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Asteroid City

Comedia. Ciencia ficción En 1955, colegiales y padres de todo el país se reúnen para un concurso escolar dedicado a la observación de fenómenos astronómicos (Junior Stargazer Convention) que se lleva a cabo en una ciudad ficticia del desierto estadounidense llamada Asteroid City. La convención se verá espectacularmente interrumpida por eventos que cambian el mundo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 72
Críticas ordenadas por utilidad
26 de junio de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asteroid City está dirigida por Wes Anderson, algo que se ve de inmediato, casi en el primer plano de la película, pues su huella personal siempre queda enmarcada en esos planos en los que predominan las líneas rectas y el personaje como eje central. A partir de aquí, tenemos una gran cantidad de personajes que viajan a Asteroid City a raíz de una convención astronómica que aglutinará a los jóvenes científicos más interesantes de EEUU de 1955. Pero ese fenómeno cultural contrastará con una visita inesperada del más allá, lo cual hará que la ciudad quede confinada hasta nueva orden. Los tres actos de los que se compone la película narran el antes, el durante y el después de todo ello, presentándonos a una retahíla de personajes interpretados, entre otros, por Jason Schwartzman, Scarlett Johansson, Jake Ryan, Tilda Swinton, Adrien Brody, Tom Hanks y un largo etcétera.

A uno le gusta ver a tanta estrella junta, pero al final acaban siendo dos los protagonistas mientras el resto se diluye y el espectador se pregunta si quizás menos hubiera sido más. A pesar de eso, la historia fluye y seduce al espectador con un humor peculiar, al más puro estilo Wes Anderson, con unos personajes sacados de una fantasía y, a su vez, muy humanos. Especial atención a Schwartzman y Johansson, además de Jake Ryan como principales protagonistas. Al final, las películas de Wes Anderson suelen ser muy corales, pero algunas intervenciones se reducen a meros cameos que no llevan a ninguna parte. Por lo demás, es una historia que sacará de plano a los que no conozcan al cineasta ni sean fans de él, convirtiéndolos en sus mayores detractores; pero que gustará a aquellos que reconozcan en el filme la mano de uno de los directores con sello personal de Hollywood. Los tonos verdoso-azulados de la fotografía y la estética de los años 50 recreada a la perfección, provocan un impacto visual interesante.

En definitiva, ASTEROID CITY es una película que los fans de Wes Anderson sabrán apreciar, porque vuelve a llevarnos al mundo de planos rectos, de encuadres perfectos y de personajes absurdamente cómicos y humanos. El guion no importa demasiado, pues se navega entre humanidad, catarsis y relaciones personales que pueden ser efímeras, o no. Una película que no dejará a nadie indiferente, para bien o para mal, algo que ya dice mucho de ella. Además, está rodada en Chinchón. No os la perdáis.
XuCoOo
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5 de septiembre de 2023
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
228/16(17/08/23) Irregular, aunque en su conjunto atractiva nueva obra de unos de los cineastas con un universo propio, eso tan complicado de conseguir, como es un sello distintivo propio, como es el cine del texano Wes Anderson. Una dramedia imaginativa, juguetona, una especie de juego de matrioshkas divertido. Dirige y produce Anderson, con guion propio junto a su colaborador habitual Roman Coppola (“Moonrise Kingdom”, “Isla de perros” o “La crónica francesa”), siendo una de las marcas del realizador un reparto extenso de nombres reconocidos famosos, aquí con Jason Schwartzman, Scarlett Johansson, Tom Hanks, Jeffrey Wright, Tilda Swinton, Bryan Cranston, Edward Norton, Adrien Brody, Liev Schreiber, Hope Davis, Steve Park, Rupert Friend, Maya Hawke, Steve Carell, Matt Dillon, Hong Chau, Willem Dafoe, Margot Robbie, Tony Revolori, Jake Ryan y Jeff Goldblum. Para una trama de meta ficción, narrando los eventos de una convención Junior Stargazer en una versión retrofuturista de 1955 en el pueblo titular en el desierto USA, representada como una obra de teatro, y dentro de ello la creación de la obra (ello por mor de la narración de demiurgo de Bryan Cranston), subyaciendo una carta de amor al arte de narrar historias, uno de los mantras en varios de los últimos films del texano (“Gran Hotel Budapest”, “Moonrise Kingdom” o “La Crónica Francesa”). Un relato que denota ser un homenaje a los films de sobre todo los años 50, los que nacían de la paranoia de la Guerra Fría y su vertiente del miedo a la Bomba H, de ahí el sub género de monstruos mutantes y de extraterrestres, de ahí sus elementos con gran sentido retro como los cohetes, el armamento o este peculiar desierto. El rodaje tuvo lugar en España entre agosto y octubre de 2021. Se utilizaron varios decorados en Chinchón, que asemejan un paisaje desértico y una estación de tren simulada.

