el film, se acerca al punto de vista de Ema y comparte sus vacilaciones. Es un proceso. En Jackie hay una distancia insalvable con el personaje porque lo que se muestra es el sufrimiento y las miserias que la circundan, a través de y no con ella. Igual o mayor es el alejamiento con los personajes monstruosos de El Club. Aquí el punto inicial es distante pero hay un camino ambiguo hacia un momento en el que prácticamente se convierte en un relato en primera persona.
El Golo Cine
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