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¡Madre!

Thriller. Drama. Terror A una mujer (Jennifer Lawrence) le pilla por sorpresa que su marido (Javier Bardem), un escritor en pleno bloqueo creativo, deje entrar en casa a unas personas a las que no había invitado. Poco a poco el comportamiento de su marido va siendo más extraño, y ella empieza a estresarse y a intentar echar a todo el mundo.
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Críticas 360
Críticas ordenadas por utilidad
7 de octubre de 2017
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, a mí me hacen falta pocas palabras para definir esta película: qué pedazo de truño. Después de dos horas sentada en la butaca del cine mientras te comes las uñas y pasas dos de las peores horas de tu vida debido al estrés y la ansiedad, la sensación cuando sales del cine es solo una: INDIGNACIÓN. Al menos en mi caso, por supuesto.
Y como te sientes estúpida, acabas buscando en Internet alguna explicación a lo que acabas de ver, y entonces te quedas igual que estabas, porque no entiendes a qué clase de mente retorcida le ha hecho falta esta película para explicarnos lo que tenía en la cabeza.
Eso sí, tengo que cederle que lo que consigue es que se hable de ella. Mientras que yo solo se la recomendaré a aquellas personas que me inspiren un profundo odio, estoy segura que habrá quienes la conviertan en su nueva película de culto.
PUES QUE SE LA COMAN.
ara
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21 de octubre de 2017
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debemos aplaudir, a Darren Aronofsky, su director, al construir esta anarquía provocadora y subjetiva.

En el momento que las ideas flojean, y el tratamiento de la historia no convence al encontrarse agotado; la solución se traduce en plantear una grotesca realidad, encaminada y perfectamente estructurada, para que nos sumerjamos en ella, olvidando nuestra lógica.

Bardem, sublime, y por encima de todo soberbio. Un actor que por su comportamiento fuera de la pantalla, no me agrada; pero al que debemos reconocer lo grande que resulta, cuando se enfrenta a un papel en el que parece encontrarse cómodo.
MIRADA MILENARIA
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9 de febrero de 2022
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le tengo cierto cariño a Darren Aronofsky porque una discusión en el trabajo sobre su controvertida “La fuente de la vida” terminó suponiendo mi primera reseña en esta página a cuenta de una apuesta («seguro que no te gusta tanto como para ponerlo por escrito y que lo lea la gente»). Además, siempre me ha gustado la importancia que concede a la escenografía y el sonido a la hora de contar sus historias, consiguiendo muchas veces reforzar la narrativa con sonidos poderosos o imágenes hipnóticas que apabullan al espectador. Y cuando el chico se pone metafísico y nos cuenta su versión de la Biblia o intenta traducir al lenguaje cinematográfico conceptos como el amor, la eternidad o la ambición, sus propuestas (alcancen o no un mayor o menor grado de éxito) no dejan indiferente a nadie. A mí, por lo general, me suelen gustar. Algunas, incluso, me han llegado a parecer geniales.

Por eso mismo esta “Madre!” me ha parecido tan, tan floja. Tan, tan decepcionante. Ya consagrado y contando a su disposición con todos los recursos que ha considerado necesarios, Aronofsky parece haberse embarcado en lo que debería ser su obra cumbre: nada menos que una visión propia del Antiguo y Nuevo Testamento. Dividida, obviamente, en dos actos, no consigo encontrar rastro alguno de su genio en el Antiguo y sólo residualmente, en ciertos aspectos técnicos, se aprecia algo de su talento en el Nuevo.

Y es que el primer acto parece escrito como relato de verano para el suplemento semanal de algún periódico por algún oscuro finalista del Premio Planeta. Una asociación infantiloide de ideas que reduce una de las más importantes escrituras de la historia a una obra de teatro de quinta categoría. Dios es un escritor con el síndrome del folio en blanco, los hombres unos parásitos y el Diluvio un accidente con las tuberías de casa. Ese es el nivel. Del mismo tío que hizo una película bastante revolucionaria sobre Noé y la lluvia con ángeles caídos y adoradores de la serpiente. Tela. Y así una hora de metáforas de Hacendado con Bardem poniendo cara de zumbado y Lawrence con el ceño fruncido, aunque no tanto como el espectador tratando de entender qué coño pasa en pantalla. Lo único bueno es que hay escenas que provocan la risa floja de lo ilógicas y absurdas que son, así que por lo menos nos llevamos algunos ratos involuntariamente descojonantes.

