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La gran belleza

Comedia. Drama En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, ... [+]
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Críticas 297
Críticas ordenadas por utilidad
11 de diciembre de 2013
5 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La grande bellezza, de Paolo Sorrentino, una obra que bien merece unas líneas. Para quien haya visitado Roma o para quien no lo haya hecho, podríamos describir la ciudad como un abrazo entre la decadencia y la eternidad. Un espacio en el que el color rojizo de los palacios, la luz del atardecer bañando las fachadas y la magnificencia de la Antigüedad, comulgan con el ruido de los vehículos, con el tumulto de los turistas y con la rapidez de una ciudad europea del siglo XXI.
Eso y mucho más es La grande bellezza. Una cinta en la que tomando como punto de partida los excesos de una gran fiesta y todos los iconos de Italia (desde un luminoso de Martini, pasando por la continua presencia de las Ray Ban, hasta la imponente magnitud del Coliseo o el trasiego por las viejas calles de los hábitos oscuros de curas y mojas) describe a la perfección los excesos y defectos de nuestra actualidad.
Desde la pobreza de querer ser y aparentar lo que no somos, hasta la grandeza de llorar con aquello que creíamos tener controlado. El respeto que nos supone lo desconocido y la fragilidad del ser humano. Y, sobre todo, la vida como hipocresía pero también como belleza.
Una película rodada en Roma pero extrapolable a cualquier ciudad. Una vida cuyo protagonista es un escritor adinerado que a sus 65 años hace balance, mirando al pasado con la suficiente perspectiva como para saber que aún le queda algo de futuro; y en el que podríamos estar representados cada uno/a de nosotros.
En definitiva, un canto a la belleza de vivir, con sus virtudes y defectos que bien merece otros 142 minutos de mi existencia.
Ludovico Orange
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15 de febrero de 2014
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno se puede inspirar en otros artistas, pero copiarlos es otra cosa. La película es buena, pero no tanto. Tiene un par de escenas o tres muy conseguidas, conmovedoras y estilizadas, pero debe tanto a Fellini que no sé, debería llamarse la Dolce Vita II o algo así.
1:Coge de "8 y medio": el tema del creador perdido, que no encuentra la inspiración para la obra. Pero en ésta se da la americanada del final feliz, al final de la obra encuentra tal estímulo.
2:Coge de todo Fellini la llamada "epifanía": Son apariciones surrealistas, como encontrabamos en La Strada, en Amarcord...incluso al final de la Dolce Vita, aparecen animales de la nada creando el efecto de la desfamiliarización e introduciendo poesía inútil en el buen sentido, belleza natural diamantina, que habla de la inocencia y nos hace preguntarnos quiénes somos. La diferencia con Fellini es que no llega a resultar convincente...y eso que no hay nada de que convencer. .
3: Coge a la ciudad de Roma como protagonista y utiliza los planos simétricos a la Fellini de lugares particulares, pero aqui se complace banalmente en tal belleza (hasta poner el vocablo en el título), mientras que aquel la usaba de manera más sutil
4. Como en la Dolce Vita retrata el pulular vacío de ciertas fiestas de Roma, como en dicho film incluye el suicidio, pero lo hace de manera más superficial, y se pasa con los suicidios....hay dos.
5. El protagonista de 8 y medio estaba perdido y se interrogaba con profundidad, éste mantiene una posición cínica, aquel creía en algo aunque fuera poco, éste ya no se plantea, parece, creer en nada.
En resumen, si quieres hacer una crítica de cierta vida o mentalidad en tal ciudad, no te pases la mitad de la película sacando fotos turísticas de sus monumentos.
iatlos
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20 de diciembre de 2013
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No disiento de quien compara esta película con "La dolce vita", pero difiero de quien la pone como versión 2.0 de la película de Fellini. "La grande belleza", para mí, es mucho más profunda, menos frívola y, además, mucho más hermosa.

El viaje al fin de la noche de Jep Gambardella, para mí, tampoco se circunscribe a Roma. Utiliza el "marco incomparable" de la ciudad eterna como decorado, pero, desde mi punto de vista, describe lo que conoce bien, que es su mundo más cercano, con la finalidad de ser universal. Esta historia bien podría haberse desarrollado en Nueva York, Paris, Barcelona o Tokio... pero en cualquier otra ciudad del mundo, cruzarse con Fanny Ardant de madrugada hubiera resultado un sueño imposible. En Roma, no. En Roma parece lo más probable.