Wes Anderson continua moviéndose en ese micro universo particular, donde sobresale su epicúreo sentido sensorial, toda una inmersión en un sub mundo de una esmerada planificación visual simétrica, tirando de sus colaboradores habituales, como con el DP Robert D. Yeoman (“Gran Hotel Budapest” o “Crónica Francesa”), planos híper mimados, con una color pastel prodigioso, con mucha toma alargada en plano general, con un ambientación que parece sacada de un cuento infantil donde se desplegaban bocetos en 3D, todo muy caricaturesco, muy de sentido de cuento para niños en sus decorados por mor del fabuloso diseño de producción de otro de sus inseparables como Adam Stockhausen, divertidamente gritando cartón piedra, donde todo resulta orgullosamente falso, creando para el espectador una grácil sensación de meta ficción de estar en los años 50, ello con el añadido del manejo dramático del b/n (todo lo que no es la parte Asteroide City) y el color, estos cromatismos en maximizados tonos azules-verdes-terrosos, así como los cambios entre formatos de pantalla para diferenciar entre las ‘matrioshkas’ (esto ya usado por Anderson en “El Gran Hotel Budapest”).Todo ello adornado por una deliciosa banda sonora creada por el galo Alexandre Desplat (en su sexta colaboración consecutiva con el director); Amén del elemento del vestuario creado por la 4 veces oscarizada la turinesa Milena Canonero.

Un relato sin un protagonista definido, se mueve en la coralidad, aunque con personajes entre su maremágnum de roles que se destacan en cada ‘matrioshka’. En realidad, entre estas decenas de personajes es complicado que las actuaciones sobresalgan, de hecho, resultan estas algo ataráxicas, muy flemáticas. También este pandemónium de historias hace que ninguna tenga fuerza de calado emocional, Anderson atrapándome en su bonito caramelo con su envoltorio deslumbrante estéticamente, no consigue equilibrar esto con una narrativa que te hinque el diente. Es un film que me cautiva en su primera parte, pero a medida que avanza pierde ese punch, pues le falta sustancia para mantener la garra, pues tras su fascinante puesta en escena la historia es esquemática, te ríes, te conmueve en algún momento, pero adolece del factor de trascendencia. Wes firma aquí cheques que no puede avalar su guion, su proyección del existencialismo de sus personajes resulta impostado, lo intenta potenciar con el hieratismo de los mismos, pero me resulta forzado. Esta narración anidada una dentro de otra y así sucesivamente hace que pierda fuerza siempre la de adentro, sientes que al final el dramatismo se pierde al estar viendo a actores y no a personaje. Ya sé que hablan de la dificultad de las conexiones humanas, pero al contarlo de esta forma se pierde el foco de lo real, siéndome al final de ligereza, grácil, pero reitero, ligera, donde precisamente la conexión, en este caso la emocional se diluye entre tanto artificio atmosférico. Y es que tampoco es que me cuente algo original, es volver por los temas ya ajados del cineasta, parece plagiarse a sí mismo por momentos.

Ambientada en una versión retrofuturista de la década de 1950, un presentador de televisión (Bryan Cranston) presenta una producción televisada de Asteroid City, una obra del famoso dramaturgo Conrad Earp (Edward Norton). En la obra, se lleva a cabo una convención de astronomía juvenil en la ciudad ficticia del desierto de Asteroid City, lugar en medio de la nada, con solo una gasolinera (la regenta un mecánico encarnado por un cuasi cameo Matt Dillon), un motel (regentado por un tipo encarnado por otro cuasi-cameo Steve Carell), la cafetería, y un puente inacabado de fondo. En la obra, el fotoperiodista de guerra Augie Steenbeck (Jason Schwartzman) llega temprano a la convención Junior Stargazer con Woodrow (Jake Ryan), su intelectual hijo adolescente y sus tres hijas menores. Allí se conmemora el ‘Totem’ del meteorito que aterrizó en este lugar del desierto en el año 3007 a. C. y lo eligieron para hacerlo con una ceremonia especial de entrega de premios... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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30 de septiembre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver como digo esto para que no suene muy mal, la he intentado ver de dos veces. La primera, lo deje a la media hora, porque no me ha interesado lo mas mínimo.

Hoy la retomé donde la deje ayer, he durado otra media hora, me he quedado frito hasta que he oído los créditos del final.

Lo mío no debe ser lo del cine de autor, pero con esa sinceridad que me caracteriza, ¿cómo se puede hacer un bodrio así, con un elenco de actores que desborda talento por todas partes?

En fin, si voy a ver una película, lo mínimo que espero es que me entretenga, me divierta o me horrorice, que me llegue el corazón o que me deje indiferente. Pero no sabría cómo definir esta película (creo que ya he dicho bastante).
ElTercerLumier
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9 de octubre de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay duda de que Wes Anderson es un genio; él crea su mundo y sus reglas, todo muy original y con un sello personal e intransferible. Sin embargo, él sigue empeñado en autosabotearse en casi todas sus obras, y esta película es un ejemplo.