En el segundo acto Bardem casi desaparece y a Lawrence le dejan poner caras normales, lo que redunda que la película, si bien no mejora mucho y sigue siendo un truño, al menos dejamos de sufrir por la chica. Las metáforas suben de nivel y ya no son tan simplonas. En el plano visual Aronofsky, por fin, se desata y pone en escena juegos de cámara y planos secuencia que le dan algo de aire a la película. A eso se une un montaje sonoro que evoca a ese Darren capaz de apabullar al público con un conjunto audiovisual potente. Y también en lo narrativo lleva a la pantalla algunas ideas valientes de modo que, todo en conjunto, despierta el interés del espectador y esa parte final se hace más llevadera. Pero ya es tarde para corregir la impresión que “Madre!” ha venido causando de película cutre con un planteamiento poco sólido y una escenificación que es un insulto a la inteligencia.

Película peligrosa que, para un director con tantos haters como incondicionales, puede hacer mucho daño a su creatividad. ¿Un tío capaz de parir esta patochada puede ser realmente el autor de “Requiem por un sueño” o “La fuente de la vida”? ¿Fueron casualidad? ¿Palos de ciego? ¿Se las hizo algún negro y él le puso el nombre? Dudas me genera.
OsitoF
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29 de septiembre de 2017
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de un thriller psicológico plagado de simbolismos que exige una cuota extra de atención por parte del espectador. No es un película de rápida digestión. Al contrario, pretende pararse en el lugar de un vino exquisito que solo puede deleitar a aquel curioso dispuesto a indagar y abrirse paso hasta las capas más profundas de lo que se pone en escena ¿Pero acaso lo logra? Aronofsky asume aquí un riesgo grande, el de terminar siendo demasiado pretensioso. Y es que se percibe cierta falta de humildad que conspira en contra de cualquier obra maestra. Sin embrago, la película se deja disfrutar, gracias a su exposición visceral, con escenas de alto impacto que van "in crescendo", la atmósfera de suspenso que no falla, y las muy buenas actuaciones, que eran de esperarse de un reparto de actores tan bien dotado.
Es una propuesta atípica y tal vez más de uno pueda quedar con un gusto amargo en la boca, sobre todo aquellos desprevenidos que no completen la misión de dejarse llevar por la simbología y pretendan obtener un resultado final más literal y directo.
Es, en resumen, una muy buena película pero que exige un esfuerzo adicional ineludible: que el espectador termine de darle su forma final, que se llenen los espacios vacios, como en esos dibujos para niños de "unir los puntos". Y como toda obra surrealista, esta no se puede apreciar por completo sin su título. Y es justamente '¡madre!' el que encuadra la idea final que empujará al espectador y su interpretación de lo que observa en la dirección correcta, hacia la mente de Aronofsky.
Lean_C
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30 de septiembre de 2017
21 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Mother!” es un exceso falso.

Lejos de la poética de la obsesión de su magnífica “Pi: faith in chaos” y del cruel naturalismo de su no menos excelente “The wrestler”, Aronofsky se revuelve en sí mismo, pretendiendo decir “que ve” (o, mejor dicho, “cómo ve”) pero, mientras tanto, da palos de ciego.

Probablemente desesperado porque no se le ocurre nada con lo que dejar al espectador con los ojos como platos, va y pare esta mentira desproporcionada, pretendiendo que cuele.

Y es que “Mother!” rezuma una pretenciosidad obscenamente intelectualoide, que nos viene a contar (a grosso modo, claro) “na” menos que los mecanismos evolutivos de la necedad humana, filtrados desde un prisma pretendidamente judeocristiano, en clave de presuntuoso delirio.

Así, desemboca en la esperpéntica representación teatral de una “home-invasion” continua, consiguiendo (eso sí) un trepidante efecto visual claustrofóbico, a base de perseguir sin piedad a la pobre Lawrence por las cuatro paredes de su planeta-casa, convirtiendo ínfulas en estafadora aparatosidad.

En resumen: si vais a verla, pillaréis un empacho de “divina” (y metafórica) gilipollez.
Polikarpov
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