Película para ver y oír desde una butaca en una sala de cine. Creo que es lo mejor y más simple que se puede decir de esta maravilla.
abeltracas
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12 de enero de 2014
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viajar es muy útil, hace trabajar la imaginación.
El resto no son sino decepciones y fatigas.
Nuestro viaje es por entero imaginario.
A eso debe su fuerza.
Va de la vida a la muerte.
Hombres, animales, ciudades y cosas, todo es imaginado.
Es una novela, una simple historia ficticia.
Lo dice Littré, que nunca se equivoca.
Y, además, que todo el mundo puede hacer igual.
Basta con cerrar los ojos.
Está del otro lado de la vida.

Louis-Ferdinand Céline, "Viaje al fin de la noche"

Así empieza esta deslumbrante película. Si el que está leyendo esta nota no ha visto aún la película, le sugiero que no lea las críticas. Mucha palabrería que oculta el contenido mágico y sensible que transmite el genial Toni Servillo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pajariperro
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26 de diciembre de 2013
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta curioso ver como películas icónicas como la dolce vita invaden el espacio de otras historias de parecido argumento. Ni siquiera necesitas haber leído críticas o artículo ninguno, un simple vistazo a la sinopsis de la película antes de entrar a la sala ya hace que cualquier espectador con una cierta cultura cinematográfica prepare su mente para un juego de referencias y paralelismos entre esta película y la celebérrima obra de Fellini. Es inevitable. Y más aún cuando el estilo barroco, extravagante y provocador de Fellini impregna todo el metraje de la película. Pero, en realidad, hay muchas diferencias entre ambas. Una vez que la historia avanza y podemos abstraernos del magnético glamour cutre , versión Sorrentino, que irradia la noche romana, vamos observando como este Jep Gambardella tiene muy poco en común con el Marcello de la Dolce Vita y mucho más que ver con otro alter ego Felliniano: el Guido de 8 y medio. El bloqueo del artista, la constante presencia del pasado como motor de la inspiración artística y referente vital, la mezcla de lo onírico y lo real emparentan esta búsqueda de la gran belleza con la obra maestra de Fellini. Cierto es que la dolce vita y esta película comparten dos protagonistas radiantes: Roma y su “realeza” nocturna, pero aunque los protagonistas sean los mismos, la historia siguen distintos derroteros. Durante dos horas y medio acompañamos a este viejo príncipe de las tinieblas en su indeseada pérdida paulatina de cinismo, paseamos con él por la noche romana, sentimos la belleza de la ciudad eterna, entendemos porque ha vendido su alma por una vida llena de placeres y despreocupaciones que no pueden ser imperecederos, vamos viendo que la coraza se desvanece, que las cosas que suceden a su alrededor le conmueven, que su tiempo de volver a emocionarse y a escribir ha llegado. La gran belleza, su razón para escribir, le sigue siendo esquiva pero la vida está llena de suficientes inspiraciones. La actuación de Tony Servillo le coloca a la misma altura autoral que al director, nada sería igual sin su carisma, su ironía, su encanto, su gracia infinita prestada a este personaje que le viene como anillo al dedo. Es el gran actor italiano de la actualidad, no hay duda, y su magisterio tiene línea directa con los grandes iconos cinematográficos y culturales de Italia. A pesar de sus virtudes, está muy lejos de ser una película redonda, precisamente esta Italianidad en la forma y el contenido lastra su fluidez. En algunos momentos se pierde enganche emocional debido a la excesiva vacuidad y decadencia de unos personajes que creo demasiado caricaturizados y con unos rasgos que intuyo solo atraerán a los compatriotas de los autores. Y en su resolución la película adolece de cierto aire arbitrario, con la aparición de algún personaje clave que no han aparecido en toda el metraje y que quieren conferir a la historia un aroma de profundidad espiritual que ni comparto ni creo que la historia necesite. Me sobran las ostentaciones éticas en la scala santa. Me quedo con la gran belleza, la plenitud estética, que supone el primer amor
pela
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