En Asteroid City no funciona nada. Los gags no hacen gracia, la "trama"-fragmentada y caótica- es inexistente, el ritmo es cansino y muy aburrido, no se percibe ningún mensaje claro ni moraleja... inútil seguir. Además, todas las escenas en blanco y negro podrían haberse quedado en la mesa de montaje sin que nadie las hubiera echado en falta; diría incluso que el film habría ganado en solidez, si es que eso es posible.

En fin, una pena que un envoltorio tan brillante (y además literal) no contenga nada en su interior. De las seis películas suyas que he visto, sin duda es la peor.
Ottis B Driftwood
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26 de junio de 2023
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya lo dábamos por amortizado, por perdido, se intuía que los siguientes títulos de Wes Anderson ya no podrían despertarnos esa sensación de diversión y maravilla como ya hicieron “Moonrise Kigndom”, “Darjeeling Limited” o “Los Tenenbaums”. Parecía que el bueno de Wes ya estaba dedicado a vivir de la inercia del impacto de esa primera mitad de su carrera y que el resto sería mantener la dignidad y dar tibios giros de tuerca a su peculiar estilo. “The Grand Budapest Hotel” o “French Dispatch” no son en absoluto malas obras, sin embargo, por lo menos yo, percibí cierta sensación de agotamiento, como que su maquinaria funcionaba porque podía atraer a grandes planteles de actores y actrices y además gozaba de grandes presupuestos, que gastó a manos llenas y le permitió exhibir esos grandes sets, exhibiciones de vestuario y puesta en escena, que apenas provocaba ya una vaga sombra de emoción porque su imaginación resultaba recursiva y poco inspirada.

¿También Anderson lo percibió así? Sea como sea, parece que tras esas aventuras por la animación con toques orientales y expediciones por la vieja Europa, Anderson ha hallado la clave para volver a brillar con fogosidad y exuberancia. La clave es regresar a ahí de dónde partió y por eso “Asteroid City” transcurre en un pueblito del desierto norteamericano, un lugar en mitad de la nada que en verdad refleja muchos de los aspectos de la vida norteamericana: el optimismo, el emprendimiento, el afán de enriquecimiento, la variedad de gentes y razas, la sospecha e incluso el militarismo.

Así, nosotros espectadores, tenemos acceso a esta golosina audiovisual, dónde Anderson y su corte de colaboradores pueden afinar al milímetro los detalles, encontrar el matiz, por ejemplo, en el contraste de temas de bluegrass poco conocidos con una estrafalaria exhibición de niños genios que idean tecnologías imaginativas. Un desierto norteamericano filmado en la meseta ibérica, en la madrileña Chinchón para ser más específico, escenarios intencionadamente falsos que sin embargo nos maravillan con la amplitud de los espacios, el matiz de los tonos pastel y esos intrincados repertorio de movimientos de cámara y posiciones escénicas milimetradas hasta lo marciano.

Anderson se explaya con tan mareante reparto, extenso como ciudades, dónde prácticamente cada persona tiene sus instantes de gloria, algunas más que otros, pues Anderson retoma alguno de sus temas preferidos, vistos en anteriores largometrajes, las familias especiales, los niños genios, gentes excentricidades… el director texano se lo puso fácil y se lució, el periplo resultó plácido y envolvente, constantes sorpresas y risas por lo bajo, puesta en abismo en la narración para que también se compruebe que el director no se durmió y mantiene despierta su curiosidad como artista de la narración, grandes emociones expresadas con mueca apática…

Y alguna broma auto-consciente. Porque, tal y cómo se preguntan los personajes acerca de la obra teatral “Asteorid City”, ¿de qué trata la historia? ¿Trata de algo o sólo es una inmersión sensorial en un mundo de signos y experiencias? ¿No podríamos decir que trata acerca de encontrar algún punto de conexión dentro de ese extenso tablero humano? ¿De buscar y expresar la verdad, por dolorosa que sea? ¿De mantener viva la curiosidad para emplearla como motor vital? Podría ser eso y no serlo, da igual, tan sólo deja que los ojos se beban la pantalla, se deleiten con las imágenes de las montañas de arcilla o los cuadros de los grupos de robots humanos que asisten a hechos extraordinarios, las formas y los colores.

Yo salí de la sala de cine con ganas de agradecer ese nuevo sueño compartido con otros pocos espectadores de un desértico patio de butacas, pero no importó, porque la verdad es que se trata de una experiencia que insufla vida y contagia muy buenas vibraciones. La verdad, no podría decir eso de muchas otras entradas de cine pagadas a lo largo de los últimos años.
Jean Ra
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